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PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ
Nació en Madrid, España (1953). Es poeta, escritora, crítica literaria y articulista. Su obra está recogida en diarios y revistas nacionales (artículos, poesía, estudios y ensayos críticos), así como en distintas antologías de ámbito nacional e internacional. Ha sido traducida al mallorquín, al árabe, al inglés, al francés, al italiano, al rumano, al portugués y al griego. Es Académica de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera y Consejera de Número del Instituto de Estudios Campogibraltareños de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar. Pertenece a la junta directiva de ACE sección de Andalucía por Cádiz. Miembro de la junta directiva de la Asociación de Escritores y Críticos Literarios de Andalucía. Desde 2012 fundó y dirige la revista cultural de ámbito internacional DOS ORILLAS. En 2021, la Asociación Colegial de Escritores de España, sección de Andalucía le concedió a la revista Dos Orillas el VII Premio Mecenas “Manuel Altolaguirre” de la Literatura Andaluza. Ha participado como ponente en conferencias, encuentros y seminarios. Tiene publicados más de veinte libros. En poesía cabe destacar: El ocaso del Girasol (Fundación Municipal José Luis Cano, Algeciras, 1991), Calendas (Editorial Torremozas, Madrid, 1993), Sonata floral (premio de poesía Victoria Kent, 1999), Senderos de Sirio (premio de poesía María Luisa García Sierra, Cádiz, 1999), Paisajes íntimos (Editorial Corona del Sur, Colección Biblioteca General, Málaga, 2000), Lucernas para Jericó (2003), Tamiz del desasosiego (2003), Cáliz amaranto (Editorial Torremozas, Madrid, 2005, finalista del premio de la Crítica de Andalucía), Ángeles del desierto (Ayuntamiento de Málaga, 2007), Acercando orillas (Cádiz, 2008), Espacios oblicuos (Editorial Devenir, Madrid, 2015), Iris (Editorial Ánfora Nova, Córdoba, 2017) y Las tierras de Silo (Editorial Anáfora, Córdoba, 2022). A su obra en prosa pertenece el libro Veinticuatro retratos de mujer (Fundación Municipal de Cultura José Luis Cano, Algeciras, 2007) donde el género de la narrativa breve se mezcla con el relato histórico de marcada impronta femenina. Aquí el lector camina por distintas épocas históricas, desde las epopeyas homéricas hasta la actualidad, entre narraciones en las que las mujeres son sus protagonistas.
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MEMORIA SIN NOMBRE
Navegamos sin rumbo hacia playas desconocidas
sin barcas ni racimos del néctar que nos habitó,
somos números de batallas por librar
hacinadas en una memoria sin nombre.
Debemos dejar que el acanto descubra horizontes
y la garza explore el alba de su despedida,
desdibujando el cielo para recuperar la fe,
cuando el llanto nos inunde con decibelios de ultraje
y mareas empapadas por la deriva.
La escasez siempre fue débil
y fingió las sombras de un viaje inesperado.
Arcadia de dolor trascendida
donde es imposible conocer los mensajes
más allá de las vallas publicitarias.
LABIOS AUSENTES
No abras la hoja ausente de los labios,
para que calle hasta la extenuación
y deje correr el tiempo de los horizontes
sin rumbo, por el recuerdo acompasado
de las noches en vela; cuando la herida
profundiza la piel y los ángeles custodios
abandonan el acantilado, sembrando
la zozobra ante el abismo.
Descubrir la fragilidad por la que navegas
en la vida
es una realidad que agota
y arrastra hacia un yo distinto en cada instante.
Nunca superas el miedo al infortunio
ni ves el paisaje que oculta el anochecer
cuando el mirlo asoma tras el lentisco
imaginando un abrazo de no fronteras
con un pasaporte sin nombre
que delata nuestra incapacidad
para construir espacios comunes.
Siempre hay un cúmulo extenso y nevado
que incide en ocultar la verdad del trance
que está por venir.
CORSARIOS DE LA SOLEDAD
Los corsarios de la soledad han robado
tantas horas al tiempo, que no queda
sangre para llenar las venas.
Un entramado de silencio fue horadando
la conciencia con falsas promesas
de ideales ficticios, rotos
antes de llegar a su destino.
Las habitaciones guardan el olor
que le fuimos dejando con nuestra presencia.
Llevan impreso nuestro destino en las paredes
y guardan en silencio nuestras horas de soledad.
Son confidentes de palabras que no llegaron
a pronunciarse. Ellas también temen la soledad
si tú no las habitas.
CONCHAS VACÍAS
Siempre se llenaron las orillas
con mensajes de conchas vacías;
todo un rito atávico de consuelo
que inunda la arena,
estableciendo un memorándum
entre el ayer y el presente.
La lluvia sobre el mar no alimenta semillas,
sólo riega la sal, avecinando
consensos de humedad
entre las orillas.
Huir del tiempo es misión imposible
la soledad lo arrastra;
y lo adentra en sus líneas convexas
tratando de ungir imposibles.
Descifrar las claves de la soledad
es huir de ti mismo,
porque sentirte solo es un segmento vacío,
jamás transitado, que te aísla,
no busca compañía
su único objetivo fue brillar en silencio.
TORMENTA
He observado a través de las rendijas del tiempo
para ver como el brote de los tallos
se va consumiendo.
Ante la visión inquisitiva
la vela ya no ilumina las esporas.
En la habitación se consumen los pétalos.
Sobre la mesa una prenda olvidada,
el cántaro vacío y los recuerdos oxidados,
mientras tanto el iris duerme
en la mirada.
Mañana encajarán de nuevo las piezas
del puzle
y habrá hilo para seguir hilvanando.
Sobre la mesa de la infancia permanecen
los cromos.
El ámbar de la tarde cubre las calles
recién mojadas.
Un clamor de tormenta
se ha colado por los poros
y la tarde resucita bajo el pararrayos
serpenteando entre las aceras;
el agua le da sustento.
Un verde cobrizo se cuela
por el bastidor implicando vestigios
de antiguas huellas sobre los frunces de la tela.
Cómo brilla el tilo y sus hojas encendidas
por la lluvia.
La noche suele dejar un extraño rescoldo
de olor a hollín
donde se cobijan las farolas
cuando se cierran las puertas.
VÍNCULOS
En el origen del tiempo, tembló el mar
y se cruzaron los horizontes en dádivas argénteas,
hasta alcanzar el ocaso intermitente que se yergue
en los manglares,
sosteniendo ese cántico, todavía por descifrar
que otorga el emplazamiento atemporal,
donde los cultos son expiados
en el último enfrentamiento
que sostiene el código de los planetas.
Después llegó la oscuridad y un temblor de jarcias
y extremos, debilitando el legado de nuestra herencia
hasta que el hombre hallara el vínculo más antiguo
de su posterior nacencia.
Los pies, los únicos que saben,
regresan restaurados
como si no hubieran pasado
la noche caminando
por calles suspendidas donde el tigre
alumbra miedos blancos,
donde calmo y ecuánime
parece que gobierna más visible el azar.
Se orienta el día,
ascienden verticales.
Corta la luz perfiles, les asigna
alturas y medidas, espesores,
entrevera los colores el sol,
desparrama amarillos y rosados,
violetas atrevidos, pentagramas.
Me invita a aparecer, me prende
los afanes, me farfulla al oído
un nombre que la noche había olvidado.