MICRORRELATOS: CAÍN – LAS NOCHES – ADIÓS – PREMIOS DEL CIELO – CEMENTERIO DE MUÑECAS – LOS HABITANTES DEL PÁRAMO – DIANA
por
Hélmut Jaramillo Vlaes
CAÍN
Eva supo que el castigo para su hijo sería aún peor que el de ella y Adán. Pero el dolor de la muerte de Abel, le impedía demostrar el más mínimo gesto de compasión por Caín. Tuvo que darle la espalda, en medio de las punzadas en su corazón y su vientre. Adán se acercó a Dios aún con la cara cargada por el dolor y la rabia que le producía la sola presencia de su hijo asesino:
-Mi Señor, debes llevar a Caín a un lugar en que el dolor sea tan abundante como las almas-árbol de este planeta, donde en lugar de seis lunas tengan una o ninguna, y que la oscuridad de la noche alimente la confusión, la envidia, la frustración, el miedo y la muerte. Matar a un hermano no puede merecer un castigó diferente que hacer parte del grupo de condenados que han de repoblar el planeta maldito llamado Tierra.
Y así obró Dios.
LAS NOCHES
En las últimas noches alguien se paseaba por la casa a medianoche y llenaba el pasillo de burbujas de jabón. Hace semanas se escuchaba una voz que susurraba padrenuestros. Elí había muerto seis meses atrás. El remordimiento nos empujó a dedicarnos a hacer más dinero para no pensar, nos hizo ser más fuertes para superar el suceso. Esto mismo lo comentaban algunos amigos, vecinos y clientes.
La familia sabía que el espíritu de Elí, no solo rondaba por la casa sino que había traído tres espíritus más. En la casa ya nadie hablaba, cada noche luchábamos para poder dormir en medio de los ruidos, las risas, los susurros, lamentos y maldiciones. Uno de los espíritus era el de una niña que buscaba sus ojos en todas partes, palpando la cara de los que dormían, abriendo alacenas y cajones, gateando bajo las camas. El contacto con sus manos gaseosas hacía sentir la piel fría y entumecida, y dejaba el alma frente al vacío de la existencia.
Sin tener que hablar sabíamos que nadie había vuelto a soñar. Nos habíamos convertido en unos insomnes que rezaban cualquier cosa con más pánico que fe. Mi madre sufría el doble pensando que estos sonidos aterrorizantes se pudieran escuchar también donde los vecinos, afectando así la imagen de la familia.
-Elí, ni muerto nos dejas a salvo de la vergüenza -Susurraba mi madre en medio de una rabia tibia y asfixiante.
Mi padre y las gemelas se abrazaban y eran los únicos que argumentaban que la única salida era irse de la casa, venderla a precio de remate y olvidar todo para siempre.
Mi hermano Mauricio temía que se llevaran su alma una noche de estas, me pedía que le atara los pies y las manos antes de dormirse, para así no caer bajo una influencia negra y convertirse en otro sonámbulo suicida.
Acabo de regresar de la cocina, nuevamente las burbujas de jabón lo llenan todo, y cuando rozan la piel no se deshacen, sino que rebotan dejando la sensación de un beso húmedo.
Cuando pienso en el gesto del cadáver de Elí quiero morirme también, unirme a ellos y jugar toda la noche, sufrir un poco y aparecer por instantes iluminado en los días distantes de infancia. Desde que sentí las manos de la niña en mis ojos, siento la necesidad de vagar por el mundo buscando mi corazón.
ADIÓS
Hicimos el último trayecto en una mudez vergonzosa, un silencio con un eco ensordecedor, sentía que ella lo percibía exactamente igual. Un crujido simultáneo en nuestros corazones causó la muerte prematura de un bebé en un país distante.
Nos despedimos sin hablar, con un abrazo rígido, alentado por el orgullo que desesperadamente terminaba de despedazar dos almas que jugaron muchas veces a ser una.
PREMIOS DEL CIELO
Vio su taza favorita estrellarse contra el piso, la taza del café mañanero, del primero, del de las 6:15 a.m. Algo entre sus intestinos y su corazón se crispó, una especie de tirón en su médula ósea cambió también dramáticamente su peinado impecable. Se quedó viendo los trozos de loza en el piso por un rato largo, aún en trance con un movimiento de su mano le indicó a su empleada Margarita que no era el momento de recoger el reguero, le pidió que la dejara sola. Por primera vez en 15 años salió de su casa con cinco minutos de retraso, sintió más que nunca el infierno que se pintaba en los ojos de quienes se habían atrevido a desafiar la vida mirando el sol de frente, vio el despertar autómata de su especie envuelta en falsa tecnología, sintió el ruido de los motores como la queja de monstruos atormentados que en cualquier momento entrarían en rebelión, se detuvo en un semáforo buscando afanosamente un cigarrillo, su primer cigarrillo en la vida, llevaba ya diez minutos de retraso, se imaginó la oficina sin ella esos diez primeros minutos de la mañana y una lágrima de origen inexplicable escapó, siguiendo esa lágrima una risa nerviosa la sacudió mientras veía en la pantalla de su teléfono móvil el nombre de su esposo…no contestó, en medio del momento percibió que se había pasado el giro hacia la calle 30. Por muchos esfuerzos que hiciera, es más, aún si un mago desapareciera todos los autos de la ciudad, ya el error la obligaba a llegar otros 10 minutos tarde. Reclinó la silla, manejó sin pensar, solo escuchando como toda la ciudad era un coro de alaridos atroces, de quejas de millones de promesas incumplidas y de caricias huérfanas, de esclavitud milenaria. Cuando volvió en sí como conductora, empezó a leer las señales en la carretera, estaba en las afueras de la ciudad, conscientemente siguió al sur, alejándose, guiada por otra mujer dentro de ella que había florecido sobre los pedazos de la taza.
CEMENTERIO DE MUÑECAS
Escuchaba sus botas que golpeaban el piso, ese sonido encendía las brasas de culpas ancestrales, y ella esparcía aros de luz al percibirlo.
Su alma, por inercia, abrazaba al padre que rondaba sin sentido por la casa… Después salía sola al jardín, entraba a su casa de juegos en donde ahora existía el segundo edificio de juzgados, de allí sacaba alguna de sus esbeltas muñecas, y las enterraba en algún lugar del prado. Después de esto siempre venía un llanto inexplicable que espantaba a los vigilantes o a quienes se quedaban a trabajar en las noches. Horas después el padre la encontraba y la calmaba con un abrazo. Ella se sentía mejor… cantaba nuevamente, y de la mano del padre recorría los patios y los tejados de un barrio, ahora para ellos invisible.
LOS HABITANTES DEL PÁRAMO
Encontró la primera pista después de horas caminando sin dejar de mirar el piso. Era un pedazo incinerado de una caja de dientes, unos pasos después encontró una muñeca de trapo, limpia y con cara pecosa, en su pecho tenía pegado un pedazo de papel que decía: BESA LA MUÑECA Y CORRE HASTA QUE CAIGAS. Corrió una hora y cayó a los pies de un jesuita centenario que escribió en su brazo con tinta verde: CIERRA LOS OJOS Y CORRE HACIA ATRÁS HASTA QUE CAIGAS. Corrió y cayó a los pies de la mujer con la que siempre soñó y que nunca pudo recordar al despertar, la que buscó inconscientemente en todas las mujeres. Ella empezó a desnudarse frente a él, la oscuridad de su cuerpo se confundía con las sombras más densas… Sobre sus largas piernas, escrito con alguna sustancia muy brillante: NUNCA SABRÁS QUIEN SOY, MUCHO MENOS AHORA QUE ESTÁS MUERTO.
DIANA
Convirtió su territorio mental en un paisaje trágico de atardecer rojizo africano, de inmensidad ominosa, de respiración agobiada y tensión constante.
La rutina de ciudadana notable, le había permitido evadir día a día la confrontación con el monstruo que se había liberado de su cuerpo a los 11 años, y que aún tembloroso y caliente le susurraba amenazas mentalmente. Siempre esperó, en medio del pánico que alguien la rescataría.
Pero tuvo que rescatarse sola, uniendo ambos cuerpos para que pareciera uno solo, arrastrándose hacia las aldeas de su mente para no ser devorada por los leones de su nueva realidad, escondiendo siempre su debilidad peligrosa, su monstruosidad frágil y hermosa.
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HÉLMUT JARAMILLO VLAES
Nació en Envigado, Colombia (1974). Poeta, narrador, conferencista, artista gráfico y catedrático en el Departamento de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Cooperativa de Colombia. Ha publicado poesía, cuentos y microrrelatos en diversas revistas digitales e impresas de su país de origen como: El Colombiano (en Bogotá y Medellín), y en el extranjero: Revista de la Asociación de Amigos del Arte y la Cultura de Valladolid (en España) y Letralia (en Venezuela). Ha publicado más de 600 vídeos de su autoría en el canal You Tube con gran éxito y número de seguidores.
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