BAQUIANA – Año XXIV / Nº 125 – 126 / Enero – Junio 2023 (Cuento I)

EN CIENFUEGOS SE VENDÍA EL MUNDO

 

por

 

Guillermo Arango

 


El que menos tiene es el más libre;

bendita sea la pequeña pobreza.

       F. Nietzche

 

Cuentan nuestros mayores que había en Cienfuegos un hombre viejo algo astroso y triste, muy padecido, uno de esos baratilleros ambulantes que vendía su mercancía por la calle con un tembloroso pregón:

     —¡El buen mundo! … ¿Quién lo compra?

     Porque lo que este sufrido merchante vendía era nada más y nada menos que “el mundo”. En realidad, lo que ofrecía, era un gran baúl forrado de lata, con sendas cerraduras, que tenía que vencer las costillas del pobre mercader y lo hacía vacilar. Era un “mundo” que, al parecer, no se vendía nunca, porque todos los días, a todas horas, el hombre triste y cansino lanzaba a los aires su angustioso pregón, sometido al ajetreo incesante de la población.

     —¡El buen mundo! … ¿Quién lo compra?

     Y los que lo miraban ir y venir atravesando las vías más descollantes y urbanas de la ciudad jurarían que pregonaba siempre el mismo armatoste, y tal vez llegaron a sospechar que aquello debía ser algo insulso o muy malo, que no ofrecía ningún interés ya que nadie lo compraba; por más que la doliente voz repetía una y otra vez:

     —¡El buen mundo! … ¡Se vende el buen mundo! ¿Quién lo compra?

     Muchos creerían que el notorio personaje estaba tostado, que tendría comején en la azotea como diría la voz popular, y se reirían de su persona. Todos lo llamaban “Mundo” porque nadie sabía y nunca supo su nombre ni los detalles de su vida, ni falta que hacía. Y la triunfante y veleidosa sociedad cienfueguera circulaba a su lado. La actitud de mofa y el gesto de infinito desdén por la mercancía que se anunciaba, parecían decir que “el mundo” era una cosa despreciable. Y sin duda lo atropellaban de palabra porque lo encontraban estulto, con el cerebro tupido, fuera de lugar en aquella ciudad blanca enamorada de sí misma. Y la cansada vejez del buhonero se rendía al paso de un bárbaro trajín por las orillas de las calles, avenidas y parques asegurando siempre, con voz resignada, que “el mundo es bueno”, y que estaba en venta.

     Pero podríamos pensar que algún que otro ciudadano lleno de curiosidad o atraído por una irresistible piedad, se acercara al hombre del baúl, y le diría:

     —¿Pero, no vende usted nunca?

     Y con su rostro congestionado por la fatiga, cansado y turbio, aquel viejo sonreiría con orgullo pueril; y posando su carga, resollando antes de hablar, y empinando su cuerpo, murmuraría:

     —Sí, vendo, señores, vendo; este cofre no es el de ayer… el mundo es bueno…

     Parecía que remachaba su afirmación con algún oscuro propósito. Quienes lo observaban llenos de interés sólo podían descubrir que tenía húmedos los ojos y la sonrisa apacible, mientras miraba su cofre como si llevara un tesoro; que estaba temblando de frío o de hambre; que alababa su mercancía con un acento roto y sumiso, siguiendo luego su calvario, por el borde de la ruta, para que no lo aplastara la prisa y el empuje de la arrolladora sociedad, de la gente feliz que desde su vivir miraba con desprecio aquel “mundo” que se les ofrecía. Porque acaso es imperdonable, en cualquier época, destruir la fe de quien ama el mundo desde el fondo de su inocencia con apasionado candor.

     ¿Hasta qué punto, por mucho que la vida nos maltrate, podremos decir que el mundo es malo? Mucho han sufrido la ‘Madre Tierra’ y los cienfuegueros en años pasados, pero ya siempre nos acordaremos de aquel hombrecillo al que llamaban “Mundo”, doblado y anheloso bajo la cruel mercancía; aquel hombrecillo admirable de manos pálidas que, sonriendo entre lágrimas y arrugas, hacía vibrar su apagado grito en el tumulto hirviente de la ciudad infinita, afirmando con trágica resignación que “el mundo es bueno”.

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GUILLERMO ARANGO

Nació en Cienfuegos, Cuba (1939). Es poeta, narrador, ensayista y dramaturgo. Cursó estudios de Arte, Filosofía y Letras en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva (Cuba) y de Creación Literaria en la Universidad de Loyola (Chicago). Por muchos años se dedicó a la enseñanza universitaria. Ha ejercido por igual la crítica cinematográfica. Ha publicado siete libros de poesía, siendo el más reciente Ceremonias de amor y olvido (Linden Lane Press, 2013). Ha publicado tres libros de relatos bajo el sello de Ediciones Universal: Gatuperio (2011); El año de la pera tradiciones, relatos y memorias de Cienfuegos (2012); y El ala oscura del recuerdo (2013). Ha publicado un libro de ensayos literarios Visiones y Revisiones (2020) y siete libros de obras teatrales bajo el sello de Ediciones Baquiana: TeatroTodos los caminos, Nube de verano, La mejor solución (2016); Teatro IILos viejos días perdidos, Entre dos, Encuentro, Ensayo de un crimen (2017); Teatro III Retablillo del amor rey: Un testigo veraz y La petición de Rosina, Una proposición decente, Las dos muertes de Gumersindo el indiano, Romance de fantoches (2017); Teatro IV ─  Mañana el paraíso, Noche de ronda, La corbata roja, El uno para el otro, Mi hermana Vilma, Dos trenzas de oro, El plato del día, Espejismo, Coto de caza, Los pescadores (2018); Teatro VAdagio, Un lugar para vivir, La ruta de las mariposas, El parque de las palomas, El viento que pasa (2019); Teatro VI ─ Hoy es siempre todavía, La recepción, La familia de Adán, Propiedad en venta, A la luz de un relámpago; y Teatro VII ─ Un día de reyes, Esos juegos del amor, Una corona de flores  (tres comedias en tres actos). Ha sido becado en tres ocasiones por la National Endowment for the Humanities. Ha sido ganador de premios en las categorías de poesía y narrativa. En el 2008, su pieza dramática Todos los caminos, fue galardonada con el Premio Internacional de Teatro “Alberto Gutiérrez de la Solana”, auspiciado por el Círculo de Cultura Panamericano en Nueva Jersey. Ha publicado y presentado trabajos de investigación literaria en revistas y congresos nacionales e internacionales. Es miembro de diversas organizaciones literarias y profesionales. En octubre de 2016 le fue concedido el Premio Ohio Latino Award por su excelencia literaria. Reside desde hace varias décadas en el estado de Ohio, EE.UU.

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