BAQUIANA – Año XX / Nº 109 – 110 / Enero – Junio 2019 (Poesía VI)

FOTO SECCIÓN POETICA

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IRINA OJEDA BECERRA

Nació en Santa Clara, Cuba, (1976).  Poetisa. Además del verso libre, cultiva la décima y la poesía infantil. Ha publicado los libros: Temblando bajo la Fronda (Editorial Sed Belleza, Cuba, 2005) dedicado a la temática amorosa; Sobre la Bestia Blanca (Ganador de la Beca de Creación El Girasol Sediento, Reina del Mar Editores, Cuba, 2005); y La Casa del Vacío (Editorial Sed de Belleza, Cuba, 2012). Ha recibido los siguientes premios y reconocimientos: Primera Mención en Poesía (Encuentro Debate Provincial de Talleres Literarios, Villa Clara, Cuba, 1998); Gran Premio en Poesía (Festival Provincial de Artistas Aficionados de la FEU, Villa Clara, Cuba, 1999); y la beca de creación “El Girasol Sediento” (Cuba, 2004). Su obra aparece en diversas antologías: Cuerpo sobre Cuerpo sobre Cuerpo (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 2000); Los Parques (Cienfuegos: Ediciones Reina del Mar Editores, 2001); Antología de la Poesía Cósmica Cubana (Ciudad de México: Frente de Afirmación Hispanista, 2002); Palabras en la Arena (México: Ediciones Libera, 2006); Queredlas cual las Hacéis (Cuba: Ediciones Abril, 2007); Faz de Tierra (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 2010); Rosa Caribe (Venezuela: Ediciones La Mancha, 2011); La Catedral Sumergida (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 2012); y El Árbol en la Cumbre (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 2015). Poemas suyos figuran en las revistas cubanas: Umbral, El Caimán Barbudo, Brotes, Cartacuba, Guamo y La Jiribilla. En el extranjero sus poemas han sido publicados en: El Cuervo (Puerto Rico), Alhucema (España), Nagari (Estados Unidos) y Conexos (Estados Unidos). Desde hace varios años reside en Tenerife, Islas Canarias.

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SOMBRAS DE PALOMAS

 

Como esos provocativos perfumes,

el recuerdo de su aliento

mansamente

mi rostro invadió.

 

De turbias hojas

remolinos leváronse.

 

Sobre mí se arrojaban

las sombras de las palomas.

 

Extraña es la dicha.

 

 

UNA LUZ, UN MONTE

 

Tras la curva del asfalto

ese nubloso horizonte;

hallo una luz y es un monte

que me alivia el sobresalto.

Tanta paz allá en lo alto

mientras voy de plañidera.

la noche aquella bandera

que izabas como un buen niño:

casto pañuelo me ciño

y me acoge la pradera.

 

 

FRÍVOLOS VAPORES

 

Revestida en humo

asciende la luna entre los barrotes.

Satinadas gotean, flores de framboyán.

 

Han echado cerrojos a las puertas.

Me impiden salir,

respirar los frívolos vapores.

 

Cual serpiente en agonía me retuerzo

sobre el suelo aterido,

engullida por la oscuridad de una sala.

 

 

UNA FOTO JUNTO A ROMAÑACH

 

               Inspirada en un autorretrato de Leopoldo Romañach

Asomada a tu retrato
escucho el remo en la ola.
Vuela un pez…su sal. Tremola
mi blusa que no desato.
La mirada es desacato
sutil para tu pincel.
Cuánta luz tras un vergel.
Blanda poso junto al río,
losa negra en ese estío.
Fulgura el óleo: la piel.

Entre las cañas la brisa,
un roce pueril, dulzor.
Me abandono a ese temblor.
Sobre un piano se desliza
la manta roja, sin prisa.
Bajo el relente tus aves,
quietas, oscuras, dos naves:
tus ojos, ¡qué fino trazo!;
añoran tintes… ocaso
de otras barcas, voces suaves.

Es un silbido la espuma,
caricia que baja, vuelve
por el cuello y se disuelve
en los cantiles la bruma.
Escucho a Dios mientras fuma
un pescador en su manta.
¡Los anhelos de una infanta!
Llovizna, perfume, paño.
Inalcanzables. ¡Qué extraño!,
alguien se oculta. Me canta.

 

 

SUEÑOS QUE SE OLVIDAN

 

Ingrata busco otras luces

–falacia de una visión–

trueco mis sueños: canción

que obliga a caer de bruces.

Porque pudieran ser cruces

fulgentes las que convidan,

a la tierra donde anidan

esas mecánicas aves.

Desde el monte veo las naves

como sueños que se olvidan.

 

 

SONETO A UN NOMBRE DE PINTOR

 

Su nombre de pintor fue la agonía.

Le vi guardar los ojos y mi piel

resistente sobre una vera infiel,

volviose musgo, rocas en la umbría.

 

Se llevó la borrasca lo forzado:

el rostro impúber. Y por la bahía

sin luz, contando estrellas quedé fría;

¡tantas noches!…se fue, su iris mojado.

 

Hurtaba el beso con la hiel de un hombre

sin luna, tibio, extraño, así violento:

mar que he esperado. Del pintor el nombre

 

rima con miel, empero yerra, trunca,

infama nuestras vides. Macilento

tendré un clavel, ya cerca de mí nunca.