BAQUIANA – Año XVI / Nº 93 – 94 / Enero – Abril 2015 (Poesía II)

FOTO SECCIÓN POETICA

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ROSALINA GARCÍA

Nació en Humocaro alto, Lara, Venezuela (1946). Poeta, ensayista, profesora, investigadora, crítica literaria y antóloga. Graduada en Letras de la Universidad Central de Venezuela y de Filosofía de la Universidad Simón Bolívar en Caracas. Ha sido profesora universitaria con rango de Titular Académico en diferentes instituciones de su país. Es miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua y de la Academia de la Historia del Estado Miranda por el Distrito Guaicaipuro. Ha publicado los libros: De íntima brasa (1987), De costado a sol y otras vigilias (1992), Poesía (1998) y Memoria Sangre y ficción en Arturo Uslar Pietro (2005). Ha realizado las siguientes antologías: Antología de poesía infantil. Ediciones del Colegio Universitario de Los Teques Cecilio Acosta (Los Teques, 1985) y Cecilio Acosta. Selección antológica. Primera Edición. Ediciones de Extensión Universitaria Cultca (1985). Su obra poética está incluida en las siguientes antologías: Mares, el mar como tema en la literatura y la plástica venezolana (Ediciones del Grupo Unión y del Ateneo de Caracas. Caracas, 1990); Poetas en Los Teques  (Colección Ateneo de Los Teques, 1991); Diez autores venezolanos (Ediciones Matanzas. Matanzas. Cuba, 1994}; Paseo por el bosque de la palabra encarnada (Fundación Casa de las letras “Mariano Picón Salas”. Universidad de Los Andes, Mérida. 1997); Antología de Poetas tocuyanos  (Ediciones Gayón. Barquisimeto, 2000); Nueva Antología de poetas venezolanos (Ediciones Solar. Mérida, 2001); Diccionario de Escritores Venezolanos (CONAC. Caracas, 2004); Viajes por la poesía venezolana y el orbitar universal (CONAC. Valera, 2004); y Tejedores de palabras (Asociación Prometeo de Poesía. Madrid, 2005). Ha sido ganadora de diversas menciones y distinciones por su trabajo literario y cultural en España y en Venezuela.

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ÍNTIMA SAL

 

El límite del siglo

no es un día;

es un algo salado

—mar muerto o sal interior, la primigenia—,

que se elige al caminar un día,

aterrado de tristeza.

 

Al tomarla,

sabrás de la elección

buscada por mil años,

asumida en la hora

en que acaba la centuria.

Si la sal escogida es la primera,

la vida se fue en una mirada;

la otra se inscribe en la eternidad del mundo.

 

 

PAN DE VIDA

 

Las manos

derivan del sueño su eficacia

y de la mirada en claro

emergen

los pasos sigilosos

que anuncian

tu rescate.

 

Al final,

con tal sabiduría,

no te sorprenderá

saber

que la riqueza

obtenida en el descanso

te faculta

para tan exigente travesía.

 

 

DE AMIGOS

 

Itinerantes amigos

he tenido;

como los pájaros

cantan: unos, en silencio;

otros, en voz ardida.

Los mantengo

tras la celosía

o los guardo

en sus reales aposentos,

de viajeros entretenidos

con las canciones

de sus compañeros

en vigilia.

 

Por las tardes

mi soledad socorren;

yo los escucho

con fingida atención

que es sólo amor.

 

Lo que más cuenta

son los ecos lejanos de sus voces;

lo eterno.

 

Recoge entretenida

tu cuaderno de hojas

amarillas de la infancia.

Míralo como si fuera un cuento

leído por un niño

a la luz de una estrella.

No tendrás prisa

al deshojarlo y ponerlo

en tu pecho

como un gran girasol

que inclina su cabeza

ante los caminos del día.

 

 

CANTO AUGURAL

 

Un cinturón sin medida

conocida

ciñe el fulgor

de tu cadera;

 

Un manto

construido

por los soles

protege tu estatura;

 

y una sandalia

vencedora del agua,

te eleva

sobre el polvo

con el exacto cálculo

del tiempo

que te lleva

a la esencia, y levanta

tu cuerpo

sobre el mundo.

 

Ahí te esperan.

 

 

PENELOPE

 

Sobre las aguas oscuras del olvido

con hilo antiguo tejo una red de oro,

trama engañosa que desafió la espera

con la continua urdimbre de la tela.

 

Al fin del ejercicio

sólo queda

la sangre empapando las guedejas, sedienta lana

que bebe mi existencia,

pendiente de la punta de una aguja.

 

 

VISIÓN

 

Magnífico,

verdinegro, dibujando con agua

sobre la piedra del sendero,

en el atardecer,

se nos mostró aquel rostro.

Pasamos sobre él,

y se inscribió para siempre

en el deleite de la memoria.