BAQUIANA – Año XXIV / Nº 125 – 126 / Enero – Junio 2023 (Poesía I)

FOTO SECCIÓN POETICA

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LÁZARA NANCY DÍAZ GARCÍA 

Nació en Matanzas, Cuba (1953). Poeta, narradora y declamadora. Bachiller y graduada de Relaciones públicas y Marketing. Reside entre Nueva York y Miami desde hace varios años. En Cuba publicó un cuaderno para niños, El pajarito cantor (Editorial Extramuros, La Habana, 2009). No obstante, su mayor quehacer lo ha desarrollado en «la otra orilla». Aquí han visto la luz varios sus libros: Sueños de una abuela (Literatura Infantil, Ediciones Palibrio, New York, 2012), Donde nace un poema nada debe morir (Poemas de Amor, Editorial Voces de Hoy, Miami, 2014), Mano a mano en versos, poemario escrito a dos manos con la periodista, poetisa y prologuista Mercedes Eleine González (Editorial Entre Líneas, Miami, 2015), y Archivo de sueños (Create Space, New York, 2016). Ha obtenido diversos premios y menciones en concursos nacionales e internacionales. Sus poemas se incluyen en más de cuarenta antologías, en Cuba, España, Estados Unidos, Chile, México, Uruguay, Argentina y otros países. Pertenece a los Movimientos Poetas del Mundo y Poetas del Siglo xxi.

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MUJER ANÓNIMA I

 

Muere una mujer oculta

en el marco de una foto.

Hablan sus ojos. Se ha roto

una lágrima. Sepulta

la mirada que se insulta,

de algún capricho que inmola

el sollozo de una ola

que se rompe en la mejilla,

mira al cielo, se arrodilla,

vuelve al marco, y sigue sola.

 

Vuelve al marco, y sigue sola,

mira al cielo, se arrodilla,

que se rompe en la mejilla

el sollozo de una ola

de algún capricho que inmola

la mirada que se insulta,

una lagrima sepulta.

Hablan sus ojos, se ha roto.

En el marco de una foto

muere una mujer oculta.

 

 

MUJER ANÓNIMA II

 

Mujer anónima, fuiste

cuando dentro del cristal

una llovizna de sal

aquella noche bebiste.

El ayer, locura triste

de abandono y soledades,

se quebrantó en dos mitades,

eco de luna parida

como una luz florecida

colgada en los crucifijos

donde quedaron los hijos

embarazando la vida.

 

embarazando la vida

donde quedaron los hijos

colgada en los crucifijos

como una luz florecida

eco de luna parida

se quebrantó en dos mitades

de abandono y soledades.

El ayer, locura triste.

Aquella noche bebiste

una llovizna de sal

cuando dentro del cristal

mujer anónima fuiste.

 

 

NADA DE MÍ

 

¡Cuánta razón tiene la noche!,

no quito tus ecos de mis pupilas,

no borro tu aliento de mis oídos,

no puedo omitirte cuando canto,

muchísimo menos cuando escribo.

Podría decirte que camino

sobre tus huellas por mi calle,

podría decirte que tu voz,

se asoma en las esquinas

como antes,

armonía de tu voz que place.

Es absurdo pensarte a toda hora,

besar tu sonrisa en cada sueño,

creer que mañana vendrás a buscarme, si despierto.

¡Ay, soledad infinita!

¿Cómo romperles a los sentidos

estos lazos que me atan

sin remedio,

cómo escapo del embrujo de tus besos?

Podría decirte que no queda

ni un ápice de ti en mi recuerdo,

claro que podría; pero no me atrevo,

mis labios se deshacen sin tus besos.

Podría morir cuando te olvide

deja de quererme tú,

si puedes.

Entre tu amor y mi amor

sopesa (desciende) la misma suerte.

¡Cuánta razón tiene la noche

Nada de mí se acostumbra a no tenerte!

 

 

AFERRADA

 

No dejes que otras manos

te acaricien,

que otros labios rocen

tus mejillas.

No dejes que tus ojos

se deslumbren

ante otra sonrisa.

No dejes que otra voz

arrulle

los sueños que tu mente

guarda,

que otro abrazo cálido

se sienta

cómodo en tu espalda.

No dejes que la brisa

llegue húmeda en la mañana,

que recorra tu piel

y en cada poro se enjugue

la pasión

de tantas ganas.

No te arriesgues a dejar

los labios

donde alguien los dibuje

en su memoria,

no pronuncies palabras,

no lo hagas.

ni un suspiro se escape

de tu boca,

ni una sola caricia

de tu alma.

No camines bajo el sol,

te lo suplico,

envidio su calor sobre tu cara,

no te duermas sin mí,

estoy llegando,

soy la sombra

que a tu cuerpo va aferrada.

 

 

MUJER DEL MUNDO 

 

Música es el viento, huele a jazmín la noche,

aromas de ciudad inquietan los sentidos

y se descubre en la sombra

un verso embriagado con tequila de los astros.

Entre los autos sin rumbo se despliegan los caminos.

Gélida ciudad diseñada con la exquisitez de un ángel,

donde los amantes se besan sin pudor.

Tras los vitrales yacen dormidos los años

y una pregunta sin respuesta se vuelve eco:

¿por qué grabar en un mármol tantos nombres?

Perpetua memoria que en el aire se vuelve silencio,

rostros invisibles atrapados en el tiempo,

en los muros de esta urbe que a fuerza de luces no se apaga,

que a fuerza de voces nunca duerme,

que todos nombran y admiran por su mágico encanto,

y que, hoy, he recorrido estremecida sobre tantos recuerdos,

entre tanta gente, bajo un mismo cielo,

tras otros pasos, junto al mismo verbo.

Desentrañar la secreta belleza

que guardan sus puentes, sus mares, sus senos gemelos.

Mujer del mundo, edificada ante mis pupilas.

Pongo un laurel sobre tus labios y reverencio tu cuerpo… Manhattan.

 

 

HORAS PEREGRINAS

 

A la mañana se le ha roto el broche

cuando el sol va girando en el camino,

las horas peregrinas del destino

se mecen con el aire cual fantoche.

 

De la sed este aliento se ha apagado,

con la tos de un cigarro que se enreda

en lenguaje fugaz que a veces queda

como acorde que va desafinado.

 

Recoger las migajas es su oficio

como árboles antiguos que están rotos

horadando en la voz de tanto vicio

 

los misterios de aquellos alborotos,

al borde del fraguado precipicio

se queda sorprendido ante sus fotos.

 

 

ENREDADERA

 

Con este corazón de no tenerte

a veces voy midiendo mi retorno

sin voces, ni delirio en el entorno,

sin muchos calendarios que ofrecerte.

 

En las brisas quisieron retenerte

con un delirio extraño que sofoca

la dulzura mortal que hay en tu boca,

la locura infantil de tanta suerte.

 

Te tuve entre mis brazos y dormido,

bebí el néctar más suave del recuerdo

en la copa sagrada con que muerdo

 

como una enredadera a mi costado,

angustioso jazmín que muy cansado

recuerda que dormita en lo vivido.

 

 

LA CASA QUE YO HABITO

 

En la casa que yo habito

hay silencios de cartón.

Los sueños que en ella sueño,

son tan buenos. ¡Grandes son!

Tiene paredes y un lecho

donde se ha dormido el sol,

corazón de bienvenida,

y un desván que es de algodón.

En la casa que yo habito

hay acordes, sinfonías,

instrumentos de una orquesta

que alguna vez fuera mía.

Me paseo por mi casa

voy descalza, muy tranquila,

con un libro bajo el brazo,

y letras en las pupilas.

Vagando por los rincones,

a veces en la cocina,

encuentro en algún armario

un reloj de horas perdidas,

menguando voces discretas

en las gavetas vacías,

adulterando los verbos,

congelando fantasías.

En la casa que yo habito,

hay una novia perdida,

con una sonrisa ancha

entre la muerte y la vida.

En la casa que yo habito

llena de pasos y rosas

hay recuerdos perfumados,

sándalos y mariposas

la casa que día a día,

le llueven del alma gotas

de una nube blanda y fría

que mis anhelos provoca.

En la casa que yo habito,

encaneció la palmera,

y se me ha vuelto cenizas

en el vientre de una acera.

 

 

ASONANCIAS DE LA LLUVIA

 

¡Le temes tanto a la lluvia,

a los truenos y relámpagos

que te hacen cruzar los dedos!

Sé que en algún momento

llegarás bajo el paraguas,

con tus botas y tu abrigo

y un jazmín entre las manos.

Mi casa huele a incienso de canela,

¡Te espero!

He preparado un té por si la tos

te importuna.

Siento una brisa honda,

de esas brisas que te arrastran

hasta sus almas y te cobijan

bajo los ojos del agua.

¡Claro que te espero!

Abierta está mi puerta

como se abren los sueños.

¡Ella también espera!

La miro desde el sillón

y no me atrevo a cerrarla.

¡No importa que de lluvia

se me desborde la sala!

Triste es, que aún no escampa,

que se está enfriando el té

y que el incienso se apaga.

¿Y si no vienes, amor,

que hago, si no llegaras?

 

 

TANGO DE LA NOCHE

 

Bajo el farol de la esquina,

entrelazados los cuerpos,

un tango lloraba notas

que embrujaban el silencio.

El paso doble diseña

en el suelo la barrida,

armonía en bandoneones

al compás de las pupilas.

Él la toma por el talle,

la oscuridad se mecía,

ella rodeaba su cuerpo

con la mirada encendida,

la noche advierte en el juego

que está sudando la vida.

Las caderas van girando

bajo el farol de la esquina,

entre las piernas, danzando,

queda abierto su vestido,

hombre y mujer bailando

en un eje compartido.

Se apaga la luz del faro,

el tango no se ha dormido,

violín, bandoneón y piano

quedan bailando conmigo.

 

 

MI HABANA

 

Mi Habana se trenza el pelo,

el mar le besa la boca,

remienda el aire una roca

con un retazo de cielo.

Sacude la niebla el velo,

cuando en las noches te nombras.

¡Ay mi Habana, cuántas sombras!

hacen voces en tus luces,

blancos, negros, andaluces

convergen en tus alfombras.