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SERGIO A. ORTIZ
Nació en San Juan, Puerto Rico (1951). Poeta, narrador, fotógrafo y educador. Vivió parte de su niñez en Chicago, desde 1955 hasta 1960. Escribe tanto en inglés como en español. Ha publicado en inglés los poemarios: At The Tail End of Dusk (2009), Topography of a desire (2010) y Wet Stones And Bedbugs In My Mattress (2011). Ha publicado el poemario bilingüe: Elephant Graveyard, Cementerio de Elefantes (2017). Ha sido nominado al premio Pushcart en dos ocasiones, al Best of the Web en cuatro ocasiones, y al Best of the Net en 2016. Fue ganador del 2do lugar en el Premio Ramón Ataz de Poesía (2016). Sus poemas han sido publicados en diversas revistas literarias, impresas y digitales, tales como: Letralia, Chachala Review, The Accentos Review, Resonancias, Jornal de Poesía y Adobo Criollo, por mencionar algunas. En la actualidad es editor del blog Undertow Tanka Review.
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NOSOTROS LOS CHICOS INVISIBLES
hemos estado gestando
en este arenal durante meses.
Buscando fuerzas-pilares,
manteniendo habilidades-felinas.
Vagamos lentamente hacia amistades
y amantes; silenciosos,
atados, zurcidos y esperando.
En esta ciudad, este Neverland,
solo nos tenemos un al otro.
Y todos fuimos traídos a esta playa
por un flautista de Hamelin distinto.
Nos hicimos muchachos
calmando infancias mortinatas.
Flexionando músculos y observando
nuestros cuerpos comprimirse
en formas que abiertamente deseábamos,
pero que secretamente objetábamos.
CARMELA
Cáncer de mama, licencia indefinida.
Las meseras recolectaron dinero
que no estaban gastando en cerveza.
Se maquillaron, después de una noche lenta
en el trabajo, y aparecieron en el apartamento
con flores que olían a grasa de cocina
y cigarrillos sin filtro; labios manchados
con brillo de fresa. Ella, feliz de verlas,
lamentaba no tener sofá: Sólo tengo un sillón
reclinable, y una lámpara sin cubierta.
Las flores se marchitaban en el florero
que estaba entre la televisión y el sillón.
Ahí la quimio hacía su trabajo.
Así que le conté todo lo que pude
del establo de mis padres, como montaba
caballos de paso fino a galope sostenido.
Ahora estoy despierta
tratando de consolar a otra amiga
que está recién soltera y casi borracha,
enviando mensajes de texto
sobre lo mucho que duele esta vida.
MUCHACHO ISLEÑO
Tenía 17.
Piel cobre intenso
al frente del espejo
de mi abuela:
muchacho isleño de pelo negro.
Ventana abierta,
quise aspirar el aroma a sofrito.
Se me cayó la toalla.
Clavé las yemas de los dedos en el espejo.
Para aquel entonces
susurraba que no quería ser hombre.
Incluso sentí que estos incipientes pechos
crecían muy pesados.
Pues doblaban mi espalda
con todas sus demandas.
XILOGRAFÍA
Soy
ese Hombre
convertido
en esa Mujer
cuya madre
se convirtió la sombra del padre que yo soñaba, pero que jamás conocí.
Me rompo y me
reconstruyo
sin sentir nada.
Verán,
yo y la libertad eventualmente nos vamos a encontrar, aunque eso signifique estar libre de la X. De la X de la Y, porque volar sin alas no es tarea fácil. Mi primera confesión: soy guerrero que carga el mensaje sin importar lo pesado que es el bulto. Inhalo dolor y exhalo amor.
PARA TODOS NOSOTROS
Para nosotros los bloqueados
de comunidades que se quejan de la
intolerancia de los de “afuera,”
pero adoptan la misma
intolerancia desde “adentro.”
Esa hipócrita postura de “solo nosotros”
olvidando que todos estamos atados a mentiras
que invalidan nuestra humanidad,
que separan nuestro cuerpo de su ser,
que les asignan roles a las almas.
Para los que nos atragantan el sueño
de “happily ever after”
pero que nunca sanan lo escabroso
que es la homofobia internalizada:
‹‹ nada de gordos, nada de afeminados,
nada de maricas ››
descartados por hombres
que arruinan sexualidades,
que reducen a enigmas
vergas carentes
de dulzura.
Para los homies brutalizados
por la esclavitud pasada
y presente: “Joe Crow Mass Incarcerations”
cuyos corazones laten en los pechos sordos
atrincherados detrás de los muros del silencio
que nunca van a proteger
esos increíbles coros Gospel.
¡Te amo MLK Jr.!
Para mis hermanos bronceados,
de intercesiones resonantes
en Hispanoamérica:
Nosotros lo tenemos todo.
Y estamos aquí
con cuantía incalculable,
mereciendo ser amados.