BAQUIANA – Año XXII / Nº 117 – 118 / Enero – Junio 2021 (Poesía V)

FOTO SECCIÓN POETICA

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ALFREDO PÉREZ ALENCART

Nació en Puerto Maldonado, Perú (1962). Poeta, ensayista y profesor de la Universidad de Salamanca donde se incorporó en 1987. Es coordinador, desde 1998, de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que organiza la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Sus poemarios publicados son, entre otros:  La voluntad enhechizada (2001); Madre Selva (2002); Hombres trabajando (2007); Cristo del Alma (2009); Savia de las Antípodas (2009); Cartografía de las revelaciones (2011); Prontuario de Infinito (2012); Memorial de Tierraverde (2014); Los éxodos, los exilios (2015); Ante el mar, callé (2017); Barro del Paraíso (2019); y Encumbra tu corazón (2020). Su poesía ha sido parcialmente traducida a cincuenta idiomas y ha recibido, por el conjunto de su obra, el Premio Internacional de Poesía Vicente Gerbasi (Venezuela, 2009), el Premio Jorge Guillén (España, 2012), el Premio Humberto Peregrino (Brasil, 2015) y la Medalla Mihai Eminescu (Rumanía, 2018), entre otros. Hay seis volúmenes con estudios sobre su poesía escritos por más de doscientos autores y, de la misma, se han hecho varias antologías: Brasil, Alemania, Perú, Francia, Chile, Argentina, Croacia, Portugal y Rumanía.

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DONDE CORREN LAS VISIONES

 

¡Mi lengua bajo el astro de la Medianoche

aunque el frío arrecie al costado de la urbe!

¡Mi comunión levantándose sobre las zarzas

y sobre toda seca heredad para los huesos!

¡Mi visión recubriéndose de inmensidades

para que no se rompan las cuerdas del amor!

¡Mi sosiego alzándose vencedor omnipotente

de mil bocinas invitando a toscas francachelas!

 

¡Oh mi espíritu satisfecho, mi órbita abisal,

mi sano proyectil haciendo eterna bisagra

o temple en torno a lo ardiente y lo divino!

¡Oh mi ingente transtierro midiendo aventuras

cada himno que estremece la boca resonante!

¡Oh noche crecida en su cuenca de presagios!

¡Oh vida regada por los zumos de mi cuerpo,

vendimiados del fondo de la sangrante herida!

 

¡Márchense, rigores de los vientos verticales!

¡Ven, ángel todopoderoso, ven a completarme

mientras duren las vibraciones de esta noche!

¡Venga a mí tu aleación como dádiva suprema!

 

Afuera, una edénica lluvia musita sus alertas

y yo dejo mi corazón abierto a las primicias.

 

 

PASO A LOS POETAS Y AL LENGUAJE DEL ALMA

 

Nos resucita el lenguaje del alma, el hondo acento

de tablas resonantes trasladando sílabas electrizadas

desde la boca bendita del trueno. Nos regresa

la nunca apagada promesa que purifica el equívoco de los hombres.

Nos precipita a la existencia el deseo azul palpitando

en sangres que germinan asombros.

Nos amanece el fogonazo acantonado en el predio

donde descansan las revelaciones. Nos enraíza

lo insondable que gobierna con maestría

el mediodía de la creación, plegando su corazón

saltarín para colocarnos años encima.

 

Así vamos acumulando augurios,

como si sucediesen muertes cultivables o vidas

enseñando cómo horadar secretos, cómo cambiarnos

de traje para el viaje donde nos lavarán las cicatrices

de todos los inviernos.

 

¿Estamos en diálogo con las venas del enigma,

con su lengua adiestradora de cada destino?

No queremos decirlo de pronto. No entramos

en ello como si fuera una contienda ganada.

Hemos escuchado al transparente espíritu

que dona palabras necesarias. Sabemos de los hilos

que sujetan nuestros cuerpos, de las ideas

levantadas para que el milagro sea cotidiano y pase

por nuestra garganta, ya convertido en llamarada

de invocaciones.

 

Despertamos porque las escamas de la noche

humean legendarios temores. Es difícil no arder

en medio de lo oscuro, protegidos por los párpados

del silencio habituados al paso de los cielos

más taciturnos, atados a la esponja del recomienzo.

 

Quizás sea ocasión para saludar a los arcángeles.

Quizás vayamos al otro hemisferio con la varita mágica

de la alegría. Quizás los pájaros cantores

llenen el aire de silbidos premonitorios. Quizás

sólo vendimiemos hipnotizadas

horas de guardia.

 

Alguna vez los desastres muestran su faz más oscura

y dejan que escuchemos la trompeta que exaspera

hasta la zozobra. Alguna vez no vemos el faro

que advierte de escalofriantes acantilados. Alguna vez

los zarpazos nos hacen añicos en medio de la pena.

 

Marchamos por el desierto de las calamidades,

aprisa pestañeamos ante mortajas o amuletos de tupidos odios.

¡Ay con esta plantación de catedrales extenuadas!

¡Ay con estos medicamentos acribillando cuerpos!

Seguimos adelante porque sentimos las heridas

que nos hacen culpables a todos, que nos instalan

en la plaza pública donde se practica el oprobio.

 

Mas he aquí que agarramos el cable de alta tensión

que contiene lo venidero y lo presente, el fragor del pasado

y la honda luz que logra aclimatarse

en la ciencia del corazón coronado de mensajes.

 

Somos miembros de un linaje dispuesto a todo sacrificio.

Y así nos hundamos en el foso, vamos descarnando

atropellos, mostrando por nuestra cuenta

lo que al hombre lleva a la ruina.

 

No es el oro el que nos traba la mandíbula

sino la ofrenda enamorada, capturados pero libres

en medio de realidad tan poderosa

que los amanuenses no logran describir.

¡Váyase al infierno quien se cree rico por tener diamantes!

El amor nos hace danzar

como en las mejores fiestas, al tañido de un eco

amarrado a lo desconocido.

Divino es el amor que nos instala el alma

ricamente vestida para la pura entrega.

Por las puertas del día paseamos nuestro amor,

orgullosos como el trovador que cautivó a su doncella.

 

Alguien dirá: ¡Éstos son unos complicados,

preguntándose a cada instante dónde comenzó el misterio!

 

Nosotros decimos: ¡Si no estás comprometido

con el futuro, sigue en tu presente soez!

 

Ayer nos dedicábamos a cosas agradables

pero un bisturí operó nuestros sueños, dejando heridas

que sólo podrán curarse

cuando los pulmones amanezcan cantando

la sencillez de renovados juramentos.

 

No necesitamos un E-mail para comunicar que están volando

pájaros heridos o que la primavera llegó

con sus fragancias silvestres.

 

Hoy cargamos las piedras del ángulo

que antes arrastraban los herejes.

 

Séanos permitido forcejear con la descripción de los comienzos,

con la duda al interior del grito virginal o con la atmósfera

que nos recarga el alma

porque somos víctimas de saltimbanquis

que nos colocaron las primeras cadenas de fuego.

 

Vengan unos minutos de descanso para este lenguaje

desgarrado con el que rompemos

el fango que atora el caudal de nuestras vidas.

 

 

PENSATIVOS EN ESTA NOCHE DE NADIE

 

(José Hierro, in memoriam)

 

Pensativos en esta noche de nadie,

radiados por la fusión de átomos invisibles,

sentimos que lo nuestro es estar manchados de infinito

bajo una tenaz pedriza de revelaciones.

 

Las estrellas parecieran estar en el sitio acostumbrado,

pero la noche se ha tornado irreparable:

Nos toca pesar el alma de José Hierro,

toparnos con su viento, darle direcciones

para cuando visite aquellas pupilas estelares.

 

Lo miramos sin verle.

Lo sentimos rescatando mendrugos de esperanza.

Lo escuchamos afilando su canción abierta.

 

Apenas hecho humo viene a repartirnos mundos de ternura,

licores habitando labios, humedeciendo sus propias cenizas

con lágrimas que ponemos en cabestrillo

un sábado veintiuno de este invierno.

 

Camina por las sienes de España. Camina

entre gredas y mármoles, sin trucos

camina hacia los que no pueden verlo.

 

Nos toca cortar la noche en rodajas,

leerlo de inmensidad a inmensidad,

marcar su número de teléfono móvil

para decirle que nuestras gargantas están heladas,

y que en esta latitud de Iberia

se ha estancado la tristeza.

 

José Hierro camina delineando

su último rostro oxigenado, muriéndose

a capítulos después de muerto.

En el centro de la noche cuelga su aliento

para que la música del Cantábrico lo contamine de amor,

para que las provincias de la vieja Castilla

sigan con el curioso hábito de amarle,

para que en Valencia o Nueva York

la manzana de Adán se columpie hasta su boca.

 

Nos hemos puesto la bufanda para entrar en frías catedrales

donde pernoctan himnos sin dueño

y siguen existiendo sepulcros repitiendo penumbras,

o ahuecándose en el misterio.

 

Viene y va el poeta con sus letras de diferentes colores,

fumando sin permiso de médicos y parientes,

masticando geografías de su patria

hasta que la respiración se le va distorsionando

en presentimientos.

 

Diciembre quita la vida a quemarropa,

sin ton ni son.

 

Recogemos el déficit y nos ponemos a reparar la noche,

convirtiendo sueños en ecuaciones de segundo grado,

alucinaciones en abrigos de luz

donde sostener el avispero de la realidad.

 

Pensativos en esta noche de nadie,

seguimos el camino que el poeta siguió

de sus maestros en el sagrado oficio.

 

Siempre faltan las penúltimas palabras;

aún no se han leído todos los mensajes.

 

 

DE LO SIEMPRE AMADO

 

(Homenaje a Teresa de Cepeda y Ahumada)

 

De por vida nos une un reino fuera del tiempo,

un reino que transfiere palabras contra la desesperanza,

alas para nosotros mismos

y para sobrevolar las cicatrices del Diluvio

y ventear aires sin veneno

a los pulmones del albañil que moldeará más barro

del palomar que es dialéctico templo

porque está en nuestro pecho sin coágulos ni fronteras,

fundando moradas humildes, silabeando

el porvenir, albergando al Espíritu invulnerable.

 

:: (Abre tu boca  /  la Vida está en la LLAGA  /  lejos

de los prelados  /  lejos del óbolo  /  a las estatuas) ::

 

Henos aquí, por aires donde aúllan verdades

relampagueadas en la comunión con el Cielo

de la memoria, verdades emparentadas

al terral de la vieja Castilla que aún busca su contento

celebrando con vino casi alado

la muerte con resurrección.

Oh, poderosa realidad

de lo siempre Amado en el horizonte impar

de esta Babel que poco trasuda la sangre del Dios

que nos escarba la salida con átomos salvajes

y palomarcicos

y palomas

que enseñan a volar leguas arriba

picoteando raíces de páramo como pan de cada día

volviéndose plegarias

hasta hallar cobijo en el nidal del retorno,

adobe y tapial contra el exterminio.

 

:: (Viola los estatutos de la muertE  /  húrgale

su nariz  /  y  meteorízala hasta que diga ay, ay, ay) ::

 

Del palomar del pueblo salen latidos que nos relajan,

no porque tengamos astilladas las alas

sino por el oleaje de revelaciones

de la sangre iluminada en cánticos para el Cielo

que destella cuando Teresa, nuestra hermana, tan alta vida

espera apoyada en sus últimas lágrimas

y en las manos del destierro.

Ay, palomita de las oraciones

que más cuentan, paloma pieldivina

deleitosamente prisionera nidificando la llama que no quema,

aléjate de las aves agoreras

y camina por zonas de tolerancia o vuela con el peso neto

de tu declaración de ardiente fe

y aléjate siguiendo la medialuna de tu temblor,

aléjate de las aves de rapiña

y no mudes los Evangelios por peste de idolatrías,

por corazones que palpitan a medias,

por escenificaciones de amor deshabitado, insipidez

tras insipidez tras insipidez.

 

:: (Apasionada travesía por tierras del Tormes y el Adaja /

Guardiana / danos tu sonrisa / para esta Reconciliación) ::

 

Pronunciamos la Palabra

alquimiándola en el sistema solar del éxtasis, en las arterias

de la perduración antítesis del mundo,

en el mimbral de las ternezas a la intemperie,

en la relojería de Enigmas  /  Misterios  /  Milagros

mordedura del Hacedor a precio de rescate soltando perdón

contra historietas de brujas hechizándonos las venas.

 

No más inquisiciones.

Henos aquí para dar 67 besos a la Dueña de los palomarcitos

místicamente prendada del nazareno,

a quien alimenta de su puchero, mientras transita sures

o Reforma uno y otro palomar, como el mantenido

desde de la infancia, muriendo sin morir

en el connubio que se le volvió eterno.

 

:: (Deshuesada tu carne / Espíritu eres = Espíritu serás /

Cepeda & Ahumada / Ávila + Alba de Tormes) ::

 

 

LA MESA ESTÁ SERVIDA

 

Ni pan ni vino en la pobreza de estas represalias

por inducir a que coma la multitud, sane el leproso,

camine el paralítico y vea el ciego de nacimiento

o aquellos que nunca quieren ver lo injusto.

 

Hermanos: siéntense conmigo por amor al Maestro

de quien tomamos ejemplo, aunque nos vaya la vida.

Tomen asiento en esta mesa servida sólo de amor

y no me olviden cuando comploten contra mí

por decir que la verdad nos hará libres, por pedir

de beber a una mujer que además es extranjera,

por responder con acierto a los nuevos Nicodemos,

por estar contra la lapidación de las descarriadas.

 

Hermanos: no olviden cuidar de mi familia

cuando me tilden de loco y me envíen al manicomio

por decir que el Maestro caminó sobre el mar,

por creer que convirtió el agua en vino

o por poner nombre a los seis resucitados.

 

Hasta el pan y el vino me han quitado, hermanos,

pero vengan a sentarse aquí conmigo, pues presiento

algo peor. He visto rabiar a los psiquiatras de la Bolsa

cuando dije que los ricos deben vender sus posesiones

y repartir lo obtenido entre los pobres.

 

Esto no me lo perdonarán, pues ya no sólo soy demente

sino comunista, delincuente peligroso, desadaptado,

infeliz revolucionario de pacotilla o poeta idiota

que no se ha dado cuenta que vive en el siglo veintiuno.

 

Renuentes a dar la cara por temor a represalias,

¿vendrá a sentarse conmigo algún hermano solidario

o deberé compartir en soledad todo el inmenso amor?

 

Barro del paraíso con espíritu del Gólgota soy

y perdono lo que me hacen, y perdono

lo que me harán.