BAQUIANA – Año XXV / Nº 129 – 130 / Enero – Junio 2024 (Ensayo I)

 A PROPÓSITO DE VOLVER LA VISTA ATRÁS (2021): JUAN GABRIEL VÁSQUEZ Y SU PRODIGIOSA TRAYECTORIA LITERARIA

 

por

 

Germán D. Carrillo

 


La interpretación es también parte del arte de la ficción; que el personaje en cuestión sea real o inventado es, en la práctica, una distinción inconducente y superflua […] En otras palabras, ordenar un pasado ajeno fue la manera más eficaz de lidiar con el desorden de mi presente.”

Juan Gabriel Vásquez, epílogo de Volver la vista atrás, pp.474-75.

 

“Volver la vista atrás es una de las grandes novelas que se han escrito en nuestra legua […] Es una novela difícil de escribir que está escrita en forma de crónicas y que narra una historia bastante excepcional […] yo sí creo que es una novela que escudriña con las herramientas del novelista que son la imaginación y la libertad creativa las vidas reales de estos personajes.                 

Mario Vargas Llosa en entrevista de Claudia Cavallin, publicada en Carátula.Net en diciembre de 2021 y reproducida en Papel Literario, septiembre de 2022.

 

 

Introducción. Obra en contexto.    

Se viene repitiendo que este joven escritor colombiano (Bogotá, 1973) se perfila como uno de los más cualificados herederos del legado literario de García Márquez. Mucha razón tiene quienes así piensan, y no son pocos. Un ejemplo oportuno de lo dicho se puede evidenciar en el muy reciente libro del Profesor Brantley Nicholson que se titula The Aesthetic Border: Colombian Literature in the Face of Globalization (2022) que acaba de salir de la prestigiosa serie de Bucknell Studies in Latin American Literature and Theory. Allí quedan bien establecidas las bases por las cuales Vásquez se ha convertido en el verdadero heredero del legado garciamarquiano. Con cada nuevo título, Vásquez acrecienta su valía literaria y quizá también su buena venta.

     Partiendo de sus muy conocidas novelas como Las reputaciones (2009) y El ruido de las cosas al caer (2011), etc. Vásquez no deja de sorprender a críticos y lectores por la facilidad que posee para incidir en temas afines a la historia convulsionada de Colombia y muy especialmente del siglo XX a partir de la llamada Guerra de los Mil Días (1899-1902). En estas dos obras y en otras, Vásquez ha logrado explorar en profundidad el espinoso tema de la denominada novela del narcotráfico, obra que también sirve de antesala a su voluminosa gran novela del 2015 que tituló La forma de las ruinas, en la que intenta explicar con gran satisfacción y diríase quizá por primera vez, los asesinatos de los dos líderes liberales más ilustres del siglo pasado como fueron Rafael Uribe Uribe (1914) y Jorge Eliecer Gaitán (1948), hasta hoy todavía explicados solo a medias.

     La antología de relatos titulada Canciones para el incendio (2018), además del enjundioso libro de ensayos literarios como los que contiene Viajes con un mapa en blanco (2017) y más hacen que sus más entusiastas admiradores ya lo hayan propuesto para el Premio Nobel. El País de Madrid, por su parte, le ha nombrado ensayista con columna quincenal en OPINION, como lo han venido haciendo plumas como Vargas Llosa, Rosa Montero, Sergio Ramírez y Elvira Lindo, entre otros. De este joven narrador colombiano se viene hablando mucho en los últimos años, dentro del país y fuera del país escenario en que tal vez mejor radique su creciente relevancia. Para muchos, Vásquez, junto con Laura Restrepo, Héctor Abad Faciolince y Evelio Rosero, se han convertido en los “herederos literarios” directos del legado del gran Gabo.

 

Líneas temáticas

Toda la trama parece surgir de un episodio crucial: la negativa del personaje Sergio, hijo, invitado ahora a Barcelona para efectuar una retrovisión de su obra cinematográfica y quien decide de improviso no acudir al entierro de su padre, Fausto Cabrera, muerto justamente por esos días. Es la bien conocida Biblioteca de Barcelona la que le invita a esta retro visión de sus películas (La estrategia del caracol, Ilona llega con la lluvia, Todo es cuestión de método,Todos se van, Golpe de estadio etc.). Este momento es claramente una encrucijada en la brillante carrera fílmica de Sergio, aunque conviene aclarar que históricamente su padre Fausto haya muerto en el 2016. ¿Cómo se explica, entonces, este intempestivo rechazo de asistir al funeral de su propio padre?  De esto mismo y mucho más trata la obra.

     Además del deceso de su padre, el momento coincide con el rechazo histórico de los acuerdos de paz de La Habana por parte de un gran porcentaje de los votantes colombianos que habían dejado de creer en la posibilidad de que la FARC realmente quisiera la paz a pesar de haberla firmado. También aquí mismo se nos insinúa la historia de un matrimonio en crisis (¿Silvia, esposa de Sergio, ahora en Lisboa con su familia?) y la necesidad de visitarla antes o después de Barcelona.

     Por otra parte, el hilo novelístico nos lleva inexorablemente a un tema de mayor trascendencia en la obra. Es decir, al recuento minucioso del supuesto fracaso y de la desilusión consiguiente que ocasionó la revolución maoísta, tanto en China como en Colombia, tema de gran trascendencia y asunto principal del mensaje contenido en Volver la vista atrás. En palabras más sencillas, se trata de examinar los efectos y las frustraciones íntimas que suponen la pérdida y el naufragio de los ideales de una revolución malograda. Sin embargo, este tema para Vásquez, como agente y transmisor del mensaje que es la obra en sí, resultaba simplemente apasionante y no podía posponerse a pesar de la pandemia circundante. Por estas razones Vásquez procedió a escribirla sin más dilaciones.

     Esta es, además, una novela sobre el padre de la misma manera en que lo es Pedro Paramo de Rulfo por excelencia. Es en cierto modo, una historia entretejida de orfandad y más allá de la fascinación que sentía por Justo Cabrera a través de su obra, Vásquez, el narrador, desconocía por entonces la relación ambigua y compleja existente entre padre e hijo.

     Después de un intento frustrado por establecerse en Francia como exiliados de la guerra civil española y luego  del esfuerzo casi exitoso por establecer una pequeña industria pesquera si no hubiese sido por la propuesta corrupta del mismísimo Trujillo en la Republica Dominicana de Trujillo quien pidió el 50% de las ganancias, la familia de Fausto, muy joven por entonces, por fin arribaron a Colombia como refugiados de la guerra civil española y como defensores de la República, perdedora en la guerra. Los Cabrera tuvieron ‘éxito en Colombia; primero hicieron teatro y luego Fausto se destacó como uno de los pioneros de la Televisión colombiana y fue contratado por el General Rojas Pinilla, presidente por entonces, a mediados de los años 50. Al poco tiempo Fausto se convertiría en un afamado director de Teatro y de Cine, además después fue reconocido como ¨maestro¨ de esa primera generación televisiva colombiana. Su fama y reconocimiento se extendieron rápidamente.

     Estando ya centrado y reconocido en todo el país, Fausto fue inesperadamente invitado como profesor de español por el gobierno de Pekín. Contra toda posible conjetura, acepta y se marcha con su familia en esta gran aventura que trastocaría por completo el futuro de esa prominente familia Cabrera, ahora colombiana. Viven allí años especiales y formativos Sergio y su hermana Marianella, así como su esposa, alojados como huéspedes especiales en la Casa de la Amistad de Pekín. Desde entonces, la ambigüedad prevalece en la relación de padre e hijo: cariño, reclamos, frustraciones, salidas del ambiente familiar a cambio de ambientes tan extraños como sería vivir en la China maoísta, y toda la secuela de problemas que conlleva el formidable desarraigo subsiguiente, meollo de uno de los mayores reparos de Sergio hacia su padre aventurero.

     La enorme grieta que constituye la actuación y pregunta sin respuesta de Sergio al comienzo de la obra que hay que responder de alguna manera para entender las razones por las cuales Sergio, al marcharse a Barcelona, ¿no quiere volver al entierro del padre? El resto de la novela constituye la explicación de estas razones. De esta encrucijada creemos proviene el sentido profundo al que el mismo título apunta: porque volver la vista atrás supone poner en entredicho todo lo que se ha vivido a lo largo de estas dos largas etapas en dos países diferentes -China y Colombia- en plena adolescencia y luego juventud en busca de un gobierno ideal que resolviera las inquietudes políticas de un padre que vio en la revolución maoísta una posible solución viable.

     Sin embargo, la novela empezó como resultado de un intento frustrado de hacer una película por parte de Sergio Cabrera, director cinematográfico, que no pudo realizarse después de varios intentos preliminares. Sin proponérselo directamente, Sergio habló en alguna ocasión con Juan Gabriel sobre el asunto. A éste, quien ya tenía alguna experiencia en este tipo de narración como lo demuestra en La forma de las ruinas ((2015) con el personaje detectivesco de Carlos Carballo, formidable investigador quien hace casi todas las indagaciones y pesquisas de las que el narrador se aprovechará para conformar las vidas paralelas en la desgracia e incomprensión y malentendidos tan frecuentes en las vidas de  Rafael Uribe Uribe y de Jorge Eliéçer Gaitán, lideres sacrificados por una turba azuzada secretamente desde arriba en el panorama político conservador que dominó el país en la primera mitad del siglo XX.  A Vásquez, decimos, le pareció estupenda la propuesta de Sergio y se entregó a la tarea de intentarlo, aprovechando el aislamiento forzoso que produjo la pandemia del Covid-19 a partir de marzo del 2020.  El autor agrega que fue una manera de lidiar el caos intempestivo y que el manuscrito se convirtió en refugio del COVID a lo largo de ese año.

 

Los conflictos. Arco evolutivo. 

Hay dos conflictos que unifican los diferentes momentos y personajes de la historia: el conflicto entre la esperanza y la decepción, y luego entre la decepción y los nuevos caminos, que casualmente derivan en el arte.  Hasta la mitad de la novela, los personajes se acogen al dogma político, llegando hasta el extremo de militar como guardias rojos en el momento de mayor fundamentalismo político en la historia de China, y en la guerrilla más dogmática de Colombia: el Ejército Popular de Liberación (EPL). Cuando el lector tal vez comienza a fatigarse de la vacuidad y la pesadez de los discursos políticos, viene el alivio de ver cómo los personajes por fin se desmarcan de ese modelo monolítico de pensamiento y comportamiento, y se rebelan, con inmensos riesgos para sus vidas. La desilusión es total:  El veredicto tajante lo escribe uno de los personajes secundarios (Carl), pero que, casualmente ha sido uno de los más resistentes y fervientes simpatizantes defensores del maoísmo: “La tal Revolución Cultural ha sido lo peor que nos ha pasado”. (p. 449)

     La desilusión es devastadora, hasta el punto de que Sergio llega a cancelar cualquier futuro. Al respecto, el narrador cita textualmente algunos apuntes de Sergio: “Por esos días escribió en su cuaderno: En China no hay nada para mí. En Colombia tampoco. Ni siquiera he cumplido 24 años y ya me estoy preguntando para qué seguir viviendo” (p. 460).  El costo de la desilusión política (tanto en China como en Colombia) ha sido tremendo, hasta el límite de aniquilar aparentemente a los entusiastas fervorosos de otra época; en este caso, a la madre, alrededor del cual había girado en buena parte el ideario y el derrotero de la familia: “…se encontró con un remedo de lo que era su madre -el mismo cuerpo, sí, pero con la energía diezmada y la cara de quien ha perdido todas las ilusiones -, y supo que algo más profundo que una mera contrariedad había contaminado su vida” (p. 406). En realidad, la sensación derrotista es una especie de sombra que aparece en varios pasajes y afecta a los familiares recién llegados a Colombia en la época de la guerra española: “El tío Felipe se le había convertido en un hombre derrotado. Sí, había sido un héroe, pero ahora parecía que la vida le hubiera pasado por encima. Salía de la isla sin llevarse nada: ni dinero suficiente, ni proyectos, ni esperanzas” (p. 51).

     Pero el proyecto vital no termina con ese tipo de tropiezos; luego de desmarcarse de un aplastante pensamiento político que condicionaba hasta los movimientos cotidianos de sus vidas diarias, los personajes inician una nueva aventura, esta vez mucho menos política y más personal y creativa, que finalmente definirá sus vidas: el arte; más concretamente, la creación cinematográfica.

     Sin embargo, el feliz desembarco en el trabajo creativo, pasa antes por un fuerte remezón en el plano familiar; la crisis familiar está presente en toda la novela, pero sobrevive, si no la típica “unidad familiar”, sí una deseada (y merecida) solidaridad de la familia más cercana, a la manera de compañeros en el naufragio que miran al futuro con esperanza; en ese sentido, Sergio se convierte novelescamente en un héroe acorralado:  “Sergio sintió fugazmente que el cariño de sus hijos era lo único firme que le quedaba en la vida, pues todo lo demás  -su padre, su matrimonio y su país- se había descompuesto de repente , y lo que se veía era un paisaje en ruinas: la ciudad después del bombardeo” (p. 309)

     Al final, es la creatividad y no el dogma lo que los salva. La salida al acorralamiento espiritual se abre paso poco a poco. “¿No sería más útil a la causa viviendo la vida clandestina que vivía su madre, tal vez usando el teatro como fachada, en vez de estar metido en algo en lo que ya no creía? La lucha armada se le había convertido en una rutina obscena” (p. 363). Esa apuesta por el arte es la que se afianza al final como la salida vital y salvadora: “A mí lo que me interesaba era seguir haciendo cine, seguir haciendo mis películas. Era lo que había querido hacer toda la vida, y por fin me estaba saliendo bien” (p.314).

 

De la edición a la interpretación

Vásquez afirma en el epílogo (p. 473) que su labor prácticamente se limitó a la interpretación. A las declaraciones del autor, podríamos añadir que la labor de novelista- biógrafo, en este caso no se reduce a la interpretación (cualquiera que sea la acepción que quiera adoptarse con este término) sino que, a nuestro parecer, incluiría otros procesos; uno de ellos -tal vez el más evidente- sería la edición. Ahora bien: donde más notorio se hace el proceso de edición, es en dos mecanismos: El primero es el de la estructura temporal. La narración en esta novela dista mucho de ser lineal, incluso en el interior de los capítulos.

     El comienzo de la narración está asociada a un marcador textual temporal: Sergio (el personaje principal) vive lo que se podría considerar el cenit de su realización profesional: la presentación de sus películas en Barcelona. Este momento de apogeo, sin embargo, contrasta con su situación afectiva, pues está a punto de romper con su esposa (lo que significaría el fracaso personal), y, además, se siente distanciado de su familia, extrañada por su no asistencia al sepelio de su padre (Fausto Cabrera); adicionalmente, la relación de Sergio con su hijo Raúl es tensa, debido a las ausencias intermitentes, en el marco de la separación física de la familia.

     Al lado de ese marcador temporal que da inicio a la narración, hay otro espacial: Barcelona; esta ciudad se convierte en el gran punto de referencia que va a servir de focalizador para contar una historia que trasciende la vida del protagonista para abordar la historia de una familia (al estilo de las grandes sagas familiares) que abarca tres generaciones, asociadas a su vez a tres hitos históricos de gran interés por su complejidad y repercusión históricas: la guerra civil española, la Revolución Cultural china, y la guerrilla colombiana.

     Tenemos así, dos grandes líneas temáticas básicas alrededor de las cuales se va a tejer la narración: 1) Una historia familiar 2) una historia de tres guerras civiles y sus múltiples repercusiones en los tejidos sociales de la época.

     La intensidad de la narración se ve favorecida por las diferentes cambios (radicales y traumáticos)  que padecen los protagonistas; en efecto, la historia de la familia Cabrera no es una historia común; es “novelesca” en el sentido de que está permanentemente involucrada en procesos de fuertes cambios políticos, sociales y económicos en diferentes partes del mundo: España, República Dominicana, Colombia y China; sus integrantes, además, están alentados permanentemente de un espíritu aventurero e inconformista que  los hace especiales, aún en los largos periodos en que las circunstancias externas les exigen encierro, aislamiento y una aparente inactividad; en esos periodos, se gestan conflictos internos que luego salen a flote no de cualquier manera, sino en forma de estallidos y rupturas con el medio: ruptura con la estadía en China y la militancia maoísta, rupturas con la militancia en la guerrilla, e incluso rupturas con las consignas paternas.

     Otro factor relacionado con las labores de edición (entendida como ordenamiento estructural), y cercano a lo que el autor insiste en denominar “interpretación” no es suficientemente claro. Vásquez en “Nota del autor”, dice: “Volver la vista atrás es una obra de ficción, pero no hay en ella episodios imaginarios” (p. 473), y más adelante, en la misma página: “…Es la experiencia de Sergio Cabrera y su familia, tal como me fue revelada a lo largo de siete años de encuentros y más de treinta horas de conversaciones grabadas”.  (las cursivas son nuestras).  Como vemos, hay énfasis por parte del autor en la fidelidad en la versión que él da de los hechos fácticos, pero no hay la misma claridad en su aporte como creador,  pues se limita a jugar con un lenguaje figurado para eludir lo que es obvio, y que otros autores aluden de manera directa: el proceso de “novelización” incluye no solo los mecanismos de edición, sino también el imaginar un lenguaje utilizado por los personajes que, en la realidad fáctica no es el mismo que el elaborado por el novelista; el lenguaje de la novela, se supone, es más elaborado que el de los personajes fácticos, y se manifiesta con otro ritmo.

     Otro recurso utilizado por el novelista en la armazón estructural es la edición de la carta de despedida que Luz Elena y Fausto dejan a sus hijos Sergio y Marianella en el momento de dejarlos, durante varios años “solos” en China, bajo custodia del gobierno.  Esa extensa carta se convierte en una especie de manifiesto político, al mismo tiempo que ideario o guía personal de lo que debe ser el pensamiento, actitud y comportamiento de los hijos frente a los problemas venideros. Los contenidos de la carta aparecen de manera discontinua, y según se van apareciendo las situaciones conflictivas. Este hábil recurso hace que los términos de la misiva adquieran un significado especial, pues están referenciados a vivencias sobre la marcha, y no a un solo y único momento de la narración.

 

El proceso. Investigación y entrevistas.

Sergio confiesa que leyó sin descanso ni reposo el manuscrito que le entregó Juan Gabriel sosteniendo que ya tenía la toda información necesaria para escribirla. Solo faltaba darle forma. Necesitaba absorción o dedicación completa como exigía el libro. La historia parecía inverosímil. Así pues, fueron en total siete años de conversaciones grabadas en las que Vásquez quería contar esta historia dentro de un espacio histórico similar al que tuvo la guerra civil española, o la guerrilla de Colombia, la revolución cubana y desde luego que de la revolución de Mao de la que Sergio y su familia fueron parte integrante.

     A Sergio le gustó mucho el manuscrito, aunque su proyecto original había sido la película que cubriera solo el primer lustro de la revolución cultural china de los años 60. El borrador del libro caló tanto en la mente de Sergio que se extendió, cuajó plenamente en su conciencia y se convirtió de pronto en la Historia de los Cabrera, de sus aventuras y de sus grandes logros y fracasos revolucionarios. Así pues lo interesante aquí es oír al autor hablar de la anatomía de la novela en la que, además de Fausto y Sergio, entraran más tarde su hermana Marianella, así como su madre Luz Elena, y Raúl, hijo de Sergio. Con estos fragmentos, charlas, apuntes, cartas antiguas, fotos, etc. el autor fue estableciendo un expediente considerable de datos que iría ordenando gradualmente hasta conformar el gigantesco manuscrito de más de 500 páginas  que puso al fin en manos de Sergio.

     Vásquez ha sido interrogado en muchas partes y distintos medios (radio, televisión, YouTube, etc.) para que comparta qué es lo que ha hecho en esta novela, larga como la mayoría de las suyas, para recibir el aplauso y beneplácito de la crítica más sobresaliente. Destacan las entrevistas detalladas que le han hecho profesionales como Carlos Guedes del Instituto Cervantes, Yolanda Ruiz, periodista, La Tertulia de Barranquilla, entre muchas.

      Basándonos en lo que él mismo ha dicho en estas entrevistas y grabaciones, usualmente en presencia de Sergio Cabrera a su lado y de los periodistas, hemos llegado a la conclusión de que quizá la mejor manera de entender los alcances y méritos literarios de los que habla la crítica sería haciendo un rastreo sumario, a manera de síntesis, de lo que ha contestado en estas entrevistas públicas en las que el autor se esfuerza por ser explícito y por aclarar ante el público los recursos estilísticos usados en esta su última novela.

     A la pregunta de si escribir un libro sobre una persona que aún vive es difícil y si hay un mensaje detrás de todo, responde que aquí hay una exploración de situaciones difíciles. Porque  es claro que la novela no tiene mensaje claro ni directo. La novela es más bien un recurso para ver y contar dos verdades que son opuestas pero que pueden coincidir. Utilizar un personaje real,  aún vivo y amigo es difícil. Podría hacer mucho daño a la persona. Por fortuna no pasó así y Sergio no quitó nada del borrador de texto que Vásquez le envió concluyendo que “recordar su vida y recordar también lo que quisiera olvidar tiene su valor,” a lo que Sergio añadió: “Estoy nervioso al leer porque me preocupan lo que piensen los amigos y los enemigos. Un Proverbio chino dice: “Mientras los amigos se unen, los enemigos se multiplican.”

     La frustración de la imposibilidad  de realizar una película sobre la familia Cabrera por  los gastos, escenarios lejanos,  por hacerlo todavía en vida del hijo Sergio y su familia, etc., llevó a Vásquez a buscar en la vida de Sergio el momento crucial en que las historias familiares chocaban abiertamente con acontecimientos históricos tales como la revolución china  de los 60 encabezada por Mao, la guerrilla en Colombia, la vida aventurera de Fausto desde su salida de España de niño, y todas las experiencia que padre e hijo habían vivido como amantes del teatro, del cine y de la televisión. Estas experiencias abarcarían toda la familia Cabrera en sus múltiples vivencias, traslados de países, lenguas, ambientes y doctrinas políticas vividas alrededor de estos dos asuntos.

     El borrador de la novela empezó en el 2013 y se concluyó a mediados del 2020, durante la pandemia del Covid-19, que redujo enormemente el espacio vital de la gran mayoría de los mortales. Confiesa Vásquez que le llevó 9 meses escribir el borrador completo que le presentaría a su personaje protagonista y amigo: Sergio Cabrera.

     Sergio entendió así que este borrador era el gran substituto de su primer deseo: hacer una película como él había pretendido en un estadio anterior. Y puesto que Vásquez se lo facilitaba tanto habiendo ya escrito el borrador, terminó por aceptar que más valía el libro ya en ciernes que un proyecto de película que, por otra parte, sería cara por la naturaleza variada de los escenarios.  La historia se había madurado lenta pero definitivamente. Las conversaciones que seguirían entre protagonista y novelista tendrían que darse ahora en una larga segunda faceta. Poco a poco fueron apareciendo documentos, fotos, cartas de Fausto (padre), documentos variados tanto de su hermana Marianella como de su madre, rica información hasta entonces archivada y refundida en sus múltiples viajes y cambios de vivienda y de dirección.

     Se generó aquí toda una dinámica que llevó a la aparición y lectura del primer “borrador”. Al hacer la segunda lectura, tanto Sergio como Vásquez entendieron que estaban ante un gran texto con múltiples posibilidades editoriales y que ahora recaía de lleno en su habilidad y pericia, como escritor y como lector y a la vez como personaje, para hacer del proyecto la realidad que vendría a ser al cabo de unos meses a finales del 2020.

     El proceso fue largo y lento; tan  lento,  que su amigo, el narrador español Javier Cercas, conocido ampliamente por ser el autor de Soldados de Salamina y otros testimonios valiosísimos de la llamada “memoria histórica española,” igualmente interesado en el tema, le diría un día: “O la escribes tú, o la escribo yo” frase que sirvió de acicate y estímulo para que Juan acelerara el compromiso ya adquirido y estando ya bien avanzado el borrador.

     Entre Sergio y Juan no hubo presión ni previos arreglos. Sergio no sabía al principio de qué iba hablarle a Juan que valiera la pena escribir. Obviamente estaba en lo erróneo pues Juan ya tenía la hoja de ruta que suele hacer antes de sentarse a escribir, según confiesa.

     Vásquez en un momento descubrió que las decisiones de Sergio (huir en el 69, el legado del padre Fausto, aunque el manuscrito se alargara en 200 páginas, la historia de las aventuras de su padre, la historia del piloto Sandino luchando contra Franco, etc.) surge de pronto Marianella como personaje y le pide a Sergio como narrador permiso para redondear el personaje, permiso que le fue concedido y que según confiesa Vásquez le costaría otras 200 páginas más de extensión. Marianella resultó tan formidable como personaje que trata de recordar los incidentes que marcaron su vida para dejar constancia y memoria y no dejar nada al olvido ni a la mala interpretación.

     Sergio y Marianella renuevan y ahondan su hermandad curiosamente, a través del manuscrito. Silvia, esposa de Sergio, le pregunta si el proceso de recordación con la ayuda de Juan fue penoso pues también tenía aspectos que preferiría olvidar.

     Silvia y Marianella le dieron a Juan Gabriel  el material que le serviría de base para que ‘el pudiera adelantar la parte correspondiente a su hermana y sus muchas aventuras y viajes en busca de una idea, una causa a la que bien podría dedicar su vida y talento que finalmente caería en el mismo círculo de interés de su padre y de su hermano: la China de la Revolución Cultural de Mao, la misma que invitó a Fausto para viajar a China como profesor de español, hombre de letras  (dramaturgo) con afinidades ideológicas.

     Juan Gabriel no conocía a Fausto por entonces. El descubrimiento se hizo a través de Marianella. Hasta entonces su imagen le llegaba solo por la Estrategia del caracol a través de L Quijano, las aventuras de jugar ajedrez con Rojas Pinilla y los primeros ejercicios como autor en Sergio.

     Fausto de niño había sido aplaudido y elogiado por el mismo García Lorca y su forma de declamar lo hizo famoso en la España de la guerra civil y le abrió puertas dondequiera que fue. Sin embargo, las imágenes del padre y del artista que era su padre se convirtieron en un “conflicto” personal para Sergio pues parecían incompatibles.  Tan es así que Silvia y Sergio no se hubieran podido reconciliar con la figura de Fausto si no hubiese sido por la novela.

     La historia que Vásquez inventó para la película en el 2014 empezaba también en Barcelona, con la imposibilidad de volver al entierro inesperado de Fausto Cabrera. Fausto en efecto murió en el 2016. Sergio decidió no volver al entierro lo cual hacía que la conducta de Sergio y de Vásquez (no ir al entierro) coincidiría en personaje y persona (Sergio en ambos papeles).

     En cuanto a los bloqueos de la memoria, Sergio cuenta que tuvo dificultades para recordar el incidente del profesor que adoraban y luego patearon sus alumnos allí durante la Revolución Cultural. Sergio cree que esto coincide con el fanatismo y que aquí tuvo que hacer algo drástico para abandonar el intento de la lucha armada. Aquí vendría la Desilusión de la Revolución. El virus del fanatismo se había apoderado de Sergio, pero tuvo la entereza de revelarle a Vásquez esta historia verdadera de su vida. Para Vásquez fue problemático (posición ética) censurar o no censurar las revelaciones de Sergio. La idea del autor era no hacer daño a nadie con su borrador y sus memorias. El acuerdo tácito entre los dos fue escribir y aceptar lo que pasó, tanto a él como a su hermana. Sergio dice que el hecho de que fuera escrito por Vásquez y no por él mismo, hizo que no hiciera cambios en el texto. La entrevistadora cree que ese aspecto hace del manuscrito algo valioso, entrañable e inolvidable. Sergio mismo dice que su deseo más profundo de que se dijera la verdad era parte de un homenaje a la familia que Sergio siempre quiso hacer. El texto validó su deseo.

 

Recursos estilísticos. El lenguaje.

El lenguaje de la novela es sobrio, pero fluido y ajustado a la temática (testimonios biográficos, a veces de carácter oral). Es el lenguaje adecuado a una biografía novelada, en “modo crónica”; llegado el momento, surgen, de manera natural, expresiones literarias que se adecúan a la necesidad expresiva cada situación o personaje. Algunas de ellas, incluso, contienen repercusiones “garciamarquianas”; veamos algunos ejemplos:

– “…y en la calzada brillaban charcos que parecían de mercurio hasta que una bota los pisaba” (p. 261).

 

– “…y a veces le parecía a Sergio que ese fracaso era menos un accidente que una verdadera vocación: que el país no estaba hecho para vivir sin matarse” (p.298)

 

– [los mensajes] Sergio nunca los escribió sin la convicción de que esto -la palabra breve que contenía la enormidad de su situación- podía arreglarse, aunque solo fuera por la evidencia de lo mucho que se querían o, mejor dicho, porque se querían demasiado como para no acabar juntos, aunque fuera por pura testarudez (301)

 

– “La memoria le estaba trayendo cosas que él no le había pedido, como un gato que nos deja en la puerta la ofrenda de un ratón recién cazado” (p.305)

 

– “Entre los comandantes, uno en particular parecía mirar a Raúl como si cargara con agravios importados de otras vidas (p. 327)

–  [En relación con el ocultamiento de Fausto] fue una movida tan inesperada que ni siquiera pudo despedirse de Luz Elena, sino que se lo tragó la tierra y la tierra lo vomitó veinte días después en una berma de la carretera al mar, en dirección a Dabeiba, con una barba de náufrago y las mismas ropas del primer día de encierro (p. 330)

 

– “Raúl no se había sentido tan conmovido por su locura si no hubiera visto en ella uno de sus posibles destinos”. (p. 358)

 

– Avanzaron bordeando una quebrada pequeña, un hilillo de agua que se abría paso por las orillas barrosas, zigzagueando entre piedras lisas como hipopótamos sumergidos (p. 379)

 

– “El ojo empezaba a llorar por su cuenta sin ningún aviso, como si tuviera tristezas propias” (p. 398)

 

– “…Se escondería con su padre a la vera del camino, protegido por la vegetación como en un cuadro de Rousseau” (p. 427)

 

– “Pidió la máquina de humo y roció el lugar, y ocurrió ese milagro cotidiano: los rayos de luz se hicieron visibles, rectos, sólidos, tan definidos que uno habría podido creerse capaz de acomodarlos con la mano” (p. 457).

 

Conclusiones

La novela Volver la vista atrás es una obra cuya calidad en la elaboración y el resultado la convierte en paradigma de la narrativa en español, en especial en el sub- género de la biografía novelada. La novela logra articular de manera magistral unas líneas temáticas complejas que ponen en juego las vivencias de unos personajes en relación con diferentes acontecimientos históricos que se destacaron por haber generado grandes cambios y traumas en diferentes sociedades, tanto en España, como en China y el Colombia. La guerra civil, la Revolución Cultural y la guerrilla colombiana; el resultado es una obra de gran fluidez narrativa, contada en un lenguaje acorde a la condición de los personajes, pero sin renunciar a exigencias expresivas originales y certeras, acordes con la profundidad de los cambios y conflictos.  Adicionalmente, la novela se propone como modelo de lo que puede ser un trabajo de investigación (entrevistas) con un aporte creativo que no se limita a recabar información, sino que se esfuerza por ofrecer un mundo narrativo con base en la elaboración literaria en la presentación final de la estructura, la trama y el lenguaje para dar como resultado una muy buena novela.

 

 

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Rueda, María Helena. La violencia y sus huellas: Una mirada desde la narrativa colombiana. Iberoamericana 2011.

—. “Nación y narración de La Violencia en Colombia (De la historia a la sociología).” Revista Iberoamericana, vol. 74, no. 223, 2008, pp. 345-359.

Suárez Gómez, Jorge Eduardo. “La literatura testimonial sobre las guerras en Colombia: Entre la memoria, la cultura, las violencias y la literatura.” Universitas humanística, vol. 72, 2011, pp. 275-296.

Vargas Cantillo, Germán. La Violencia diez veces contada. Ediciones Pijao, 1976.

Vásquez, Juan Gabriel. Canciones para el incendio. Alfaguara, 2018.

—. El ruido de las cosas al caer. Alfaguara, 2011.

—. La forma de las ruinas. Alfaguara, 2016.

—. Los amantes de todos los santos. Santillana Ed. Generales, 2008.

—. Viajes con un mapa en blanco. Alfaguara, 2017.

—. Volver la vista atrás, Alfaguara, 2021.

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GERMÁN D. CARRILLO

Nació en Pamplona, Colombia (1950). Es catedrático, crítico literario, investigador, ensayista, escritor y promotor cultural. Graduado con un doctorado en literatura hispana e hispanoamericana contemporánea de la Universidad de Illinois, ha sido profesor en Brown University (Providence, Rhode Island) y Marquette University (Wisconsin) en los Estados Unidos. Dirigió el programa de estudios de Marquette en la Universidad Complutense de Madrid durante nueve años no consecutivos. Allí  conoció de cerca a España, su arte, sus gentes y pueblos y casi toda su geografía viajando por  todo el país. Escribe ahora sus memorias sobre esos años en España. Es profesor Emérito de la Universidad de Marquette y  Presidente Emérito de Sigma Delta Pi, la Sociedad Honoraria Hispánica que cuenta con más de 620 capítulos en la nación norteamericana. Sus intereses profesionales giran en torno a las lenguas, la literatura, la historia, la cultura y el arte en general. Ha puesto énfasis en los integrantes del conocido boom latinoamericano y otros autores posteriores. También se interesa mucho por la literatura española del siglo XX y XXI (Elvira Lindo, Ruiz-Zafón, etc.). Es autor de un buen número de ensayos sobre figuras del BOOM (Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa, Onetti, Benedetti, García Márquez, etc.) y posteriores (Bryce Echenique, Rosario Ferré, Gustavo Alvarez Gardeazábal, Alonso Aristizábal y Antonio Skármeta, entre otros). En fechas recientes, ha trabajado la obra de Laura Restrepo, Juan Gabriel Vásquez y Evelio Rosero. También ha sido reseñista durante años de Hispania, Inter-American Review of Bibliography, Revista Iberoamericana, World Literature, Confluencia, BIANLE, RANLE y otras revistas universitarias de México, España y Colombia. Algunos de estos ensayos han sido recogidos en el libro Realismo e irrealidad en la literatura hispanoamericana actual (Bogotá, 1992) y en La narrativa de Gabriel García Márquez: ensayos de interpretación (Castalia Editores, Madrid, 1975). Sus dos libros más recientes son: Dos mundos literarios: España e Hispanoamérica – Siglos XX y XXI (Net Educativa, Bogotá, 2013) y otro que publicó la Academia Norteamericana de la Lengua Española titulado: El país sí tiene quien le escriba: La narrativa colombiana de entre siglos (New York, Colección Pulso Herido, 2015). Desde 2015 es Miembro Numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española (RAE).

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