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PABLO ESTEBAN FUENTEALBA PEÑAILILLO
Nació en Constitución, Chile (1992). Poeta de vocación e Ingeniero de profesión. Es Licenciado en Construcción y Diplomado en Gestión de Proyectos. Se ha desempeñado, durante siete años, como asesor de proyectos de ingeniería para el Ministerio de Educación de Chile. Ganador regional del concurso Nacional: “Historias de nuestra tierra, FUCOA 2021”. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías y revistas literarias —tanto nacionales como internacionales—; entre las que destacan: la revista literaria Litefilos, Boca ‘e Loba, Converso, Mal de ojo, Montaje, Komala, Perro negro de la calle, revista literaria Centro y en la revista literaria Casa Bukowski.
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UNA ESQUIZOFRÉNICA CRIATURA
Ni el más terrible
de los demonios del infierno
se puede comparar
a la malvada y esquizofrénica criatura
que habita en mi interior.
Una que se alimenta
de mis miedos e inseguridades
para abrirse paso hacia el exterior
y gritar, a todo pulmón,
en contra de lo que más amo.
EL LASTIMERO AZAR
Desde que recuerdo
que he ido por la vida destrozando
todo aquello que toco
con mis sucias e impías manos.
Esa es la maldición
que me ha sido dada,
a modo de castigo,
por el lastimero azar.
Y no por la voluntad sagrada
de algún colérico demonio
como muchos imbéciles,
tan vilmente, han de afirmar.
ENFERMOS TERMINALES
Una mañana, en la que vi muerta mi libertad,
me deshice de mis ropas y posesiones;
para salir al exterior y gritar, a todo pulmón,
en contra de mi creador, ¡pero no obtuve respuesta!
Desde entonces, que para mí los dioses,
no son más que una mala caricatura
de una sociedad de enfermos terminales
que, en vez de buscar respuestas,
solo se conforman con algo menos de dolor.
Pero no los juzgo: ¡cómo podría hacerlo!,
si el solo hecho de no poder vivir
como otros lo hacen…
duele y desgarra profundamente.
LA HORRENDA MELODÍA DEL SOLITARIO
Hice cuanto pude, para defenderme
de las terribles visiones
que atormentaban mis horas
y aun así, mis intentos no fueron suficiente.
¡Nunca lo son, cuando se está indefenso
ante la inmensidad de la noche!,
la cual suele traer consigo,
la horrenda melodía del solitario.
La misma que, lentamente,
termina por destrozar los oídos
de cualquier pobre desgraciado,
que titubee ante la muerte.
ESPECTRALES ROSTROS
Los rostros que galopan de forma espectral,
a través de oscuros llanos, detienen su paso,
habido de luz, para cuál relámpago ajeno,
cortar los vientos y soslayar las sombras
de un recién nacido crepúsculo.
El bramar de sus terribles cuernos resuena,
entre las monturas de los hombres,
para alzarse iracundo, sobre el centinela dormido
que, inmerso entre la bruma,
busca la manera de homenajear a un nuevo mártir.
Uno que, como tantos otros, cometió el grosero error
de ignorar el solitario peso, de metales fundidos,
que cae sobre los hombros de quienes
no saben cuándo terminar con la batalla.
EN LAS PROFUNDIDADES DEL DÍA
Los hombres que yacen invisibles,
en las profundidades del día,
cocidos al torso del reflejo diario,
temen a la comunión de ideas;
que se puede llegar a dar más haya
del brillante paraíso que pregonan.
¡Labradores de cielos artificiales!,
no hacen más que dejar a su paso una estela
de muerte, desolación y tierra quemada…
¡una sobre la cual nada ha de crecer!,
¡una sobre la cual el sello impreso,
del mismísimo Satanás, queda registrado!
Pero cuando llegue el día, en que la ciudad
sea capaz de abanicar, bajo la raíz de su ala,
el eterno oleaje de los marginados;
las voces de quienes claman por algo de justicia.
Tendrán la fuerza y el ímpetu suficiente
como para deslizarse, a través de las calles,
¡vírgenes de culpa y rastro!, para visar
el gris paisaje que, tan tristemente, la adorna.