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SANTIAGO DAYDÍ TOLSON
Nació en Viña del Mar, Chile (1943). Es poeta, ensayista, novelista y profesor universitario. Tiene una Licenciatura en Filosofía y Educación por la Universidad Católica de Valparaíso y un Doctorado por la Universidad de Kansas. Ha llevado a cabo una larga carrera académica en los Estados Unidos en las universidades de Fordham, Virgina, Wisconsin-Milwaukee y Texas en San Antonio. En la actualidad es Profesor Emérito de la Universidad de Wisconsin en Milwaukee y de la Universidad de Texas en San Antonio, donde todavía enseña. Sus publicaciones académicas incluyen varios libros y numerosos artículos, entre los que cabe citar: The post Civil War Spanish Social Poets (Boston: Twayne Publishers, 1983); Voces y ecos en la poesía de José Ángel Valente (Lincoln, Nebraska: Society of Spanish and Spanish American Studies, 1984); El último viaje de Gabriela Mistral (Santiago de Chile: Editorial Aconcagua, 1989); Vicente Aleixandre: A Critical Appraisal y la traducción y edición de la correspondencia entre Ernesto Cardenal y Thomas Merton (Santiago de Chile: Cuarto Propio, 1998 y Madrid: Trotta, 2004). Ha publicado una novela en inglés titulada Under the Walnut Tree (Media Isla, 2013); dos colecciones de poemas Insectarium (Bilingual Press de Arizona, 2014) y La lira de la ira (Bilingual Press de Arizona, 2015); una colección de prosa breve El cuaderno de don Baruj (ALJA, 2017); y un libro de prosa lírica publicado en México en (Oropel. Amar Café, 2020). Su poesía, artículos y ensayos han aparecido en diversas revistas nacionales e internacionales: Hispanic Review, Revista Chilena de Literatura, Anales de Literatura Chilena, Revista Canadiense de Estudios Hispánicos e Hispania, para mencionar algunas. Es fundador y editor de Convivium Artium, revista electrónica dedicada al estudio de la representación de la comida en la literatura y las artes, al igual que el blog literario Labrapalabra. Es un asiduo participante de los encuentros Letras de la Frontera entre escritores de México y Estados Unidos por más de una década.
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CARIÁTIDES
(Ocho ejemplares)
(Son las cariátides estatuas de mujer
que hacen oficio de columnas
y sostienen ─poderosas─
la mole ingente de un edificio
─por importante─ imponente).
I
GIOCONDA
Retrato que en su callar
susurra y llama.
La mano sobre la otra mano:
la sostiene
como se sostiene en el rostro
la sonrisa del enigma.
Tersa presencia de la mirada
y del rictus del silencio.
Detrás y al fondo
la realidad se aleja.
II
LA PIETÁ
Bala el cordero camino al matadero
─cruce de senderos─
ropa enjuagada en llanto, madre:
camino de la cruz bala el cordero.
Y quién te abraza y te sostiene
lánguido pellón del hijo cercenado,
quién si no
la que te abrazara entonces
antes de la herida
antes del tiempo en que el tiempo
se detuvo
en tu encendido encuentro, madre,
con el ángel-mensajero, arcángel
del arcaico rito
el dios antiguo no encarnado todavía.
Madre, bala tu cordero y se retuerce herido:
desde el costado sangra sangre tuya,
túnica teñida tu dolor de parto
de la muerte que tus huesos resucita.
Madre adolorida, eternidad del llanto,
manto empapado,
cuerpo del cordero en tu regazo
seno entumido de agonía.
III
FIGLIA DEL TUO FIGLIO
No es el teólogo, el poeta
es el que habla
del misterio, Madre,
hija de tu hijo,
madre mandorla
venus anterior a Venus
viva y rediviva: eterna
mente diosa de lo que en el seno
desde el principio
ha palpitado y brota
madre nutricia: única y todas.
IV
MARTA, MARÍA Y MAGDALENA
En la presencia del dios,
el encarnado,
no hay nada que ocultar,
ni nada que decir,
sólo ser lo que se es:
mortal en trance sorprendido.
No hay nada que decir
sino el arrobo
del encuentro.
El entusiasmo—el dios consigo—
del momento: epifanía.
El arte de vivir en plenitud,
el de saberse exactamente viva,
dicta el no hacer o el hacer,
callar o hablar de veras.
No hay por qué humillarse
ni bajar la vista al pie
que enjuto anduvo el agua.
No hay más que ser lo que se es
en plenitud:
abrir los brazos en la bienvenida
y alabar, sí, cantar
la plena dicha de la vida entera.
V
TRES MODOS DE LA SERPIENTE
1
El calcañar derecho habrá de quebrantar
la vértebra letal del bífido reptil,
dragón del Hades: ángel del esplendor oscuro.
Triunfo del pie y la profecía.
Entre la hierba del ameno prado,
entre las flores y su aroma
se desliza
–invisible, artero y venenoso–
el condenado al suelo:
reptil que el pie
contra la piedra descalabra.
2
Deja en la arena el áspid
huella de una lengua indescifrable,
jeroglíficos que reptan en la duna.
Inscriben el fugaz destino de la sangre,
el arrebato letal de lo vivo que ama.
Susurra su salmodia del deseo el áspid
que en la arena escribe la condena.
Y súbito, como el relámpago del puñal,
asciende al seno palpitante y lo envenena.
3
Pie redentor, seno suicida.
La serpiente–que es todas las serpientes–
tanto muerde el polvo como fatalmente besa.
VI
SHEREZADA
Suave, como el aroma suave
del jazmín que en el balcón
se enreda con el viento
sube la voz desde el jardín:
Cuenta en el canto
las horas de la arena
que la caravana avanza
y el vuelo sin alas
de la alfombra carmesí,
imaginada nave que en el aire
agita el aire del ensueño.
Noche a noche y ya en la alcoba
el cuento se desliza lentamente
entre las sábanas de seda y sueño.
Tejido de palabras y susurros,
red de la voz que urde capullos
del deleite y el olvido.
Adormidera del narrar
que nunca acaba: el cuento
que redime y salva: visión de lo invisible
que invisible espera el sésamo,
la voz de la apertura.
VII
PENÉLOPE
Teje en la espera y desteje
en la ansiedad: la mano activa.
La voluntad de ser
lo que se quiere ser
contra el embate del desprecio
y las palabras de doble filo.
Arte de hilar el hilo que lo ata todo
en la urdimbre de lo sabio.
Teje y desteje, ata y desata.
Pasa el tiempo imprescindible,
inolvidable el sentimiento: un muro
de enmarañada enredadera o vid
para el ritual feliz de la alegría.
VIII
TRADUCTORA TRAIDORA
Mala mujer, mal dices
este trabalenguas de dos verdades
que se encuentran
y desencuentran en las palabras.
Sostienes en tu voz
tanto el cetro como la daga,
y la espada de doble filo
de los dos idiomas,
las dos miradas enemigas.
Mal dicen, unos y otros,
tu decir de traductora.