BAQUIANA – Año XXII / Nº 119 – 120 / Julio – Diciembre 2021 (Poesía V)

FOTO SECCIÓN POETICA

________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

DANIEL TORRES RODRÍGUEZ

Nació en Caguas, Puerto Rico (1961). Es poeta, profesor, novelista y crítico literario. En la actualidad se desempeña como catedrático de Español y Estudios Latinoamericanos en Ohio University. Como crítico literario ha publicado: José Emilio Pacheco o las voces subalternas de una poesía de las cosas (Madrid, 2015), La isla del (des)encanto: apuntes sobre una nueva literatura boricua (San Juan, Santo Domingo, 2015), Dulce canoro cisne mexicano: la poesía completa de Carlos Sigüenza y Góngora (Barcelona, 2012) y La poesía en la literatura española y latinoamericana de Garcilaso de la Vega a José Emilio Pacheco (Madrid, 2007). Entre su obra creativa se incluyen dos novelas, Morirás si da una primavera (1993 y 2014) Premio Letras de Oro 1991-1992 de la Universidad de Miami, y Conversaciones con Aurelia (2007 y 2017); un libro de cuentos: Historias de tres cuerpos (1995 y 2016); un libro de crónicas, historias y poesía Escritos desde el margen (2006) y su poesía reunida: En (el) imperio de (los) sentidos: Poseía (in)completa 1981-2011 (2013). En 2018 publicó Poemas para leerse en la calle (Yucatán). Ha sido Premio Nacional de Poesía del PEN Internacional de Puerto Rico en 2009 por su poemario dedicado al amor y la comunidad LGBTQ.

________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

UN LIRIO BLANCO EN EL LODO

 

Se llamaba Lily y era de Ohio.

La conocí en una parada de guaguas

y me contó la mitad de su vida

a lo largo de ese año en que compartimos

esperando siempre entre el frío en invierno,

el calor del verano o el fresco de la primavera y el otoño.

Lily era una señora de las que en mi país tiene nietos,

hijos y conocidos que se la llevarían a su casa cuando ya

no pudiera valerse por sí misma.

Pero todavía a su edad trabajaba como “birthday lady”

en McDonald’s o en el maldito “drive through” de las toxinas

y me la imaginaba llegando a su casa toda cansada

después de un largo día de estarse en pie para ganarse el pan

y se sentaba a mirar por la ventana.

Cada mañana hablábamos siempre de lo mismo: el tiempo

o sea que no hablábamos de nada,

pero poco a poco me fue contando la mitad de su vida de carencias

y me fue mostrando otra cara tal vez más humana del “American Dream” y entendí que ante todo

somos humanos por encima de

diferencias culturales y que es siempre un problema de clase

y no de cultura el problema de la miseria.

Era como decía equivocándose mi Papi Chente:

la pobreza es un estado mental del que no se sale

si uno no quiere.

Ay, papi Chente, si fuera tan fácil…

 

 

POEMA DEL ELEGIDO

 

para mi Carlos

 

Te quiero radiante:

 

que en tus ojos se lea

 

la dicha de estar juntos…

 

que pese a los escollos

 

sigamos de la mano por la vida

 

y hagamos que el mundo caiga rendido

 

a nuestros pies.

 

Te quiero tranquilo:

 

como las aguas de un lago

 

instalado en la esperanza

 

y en la quietud de la certeza

 

de saber que somos uno

 

codo a codo al borde mismo

 

en la batalla.

 

Te quiero fuerte:

 

que en tu abrazo se sepa

 

que no te rindes ante el abismo

 

sino que despliegas tu alas

 

y eres capaz de volar más allá

 

del precipicio

 

hasta que tengamos el descanso y la tregua

 

de otro abrazo.

 

 

EL ECO DE LA MEMORIA

 

A veces, sólo a veces

doy vuelta al sillón de la sala.

 

Lo pongo frente al ventanal

y me siento a escuchar los recuerdos.

 

De aquel balcón en el Trópico

con sus voces y aguaceros dispersos.

 

Las imágenes de siglos que se vuelcan

en un instante o en un momento.

 

Llegan todos ellos y se sientan

y comienza la tertulia que nunca acaba…

 

Los oigo hablar como hablaban,

levantarse como se levantaban.

 

Ir y venir por la acera de en frente

comentando enfermedades y males.

 

A veces competían por ser el más enfermo

o por saber cuáles eran los mejores remedios.

 

Pero siempre llegaban a la paz del regreso,

de hablar del ayer como un ahora.

 

“Se acuerdan”, se decían unos a otros,

y desde entonces los escucho en el eco de la memoria.

 

 

PORTOFINO

 

Recorrer la costa hasta tocar los bordes del Mediterráneo

Arribar a puerto tragados por la luz que entra por todas partes

Escalar el cerro extasiados hasta la Chiesa di San Sebastiano

Perderse en el follaje teñido de mar y brisa mirándose a los ojos

Llegar a la punta de una elevación y hacer una pausa en la carrera

Contemplar el cielo que se junta con el horizonte como nosotros

Almorzar en una Trattoria buen pescado de estación tranquilamente

Escanciar el vino con el recuerdo del eterno retorno

 

 

TE RECUERDO

 

“These foolishness things remind me of you.”
                                                             Jack Strachey

                        

Te recuerdo,

en el café compartido todas las mañanas

en el Hotel Savoia de Génova,

en la tibieza del lecho en la tarde

cuando volvimos de Portofino,

en la reverberación del Porto Antico

durante el paseo a diario

y en el acto de contricción

ante las reliquias de San Juan Bautista,

santo patrono de mi isla.

 

 

Te recuerdo,

ensimismado en la ciudad de Florencia

frente a la espalda del David adolescente,

acorralado en Pisa ante una torre inclinada,

arrodilllado en la Chiesa di San Carlo de la Via Balbi

ante la Virgen de la Fortuna repitiendo:

per la sua dolorosa passióne”.

 

 

Y sobre todo, te recuerdo,

perdido en las calles de Italia en el codo a codo

descubriendo el fin de la maravilla que es Europa

con la cadencia de dioses antiguos

entre el espacio de siglos

ante el hecho cotidiano

de un Viejo Mundo posible.

 

 

AUTORRETRATO

 

Dicen las que saben

que llevas en el revolú de la sangre caribe de tus cuatro familias:

las manos laboriosas de mami,

los pies inquietos de Papi Toño,

los ojos café de doña Sinforosa Ramos,

la serenidad indomable de don Vicente Cotto,

las orejas largas de las tías,

la boca fina de quién sabe,

la nariz ineludible de los Carrasquillo,

la musculatura de tío Tino,

la calvicie incipiente de tío Juan,

la seriedad de tío Pablo,

y los amores triangulares de tus dos padres.

Dicen que eres el clon de tu hermano Ito,

y de tu tío Panchito que no conoces,

que sazonas la comida como tu hermana Sandra

y tomas siempre la distancia prudente de los Torres,

que asumes la rectitud de tu hermana Myrna,

la bondad de tus hermanas Carrasquillo Solá,

la vocación de servicio de los Rodríguez Beltrán.

Que tienes la chispa de tu sobrino Miguelo,

la piel tostada de los Cotto como todos los primos,

haces los corajes furibundos de doña Feliciana Báez Aguayo, viuda de Torres y Arméndiz,

y llevas el ritmo en el baile de Mami con todos sus silencios.

Que heredaste el sentido particular del humor de Moma

con el don de gentes de Papi Chente,

y que el resto:

es la combinación del naufragio de cualquier familia que se respete.