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OSMARI REYES GARCÍA
Nació en Mayarí, Provincia de Holguín, Cuba (1972). Poeta. Es Licenciado en Educación en la especialidad de Informática y Máster en Ciencias de la Educación. Se desempeña como profesor de Computación pero su verdadera vocación es la poesía, la cual constituye el eje central de su vida, teniendo como referente la lectura de poetas universales con diversos estilos. Es miembro del Taller Literario Nicolás Guillén Batista de la CTC, auspiciado por la Casa de la Cultura de Guaro en Holguín. Obtuvo mención en el concurso León de Poesía en 2017, ese año presentó un poemario para la Beca Sigifredo Álvarez Conesa donde fue seleccionado en su provincia. En 2018 alcanzó premio y mención en el concurso anteriormente mencionado. Textos suyos han sido publicados en las revistas digitales Letralia, Tierra de Letras (Venezuela) y Letras de Chile (Chile), así como en la Red Social Poemas.com (España). Su libro Como ráfaga de viento está en proceso de edición en la editorial Pentian en Estados Unidos.
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EL MOMENTO DE LAS INICIACIONES
El olvido nace de los gestos cotidianos,
desciende profusamente sobre los días al mínimo descuido
y nosotros sorteando las miradas,
traduciendo el ríspido discurso que nos ahueca,
nos sobreponemos al silencio advenedizo que acaso nos descubre.
Permanecemos a rato inmóviles,
contenemos el aliento ante la mirada que señala para delatarnos,
para acentuar nuestra aridez antes presentida,
pero todo intento queda en silencio,
ojalá fuera caos,
golpe que destierra,
fragmento que a diario resucita,
ventana que el viento tira con la furia que se perdió la mañana de los imposibles.
Desprendo una torpe espiral de mi osamenta,
un látigo ancestral que comparte el ayer sin tantas precauciones,
mi invitación a las ciudades vecinas a desdibujar la hora interminable que agoniza,
el precipicio del rostro triste que lanza al aire la oscuridad de la discordia.
Este es el momento de las iniciaciones,
de proporcionar el agua clara contra la perfidia,
el espejo contra la analogía de las despedidas,
la foto contra lo perdurable que a veces padecemos.
NADA NOS MATARÁ DEL TODO
Nunca es demasiado tarde para la poda,
para anunciar otra jornada
y retomar sin ceremonias las decapitaciones.
¿Por qué temer al polvo que nos persigue?
Lejos de todo ondea la bandera de la patria que nace.
Manan las fuerzas que escondidas tras las columnas persiguen su destino.
Se anuncia en medio de la plaza lo indescifrable.
¿Por qué temer al hacha que nos asedia?
Estabas destinado a recibir la herencia pero renunciaste al vino,
desechaste el pan que te ofrecía la mano que conoció primero al desamparo.
Tu mundo apacible poco importa
mientras existan los amigos con preguntas,
abandonados bajo el azul inmenso
al borde del derrumbe que los traerá de vuelta a la cordura.
Las ramas secas ahuyentan a las palomas
que se van llevándose el temor de los abuelos
en un rito que jamás nos propusimos
y fragmenta la orilla que nos sostenía.
Despedidas que nos atrapan pero no nos retienen,
hieren nuestras mejillas pero no nos matan.
Mientras tengamos el nido interminable,
nada nos matará del todo.
FRENTE AL ESPEJO
Se agarraba a cada vuelta que daba el mundo
buscando su espacio entre los presentes,
para aplaudir al futuro que improvisaba la posible lluvia.
Rodeado de palabras incomprensibles.
Armado de frases torpes
frente al retrato que apuñala,
arrancó con un gesto la ciudad que permanecía sin asumir la culpa,
sin descansar de las inundaciones que solo duermen,
sin prolongar las carcajadas que empañan las ceremonias,
sin tatuar en su frente las argucias.
Quedó suspendido del cansancio
con demasiada sombra que inventarse,
esperando el reclamo que no encontraba para borrar el resto del tiempo.
Aturdía a la soledad que le anticipaba la mañana de las victorias,
el día de navegar hacia lo sagrado,
la hora del regreso de los amigos de rostro invisible.
Existía sin sobresaltos,
más cercano a los sueños distantes,
a pocos metros de mis dudas.
A veces miro hacia su sitio preferido
donde el mundo flota todavía lleno de asombro y vuelvo a verlo.
A veces lo veo frente al espejo.
Continuamente borra las ausencias y no lo sabe.
NADA SE AÑADE A LA HORRENDA DICHA, AL LAPSO QUE SE ESCURRE, AL ESPACIO QUE SE AHUECA
Vuelven las horas cargadas del mismo temor,
esta vez disfrazadas de vuelo y búsqueda incesantes.
Retornan para apaciguar la sed de llegar a disiparnos,
pero ya no quiero nada más que deambular la misma ruta tortuosa,
desenfadadamente,
sin quejas que prolonguen el mundo improvisado que entrego a mis amigos.
El reloj me espera para convencerme de abandonar mis fuerzas
entre los intentos de desechar las calles que desde siempre nos apresan.
Me invita a cantar sobre las ausencias prometidas
pero tantas veces me he parado frente al mar que me conoce,
he corrido para rescatar la huella que nos estremece
mientras un destello me retrata.
Me veo mutilado en el desierto que apenas responde con mudez que engaña.
Cuelgo un cuadro en la sala de la casa que será de otro,
un cuadro que sugiere lapso que se escurre,
espacio que se ahueca.
Nada se añade a la horrenda dicha,
sólo silencio sobre mi silencio.
ANTICIPO DE LAS NUPCIAS
Recuerdo cuando todo era inmenso.
Cuando habían palabras sagradas como la palabra maestro.
Cuando podía esconderme en el escaparate
donde quedaba espacio para mis primos y mi hermano.
Cuando encontraba refugio huyendo de mi madre
y su chancleta amenazante como el humo ante la estatua,
debajo de la cama.
Ahora todo se disuelve de repente con solo una noticia.
Todo se torna diminuto en vísperas del nuevo salto.
Es absurdo adueñarme de todas las ciudades que jamás serán las mías,
que no serán las de los antiguos cantos cerca de la cañada
donde aprendí a llorar por la otra mitad que siempre estaba ausente.
Cruzo todos los días mirando la memoria fatigada,
transito hacia un lugar desvanecido que está lleno de cosas sin dueños,
hacia un norte que me contiene en cada desprecio que anula mis excusas.
Cansado del juego transitorio que es la vida,
de la travesía breve hacia la muerte inexorable
desconozco al tiempo que se levanta en medio de lo eterno
y con la impronta que se convierte en anticipo de las nupcias,
despierto todavía,
con cicatrices sumadas a mis versos
me lavo del sudor al invocarte
y antes de que el sueño se vuelva espuma en el paisaje
me derrumbo donde nadie pueda verme.
INTENTO RETRATAR LA VIDA
Hay un muro infranqueable frente a mis difuminados rasgos,
alguna criatura que no se acostumbra al sonido del cuerno,
son los siervos que lamen sus heridas desechando las máscaras usadas
para recoger del suelo los supuestos calendarios.
La mirada incrédula mordisquea la impotencia,
la búsqueda incesante de motivos exquisitos
que detrás de los intentos sonríen,
pero no se acostumbran a tanto brillo.
Es hora de incendiar los navíos que nos detienen en el centro de la Nada
para aplazar nuestro deseo de encontrar al arco iris.
Nadie sabe cuándo volverán los sobresaltos,
cuándo se abrirá la herida que ha cerrado en falso,
cuándo negaremos la música que descubre las ausencias.
Detrás de cada intento de retratar la vida solo hay silencio,
gente que deambula.
De este lado de la pared inmensa
quedan los destellos que luego me descubren mutilado
sin apenas la fuerza de afirmar el paso que me invento,
superando pesadillas,
rescatándome a mí mismo para luego ser el que se asombra