BAQUIANA – Año XXIV / Nº 125 – 126 / Enero – Junio 2023 (Poesía II)

FOTO SECCIÓN POETICA

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SEBASTIÁN NÚÑEZ TORRES 

Nació en Santiago de Chile (1984). Es poeta, docente e investigador académico, así como director de la Revista Vórtice y Vórtice Ediciones. Es Doctor en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha publicado El bosque de los ausentes (2015), Las arpas rotas (2020) y Espejismos (2022). Sus poemas y artículos han sido publicados en diversas revistas literarias y una parte de su obra ha sido traducida al inglés.

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DISCUSIÓN

 

Palabras que van y vienen como lluvias pasajeras.

Los abismos no saben nada,

pero sonríen oscuramente.

 

Un escalofrío de luciérnagas pudo haber entrado

la noche como el silencio

en la boca de los muertos.

 

 

EN EL DESGARRO DEL AFÁN

 

El abismo devolvió la mirada,

sabía que eras tú, reconocía tu sombra

en el soplo de la ceniza tras la caída de los reinos,

sabía que eras tú, arriba en las colinas

tras el bosque de abetos donde las mañanas convergen

hacia el rito del fuego y los rostros.

 

Sabía que eras tú, repitiendo

tan solo para convencer a la noche:

 

Yo permanezco,

frente al aire tibio de los cielos infernales,

la ciega frontera de la niebla que susurra en los baldíos,

las tormentas de insomnio

en el vendaval del tiempo errado, como el filo granítico

de los acantos,

inmutable.

 

 

INCERTIDUMBRE

 

Tenemos ante nosotros

la vastedad inagotable de las horas.

 

Y, sin embargo,

demasiado aprisa se consumen, arden y desaparecen

con el destello de años sumergidos.

 

¿Qué artefactos, qué quimeras del juicio

sobrevivirán después de muertos?

 

 

MOMENTO PERPENDICULAR

 

Entonces había espacio,

la materia llenaba los vacíos,

átomos huyendo de la soledad,

se encendían los soles,

el viento barría las primeras hojas,

el primer rayo de luz

bajaba entre las nubes a la tierra.

 

Pero nadie abría los ojos…

 

Porque todavía el hombre y la mujer dormían,

criaturas anónimas flotando tras el espejo tornasolado

del tiempo aprendiendo a envejecer.

 

 

FATALIDAD

 

Quiero recobrar esa secreta alquimia

de permutar tormentas en días claros,

el reverso misterioso de las hojas

que nunca se revelan para el sol

y el hilo para salvar los retornos

en el laberinto que de nuevo permita elucubrar

el sueño de una noche sin fin.

 

Ya conozco tu equilibrio de colibrí

suspendido al margen del tiempo,

embelesado en la promesa del néctar,

tu habitar entre costas de espanto

donde las salamandras se ahogaron,

donde tu amor es una isla desolada

como ciudades empezando

su descalabro hacia las ruinas.

 

 

QUIMERAS

 

Resuena por los confines

la apoteósica voz total de lo ya dicho,

aquí, en este instante,

ahora que solo una sombra prevalece

quiero escuchar himnos de voces nuevas

las palabras eran culpables

sangran en el patíbulo del silencio.

 

No quiero demorar en la deriva fatal

de mareas que no llegan a tocarlas orillas

como aquellos rostros inescrutables

que la luz desea, no alcanza en las aristas

donde el humo sosiega la tiniebla

y tal vez haya que poner a hervir palabras

en las redomas

como científicos enloquecidos

en busca de alquimias imposibles.