EL PROBADOR
por
Julie De Grandy
(ESTAMOS EN EL PROBADOR DE UNA TIENDA DE ROPA. LA DEPENDIENTA DE LOS PROBADORES CUELGA UNA ROPA QUE HAN DEJADO EN EL PROBADOR MIENTRAS HABLA POR TELÉFONO. UNA MUJER SE DIRIJE A PROBARSE. LLEVA EN LA MANO DOS PRENDAS DE ROPA: UN PANTALÓN Y UNA BLUSA IDÉNTICAS A LAS QUE ELLA LLEVA PUESTAS. LA DEPENDIENTA DEL PROBADOR AL PRINCIPIO NO LE HACE CASO PORQUE ESTÁ HABLANDO POR EL TELÉFONO MÓVIL. LA CLIENTA TRATA DE LLAMARLE LA ATENCIÓN, TOSIENDO Y DEMÁS…)
DEPENDIENTA: ¿Tú viste lo bueno que está ese hombre? No, no, no en esa escena estaba para comérselo. Pero el beso duró muy poco… Óyeme después de esperar 83 capítulos era para que durara un poquito más. Pero de todas maneras me dejó sin aire… Qué labios los de ese hombre…Bueno te dejo que tengo una clienta inoportuna…
CLIENTA: Disculpe, quisiera probarme.
DEPENDIENTA: (SIN MIRARLA) ¿Cuántas piezas lleva?
CLIENTA: Dos. Dos piezas.
DEPENDIENTA: (LE DA UNA TARJETA CON EL NUMERO 2) Puede utilizar el probador Número 5.
CLIENTA: Gracias.
DEPENDIENTA: ¡Un momento!
CLIENTE: ¿Qué pasa?
DEPENDIENTA: Déjeme ver la ropa que lleva.
CLIENTE: (MOLESTA) Ya le dije que son dos piezas.
(LA DEPENDIENTA TOMA LAS PIEZAS Y LAS EXAMINA UNA POR UNA. LUEGO MIRA A LA CLIENTE DE ARRIBA A ABAJO, ESTUDIANDO LA ROPA QUE LLEVA PUESTA)
DEPENDIENTA: Son las mismas.
CLIENTA: ¿Las mismas qué?
DEPENDIENTA: Las mismas prendas que usted lleva puestas.
CLIENTA: No, no son las mismas.
DEPENDIENTA: Claro que lo son.
CLIENTA: Las que yo llevo puestas son éstas (SEÑALA SU ROPA) y las que usted tiene en la mano son otras.
DEPENDIENTA: Pero son iguales.
CLIENTA: No, no son iguales. Son similares.
DEPENDIENTA: Es lo mismo.
CLIENTA: No lo es.
DEPENDIENTA: ¿Usted compró esa ropa aquí?
CLIENTA: Eso a usted no le importa.
DEPENDIENTA: Sí me importa, puesto que al hacerle la pregunta quiere decir que lo quiero saber. Y si quiero saberlo, es porque me importa.
CLIENTA: Pues no tiene porqué importarle.
DEPENDIENTA: Tal vez no tenga porqué importarme, pero da la casualidad que me importa.
CLIENTA: ¿Por qué le importa?
DEPENDIENTA: Porque no todos los días viene una clienta a probarse la misma ropa que trae puesta.
CLIENTA: Bueno, no vendrá todos los días pero se habrá dado algún otro caso.
DEPENDIENTA: No, jamás se ha dado tal caso.
CLIENTA: ¿Cuánto tiempo lleva usted trabajando aquí?
DEPENDIENTA: Casi tres años.
CLIENTA: Pues usted no sabe lo que sucedió aquí antes de ese tiempo. Y tampoco sabe si fuera de su turno otras clientas lo han hecho.
DEPENDIENTA: No lo han hecho.
CLIENTA: ¿Cómo puede estar segura? ¿Se lo ha preguntado usted a las otras dependientas acaso?
DEPENDIENTA: Pues…., no.
CLIENTA: Ya ve. Entonces no puede estar segura.
DEPENDIENTA: Quizás no esté totalmente segura, pero estoy casi segura.
CLIENTA: Quiere darme la ropa.
DEPENDIENTA: Espere. (EXAMINA LA ROPA) ¿Qué talla es la que usted lleva puesta?
CLIENTA: Mi talla, es mi talla no lo ve. ¿Cree que me pongo ropa que no sea de mi talla?
DEPENDIENTA: Pero dígame qué talla es.
CLIENTA: Oiga, ¿usted tiene por costumbre preguntarle a la clientas la talla de ropa que llevan puesta?
DEPENDIENTA: A las clientas normales no.
CLIENTA: ¿Me está llamando anormal?
DEPENDIENTA: No, yo no la estoy llamando anormal. A pesar de que no es normal lo que usted está haciendo.
CLIENTA: ¿Qué tiene de particular lo que yo estoy haciendo? Estoy trayendo ropa al probador para probármela. Esto es un probador, ¿no?
DEPENDIENTA: Vaya pregunta absurda. ¿No está viendo que es un probador? ¿O es que acaso tiene aspecto de una estación de tren?
CLIENTA: Me da la impresión de ser un confesionario, porque hay unos cuartitos pequeños con una cortinita y tal parece que me esté confesando, en vez de probando.
DEPENDIENTA: No sabría decirle, yo no soy católica. Nunca entendí esa práctica de los católicos de ir a contarle sus interioridades a un cura. Como si Dios fuera sordo. Dios es capaz de oír las cosas que uno le cuenta sin necesidad de intermediarios. Y como que es Dios, puede oír las cosas que le contamos sin que tengamos que pronunciar palabra.
CLIENTA: Pero la confesión es un sacramento y hay que cumplir con él.
DEPENDIENTA: ¿Quién dice?
CLIENTA: Dios.
DEPENDIENTA: Y, ¿dónde está escrito eso?
CLIENTA: Pues…yo que sé. En la Biblia supongo.
DEPENDIENTA: ¿En qué libro de la Biblia y en qué versículo?
CLIENTA: No lo sé.
DEPENDIENTA: Se ve que usted no ha leído la Biblia.
CLIENTA: Sí he leído la Biblia, pero no me la sé de memoria.
DEPENDIENTA: Pues yo le digo que eso no está escrito en la Biblia. Así que no sé de dónde lo sacó.
CLIENTA: Así me lo enseñaron.
DEPENDIENTA: ¿Quién?
CLIENTA: A usted qué le importa quién. Pero, ¿cómo hemos caído en este tema?
DEPENDIENTA: Ahora no trate de “embarajar” porque no sabe la respuesta.
CLIENTA: Yo no estoy tratando de “embarajar”, ni siquiera conozco la palabra “embarajar.” Es más creo que no existe tal palabra.
DEPENDIENTA: Claro que existe. Yo la acabo de decir y usted también.
CLIENTA: Pero no está escrita en el diccionario que es la máxima autoridad de la lengua.
DEPENDIENTA: Igual que la confesión no está escrita en la Biblia que es la máxima autoridad de la religión pero, según usted, la confesión existe.
CLIENTA: Estoy harta de esta conversación. Yo no vine aquí para conversar, vine a probarme.
DEPENDIENTA: Y ¿quién se lo impide?
CLIENTA: ¡Usted, que tiene secuestrada mi ropa!
DEPENDIENTA: Señora, yo no soy una secuestradora y además esta ropa no es suya. Para que sea suya tiene usted que pagarla y usted todavía no la ha pagado.
CLIENTA: Porque usualmente la ropa uno se la prueba antes de comprarla.
DEPENDIENTA: (REFIRIÉNDOSE A LA ROPA NUEVA) ¿Esta ropa es de su talla?
CLIENTA: Pues claro que es de mi talla. ¿Cree que me voy a probar ropa de otra talla?
DEPENDIENTA: Entonces no tiene que probársela porque si lleva la misma ropa puesta y es de la misma talla, sabe que le va a servir.
CLIENTA: Pero me da la gana de probármela. ¿Hay alguna ley que me lo impida?
DEPENDIENTA: No lo sé.
CLIENTA: ¿Cómo que no lo sabe?
DEPENDIENTA: Pues no lo sé. No me sé todas las leyes de memoria. Para eso están los abogados. Yo no soy abogado; yo soy dependienta de probadores.
CLIENTA: Es usted una pésima dependienta de probadores.
DEPENDIENTA: Se equivoca. Soy una empleada ejemplar. El mes pasado me nombraron la empleada del mes en esta tienda. Vaya y mire mi foto en la placa de empleada del mes. Quedé muy bien, por cierto, porque fui a la peluquería y me hicieron un peinado divino.
CLIENTA: Oiga, ¿me va a dar mi ropa?
DEPENDIENTA: Ya le dije que no es su ropa.
CLIENTA: ¡Está bien, está bien! ¿Me va a dar “esa” ropa para que me la pueda probar?
DEPENDIENTA: ¿Usted tiene verdadera intención de comprarla?
CLIENTA: Pues claro que sí. Si me sirve y me gusta cómo me queda.
DEPENDIENTA: Ya sabe cómo le queda.
CLIENTA: No, no lo sé porque usted no me deja probármela.
DEPENDIENTA: Es que no tiene motivo para probársela.
CLIENTA: Sí que lo tengo.
DEPENDIENTA: ¿Qué motivo?
CLIENTA: ¡El que me de la gana!
DEPENDIENTA: Ve, no tiene motivo. Usted evade las preguntas cuando no tiene la respuesta; lo que hizo con la confesión. La gente es así, cuando no sabe qué contestar se sube a las ramas. Divaga.
CLIENTA: Ahora se quiere hacer la psicóloga.
DEPENDIENTA: Tengo una prima psicóloga.
CLIENTA: ¿Y a mi qué?
DEPENDIENTA: Se llama Esther.
CLIENTA: Como si se llama Cleopatra.
DEPENDIENTA: No se llama Cleopatra. Le acabo de decir que se llama Esther. Cleopatra era la reina de Egipto. Yo no conozco otra Cleopatra que no sea esa. No creo que a nadie se le ocurra hoy en día ponerle a su hija Cleopatra.
CLIENTA: ¿Y por qué no?
DEPENDIENTA: Pues porque Cleopatra es Cleopatra.
CLIENTA: Quizás a alguna negra americana se le ocurra ponerle a su hija Cleopatra. Le ponen nombres bastante extraños a sus hijos.
DEPENDIENTA: Es usted una racista. ¿Cómo se le ocurre hacer ese tipo de comentario?
CLIENTA: Es verdad.
DEPENDIENTA: Mire, esta tienda tiene una política anti-racismo. No se permite discriminación de ningún tipo. Ni de raza, sexo, edad, nacionalidad, religión o preferencia sexual.
CLIENTA: Me parece muy bien, allá ellos si quieren emplear un decrépito nigeriano judío maricón.
DEPENDIENTA: En este departamento no.
CLIENTA: ¿Por qué no?
DEPENDIENTA: Porque éste es el departamento de señoras y las empleadas deben ser mujeres.
CLIENTA: No veo porqué. Los hombres pueden saber tanto de ropa de mujeres como las mujeres. ¿O acaso no sabe que la mayoría de los modistos son hombres?
DEPENDIENTA: No, la mayoría de los modistos son homosexuales.
CLIENTA: Maricones.
DEPENDIENTA: Encima de racista es usted homofóbica.
CLIENTA: ¡Yo no soy homofóbica!
DEPENDIENTA: Entonces es sólo racista.
CLIENTA: No.
DEPENDIENTA: ¿Es racista y algo más?
CLIENTA: (AL BORDE DEL PAROXISMO) Soy una psicópata asesina
escapada de una cárcel de locos y como no me de mi ropa ahora mismo la voy a coger por el cuello y la voy a estrangular. (LA COGE POR EL CUELLO)
DEPENDIENTA: (SIN INMUTARSE) Lo sabía desde el primer momento, usted no me parecía muy normal. Se lo dije, ¿recuerda?
CLIENTA: ¡No!
DEPENDIENTA: ¿Es amnésica también?
CLIENTA: ¡Soy lo que me salga del moño!
DEPENDIENTA: Mi prima Esther se daría banquete con usted.
CLIENTA: ¿Es caníbal?
DEPENDIENTA: Le dije que era psicóloga pero como usted no me escucha….
CLIENTA: ¡Estoy harta de escucharla decir estupideces!
DEPENDIENTA: La estúpida es usted que se está probando la misma ropa que lleva puesta.
CLIENTA: Yo no me estoy probando nada porque usted no me deja.
DEPENDIENTA: Yo no le impido a nadie que se pruebe la ropa. Porque si no vienen a probarse la ropa yo no tendría trabajo. No sé si se ha dado cuenta de que yo soy la encargada de los probadores.
CLIENTA: Pues equivocó su profesión, usted debería ser torturadora de espías. Sería capaz de sacarle cualquier información, llevándolos al paroxismo.
DEPENDIENTA: No creo que se me daría tan bien. Porque no he logrado que usted responda directamente a ninguna de mis preguntas. Me pasa lo mismo con mi marido. Cuando le pregunto qué quiere hacer el fin de semana, me dice que lo que yo quiera. Cuando le pregunto cómo va nuestra economía familiar me dice que mejor ni pregunte. Cuando le pregunto qué quiere que haga de comida me dice que cualquier cosa. Cuando le pregunto….
CLIENTA: No me cuente sus problemas familiares.
DEPENDIENTA: No se los iba a contar. Esos no son asunto suyo.
CLIENTA: Pues me estaba contando lo de su marido.
DEPENDIENTA: ¿Qué cosa de mi marido?
CLIENTA: Que nunca le habla claro.
DEPENDIENTA: ¿Qué trata de insinuar?
CLIENTA: Nada.
DEPENDIENTA: ¿Usted le sabe algo a mi marido?
CLIENTA: Imagino que se refugia en casa de una amante para escapar de usted.
DEPENDIENTA: ¿Quién se lo dijo?
CLIENTA: Nadie.
DEPENDIENTA: Se lo dijo la cajera. ¿Verdad?
CLIENTA: Yo no conozco a la cajera.
DEPENDIENTA: Mentirosa, la vi hablando con ella hace unos minutos.
CLIENTA: Le estaba preguntando dónde estaba el probador.
DEPENDIENTA: No disimule, usted sabía dónde estaba el probador porque ya vino a probarse esa ropa que lleva puesta ayer.
CLIENTA: Yo no vine ayer.
DEPENDIENTA: Pues cuando fuera.
CLIENTA: Deme esa ropa.
DEPENDIENTA: No se la doy hasta que me cuente con quién se está acostando mi marido.
CLIENTA: ¡Qué sé yo!
DEPENDIENTA: ¡Usted lo sabe! Me lo dejó entender.
CLIENTA: (PAUSA) ¿Si le digo con quién se está acostando su marido, me va a dar la ropa para que me la pruebe?
DEPENDIENTA: Sí.
CLIENTA: ¿Me da su palabra de honor?
DEPENDIENTA: Se lo prometo.
CLIENTA: Está bien… Él se está acostando con su prima Esther.
DEPENDIENTA: ¿Con Esther? No, no es posible.
CLIENTA: Sí, con ella misma.
DEPENDIENTA: ¡Pero si Esther es lesbiana!
CLIENTA: Ah, ya ve. Es usted la prejuiciada. A cada rato se oye que alguien salió del “closet”. Pues resulta que ahora Esther decidió meterse en el “closet” y con su marido.
DEPENDIENTA: ¿Por qué?
CLIENTA: Debe ser que tanta gente salió del “closet”, que había más espacio dentro que fuera.
DEPENDIENTA: Es una desgraciada.
CLIENTA: Así somos las mujeres.
DEPENDIENTA: Después de todo lo que yo he hecho por ella…
CLIENTA: Es una roba maridos y una ingrata. Todos los psicólogos son unos perturbados en el fondo.
DEPENDIENTA: ¡La voy a matar!
CLIENTA: Es lo menos que se merece.
DEPENDIENTA: No se cómo agradecérselo.
CLIENTA: Dándome la ropa.
DEPENDIENTA: Tome, tome. Y deje el numerito aquí cuando salga del probador. Yo me tengo que ir. Voy a buscar a Esther. Esa me la va a pagar.
CLIENTA: Vaya corriendo antes que tomen un avión los dos para Brasil.
DEPENDIENTA: Ahora mismo me voy. Gracias, gracias.
CLIENTA: Suerte. ¡Mátela bien!
(LA CLIENTA TOMA SU ROPA Y SE DIRIJE AL PROBADOR TARAREANDO UNA MELODÍA)
FIN
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JULIE DE GRANDY
Nació en La Habana, Cuba (1958). Dramaturga, actriz, guionista, y escritora. Como dramaturga, ha escrito 14 obras de teatro, seis de las cuales se han representado en Miami, Nueva York y Ciudad de México. También ha escrito más de una docena de obras de teatro breve. Como actriz comienza su carrera a los 15 años, con la zarzuela cubana “Cecilia Valdés”. Desde entonces ha representado los papeles principales de obras dramáticas, comedias y musicales de clásicos (Moliere, Shakespeare, García Lorca, Tennessee Williams y Jean Giraudoux, entre otros) y cubanos contemporáneos, como Matías Montes Huidobro, Héctor Santiago, Dumé y Corrales. Ha participado activamente en los últimos años, como actriz y dramaturga, en el proyecto MICROTEATRO, tanto en Miami como en Madrid, y en la compañía HAVANAFAMA de Miami. Su actuación en el papel protagónico de la obra adaptada por Susana Tubert de la Película de HBO “Real Women Have Curves” de la escritora Josefina López ha recibido críticas muy favorables. Como guionista ha producido para la televisión la Serie “Teens” en la Cadena Telemundo. Ha sido guionista, productora y actriz en el programa “A Oscuras pero Encendidos” de la Cadena Telemundo (Estados Unidos). Es presidenta y fundadora de Producciones AMA que, entre otras, ha producido las siguientes obras premiadas: Doble fondo, Entre Mujeres, Cena para dos, La Herencia, La Huella (en co-producción con la Shakespearean Company). Ha producido, de su creación, las siguientes obras: Doble Fondo (Minorca Playhouse, 1990), La Herencia (Dade Country Auditorium, 1993 – Carrousel Playhouse, 1994), Casting (X Hispanic Theater Festival, 1995), Conexión sin Hilo (Producciones Varela, protagonizada por Jorge Ortiz De Pinedo), Volumen descontrolado (Nueva York, 1998) y Trampa Mortal (Universidad Internacional de la Florida, Teatro Casanova, 1998). Ha realizado Doblajes para: BVI Doblaje de programas de series y películas para América Latina del inglés al español y al francés, así como para otras compañías importantes. Ha realizado campañas de promoción y ha trabajado como locutora de eventos especiales, tales como la retransmisión anual del Festival de Canes para América Latina. Como escritora ha publicado: La Generación Puente (Ensayo, Editorial Arenas, Miami, EE.UU., 1992); Sentimientos de Almas Vivas (Poesía, Editorial Amykasa, 1990); Enigma de Pasiones (Novela, Eride Editorial, Madrid, España, 2002); Quiero ser escritor (Ensayo, Nuevos Escritores, Madrid, España, 2005); y La elección de Salomón (Novela, Ediciones Baquiana, 2011). Es miembro de la SGAE (Sociedad General de Autores de España).
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