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LÁZARA NANCY DÍAZ GARCÍA
Nació en Matanzas, Cuba (1953). Poeta, narradora y declamadora. Bachiller y graduada de Relaciones públicas y Marketing. Reside entre Nueva York y Miami desde hace varios años. En Cuba publicó un cuaderno para niños, El pajarito cantor (Editorial Extramuros, La Habana, 2009). No obstante, su mayor quehacer lo ha desarrollado en «la otra orilla». Aquí han visto la luz varios sus libros: Sueños de una abuela (Literatura Infantil, Ediciones Palibrio, New York, 2012), Donde nace un poema nada debe morir (Poemas de Amor, Editorial Voces de Hoy, Miami, 2014), Mano a mano en versos, poemario escrito a dos manos con la periodista, poetisa y prologuista Mercedes Eleine González (Editorial Entre Líneas, Miami, 2015), y Archivo de sueños (Create Space, New York, 2016). Ha obtenido diversos premios y menciones en concursos nacionales e internacionales. Sus poemas se incluyen en más de cuarenta antologías, en Cuba, España, Estados Unidos, Chile, México, Uruguay, Argentina y otros países. Pertenece a los Movimientos Poetas del Mundo y Poetas del Siglo xxi.
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MUJER ANÓNIMA I
Muere una mujer oculta
en el marco de una foto.
Hablan sus ojos. Se ha roto
una lágrima. Sepulta
la mirada que se insulta,
de algún capricho que inmola
el sollozo de una ola
que se rompe en la mejilla,
mira al cielo, se arrodilla,
vuelve al marco, y sigue sola.
Vuelve al marco, y sigue sola,
mira al cielo, se arrodilla,
que se rompe en la mejilla
el sollozo de una ola
de algún capricho que inmola
la mirada que se insulta,
una lagrima sepulta.
Hablan sus ojos, se ha roto.
En el marco de una foto
muere una mujer oculta.
MUJER ANÓNIMA II
Mujer anónima, fuiste
cuando dentro del cristal
una llovizna de sal
aquella noche bebiste.
El ayer, locura triste
de abandono y soledades,
se quebrantó en dos mitades,
eco de luna parida
como una luz florecida
colgada en los crucifijos
donde quedaron los hijos
embarazando la vida.
embarazando la vida
donde quedaron los hijos
colgada en los crucifijos
como una luz florecida
eco de luna parida
se quebrantó en dos mitades
de abandono y soledades.
El ayer, locura triste.
Aquella noche bebiste
una llovizna de sal
cuando dentro del cristal
mujer anónima fuiste.
NADA DE MÍ
¡Cuánta razón tiene la noche!,
no quito tus ecos de mis pupilas,
no borro tu aliento de mis oídos,
no puedo omitirte cuando canto,
muchísimo menos cuando escribo.
Podría decirte que camino
sobre tus huellas por mi calle,
podría decirte que tu voz,
se asoma en las esquinas
como antes,
armonía de tu voz que place.
Es absurdo pensarte a toda hora,
besar tu sonrisa en cada sueño,
creer que mañana vendrás a buscarme, si despierto.
¡Ay, soledad infinita!
¿Cómo romperles a los sentidos
estos lazos que me atan
sin remedio,
cómo escapo del embrujo de tus besos?
Podría decirte que no queda
ni un ápice de ti en mi recuerdo,
claro que podría; pero no me atrevo,
mis labios se deshacen sin tus besos.
Podría morir cuando te olvide
deja de quererme tú,
si puedes.
Entre tu amor y mi amor
sopesa (desciende) la misma suerte.
¡Cuánta razón tiene la noche
Nada de mí se acostumbra a no tenerte!
AFERRADA
No dejes que otras manos
te acaricien,
que otros labios rocen
tus mejillas.
No dejes que tus ojos
se deslumbren
ante otra sonrisa.
No dejes que otra voz
arrulle
los sueños que tu mente
guarda,
que otro abrazo cálido
se sienta
cómodo en tu espalda.
No dejes que la brisa
llegue húmeda en la mañana,
que recorra tu piel
y en cada poro se enjugue
la pasión
de tantas ganas.
No te arriesgues a dejar
los labios
donde alguien los dibuje
en su memoria,
no pronuncies palabras,
no lo hagas.
ni un suspiro se escape
de tu boca,
ni una sola caricia
de tu alma.
No camines bajo el sol,
te lo suplico,
envidio su calor sobre tu cara,
no te duermas sin mí,
estoy llegando,
soy la sombra
que a tu cuerpo va aferrada.
MUJER DEL MUNDO
Música es el viento, huele a jazmín la noche,
aromas de ciudad inquietan los sentidos
y se descubre en la sombra
un verso embriagado con tequila de los astros.
Entre los autos sin rumbo se despliegan los caminos.
Gélida ciudad diseñada con la exquisitez de un ángel,
donde los amantes se besan sin pudor.
Tras los vitrales yacen dormidos los años
y una pregunta sin respuesta se vuelve eco:
¿por qué grabar en un mármol tantos nombres?
Perpetua memoria que en el aire se vuelve silencio,
rostros invisibles atrapados en el tiempo,
en los muros de esta urbe que a fuerza de luces no se apaga,
que a fuerza de voces nunca duerme,
que todos nombran y admiran por su mágico encanto,
y que, hoy, he recorrido estremecida sobre tantos recuerdos,
entre tanta gente, bajo un mismo cielo,
tras otros pasos, junto al mismo verbo.
Desentrañar la secreta belleza
que guardan sus puentes, sus mares, sus senos gemelos.
Mujer del mundo, edificada ante mis pupilas.
Pongo un laurel sobre tus labios y reverencio tu cuerpo… Manhattan.
HORAS PEREGRINAS
A la mañana se le ha roto el broche
cuando el sol va girando en el camino,
las horas peregrinas del destino
se mecen con el aire cual fantoche.
De la sed este aliento se ha apagado,
con la tos de un cigarro que se enreda
en lenguaje fugaz que a veces queda
como acorde que va desafinado.
Recoger las migajas es su oficio
como árboles antiguos que están rotos
horadando en la voz de tanto vicio
los misterios de aquellos alborotos,
al borde del fraguado precipicio
se queda sorprendido ante sus fotos.
ENREDADERA
Con este corazón de no tenerte
a veces voy midiendo mi retorno
sin voces, ni delirio en el entorno,
sin muchos calendarios que ofrecerte.
En las brisas quisieron retenerte
con un delirio extraño que sofoca
la dulzura mortal que hay en tu boca,
la locura infantil de tanta suerte.
Te tuve entre mis brazos y dormido,
bebí el néctar más suave del recuerdo
en la copa sagrada con que muerdo
como una enredadera a mi costado,
angustioso jazmín que muy cansado
recuerda que dormita en lo vivido.
LA CASA QUE YO HABITO
En la casa que yo habito
hay silencios de cartón.
Los sueños que en ella sueño,
son tan buenos. ¡Grandes son!
Tiene paredes y un lecho
donde se ha dormido el sol,
corazón de bienvenida,
y un desván que es de algodón.
En la casa que yo habito
hay acordes, sinfonías,
instrumentos de una orquesta
que alguna vez fuera mía.
Me paseo por mi casa
voy descalza, muy tranquila,
con un libro bajo el brazo,
y letras en las pupilas.
Vagando por los rincones,
a veces en la cocina,
encuentro en algún armario
un reloj de horas perdidas,
menguando voces discretas
en las gavetas vacías,
adulterando los verbos,
congelando fantasías.
En la casa que yo habito,
hay una novia perdida,
con una sonrisa ancha
entre la muerte y la vida.
En la casa que yo habito
llena de pasos y rosas
hay recuerdos perfumados,
sándalos y mariposas
la casa que día a día,
le llueven del alma gotas
de una nube blanda y fría
que mis anhelos provoca.
En la casa que yo habito,
encaneció la palmera,
y se me ha vuelto cenizas
en el vientre de una acera.
ASONANCIAS DE LA LLUVIA
¡Le temes tanto a la lluvia,
a los truenos y relámpagos
que te hacen cruzar los dedos!
Sé que en algún momento
llegarás bajo el paraguas,
con tus botas y tu abrigo
y un jazmín entre las manos.
Mi casa huele a incienso de canela,
¡Te espero!
He preparado un té por si la tos
te importuna.
Siento una brisa honda,
de esas brisas que te arrastran
hasta sus almas y te cobijan
bajo los ojos del agua.
¡Claro que te espero!
Abierta está mi puerta
como se abren los sueños.
¡Ella también espera!
La miro desde el sillón
y no me atrevo a cerrarla.
¡No importa que de lluvia
se me desborde la sala!
Triste es, que aún no escampa,
que se está enfriando el té
y que el incienso se apaga.
¿Y si no vienes, amor,
que hago, si no llegaras?
TANGO DE LA NOCHE
Bajo el farol de la esquina,
entrelazados los cuerpos,
un tango lloraba notas
que embrujaban el silencio.
El paso doble diseña
en el suelo la barrida,
armonía en bandoneones
al compás de las pupilas.
Él la toma por el talle,
la oscuridad se mecía,
ella rodeaba su cuerpo
con la mirada encendida,
la noche advierte en el juego
que está sudando la vida.
Las caderas van girando
bajo el farol de la esquina,
entre las piernas, danzando,
queda abierto su vestido,
hombre y mujer bailando
en un eje compartido.
Se apaga la luz del faro,
el tango no se ha dormido,
violín, bandoneón y piano
quedan bailando conmigo.
MI HABANA
Mi Habana se trenza el pelo,
el mar le besa la boca,
remienda el aire una roca
con un retazo de cielo.
Sacude la niebla el velo,
cuando en las noches te nombras.
¡Ay mi Habana, cuántas sombras!
hacen voces en tus luces,
blancos, negros, andaluces
convergen en tus alfombras.