BAQUIANA – Año XX / Nº 109 – 110 / Enero – Junio 2019 (Poesía IV)

FOTO SECCIÓN POETICA

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ODALYS INTERIÁN

Nació en La Habana, Cuba (1968). Es poeta, narradora y crítica literaria. En la actualidad reside en Miami, donde dirige la editorial Lyrics & Poetry Editions y es instructora del Taller de Creación Poética del Centro de Instrucción para la Literatura y el Arte. Ha publicado los poemarios: Respiro invariable (La Habana, 2008), Salmo y Blues (Miami, 2017), Sin que te brille Dios (Miami, 2017), Esta palabra mía que tú ordenas (Miami, 2017) y Atráeme contigo, en colaboración con el poeta mexicano Germán Rizo (Oregón, 2017). Sus ensayos literarios aparecen en Acercamiento a la poesía (Miami, 2018). Su obra poética y narrativa ha aparecido en revistas y antologías de varios países. Fue merecedora del segundo premio de cuento de “La Nota Latina” 2016. Ha recibido los premios de poesía: Primer premio en el Concurso Internacional Facundo Cabral 2013; Primer premio en el Certamen “Hacer Arte con las Palabras” 2017; obtuvo primera mención en el I Certamen Internacional de Poesía “Luis Alberto Ambroggio” 2017 y tercera mención en el mismo concurso de 2018; Primer premio del concurso Internacional “Francisco de Aldana” en lengua castellana 2018 (Salamanca, España), con su poemario: Nos va a nombrar ahora la nostalgia.

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HABRÁ QUE DEMOLER LAS RAÍCES

que crecen   /los desamparos.

Habrá que cortar el aire de un tajo

para no ser semilla.

Seguir esparcidos

rozando la agonía en su candor de libertades.

 

Habrá que inventarse un nombre

y otra cabeza.

Volverse pájaro

andar ligero en el disparo abierto de la luz

en la estrechez agónica del sol.

 

Habrá que morirse

en un tramo tranquilo lejos de la sal.

Inventarse el olvido y otra memoria.

 

Habrá que aferrarse a esta ciudad

enfrentar la maldita circunstancia

del agua por todas partes.

Olvidar que la felicidad es un escombro

un rayo mitigado de la luz

empobreciendo las nostalgias.

 

 

PÁLPAME CIUDAD

la cal   /la sed   /el ojo náufrago.

Mi cabeza es una isla en su tramo rocoso.

Hierve la palabra en sus gajos de sol

otra melancolía despojada de sombra.

 

Todo me fue robado

Luz y palabra  /cruz y fiebre   /vértebra y llama.

Encima de la luz como un animal doblado

me arrojan los vértigos.

 

Las cosas del silencio atraviesan

esta pared que se llena de ojos.

La carne en su lustroso fruto de soledades.

 

Ábreme ciudad

el corazón es drupa caliente

cuando lo encuentra el viento.

Sigo en la espiga lavada de esa lluvia

un girasol borrado.

Palpa ese limbo donde envejezco.

También la luz es cruel

me arranca de un tajo la esperanza.

 

 

PORQUE HAY ISLAS QUE SE QUEDAN

pequeños tramos de claridad

sobre la sombra acariciable.

 

Tierra siempre lúcida

qué rima darte

qué pequeño escalofrío vendrá de ti.

Carne de isla infinita

cuya raíz es agua

un agua repetida y sorda

anulándose.

 

Porque hay islas que nunca se apagan

que siguen doliendo.

 

Límpida tierra impalpable y nuestra

se queda en ti el resplandor de la tarde

la marea circular y suicida

los muertos que regresan a ti.

Isla pródiga intocable

esa larga cicatriz sobre el ayer

diseñándonos la ruta y las memorias.

 

 

QUE CENIZA NOS COMPONE

y viene a beber al sol el viejo músculo

la ciudad que florece

sobre  un montón de huesos secos.

 

Bajo los signos

la lluvia que interroga

y uno puede juntar esas mitades

ir desgranándose en el tramo húmedo

en la abierta señal.

 

Deberían curarnos las palabras

palabras para llenar la muerte

con una sombra viva

para regar la oscuridad así sin ojos.

 

 

LLUÉVEME POESÍA

hay urgencia de ti

el silencio es esa flor masiva de veneno

y se esparce

córtalo.

 

Eres la única promesa

un ramo de fiebre sobre la luz

abriéndose

un múltiple estertor

sobre el preludio quieto de esas voces

que purifican el aire.

Lluéveme /enlódame

cruza mi sombra.

Has que florezcan en mí

todas las cifras del amor

en su pascua perenne.

Mánchame de polen

del polen bárbaro de las luces

en su hilada plegaria y desconsuelo.

Mariposa

quiero cerrar mi párpados

quiero mostrarme

mostrar mi soledad

la ilimitada voz sin borde

en mi cabeza.

Soledad es mi nombre.

Sobre el puñado de abejas aplastadas

está mi corazón

la voz que destroza a los muertos

con sus rotos aullidos.

 

 

APAGUÉ LAS VELAS

dejé que la penumbra me inundara.

Así traté al amor y le ofrecí mi cuerpo

Y me ovillé

dejando que el silencio

me domara.

Bebí de su reino

de su oscura mañana.

Y me quedé

en la espuma de esos sitios vacíos

del corazón y la memoria.

 

Y recé para quedarme

numerosa y sensual en cada sílaba.

Para quedarme

fiel y sumada a la visión

y los reflejos

en el hondo laberinto de la tarde.