BAQUIANA – Año XXII / Nº 119 – 120 / Julio – Diciembre 2021 (Poesía III)

FOTO SECCIÓN POETICA

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ANTONIO MIJAIL PÉREZ

Nació en La Habana, Cuba (1964). Poeta. Ha escrito numerosos artículos científicos y varios libros sobre biodiversidad y análisis cuantitativo. Es Licenciado en Biología por la Universidad de La Habana y Doctor en Biología por la Universidad del País Vasco, en España. Ha escrito varios libros de poesía, en algunos casos de poesía ecológica que ha escrito en el marco de sus viajes de colecta en los campos de América Central, Cuba y España. Entre los más recientes se encuentran: Ámbitos (Amazon, 2015) y Ojos de otro mundo (Amazon, 2016. Vive en Miami, Estados Unidos, desde hace varios años, y se desempeña como Consultor en temas Ambientales y Profesor de Biología en el Miami Dade College.

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EN EL SUR DE MI ALMA

 

Florece un cerezo

en el sur de mi alma

y debajo

una muchacha se cobija.

 

Ha habido muchachas

como árboles o rocas.

Inevitables

en el centro del camino.

 

Ha habido muchachas

como sombras.

Pero ninguna como aquella

que llegaba el mismo día

en que un cerezo

breve y hermoso

florecía

en el sur de mi alma.

 

 

CASI AL MARGEN

 

Casi al margen

de la vida mineral diaria.

De la dialéctica común

del hombre vivo.

Casi al margen

de cínicos relojes,

y tiendas impávidas

ante la curiosidad de nuestros

ojos,

En el remanso tibio

de tus labios,

en el titilar de tus besos seculares.

en tu mirada de estrella trashumante

se encuentra casi oculta

viajando de incógnito

la otra poesía

la que habla el lenguaje de la sangre.

 

 

CINEGÉTICO

 

El milagro reside en el dominio,

en el autocontrol del organismo.

 

Hay que mirarle los ojos

a la víctima.

Tensar las pupilas

como dos cuerdas

de un arco de fuego,

adivinar los movimientos ulteriores,

las posibles excusas, los peros.

 

Hay que arrinconar a la presa,

evitar que salga a la palestra

que defienda su plaza.

Hay que aprovechar el atonismo,

el estupor del momento.

 

Tomarla de la mano

con un gesto perfecto,

dejar que salga la flecha

y llegue un beso.

 

 

MONÓLOGO

 

Esta es mi casa,
alejada de la ciudad y el mundo.
Yo vivo al borde del planeta.
                            Alberto Mendoza

 

Mis palabras arden

con voces evidentemente tercas,

siempre quise

jugar con la metralla

cual si fuese calderilla de cocina.

 

Siempre quise ser de aquellos

que florecen la tierra con los ojos,

los que encuentran las respuestas

desde afuera.

Y tener mi día para el cine,

mi domingo en casa,

mi sábado ripiado.

 

El polvo crece sobre mi apetito enorme,

y hablo a gritos, regando mi aliento,

porque la bruma me cubre las sienes,

cuando penetra hasta el tuétano

y la sangre

con su cruel agudeza de venablo.

 

Voy regando canciones

como el agua en la arena,

como una voz que viaja

en aviones de espuma que derrite el rocío.

Y así hago el camino,

con mi azada de huesos,

de vísceras vivas

que arranqué de mi cuerpo.

 

Mis palabras saltan

corren enhiestas contra el viento.

Pero hay mucho más,

hay un día que sucede a otro

y un camino

que rodea el mundo.

 

 

EN EL ARMARIO DE MI ALMA

 

Se acabó mi día.

Por mi viejo reloj

sin melodías

no había pasado aún

la hora veinte y cuatro.

 

La campana del silencio

se hizo añicos

ante el ímpetu sonoro de las luces

que pueblan la soledad del mundo.

 

Los ojos de la brisa

sonrieron temerosos

del polvo y las historias

que habitan las cortinas.

 

Cualquiera se diría

que el sol de la mañana

no siembra de lirios las ventanas

de esta casa perdida en tiempos olvidados.

 

Se acabó mi día.

La bruma vespertina

ha herido los libreros

y las mesas.

y ha cambiado el orden

de los versos

en el armario de mi alma.

Si alguien dice lo contrario

las paredes reirán como respuesta.

Todo existe sobre las rocas azules

de este barrio galáctico.

 

Cada maniobra ejecutada por las nubes

tiene su momento

en el espacio infinito

de las cosas abiertas.

 

Hay un punto

donde no crece la distancia.

En él la brisa brilla

con una extraña ternura

que carcome los vidrios y los árboles.

 

Hay quien dice

que saltarán hacia arriba

los balcones.

pero digan lo que digan

-las paredes reirán como respuesta-

 

Se acabó mi día.

 

En mi viejo reloj sin melodías

no han vuelto a pernoctar las horas

que indican los límites del tiempo.

 

 

A FUEGO ABIERTO

 

Amarte es como estar en guerra:

-alerta- esperando siempre

lo imprevisto.

Por fortuna no eres muerte

eres ruido, polvo, fragor de combate.

 

Amarte viene a ser

como llegar a un mundo

surcado de estrellas y estatuas

heridas.

 

Por estarte

supe de la suerte

que es vivir contigo

a fuego abierto.

 

Por fortuna no eres muerte…