BAQUIANA – Año XXII / Nº 117 – 118 / Enero – Junio 2021 (Reseña IV)

EL SOFÁ DE CLAIRE, DE XOÉL PRADO ANTÚNEZ

 

 por

 

Noemí Pastor

 


El Sofá de Claire 252 X 400

Editorial Adarve
Madrid, España
ISBN: 978-84-18544-86-6
443 páginas
(2020)

Estimada lectora, estimado lector: avisado estás. No te sientes en El sofá de Claire si buscas una lectura convencional. Descansa en él solo si persigues otra cosa, solo si estás dispuesto a encontrar…, a encontrar… Bueno. Espera un momento. ¿De verdad quieres saber qué vas a encontrar en El sofá de Claire? Pues yo te lo cuento; si es que hay algo que contar, claro.

    Por empezar por lo nimio, te diré que vas a encontrar personajes como la Claire del título, como un padre con el que dialoga un hijo, un padre que significa todo lo que significa poder y es alguien a quien se odia por ello. Vas a encontrar personajes que, al fin y al cabo, parecen no ser sino excusas para jugar a los epítetos y para conducirnos a un caos que el autor adora sin disimulo hasta convertirse casi en su única preocupación estética.

     Prosigo. En El sofá de Claire vas a encontrar, lector, lectora, ante todo, un ejercicio de estilo que a ratos te resultará desorbitado e incluso exasperante. Ahora bien, si perseveras, y sé que lo harás, toparás con ciertos recodos acogedores, hospitalarios; descubrirás resquicios por los que el autor te permitirá, por fin, penetrar en el relato; si es que podemos decir que El sofá de Claire es un relato.

     El autor acabará por cederte el paso, te franqueará la entrada, pero lo hará a su manera juguetona, siendo fiel a su trayectoria, sin renuncia alguna y sin ni siquiera marcar distancias con su anterior obra literaria. Te otorgará un permiso de ingreso mientras te engaña, te desfigura, te deforma las puertas y hasta la materia prima con la que están construidas. Al final, entrarás, sí, pero para ello, lector, lectora, deberás abrirte paso casi a machetazos entre un léxico esplendoroso, en medio de una exhuberancia formal atosigante y un nada disimulado gusto por la desmesura; si es que, cuando no hay canon ni baremo, se puede hablar de medida.

     En este libro todo parece dominado por una voluntad de hipérbole, por una visión del mundo tan exagerada como apocalíptica. Y esdrújula. Y, por no abandonar las esdrújulas, también por una voluntad mesiánica, unas ganas irreprimibles de querer rebautizarlo todo, de ofrecer palabras nuevas para decir lo que no se ha dicho. Con todo, lector, lectora, como digo, acabarás por entrar. ¿Y por qué sé que entrarás? Es muy fácil: porque el relato te necesita. No se construirá sin ti, así que te esperará durante todo el tiempo que sea preciso, hasta que llegues a él, porque solo tú le darás sentido.

     No descubriré continentes a nadie al afirmar que Xoél Prado Antúnez fascina y se deja fascinar con los juegos sonoros y se empeña en sacar partido a las posibilidades musicales de la lengua; mejor dicho, de las lenguas, pues no solo del español castellano se alimenta el hombre; si no es que todo resulte ser al contrario, que lo es, y sea el hombre el que alimenta las lenguas.

     Cómo no dejarse llevar por el relato cuando el mismo autor se abandona a él. Es, como decía el título de una obra anterior de Prado Antúnez (permítaseme reinterpretarlo, gracias), La vida en sus rodajes: un flujo vivo que rueda porque no puede permanecer inmóvil. Así, el autor permite que la música lo maneje, le mueva brazos y piernas y lo haga danzar libre, sin pudor, con tal audacia que incluso se atreve con el futuro de subjuntivo y es capaz de detenerse a describir cómo comienza a degustar un yogur de chocolate relamiendo la tapa y rascando con la cucharita las paredes internas del recipiente. Y es que Prado Antúnez, como ya nos ha demostrado en obras anteriores, cultiva un eclecticismo militante y reivindicativo, aunque elitista. Actúa como una especie de trituradora, una especie de enorme planta de reciclaje que lo convierte todo, todo lo verdaderamente selecto, en literatura.

     La mezcla de un léxico elevado y coloquialismos, latinismos crudos y voluntarias vulgaridades prepara al lector para descolocarse, o mejor dicho, para que renuncie a recolocarse en el texto. Así que vuelvo a avisar: aunque puede que lo encuentres, mejor no busques un asidero; mejor déjate arrastrar por esta visión amplificada del mundo, si es que El sofá de Claire es el mundo y no otra cosa.

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NOEMÍ PASTOR

Nació en Bilbao, Viscaya, España (1963). Articulista y conferencista. Es Licenciada en Filología, tiene una maestría en Traducción de la Universidad de Deusto y es diplomada en Planificación Lingüística por la Universidad del País Vasco. Fue profesora de lengua y literatura vasca y castellana. En la actualidad trabaja como traductora, correctora y técnica de normalización lingüística. Escribe sobre cine y literatura en blogs y revistas literarias. Colabora y participa en eventos y ferias como jurado en certámenes literarios. Como integrante del colectivo feminista Doce Miradas, publica artículos y ofrece charlas, coloquios y conferencias sobre el lenguaje no sexista.

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