A 100 AÑOS DE SU MUERTE: LA NARRATIVA DE BENITO PÉREZ GALDÓS EN EL CINE
por
Waldo González López
Como entusiasta del cine, tengo entre mis realizadores preferidos, a los que reúno en la que prefiero denominar: “mi selecta pentarquía”, donde ocupa el primer lugar el gran director español Luis Buñuel, y el resto la conforman el sueco Ingmar Bergman, el polaco Andrzej Wajda y los italianos Federico Fellini y Luchino Visconti).
Y justo, ahora —cuando en este 2020, se conmemora el centenario de la desaparición física del gran narrador Benito Pérez Galdós (que leí con fruición décadas atrás, cuando me iniciaba en las letras), quien es, por cierto, el mayor novelista canario e hispano entre la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX, he decidido compartir esta crónica de evocación.
Galdós en Buñuel: Nazarín
Conocida es la admiración del cineasta por el novelista, según lo confiesa en Mi último suspiro (memorias, “género’ que me ganara desde mi juventud), donde en varios capítulos manifiesta su preferencia por el autor de tantas páginas decisivas para las letras españolas de todos los tiempos.
Ya en la sección “España y Francia, 1931-1936”, revela su admiración y deseo por llevar al celuloide sus novelas, tal subraya en el subcapítulo “Productor en Madrid” (p. 142), donde Buñuel confiesa su entusiasmo por la proposición de rodar dieciocho filmes, “y yo pensaba ya en adaptaciones de las obras de Galdós”; mas, pronto le llegaría la desilusión ante lo frustráneo del propósito: “Proyectos perdidos, como tantos otros”.
Asimismo, en el subcapítulo Nazarín (p. 210), nos dice que la filmaría en 1958, cuando “adapté por primera vez una novela de Galdós” y, tras añadir que haría cambios, para traer “a nuestra época ideas formuladas cien años antes […]”, también revelaría que “conservé lo esencial del personaje de Nazarín, tal como está desarrollado en la novela”.
Y confiesa además que a todo lo largo de la historia, añadí nuevos elementos: la huelga, por ejemplo, y durante la epidemia de la peste, la escena con el moribundo —inspirada por el Diálogo de un sacerdote y un moribundo, de Sade—, en la que la mujer llama a su amante y rechaza a Dios.
Mas, no conforme aun, añade:
Entre las películas que he realizado en México, Nazarín es, ciertamente, una de las que prefiero. Por otra parte, fue bien recibida, no sin ciertos equívocos que se referían al verdadero contenido de la película. Así, en el festival de Cannes, donde obtuvo un Gran Premio Internacional creado especialmente para esta ocasión, estuvo a punto de recibir también el Premio de la Oficina Católica. Tres miembros del jurado la defendieron con bastante firmeza. Pero quedaron en minoría.
Galdós en Buñuel: Tristana
Mas, en “España-México-Francia. 1960-1977”, igualmente nos aporta datos de interés y una valoración de la narrativa de Galdós en el no menos valioso subcapítulo Tristana, donde Buñuel confiesa: “Aunque esta novela epistolar, no sea de las mejores de Galdós, me sentía atraído desde hacía tiempo por el personaje de Don Lope. Me atraía también la idea de trasladar la acción de Madrid a Toledo y rendir, así, homenaje a la ciudad tan querida”.
Luego, proporciona otros elementos de valía, cuando afirma:
Aunque como en Nazarín, el personaje principal (encuentro a Fernando Rey magnífico en este papel) se mantiene fiel al modelo novelesco de Galdos, introduje considerables cambios en la estructura y el clima de la obra, que situé también, como había hecho con el Diario de una camarera, en una época que yo había conocido, en la que se manifiesta ya una clara agitación social.
Con la ayuda de Julio Alejandro, puse en Tristana muchas cosas a las que toda mi vida he sido sensible, como el campanario de Toledo y la estatua mortuoria del cardenal Talavera, sobre la que se inclina Tristana. Como no he vuelto a ver la película, me resulta difícil hablar de ella hoy, pero recuerdo que me gusto la segunda parte, tras el regreso de la joven, a la que acaban de cortar una pierna. Me parece oír todavía sus pasos por el corredor, el ruido de sus muletas y la friolera conversación de los curas en torno a sus tazas de chocolate.
Galdós y Max Aub
Buñuel asimismo, le confesaría su preferencia por Galdós a su íntimo, el destacado escritor Max Aub en las innumerables charlas de ambos, que Aub, reuniría en Luis Buñuel, novela (Editorial Cuadernos de Vigía).
En tan sentido, el gran realizador le confesaría a Aub: “Es la única influencia que yo reconocería, la de Galdós, así en general, sobre mí”. Pero no sería esta la última vez que elogiara a Galdós, pero sí la única en la que lo mencionara como clara referencia artística e inspiración. De hecho, en la misma obra le confesaba a Aub que había rechazado hasta cuatro películas que “por lo menos me iban a pagar cuatro veces más que por Tristana”. Otra muestra de que entre sus obsesiones estaba adaptar al escritor. Buñuel llevaría al cine dos novelas de Benito Pérez Galdós, y ambas realizaciones son clásicas. Como ya se sabe, en 1958, dirigió Nazarín, protagonizada por el gran actor hispano Francisco Rabal y, en 1969, Tristana, interpretada por otras dos figuras internacionales de la interpretación: la francesa Catherine Deneuve y el español Fernando Rey.
Aunque Luis Buñuel mostrara su admiración, dejaba claro que sus adaptaciones eran suyas, y que de la obra de Galdós había lo justo. De hecho, muchos creen que realmente era envidia lo que sentía por él. Se lo confesaba a Max Aub el documentalista y cineasta gallego Carlos Velo (quien, exiliado en México, tras el fracaso de la República, sería figura del cine azteca), entonces consejero de producción de Nazarín en entrevista con el escritor, incluida en Conversaciones con Buñuel de Max Aub.
Pero, ¿quién lo conoce fuera de España?”, se pregunta Buñuel en Mi último suspiro (Editorial Debolsillo), autobiografía o Memorias, tal titulara este valioso libro escrito a dos manos con su colaborador galo Jean-Claude Carrière. No obstante su admiración, Buñuel sólo conoció una vez a Galdós, según lo cuenta el gran realizador en Mi último suspiro: “A finales del siglo XIX y principios del XX, España conoció a una generación de escritores portentosos que fueron los maestros de nuestro pensamiento. Yo conocí a la mayoría, conocí incluso al gran Galdós, del que más adelante adaptaría Nazarín y Tristana, mayor que los otros y de otra escuela. A decir verdad, solo lo vi una vez, en su casa, muy viejo y casi ciego, al lado del brasero, con una manta en las rodillas”. En estos diálogos entre ambos artistas, Max Aub también opinaba y calificaba al escritor como el mejor narrador de nuestro país de todo el siglo XIX: “Si se perdiera todo el material histórico de esos años —el siglo XIX—, salvándose la obra de Galdós, no importaría. Está ahí completa, viva, real, la vida de la nación durante los cien años que abarcó la garra del autor”. Para Buñuel era el escritor más grande de la historia, y fue el hecho de que escribiera en español lo que hizo que no fuera reconocido en todo el mundo como una estrella.
Su novelística por otros realizadores
No pocas novelas del escritor canario han sido llevadas al cine y la televisión. Una de las primeras adaptaciones al cine de una novela de Galdós fue la primera versión de El abuelo, dirigida en 1912 por Domingo Ceret, con el título La duda. En 1925, se realizó otra, con el propio título: El abuelo, a cargo de José Buchs. Y en 1972, el director Rafael Gil dirigió la tercera, también con el título original. La cuarta y última adaptación de El abuelo la realizó José Luis Garci en 1998.
Por su parte, Marianela sería llevada tres veces a la cinematografía. La primera en 1940, dirigida por Benito Perojo. La segunda en 1955, en realización de Julio Porter. La última (1972), a cargo de Angelino Fons, con la cantante Rocío Durcal como protagonista.
Fortunata y Jacinta, tiene una versión cinematográfica, dirigida en 1969 por Angelino Fons y protagonizada por Emma Penella y una célebre versión para TV, dirigida por el también cineasta Mario Camus.
En suma, Galdós fue un referente continuum de Buñuel —quien no filmó más cintas con adaptaciones de sus novelas, por las causas apuntadas en esta crónica de evocación en el centenario del fallecimiento del gran narrador hispano— como de otros realizadores españoles y latinoamericanos.
[Para la confección de esta crónica, se utilizó como referencia: el libro Mi último suspiro (Memorias), de Luis Buñuel, y el artículo “Pérez Galdós, el único autor al que respetó (y envidió) Luis Buñuel”, de Javier Zurro, publicado en el diario digital El Español, el 31 octubre, de 2019.]
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WALDO GONZÁLEZ LÓPEZ
Nació en Las Tunas, Cuba (1946). Es poeta, ensayista, periodista cultural, crítico literario y teatral. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de La Habana, Cuba. Colabora activamente con la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Es autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, así como de varias antologías de poesía y teatro. En Cuba, por su continua labor poética, crítica y de periodismo cultural durante varias décadas, mereció numerosas distinciones, entre las que cabe destacar: «Diploma al Resultado Científico por su intensa Colaboración en el Capítulo sobre Literatura para Niños y Jóvenes», de la nueva Historia de la Literatura Cubana, en tres volúmenes, otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; «El Laúd y la Medalla del Cucalambé», concedidos por su amplia labor como poeta y asesor de la Casa Iberoamericana de la Décima en su natal provincia Las Tunas; «Diploma por la Labor Realizada en Apoyo a la Décima», concedido por la Universidad de Matanzas; «Recono-cimiento como Escritor y Crítico Literario», otorgado por la Presidencia del Instituto Cubano del Libro, y la «Distinción por la Cultura Nacional». En México, recibió una Mención del Concurso Plural por su poemario “Salvaje nostalgia” en 1990. Desde su llegada a los Estados Unidos, en julio de 2011, ha realizado una intensa labor como participante en eventos internacionales de teatro, jurado de eventos teatrales y literarios, crítico teatral y literario y asesor de grupos escénicos. En el año 2012, resultó ganador del 3rd lugar en el X Concurso de Poesía «Lincoln-Martí» en Miami, Florida, EE.UU. En la actualidad, colabora con diversas publicaciones en los Estados Unidos, tales como Baquiana (Florida), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española/BANLE (Nueva York), Palabra Abierta (California) y Teatro en Miami (Florida), así como en las revistas digitales extranjeras: Encuentro de la Cultura Cubana (España) y Otro Lunes (Alemania).
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