BAQUIANA – Año XVIII / Nº 101 – 102 / Enero – Junio 2017 (Cuento III)

UN IDILIO

por

Ramiro de Jesús Restrepo Uribe


     Sólo tuve que verla. Se me metió en todo el cuerpo como una enfermedad eruptiva, como una corriente eléctrica. La seguí hasta saber su residencia. Todos los días igual: parecía un detective detrás de ella, su fantasma, su sombra. Ella, sin embargo, era tranquila, no se inmutaba al ver que la perseguía, no tenía la paranoia de los demás ciudadanos que al ver un sospechoso  corrían, o no volvían a salir de sus casas o llamaban a los tiras. Ella era serena, caminaba plácida, a veces se  contorneaba, moviendo elegantemente sus caderas, como si aplaudiera con las nalgas.

     En el metro se sentaba, mostraba sus muslos curvilíneos y yo me imaginaba el punto donde confluían,  y mi cuerpo  ardía hasta que un montículo aparecía entre mis piernas y lograba  ocultarlo con mi bolso de cuero en el que transportaba el libro que leía en cada ocasión.

     Yo le ponía toda mi mirada y ella fresca, incólume, sin mosquearse me sostenía la mirada fija, sin espabilar. Quien terminaba vencido era yo. Y más se me adentraba y yo sufría una angustia de muerte terminal. Yo la amaba y ella despacio como el ganado, con simpleza me ignoraba, me desplantaba como a un insecto inofensivo.

     Una vez en el jardín botánico dejó que me le acercara.

—Te amo, le dije.

—No me importan los hombres, me parecen bestias, fingen amor pero sólo son posesivos y dominantes y nos castran sexual y mentalmente, únicamente saben penetrar y carecen de estilo para la sexualidad. Soy muy independiente para enamorarme de un macho, prefiero la soledad. Tampoco me interesa la maternidad. Y si de sexo se trata, yo me basto, sin prejuicios y sin necesidad de pareja. Estamos en otro mundo, afortunadamente.

     Con timidez le puse mi brazo entre sus hombros. No se extrañó, siguió como una lechuga recién cogida.

     Aproveché.

—Te dejas tomar una foto en pose sexy.

—Como quieras.

     Le tomé la foto rodeando un sauce, de pie, con la boca entreabierta como si despidiera un beso sensual, una mano  asía su cintura y con un jean y un jersey ajustados. Su cuerpo semejaba un violín alargado.

—¿Por qué eres tan solitaria tan… ta–tan cusumbo sola?

—El hombre contemporáneo, en todas partes, vive atrapado en el conformismo mental y material, o mejor ejerciendo la normalidad como sinónimo de libertad, pero sin hacerse preguntas innecesarias e incómodas que le derrumben el castillo encantado de la cortedad, me dijo con gran arrebato. No quiero compartir con ninguna ralea de las que piensan que sólo existe el hoy y por lo tanto hay que vivir desenfrenadamente y sin pensar. Y nadie se conoce a sí mismo, menos va a conocer a otro. De ahí que es mejor la soledad para evitar desengaños. Todo depende de un interés y esta no es más que un veneno que acaba por hacer mucho daño. Las circunstancias y las conveniencias son puñaladas mortales contra la coherencia. No alardeemos de ésta, considerémonos sólo como seres complejos, contradictorios.

—¿Tú crees que existe el ayer, el hoy y el mañana.

—Por supuesto. Mira: el tiempo es un concepto referencial, surgió  como representación mental de una flecha, es decir partió de un hoy y apuntó a un futuro, pero sin dejar de lado el pasado concebido como memoria. Entonces, tenemos un tiempo que es lineal y no lineal al mismo tiempo. Hay un tiempo relativo y contradictorio: por ejemplo las estrellas son hoy porque las vemos, pero son el pasado porque ya están extintas y apenas las estamos viendo debido a las grandes distancias que nos separan en el universo. El pasado es memoria, pero también puede llegar a ser presente ya que es posible viajar a él de acuerdo con la física contemporánea si se encuentra la técnica adecuada. Y también el futuro existe, es contingente, es impredecible, puede ser azaroso, lo que se quiera, depende de circunstancias, pero existe y si creamos un buen presente continuo, crearemos un buen futuro. A aquellos sofistas que argumentan qué sólo existe el presente: que el pasado fue y el futuro aún no es, se les puede responder con otro sofisma: el presente no existe porque el presente es ya e inmediatamente se convierte en pasado, es decir acaba de suceder.

     Yo tenía conocimiento de que las mujeres ceden con facilidad a la lisonja, a la retórica, al verbo grandilocuente, a los edulcorantes amorosos. Intenté, pues, requiebros utilizando un lenguaje exquisito, lleno de metáforas  parnasianas.

—Para qué te esmeras con tonterías, yo no soy de aquellas que se doblegan ante la hipócrita zalamería donjuanesca. Ya te expresé que no soy amiga de la vana normalidad y cortedad en que viven los humanos.

     Aproveché la técnica: llegué a casa, bajé la foto en mi computador, la despojé de sus ropas y la mandé a ampliar hasta 60 centímetros de ancho por 178 centímetros de alto. Decidí, así, hacer que fuera mía ya que me había despreciado mi declaración de amor. Así gocé todas las veces que quise y no me tenía que ocultar mi orgulloso apéndice varonil. Si Onán lo hizo por desobediencia, yo lo hacía por placer, aprendí de ella cuando me dijo que se bastaba a sí misma. ¿Quién se podía resistir a ese desnudo? Un cuerpo con un vello púbico mostaza claro, un ombligo rasante, unos senos parados con un pezón morenito, unos muslos lisos, un cuello para besar hasta el delirio, una barbilla tierna, una nariz como esculpida por Miguel Ángel y una boca carnosa.

     Por mucho que le insistía, ella se resistió. No pudo ver en mí un hombre fuera de lo normal. Sólo me quedó resignarme a seguir soñando con mi primer idilio.

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RAMIRO DE JESÚS RESTREPO URIBE

Nació en Antioquia, Colombia (1954). Narrador, profesor y economista. Es especialista en Política Económica de la Universidad de Antioquia y se ha desempeñado como profesor de la Universidad Nacional de Colombia con sede en Medellín. Ha publicado sus artículos profesionales en las revistas especializadas: Ensayos de Economía, Cuadernos de Economía y Revista de Economía Colombiana. Sus cuentos aparecen publicados en diversas revistas digitales como El gran mulato, El Mal pensante y Autores Editores.

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