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ANTONIO MIJAIL PÉREZ
Nació en La Habana, Cuba (1964). Poeta. Ha escrito numerosos artículos científicos y varios libros sobre biodiversidad y análisis cuantitativo. Es Licenciado en Biología por la Universidad de La Habana y Doctor en Biología por la Universidad del País Vasco, en España. Ha escrito varios libros de poesía, en algunos casos de poesía ecológica que ha escrito en el marco de sus viajes de colecta en los campos de América Central, Cuba y España. Entre los más recientes se encuentran: Ámbitos (Amazon, 2015) y Ojos de otro mundo (Amazon, 2016. Vive en Miami, Estados Unidos, desde hace varios años, y se desempeña como Consultor en temas Ambientales y Profesor de Biología en el Miami Dade College.
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EN EL SUR DE MI ALMA
Florece un cerezo
en el sur de mi alma
y debajo
una muchacha se cobija.
Ha habido muchachas
como árboles o rocas.
Inevitables
en el centro del camino.
Ha habido muchachas
como sombras.
Pero ninguna como aquella
que llegaba el mismo día
en que un cerezo
breve y hermoso
florecía
en el sur de mi alma.
CASI AL MARGEN
Casi al margen
de la vida mineral diaria.
De la dialéctica común
del hombre vivo.
Casi al margen
de cínicos relojes,
y tiendas impávidas
ante la curiosidad de nuestros
ojos,
En el remanso tibio
de tus labios,
en el titilar de tus besos seculares.
en tu mirada de estrella trashumante
se encuentra casi oculta
viajando de incógnito
la otra poesía
la que habla el lenguaje de la sangre.
CINEGÉTICO
El milagro reside en el dominio,
en el autocontrol del organismo.
Hay que mirarle los ojos
a la víctima.
Tensar las pupilas
como dos cuerdas
de un arco de fuego,
adivinar los movimientos ulteriores,
las posibles excusas, los peros.
Hay que arrinconar a la presa,
evitar que salga a la palestra
que defienda su plaza.
Hay que aprovechar el atonismo,
el estupor del momento.
Tomarla de la mano
con un gesto perfecto,
dejar que salga la flecha
y llegue un beso.
MONÓLOGO
Esta es mi casa,
alejada de la ciudad y el mundo.
Yo vivo al borde del planeta.
Alberto Mendoza
Mis palabras arden
con voces evidentemente tercas,
siempre quise
jugar con la metralla
cual si fuese calderilla de cocina.
Siempre quise ser de aquellos
que florecen la tierra con los ojos,
los que encuentran las respuestas
desde afuera.
Y tener mi día para el cine,
mi domingo en casa,
mi sábado ripiado.
El polvo crece sobre mi apetito enorme,
y hablo a gritos, regando mi aliento,
porque la bruma me cubre las sienes,
cuando penetra hasta el tuétano
y la sangre
con su cruel agudeza de venablo.
Voy regando canciones
como el agua en la arena,
como una voz que viaja
en aviones de espuma que derrite el rocío.
Y así hago el camino,
con mi azada de huesos,
de vísceras vivas
que arranqué de mi cuerpo.
Mis palabras saltan
corren enhiestas contra el viento.
Pero hay mucho más,
hay un día que sucede a otro
y un camino
que rodea el mundo.
EN EL ARMARIO DE MI ALMA
Se acabó mi día.
Por mi viejo reloj
sin melodías
no había pasado aún
la hora veinte y cuatro.
La campana del silencio
se hizo añicos
ante el ímpetu sonoro de las luces
que pueblan la soledad del mundo.
Los ojos de la brisa
sonrieron temerosos
del polvo y las historias
que habitan las cortinas.
Cualquiera se diría
que el sol de la mañana
no siembra de lirios las ventanas
de esta casa perdida en tiempos olvidados.
Se acabó mi día.
La bruma vespertina
ha herido los libreros
y las mesas.
y ha cambiado el orden
de los versos
en el armario de mi alma.
Si alguien dice lo contrario
las paredes reirán como respuesta.
Todo existe sobre las rocas azules
de este barrio galáctico.
Cada maniobra ejecutada por las nubes
tiene su momento
en el espacio infinito
de las cosas abiertas.
Hay un punto
donde no crece la distancia.
En él la brisa brilla
con una extraña ternura
que carcome los vidrios y los árboles.
Hay quien dice
que saltarán hacia arriba
los balcones.
pero digan lo que digan
-las paredes reirán como respuesta-
Se acabó mi día.
En mi viejo reloj sin melodías
no han vuelto a pernoctar las horas
que indican los límites del tiempo.
A FUEGO ABIERTO
Amarte es como estar en guerra:
-alerta- esperando siempre
lo imprevisto.
Por fortuna no eres muerte
eres ruido, polvo, fragor de combate.
Amarte viene a ser
como llegar a un mundo
surcado de estrellas y estatuas
heridas.
Por estarte
supe de la suerte
que es vivir contigo
a fuego abierto.
Por fortuna no eres muerte…