BAQUIANA – Año XVIII / Nº 103 – 104 / Julio – Diciembre 2017 (Reseña I)

LA FRAGILIDAD PODEROSA: A PROPÓSITO DEL LIBRO IMPOSEÍDA DE MERCEDES DE ACOSTA 

 

 por

 

Aimée G. Bolaños


IMPOSEÍDA 194 X 300

Ediciones La Mirada
Las Cruces, Nuevo México
Estados Unidos
2016
ISBN: 978-0-9911325-4-6
pp. 91


Fuiste tan esencialmente tú misma
Mercedes de Acosta

 

     Indefinible, Mercedes de Acosta (1893-1968) atraviesa la primera mitad del siglo XX con una experiencia cosmopolita y en el convivio de diferentes culturas. De madre española y padre cubano, nacida en el seno de una rica familia intercultural, se desenvuelve como neoyorquina viajera. Relacionada con celebridades del mundo del arte y el entretenimiento, fue del cenit a un triste ocaso. Feminista activa y sufragista, vibra con las diferencias sociales, étnicas, de género. Escribe poesía, teatro, guiones de cine, narrativa, artículos de opinión y hasta una autobiografía, además de diseñar ropas y a sí misma.

     Para un público hispano, si bien no excluyente, que poco sabe o desconoce a Mercedes de Acosta como poeta,[1] Jesús Barquet y Carlota Caulfield seleccionan, traducen al español (además de Joaquín Badajoz) y editan Imposeída (46 poemas).[2] También, y no en segundo lugar, escriben un ensayo de presentación, “Mercedes de Acosta en traje de poeta”, revelador del penetrante y documentado estudio que hace posible el libro, complementado con una valiosa bibliografía.

     Más allá de la curiosidad biográfica, que la colorida historia de la autora no permite desconocer o soslayar, los editores componen un extraordinario retrato en movimiento de Mercedes de Acosta, vista en familia, en sus fabulosos y desventurados relacionamientos –Greta Garbo, Marlene  Dietrich, Ona Munson, Isadora Duncan, Alla Nazimova, Eva Le Gallienne entre otras–, dislocándose entre el nuevo y viejo mundo por los deslumbrantes espacios del glamur y la decadencia. Todo tiene su lugar y contribuye en esta redescubierta de su poesía, leída en sus contextos de época y lo específico del trabajo artístico.

     Gracias al libro imagino a Mercedes de Acosta como figura multifacetada y performática. En una de sus fases posibles, desde la asumida diferencia, proclama su radical identificación: feminista, de pensamiento liberal,  lésbica, escritora. En esta dimensión pública, no teme chocar, ni escandalizar. Enfrentada a una sociedad a la que problemáticamente pertenece, se hace de retazos y modelos (travestismo, maquillaje expresionista, entre otras estrategias), un tanto pastiche. Actúa de manera sorprendente, traspasa límites, reformula fronteras. Como indica Patricia White, citada por los editores, “se volvió famosa en una época en que la fama y el lesbianismo estaban siendo redefinidos” (p. 12) y añadiría, no solamente en Hollywood, donde también tendrá una experiencia de vida y profesional.

     Si algo, a mi manera de ver, pudiera tentativamente identificarla es la disonancia, nada casual la sincronía de la escritura de sus poemarios y el auge del jazz en New York, uno de sus grandes centros. Mujer de cultura y fecundos trasiegos, transgresiva con facetas conservadoras, como cualquier hija de su época, aunque la sobrepasara, no son pocas las paradojas de esta figura pasional y osada.

     Como parte de una tradición literaria que el romanticismo entronizó – acaso Lord Byron una de sus figuras más ilustrativas– y no desaparece aunque mude de formas, el artista se autoconstruye en el reflejo de su obra que, de alguna manera, lo contiene y redimensiona. El poeta va por la vida con los ropajes de su poética; los vasos comunicantes entre vida y ficción son ricos y complejos.

     Mercedes de Acosta pertenece a este linaje artístico, si bien más que autoficcionalizarse en su obra, aunque no falten rasgos autobiográficos, la autora transita por el mundo de afuera como personaje de su imaginario, enfatizados sus atributos desestabilizadores e iconoclastas. En ese tramado de vida y obra se instaura como figura autoral, moviéndose entre el espacio social y el privado, intimidad e imagen pública entrelazadas. De ahí que no tenga reparos en decir que me ha parecido tan creativa la invención de sí como su poesía y quién sabe si hasta más…

     En el centro de esa construcción identitaria, se sitúa su culto a la libertad de vida y pensamiento. Hoy, cuando invocamos el empoderamiento de la mujer no solo en los derechos a la igualdad, sino transformadora del entorno, la declaración de identidad de Mercedes de Acosta, se mantiene actual y liberadora al concebirse en lo inasible de su personalidad y el ejercicio de la libertad, aunque “tal vez perezca en las grandes alturas, / pero muere de su propio albedrio” (p. 33), como en “Un pájaro es como la libertad”.

     La autora asume, con todos los riesgos y posibilidades, entre conquistas y fracasos, su ideal de realización. Así puede verse en el poema “Imposeída” que da nombre al libro –acierto grande este título–; pieza clave autoexpresiva de esta excepcional mujer-artista que quiere ser, esencialmente, ella misma:

                

Nunca lograrán someterme.

Ni comprender el verdadero secreto de mi ser.

Tal vez logren, con pasión y violencia,

Poseer mi cuerpo,

Pero mi alma

Siempre virgen

Vagará eternamente

¡Imposeída! (p. 56)

 

     Como Foucault con brillantez dice, el sujeto de la modernidad es aquel que se crea a sí mismo. Sin dudas, Mercedes de Acosta como autocreación es excepcional, hasta en sus ambivalencias. En tal sentido, llaman mi atención sus contradicciones. La exhibición de su identidad de género en los espacios públicos contrasta con el tono contenido, hasta pudoroso y reticente de su poesía amatoria. Curiosamente ni en la autobiografía, Here Lies the Heart (1960), justificativa y conciliadora, que escribe motivada por la penuria económica, ni en los poemas de amor, la autora tan desmesurada en los gestos de la vida, rompe el velo de su experiencia erótica, muy diferente de Anais Nïn, otra referencia de época, también vinculada a Cuba.

     En esta dimensión autocreativa, los que llamaría poemas-espejos constituyen un conmovedor testimonio de la busca de sí, punto alto de Imposeída.  En ellos, el sujeto poético más melancólico y reflexivo que polémico, deja testimonio de la soledad y el fracaso, como se muestra en “Bravata”, poema de estratégica segunda persona desmitificante:

 

Golpeando estás siempre con tu guante

El rostro de la Vida.

Osada, desafiante, con ojos enloquecidos

Aguardando a que te devuelvan el golpe.

En realidad,

No eres más que una criatura pavoneándose

Sobre el pequeño escenario de sí misma,

Mientras anhelas que alguien te ame. (p. 42).

 

     Poderosa imagen la de esta criatura que se pavonea sobre “el pequeño escenario de sí misma”, imagen de gran impacto conceptual-emotivo, tal vez una de las más dramáticas autocaracterizaciones de la autora que se desnuda espiritualmente y muestra su fragilidad.

     Desde los poemas de iniciación (que en Imposeída el orden cronológico de los libros de Mercedes de Acosta va del último al primero), está presente esta visión desilusionada, pesimista del mundo en que vive y de sí. El yo poético de “Torbellino”, después de un violento anatema contra la “civilización”, confiesa:

 

Pero también estoy cansada de amar

y ser amada –han pasado siglos desde que

te hablé de amor– y estoy exhausta de mentiras,

más cansada aun de la verdad que despierta esperanzas

y termina en desengaños.

¡Qué inútiles, confusas y trágicamente frágiles

son todas estas cosas!

(…)

Demasiado cansada estoy de la vida, pero sobre todo

de mí misma.

Oh, Dios mío, déjame romper estas cadenas…

¡Demasiado cansada estoy de mí misma! (p. 87-88)

 

     Aciertan Barquet y Caulfield cuando consideran a la autora “una mujer icónica de una época” (p. 7), mostrando la relevancia de su poesía, también de su actitud vital. Y para completar, los editores la piensan en el contexto de la experimentación modernista estadounidense, formidable proceso de renovación estética que tiene poetas de la talla de Eliot, Pound, Moore, Williams, Frost situados a la vanguardia.

     Ciertamente Mercedes de Acosta “abraza la modernidad urbana” (p. 10), la vive e interioriza al transitar espacios marcadamente liberales y contradictorios, favorecedores y alienantes. En ese conturbado mundo donde “todo lo sólido se desvanece en el aire”, de valores indefinidos y fluctuantes, nace su poesía a medio camino entre modernismo y neorromanticismo, entre tradición y renovación.

     Según especifican Caulfield y Barquet, los 46 poemas incluidos en el libro provienen de los tres únicos poemarios publicados por de Acosta en vida: Moods (prose poems) (1919), Archways of Life (1921) y Streets and Shadows (1922). Pero en la presentación se mencionan y hasta traducen otros poemas suyos aparecidos entre sus papeles personales, ya que en 1931 decide solo escribir poesía para sí misma. Sin madura continuidad, su obra supone, en parte, un proyecto interrumpido.

     En este orden de pensamiento, destacaría junto a los poemas de la subjetividad en conflicto, los poemas de la mirada. Desde afuera y adentro, distante e inmersa, alternando perspectivas, Mercedes de Acosta configura –con su imaginario de ascendencia futurista, expresionista, fauvista– el vértigo de las metrópolis. Así, el poema “New York” ofrece una peculiar visión con su forma fragmentada, ritmo sincopado, imágenes contrastantes, paradójicas –hormigas poderosas y paralizadas–, en una especie de realismo duro de destellos fantasmagóricos. El estilo cortado, sintético, discorde, de asociaciones imprevisibles, deja espacio para la imaginación que va armando el poema de una ciudad dual:

 

Día

Casas frías y grises –horribles calles–

Hierro–acero–fango–

Edificios en ruinas–polvo–suciedad–

Tráfico congestionado

Como enjambres de hormigas poderosas

Paralizadas a la vez.

 

Noche

Mágica ciudad tocada por las estrellas

Con altísimos fantasmas portando velas.

Onírico espíritu con sombras de ónice

Y el beso de la luna sobre su rostro. (p. 36)

 

     Al describir tanto de modo objetivista como afectivo, a través de polaridades en extrema tensión, Mercedes de Acosta revisita, a su modo, la figura del flâneur, espectador urbano de los tiempos modernos siempre en el dominio de su individualidad. Esta  figura, que Baudelaire consagrara en su versión masculina, es reconfigurada por la poeta como mujer, desde una visión femenina e intercultural, con tintes cada vez más sombríos y caóticos ante la opulencia sin alma de los no-lugares, típicos de la existencia moderna. Por sus lacerantes contrastes de riqueza y miseria, de prepotencia y desamparo, de belleza y horror, New York ocupa un lugar principal en la poesía de Mercedes de Acosta, vista no solo en su monumentalidad amenazante, sino también desde la perspectiva de sus habitantes (jornaleros, madres, transeúntes), identificada la mirada de la poeta con la soledad y el vacío:

 

Gente–gente–gente

Distorsionado congestionamiento de humanidad–

Mas por encima de todo una odiosa soledad –un vacío–

Y en todas partes –sufrimiento…sufrimiento… (p. 31)

 

     Finalmente vale apuntar que no han sido pocas las dificultades para traducir al español la poesía de Mercedes de Acosta. Los editores indican que solo unos cuantos poemas contaban con traducción y añaden: ‘De Acosta alcanza intensidades líricas en inglés que, al volcarse al español, pueden perder su esplendor o trastabillar con alguna que otra redundancia, repetición o cursilería que en aras de la traducción literal hemos mínimamente amortiguado” (p. 19-20). Salvando dificultades, la  traducción de Imposeída es primorosa, así como el criterio selectivo y la edición. En tanto que poetas y estudiosos de la literatura, Jesús J. Barquet y Carlota Caulfield comprenden la relevancia de cada poema incluido y crean un conjunto representativo de los diferentes libros de Mercedes de Acosta, así como de sus temas principales. Añaden con Imposeída una página nunca menor a la historia de la literatura, sin rótulos, no circunscrita, expresiva de los cruces culturales que, estando presentes en toda la historia de la cultura, caracterizan a los tiempos modernos.

     Nosotros, lectores, reconquistamos una voz de la polifonía moderna, a la vez que nos acercamos, a través de figura tan singular, a una época de significativas resonancias en el desarrollo ulterior de la cultura artística de la alta modernidad. Está abierto, por tanto, el convite a ser parte del descubrimiento poético de la inclasificable Mercedes de Acosta, poeta de identidades aún desafiantes.

 

 

[1] Los editores destacan el interés por de Acosta en las redes sociales y en un conjunto de obras: teatro, novela, musicales, documentales que se inspiran en su impar figura (p. 13).

[2] DE ACOSTA, Mercedes. Imposeída (46 poemas). BARQUET, Jesús J.; CAULFIELD, Carlota (editores). Traducción al español de Jesús J. Barquet, Carlota Caulfield y Joaquín Badajoz. Las Cruces: Ediciones La Mirada, 2016, 91 págs. ISBN: 978-0-9911325-4-6. Todas las citas pertenecen a esta edición.

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AIMÉE G. BOLAÑOS

Nació en Cienfuegos, Cuba (1943). Poeta, ensayista, profesora universitaria, crítica e historiadora literaria. Doctorada en Ciencias Filosóficas (en la especialidad de Literatura Latinoamericana) por la Universidad de Rostock en Alemania en 1982, ha sido profesora de la Universidad Central de las Villas (Cuba), de la Universidad de Ottawa (Canadá) y de la Universidad Federal de Río Grande del Sur (Brasil). En Cuba, fue presidenta del Consejo de Redacción de la revista literaria y cultural Islas, concebida originalmente por el escritor Samuel Feijóo, dedicó dos libros de estudios literarios a la obra del narrador Félix Pita Rodríguez y le fue otorgado el Premio Nacional a la Mejor Obra Científica por sus capítulos en el libro de Historia de la literatura cubana en 1995. Es miembro del Consejo Editorial de la revista Signo, del Departamento de Letras de la Universidad de Santa Cruz del Sur (Bolivia). Ha publicado numerosos artículos sobre poesía y narrativa cubana trasnacional, poesía española y latinoamericana, especialmente brasileña. En los últimos años se ha dedicado al estudio de la poesía femenina. Sus poemas aparecen en numerosas antologías, entre ellas, Catedral Sumergida (2013). También ha publicado el libro de ensayos Poesía insular de signo infinito. Una lectura de poetas cubanas de la diáspora  (2008) y la entrada sobre “Diáspora” para el Dicionário das mobilidades culturais: percursos americanos (2010, edición en francés, 2013). Entre sus libros de ficción: El Libro de Maat (2002), Las Otras. (Antología mínima del Silencio) (2004), Las palabras viajeras (2010), Escribas (2013) y Visiones de mujer con alas (2016). Desde 1997 reside en Brasil.

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