BAQUIANA – Año XVIII / Nº 103 – 104 / Julio – Diciembre 2017 (Ensayo II)

EL PODER Y SU MANIFESTACIÓN EN EL REINO DE ESTE MUNDO DE ALEJO CARPENTIER

 

por

Fabricio Silva


     En este ensayo analizaremos el poder y su manifestación opresora, místico/libertador en El reino de este mundo (1949). La ostentación del poder es algo que la humanidad ha buscado desde su génesis: en su búsqueda los hombres han matado, explotado y subyugado a sus semejantes en nombre de sus ideales, convicciones, religión y valores. La esclavitud, por ejemplo, se articuló como vía de dominio (poder) y como modelo productivo de capital humano bajo la necesidad de obtener dinero. Las conquistas territoriales también fueron parte de la búsqueda desenfrenada de los conquistadores por el dominio de la otredad. Ambos aspectos han sido ilustrados por Carpentier en su novela.

     Analizar el poder en El reino de este mundo es trabajar en un tema muy significativo y presente en las obras de Carpentier. Sus obras están repletas de elementos binarios que de una forma u otra aluden a la temática del poderío tales como: esclavitud/opresión, devoción popular/la religión, y raza.  El crítico literario (Maturo 1972), hablando de la temática del poder en las obras de Carpentier, afirma que: “Religiosidad y acción política son dos formas de una misma tensión…Todos sus libros apoyan la liberación de los pueblos atacando las distintas formas de dependencia” (p. 58-59). Que en el caso específico de nuestra lectura esta dependencia era la que los franceses tenían de los esclavos para la producción de azúcar en la Isla.

     La obra nos presenta la vida dura y la opresión en que los esclavos viven en Haiti del siglo XVIII, tratándose de una colonia subyugada, explotada y oprimida por Francia con mano de hierro. El historiador (Copeau, 2008) en The History of Haiti, afirma que: “en 1753 la población de Haiti era de 173.000 habitantes siendo que en 1791 aumenta para 520.000 y que de ese número 450.000 eran esclavos sometidos al trabajo y a los maltratos de los colonos” (p. 18). Esa realidad opresora también es captada en la novela tal cual que en medio a esa vida de maltratos había un grito de los esclavos en búsqueda de la libertad:

¿Tendré que seguir lavando las calderas? ¿Tendré que seguir comiendo Bambúes? Como salidas de las entrañas, las interrogaciones se apretaban, cobrando, en coro, el desgarrado gemido de los pueblos llevado al exilio para construir mausoleos, torres o interminables murallas. ¡Oh, padre, mi padre, cuán largo es el camino! ¡Oh, padre, mi padre, cuán largo es el penar! (Carpentier, p. 47-8).

     Los esclavos eran usados para todo el tipo de tareas y principalmente para la producción de azúcar proveniente de los cañaverales. También eran explotados, azotados por puro placer de sus señores: “…era [Monsieur Leonard] cada vez más aficionado en imponer castigos corporales a los hombres [esclavos]” (Carpentier, p. 58). Los representantes del poder opresor francés en la isla trataban las insurgencias de los esclavos con respuestas como las ejecuciones públicas mediante quemas en hogueras. La práctica de ejecuciones en público se basa en la idea de intimidación y afirmación de poder. En este sentido, (Foucault 1976) en Vigilar y castigar, define el uso de las ejecuciones en público como demostración del poder con fines de intimidación:

La ceremonia punitiva es, pues, en suma, “aterrorizante”. Los juristas del siglo XVIII, cuando comience su polémica con los reformadores, darán de la crueldad física de las penas una interpretación restrictiva y “modernista”: si son necesarias las penas severas es porque el ejemplo debe inscribirse profundamente en el corazón de los hombres (p. 31).

Esta característica aterradora de una ceremonia punitiva que alega Foucault está presente en la historia de El reino de este mundo a través de la manifestación del poder opresor imperial. Observamos la manifestación de esa opresión en la ejecución del personaje mandinga Makandal que fue condenado a la muerte por sus intentos rebeldes en contra los colonos franceses de la isla de Santo Domingo; hecho que acabó resultando en la muerte por envenenamiento de una gran cantidad de colonos de la isla. La consecuencia de sus acciones le resultó en su condenación a la muerte:

Mackandal, agarrado por diez soldados, era metido de cabeza en el fuego, y que una llama crecida por el pelo encendido ahogaba su último grito. Cuando las dotaciones se aplacaron, la hoguera ardía normalmente,como cualquierhoguera de buena leña, y la brisa venida del mar levantaba un buen humo hacia los balcones donde más de una señora desmayada volvía en sí. Ya no había nada que ver. (Carpentier, p. 18)

     La ejecución en plaza pública de Makandal ocurre con el propósito de intimidación ejemplarizante hacia los esclavos con el objetivo de desarticular cualquier tentativa de rebelión. Es por ello, que la dominación tiene como característica principal producir un miedo que llegue en el terror de la muerte. Ellos lo logran de cierto modo a través del asesinato de Makandal. Profundizando en la teorización sobre la ejecución en público y su relación con el poder, (Foucault, 1976) nombra ese tipo de ejecución como: “La tecnología del castigo y la define como la tecnología del castigo monárquica” (p. 74). En el caso de la novela que analizo apunta directamente en Haiti al poder opresor ejercido por la corona Francesa.

     Esa crueldad e intimidación también la vemos a través del gobernador Rochambeau en la fiesta de la partida de Paulina Bonaparte, él manda ejecutar algunos esclavos: “…en presencia de tantas personas vestidas de seda, se hería la víctima con una espada, para que la sangre corriera, bien apetitosa estimando que los negros se estarían quietos” (Carpentier, p. 91). La misma práctica de intimidación también la encontramos en la exposición de la cabeza del esclavo Bouckman que también intentó una rebelión frustrada. “La cabeza del Jamaiquino Bouckman se agusanaba ya, verdosa y boquiabierta, en el preciso lugar que se había hecho ceniza hedionda la carne del manco Makandal” (Carpentier, p. 69).

     Carpentier expresa cómo el dominio opresor sigue cambiando de manos pero siempre continua presente en Haití. Para el ejercicio de tal opresión es necesario un tirano y en un primer momento de la novela, el opresor que se representa a través los colonos franceses de la isla de Santo Domingo. Por ejemplo, dicho poder se forma en la primera parte de la novela por las manos de los colonos que azotaban a los esclavos todos los días. Es una opresión física que sucede como consecuencia del envenenamiento de las fuentes de la llanura por las manos de Makandal. Y como consecuencia causa, muchas muertes de colonos que: “Exasperados por el miedo, borrachos de vino por no atreverse ya a probar el agua de los pozos, los colonos azotaban y torturaban a sus esclavos, en busca de una explicación” (Carpentier, p. 39). Así, se manifiesta esta opresión físicamente por medio de un imagen del látigo. El trato de los colonos para con los esclavos en Santo Domingo era muy duro aumentando aún más el deseo por la liberación.

     La opresión de los colonos también adquiere una dimensión económica con fin de producir más azúcar. Con este único objetivo explotaban y oprimían a los cautivos a niveles inhumanos. Eso es lo que el historiador (Garringus, 2006), afirma: “…hundreds of thousands of Africans working for a few thousand Frenchmen, they argued, brutal discipline and abiding scorn for all people were essential tools of the sugar trade”(p. 22). Por otro lado, Garringus también afirma que eses esclavos trabajaban hasta lo que él dice “… past of endurance of man limit” (p. 22). No difiere de Carpentier porque éste no sólo alude ese poder opresor que describe Garrigus en Haiti sino también da nombre a quien lo representa en su novela.

     Carpentier reunió extensa documentación histórica antes de escribir su novela sobre Haiti y en ese sentido (Belic, 1969) explica cómo “La obra es realista porque mediante imágenes concretas expresa la esencia de los sucesos históricos” (p. 217). Esa opresión también llegaba hasta el deseo de aniquilar totalmente a los esclavos que de verdad fue la manera en que los colonos gobernaban la isla. En efecto, el personaje Monseniour Blanchelante que después del intento de revuelta de los esclavos liderados por Bouckman quería exterminar a todos los negros de la isla: “Monsieur blanchelande estaba por el exterminio total y absoluto de los esclavos, así como de los negros y mulatos libres. Todo el que tuviera sangre africana en las venas, así fuese cuarterón, tercerón, mameluco, grifo o marabú, debería ser pasado por las armas” (p. 70). No había clemencia a los esclavos y opresión física de motivación económica genera en el exterminio en público de los disidentes como forma punitiva.

     Ya en la segunda parte de El reino de este mundo vemos un poder que oprime no la otredad compuesta por la dicotomía blanco/negro sino la reproducción de esa estructura en la negritud de un negro que oprime a otro negro. Por lo tanto, hay un cambio en el orden social en el que el negro se convierte en rey y ejerce poder sobre los otros negros. Ese cambio nos lo narra Carpentier a través de los ojos del personaje Ti Noel: “Pero lo que más asombraba a Ti Noel era el descubrimiento de que ese mundo prodigioso, como no lo habían conocido los gobernadores franceses del Cabo, era un mundo de negros” (Carpentier, p. 102).

     Los negros, tanto hombres como mujeres, ahora poseían diferentes oficios en el reinado de Christophe: “…porque negras eran aquellas honrosas señoras, de firme nalgatorio, que ahora bailaban la rueda en torno a una fuente de tritones” (p. 102); E incluso ocupaban cargos de ministros en la corte, poder ese que en un Haití bajo dominio Francés sería imposible: “…negros aquellos dos ministros de medias blancas, que descendían, con la cartera de becerro debajo del brazo, la escalinata de honor” (p. 102). Los antiguos esclavos ahora hacían parte de la estructura social en Haití. Es decir, hubo una inversión de la pirámide social con la salida de los franceses de la isla: “…negro aquel Gran Copero, de cadena de plata al cuello, que contemplaba, en compañía del Gran Maestre de Cetrería, los ensayos de actores negros en un teatro de verdura, negros aquellos lacayos de peluca blanca, cuyos botones dorados eran contados por un mayordomo de verde chaqueta” (p. 102). La opresión continuaba en la isla a través de las manos de los propios negros.

     Aparte del poder opresor, en El reino de este mundo, encontramos un poder místico que se manifiesta a través de la metamorfosis del personaje Makandal a varios tipos de insectos. Por ello, lo místico y su influencia están muy presentes en la historia. Percibimos manifestaciones del poder místico pre-moderno africano de los esclavos constituido en el personaje de Makandal. La cual interpreto como una manipulación animista por la cual la naturaleza adquiere vida y se funde con Makandal: “…pisaba yo una tierra donde millares de hombres ansiosos de libertad creyeron en los poderes licantrópicos de Mackandal, a punto de que esa fe colectiva produjera un milagro el día de su ejecución” (Carpentier, p. 5).

     Ese poder místico que vemos en la obra es responsable por la producción de un mestizaje. No un mestizaje de razas que también existía en Haiti sino de visiones diferentes entre dos mundos completamente opuestos. Es decir, por un lado, hay los esclavos en el día de la ejecución del mandinga Makandal ahí presentes juntamente con los colonos: “Abajo, cada vez más apretados y sudorosos, los negros esperaban un espectáculo [ejecución] que había sido organizado para ellos” (Carpentier, p. 50). Por otro lado, los colonos franceses esperando también dicha ejecución, este mestizaje, se revela en el momento de la muerte del mandinga en la hoguera en el momento que los colonos ven un negro muriendo en medio a flamas: “ Makandal agarrado por diez soldados, era metido de cabeza en el fuego, y que una llama crecida por el pelo encendido ahogaba su último grito” (Carpentier, p. 52). Eso era lo que veía los colonos, pero los esclavos veían el milagro de la transformación y auto liberación del mandinga de las cadenas. Los colonos no podían ver a Makandal transformarse y escapar de su muerte porque no sabían nada de los esclavos “¿Qué sabían los blancos de cosas de negros?” (Carpentier, p. 50).

     Su transformación en mosquito fue un fenómeno sólo presenciado por los esclavos y no por los colonos. La metamorfosis es el vehículo que permite la visión mestiza en El reino de este mundo. Es ella que proporciona el choque de los dos mundos en que uno no sabe mucho lo suficiente del otro pues es el esclavo lo único ve la transformación. También, ella es el instrumento que usa el novelista latinoamericano moderno para intentar revelar una nueva forma de percepción y eso es lo que (Díaz, 1986) afirma: “Latin American writers who depict metemorphoses are both epistemological and ontoligical; they intent to reveal new ways of perceiving, understanding, the world…” (p. 2). La metamorfosis en El reino de este mundo se erige como el intento de coger la cortina a la realidad del poder místico que esla propulsión de la metamorfosis.

     La metamorfosis en la obra no sólo es el vehículo que permite la visión mestiza entre colonos y esclavos sino también posee por dé tras de sí misma el intento de revelar el poderío místico. Podemos ver esa manifestación del poder místico en la licantropía de Makandal en su ejecución en que él escapa a través de su transformación en un insecto con fines de librarse de la muerte:

El fuego comenzó a subir hacia el manco, sollamándole las piernas. En ese momento Mackandal agitó su muñón que no habían podido atar, en un gesto combinatorio que no por menguado era menos terrible, aullando conjuros desconocidos y echando violentamente el torso hacia adelante. Sus ataduras cayeron, y el cuerpo del negro se espigó en el aire, volando por sobre las cabezas, antes de hundirse en las ondas negras de la masa de esclavos (Carpentier, p. 51).

     El poder místico en la obra representado a través de la metamorfosis también tiene el propósito de referirse al vudú y su fuerza visceral en la cultura haitiana. El vudú en El reino de este mundo es encarnado por los esclavos a través de las deidades adoradas por ellos tales como el Ogun Gerrero el Ogum Chango, dioses que son las representaciones de la influencia africana en el Caribe y también Latinoamérica. El vudú, se torna símbolo de la lucha contra los colonizadores franceses y a través de sus dioses y rituales que los esclavos se fortalecían para la revolución. La representación de este poder místico sin duda en la obra es el mandinga Makandal que siempre se transformaba en muchos animales de diferentes formas siendo detentor del poder de los dioses para hacerlo: “ahora sus poderes eran ilimitados” (Carpentier, p. 43). Makandal sería quien daría la señal de levante en contra los colonos. El inmortal, que había escapado de la muerte cierta en las manos de los blancos era para los esclavos el símbolo y representante del vudú y de la liberación de su pueblo.

     Hablando del vudú en El reino de este mundo, (Rodríguez, 2008) expresa que: “…la religión de los negros haitianos [vudú] toma fuerza por encima del catolicismo impuesto, al toque del tambor se aferran con delirio a su fe, a su Ogún-guerrero, a su Ogún-Changó invocado por sus hijos sedientos de libertad” (p. 2). Ese poder místico que abre paso a la liberación de los esclavos y es el elemento central para la lucha y también como representación del poder.

     Hay también una relación del vudú no sólo con el poder místico sino con el poder libertador en la obra. Ese tipo de poder es lo que rompe con la tradición y desarrolla realidades diferentes blanco/negro con pueblos desemejantes y puntos de vista diferenciados mestizaje ya discutidas anteriormente. Para (Volek, 2006) el vudú en El reino de este mundo “ …Es no sólo una magia primitiva y un sistema de creencias que expresan la concepción del hombre, sino también una ideología secreta que une a los esclavos y los alienta en la lucha por la libertad…” (p. 158). Hay una relación binaria entre vudú y libertad en la obra en que ese poder libertador sólo aflora y se torna realidad a través de la religión de los esclavos. Una demostración de esa ideología secreta que habla (Volek, 2008) y su conectividad con el poderío libertario, la vemos en el pasaje que los esclavos se preparan para la lucha en contra los colonos por su liberación:

Un día daría la señal del gran levantamiento, y los Señores de Allá, encabezados por Damballah, por el Amo de los Caminos y por Ogún de los Hierros, traerían el rayo y el trueno, para desencadenar el ciclón que completaría la obra de los hombres. En esa gran hora decía Ti Noel – la sangre de los blancos correría hasta los arroyos, donde los Loas, ebrios de júbilo, la beberían de bruces, hasta llenarse los pulmones. (p. 36)

     La existencia del poder libertador en El reino de este mundo y su representación sobrevén a través no sólo de un personaje pero de tres. Makandal, Ti Noel y Bouckman ¿Serían ellos una alusión a la trinidad cristiana? ¿Quería Carpentier con eso entremezclar no sólo las dos religiones sino los dioses cristianos y el vudú? El loa Dumballah y también la trinidad sería una forma entremezclada, negra y mestiza como un poder libertador de los esclavos. Vemos el sincretismo entre las dos religiones en la simbología del número doce en la historia: “Ti Noel tenía doce hijos de una de las cocineras.” (p. 20).

     El número doce representa la misión libertadora de los doce apóstoles responsables por predicar la palabra de Cristo. Todos los apóstoles fueran ejecutados por intentar llevar su mensaje libertador: “conoceréis la verdad y la verdad os harás libres” (Biblia Valera, Jo.8.32). Ti Noel junto con los doce esclavos, se erige como una representación de Cristo y los apóstoles, ellos iban a ser ejecutados luego después de la rebelión comandada por Bouckman representando una alusión a la muerte de los doce apóstoles en que la mezcla entre el vudú y el catolicismo se torna evidente: “El amo llegó a tiempo para impedir que Ti Noel y doce esclavos más, marcados por su hierro, fuesen amacheteados en el patio del cuartel, donde los negros, atados de dos en dos, lomo a lomo, esperaban la muerte por armas de filo, porque era más prudente economizar la pólvora (Carpentier, p. 24).

     Esa mezcla del catolicismo con el vudú en la obra también hace parte del carácter del mestizaje que discutimos anteriormente. Hay un nuevo mestizaje de carácter religioso que abre paso al poder libertador. En efecto, el vudú en una mezcla con el catolicismo y las religiones africanas en que el mensaje de liberación es pertinente a ambas religiones. Ese mismo sincretismo se nota no sólo en la narrativa de El reino de este mundo sino también en los títulos de los capítulos como recursos de simbolización y que para (Giacoman, 2006): “… se refieren a la tradición cristiana, por ejemplo: De profundis, Dragón dentro del arca, El pacto mayor, la puerta única, agnus Dei, eventualmente con sentido irónico: San Transtorno…” (p. 160). Por lo tanto, esa mezcla del católico con el vudú es lo que mueve la lucha por la libertad fortificando el poder libertador. Ese sincretismo tiene en sí mismo la fuerza que impulsa el poder libertador en la historia.

     A modo de conclusión, en El Reino de este mundo más que una recreación del fantástico como concepto literario, también es una obra total por su contenido no sólo histórico sino religioso y psicológico. Carpentier marca la literatura y escribe una nueva historia usando como telón de fondo Latinoamérica rompiendo con el tradicionalismo europeo. La obra adquiere su totalidad aportando temas como religión, poder y lo fantástico. El poder y sus manifestaciones opresivas, míticas entrelazadas en las páginas de esta novela llevan a sus lectores a un viaje místico y desafiante.

     El reino de este mundo alcanzó su totalidad abarcando desde los temas más sencillos hasta los más audaces. El tema del poder y sus manifestaciones en la obra aquí analizada es sólo parte del inmenso recurso literario que se nos ofrece. Tanto a los historiadores cuanto a los sociólogos y principalmente a los críticos literarios que encuentran en esta novela diversas posibilidades y temas pertinentes e importantes a la comunidad critico-literaria.

 

Bibliografía y Obras citadas

Bělič, O. (1969). Análisis estructural de textos hispanos. Madrid: Editorial Prensa Española.

Carpentier, A. (2015). El reino de este mundo. Barcelona: Austral.

Coupeau, S. (2008). History of Haiti (Greenwood histories of the modern nations, 1096-2905)Greenwood Publishing Group.

Díaz, N. G. (1988). The radical self: Metamorphosis to animal form in modern Latin American narrative. Columbia: University of Missouri Press.

Foucault, M., & Garzón, . C. A. (2014). Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. México: Siglo Veintiuno.

Giacoman, H. F., & Alegría, F. (1970). Homenaje a Alejo Carpentier: Variaciones interpretativas en torno a su obra. N.Y: Las Americas.

Gamboa, Marco. (2006). Religiosidad popular y liberación en El reino de este mundo. Revista intersedes 5 (9), 1-10.

Garrigus, J. D. (2006). Before Haiti: Race and citizenship in French Saint-Domingue. Basingstoke: Palgrave Macmillan.

Maturno, Graciela. (1972). Religiosidad y Liberación En  ¡Ecué-yamba-ó! y El reino de este mundo.  Historia y Mito en la obra de Carpentier. Ed. Nora Mazzioti. Argentina: Fernando Garcia Cambeiro. 55-86.        

Rodriguez, Suzana. (2008). El Vudú en El reino de este mundo: Para una relectura de la obra de Alejo Carpentier. Espéculo. Revista de estudios literarios, 37, 12-22.

Valera, Cipriano de, & American Bible Society. (1960). La Santa Biblia, Que Contiene El Antiguo Y El Nuevo Testamento.

Speratti-Piñero, E. S. (1981). Pasos hallados en El reino de este mundo. México, D.F: Colegio de México.

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FABRICIO SILVA

Nació en Goiás, Brasil (1982). Ensayista, poeta y profesor de español y portugués. Tiene un Doctorado en Estudios Hispánicos de la Universidad de Kentucky en Lexington. Su área de estudios e investigación es interdisciplinaria y se concentra en la literatura y el cine de Resistencia, así como en la Literatura Latinoamericana, incluyendo sus movimientos sociales, el poder militar y las dictaduras. En la actualidad ejerce como profesor en la Universidad de Pennsylvania en Lebanon Valley. Anteriormente, ha sido profesor en Indiana State University, Eastern Kentucky University, Kentucky Community and Technical College y la Universidad de Kentucky en Lexington.  Es miembro de la organización Kentucky World Language Association (KWLA), colaborador del grupo literario y revista de nombre homónimo Palabras Indiscretas, colaborador permanente de la revista especializada Hispanic Studies y coordinador de la sección Luso-Brasileña para la revista Sarasuati e-Journal of the Humanities. Entre sus ensayos publicados se encuentran: “La novela negra de dictadura en Brasil y Argentina: Panorámica del género como medio de protesta a los regímenes dictatoriales” Revista digital de humanidades Sarasuati en Cataluña, España (2013); “Cidade de Deus: Uma reflexão social no cinema nacional brasileiro” Revista digital de humanidades Sarasuati en Cataluña, España. (2014); y “Trincheras de papel: Resistencia cultural del Brasil dictatorial en Doña flor y sus dos maridos de Jorge Amado” Huellas, Revista de la Universidad del Norte, 99, Colombia. (2016). 

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