BAQUIANA – Año XVI / Nº 91 – 92 / Septiembre – Diciembre 2014 (Entrevista)

 ENTREVISTA CON LA ESCRITORA COLOMBIANA NAYLA CHEHADE, PREMIO MARÍA MATUTE DE NARRATIVA DE MUJERES 2013

 

por

Maricel Mayor Marsán

 

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De origen libanés, Nayla Chehade nació en Cali, Colombia. Ha vivido también en la República Dominicana y en Puerto Rico.  Recibió una Licenciatura en Letras en la Universidad del Valle de Cali y llevó a cabo estudios de maestría en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Río Piedras en Puerto Rico. Obtuvo la maestría y el doctorado en Literatura Latinoamericana Contemporánea en la Universidad de Wisconsin-Madison. Escribe ficción y crítica literaria y ha publicado numerosos cuentos y artículos sobre autores colombianos y latinoamericanos en antologías de ensayos, revistas especializadas y periódicos. Su libro de cuentos A puerta cerrada, que la editorial Torremozas publicó por primera vez en su totalidad en marzo de 2012, fue seleccionado en Bogotá como primer finalista del concurso Premio Nacional de Cuento, auspiciado por el Ministerio Colombiano de Cultura en 1997.  La mayoría de estos relatos también han sido publicados en diversas antologías en español y en su traducción al inglés, entre ellas, Delta de las arenas. Cuentos árabes, cuentos judíos (Literal (Publishing, Houston, 2013); Cuentos colombianos del siglo XXI ( Indigo & Coté-Femmes, París, 2005); Cuentos Cincuenta (Universidad del Valle-Cali, 2003); Letras Femeninas (Asociación de Literatura Femenina Hispánica, 2002); Veinte asedios al amor y a la muerte (Ministerio de Cultura de Colombia, 1998) y Cruel Fictions, Cruel realities: Short Stories by Latin American Women Writers ( Latin American Literary Review Press, 1997).  Actualmente es catedrática en el Departamento de Lenguas y Literaturas de la Universidad de Wisconsin-Whitewater y tiene una novela en curso, Ardiente es el paraíso.  La revista GRANTA en español, en su edición de abril de 2012: Colombia. Sus armas ocultas, publicó un fragmento de esta novela. En abril de 2013 Nayla Chehade resultó ganadora, entre 238 participantes de distintos países, del “XXV Premio Ana María Matute de Narrativa de Mujeres” con el cuento “El nombre de las cosas,” convocado por Ediciones Torremozas de Madrid.


  …el trujillato, como temática, en un interesante fenómeno cultural y lingüístico, traspasó idiomas y nacionalidades cuando Julia Alvarez, Junot Díaz y Vargas Llosa lo incorporaron a sus imaginarios, una vez más, impregnando esa trujillología literaria de un enriquecedor sabor extranjero. La colección de cuentos A puerta cerrada (Ediciones Torremozas, 2012) de Nayla Chehade (Cali, Colombia), es el más reciente ejemplo de tal fenómeno, relatos donde la autora revela voces que “reconstruyen literariamente espacios silenciados por las versiones oficiales de la historia en el marco de la dictadura”.

Revista CRONOPIOS
Número 33 – Sección de Literatura
Relatos diaspóricos del trujillato
por Cesar (Jochy) Herrera
Medellín, Colombia
(20 de Agosto de 2012)

 

“Hace poco, en la revista Granta en español (no. 12, 2012), Chehade publicó un fragmento de su novela en proceso, Ardiente es el paraíso. Este fragmento trata la experiencia árabe en Colombia, esta vez también incluyendo la perspectiva masculina. Para mí, en los dos últimos cuentos de A puerta cerrada, junto con el fragmento publicado en Granta, Chehade ha encontrado su tema y su voz como escritora. Su viaje a la semilla – a sus múltiples identidades como colombiana, árabe y mujer – nos permite anticipar más bellos y profundos textos de ella en los años venideros.”  

REVISTA DE ESTUDIOS COLOMBIANOS
Número 41 – Sección de Reseñas
A puerta cerrada. Madrid: Ediciones Torremozas, 2012
por Michael Palencia-Roth
Fitchburg State University
Fitchburg, Massachusetts
2013

 

“A puerta cerrada se instala por ello, como subraya Michael Palencia-Roth, en el corpus de la denominada “literatura del Trujillato”… y, de hecho, los cuentos de la colección preceden a la publicación de dos de las tres novelas más estudiadas de este corpus: La fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa (Alfaguara 2000) y The Framing of Bones de Edwidge Danticat (Penguin 1998), obra que tematiza la masacre de haitianos en la frontera en octubre de 1937, en lo que coincide con el relato “Crónica de Simone” de Chehade.”

Primer Congreso de la ANLE
Panel de Escritoras hispanas contemporáneas en los EE. UU.
De ausencias, abandonos y pérdidas en A puerta Cerrada de Nayla Chehade
por Alicia De Gregorio
Biblioteca del Congreso de los EE. UU.
Washington,  D.C
(7 de junio de 2014)

 

 


MMM ¿En qué momento descubriste tu pasión por el oficio de la escritura? ¿Qué prefieres, la ficción creativa o la crítica literaria?

NC Muy temprano en mi vida.  Siempre me encantó leer y ya antes de los quince años recuerdo que con mi mejor amiga de esa época, que también amaba la literatura, nos propusimos escribir una novelita de aventuras inspirada entre otras, en nuestras lecturas de Julio Verne. Era nuestro secreto.  Desde entonces, escribir ha sido una necesidad visceral.  Nunca he dejado de pensar como escritora ni de ver el mundo con ojos de escritora.  Aunque he escrito ensayo crítico, no me defino como crítica literaria, sino como escritora de ficción.

 

MMM ¿Te consideras una escritora feminista o simplemente una mujer que cuenta las historias desde su punto de vista?

NC Me considero escritora. Prefiero evitar las etiquetas ya que los textos hablan por sí solos y establecerles fronteras o demarcaciones, es atentar contra la ambigüedad esencial de la literatura o de cualquier obra de arte.  Una obra artística o literaria siempre supera su propósito inicial.  Por otro lado, me considero feminista en mi defensa de los derechos de la mujer en todos los ámbitos, desde el intelectual hasta el doméstico o laboral y consecuentemente, en la condena de cualquier acción o práctica que atente contra estos derechos o los menoscabe.  Ahora bien, si mis textos invitan a una reflexión sobre el tema, los lectores son los encargados de decirlo.

 

MMM Es curioso que la mayoría de los personajes centrales de tus cuentos o relatos sean mujeres. ¿Acaso sientes la necesidad de sacar a flote la problemática de la mujer?

NC La voz narrativa se impone al momento de escribir. La determinan la historia, la anécdota y su contexto.  Desde mi identidad como mujer y a partir de mi propia experiencia vital, veo como algo natural que muchos de mis personajes sean femeninos.  Sin embargo, no me limito crear personajes de mujeres. De hecho, algunos de los personajes que he construido y con los que más simpatizo, son masculinos.  Por ejemplo, en el caso de “El nombre de las cosas”, mi relato ganador del XXV Premio Ana María Matute de Relato 2013,  la voz narrativa es la de un hombre mayor, cercano a la muerte y en mi novela en curso, Ardiente es el paraíso, uno de los narradores principales es también un personaje masculino.  Muchos de los grandes personajes femeninos en la literatura han sino creados por hombres y a éstos nunca se les ha cuestionado por qué eligen personajes femeninos como figuras centrales de sus obras, por qué se sienten capaces y con el derecho de navegar en los mundos íntimos de la mujer y adoptar su voz.  De la misma manera, pienso que cuando la narración o el relato lo determinan, yo o cualquier otra escritora, puede tomarse la atribución de adoptar el punto de vista masculino sin necesidad de tener que justificarlo.

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MMM ¿Cómo percibes el tratamiento que le dan los escritores en general a los temas relacionados con la mujer? ¿Se ha escrito suficiente o no?

NC Lamentablemente, todavía en ciertos círculos intelectuales, la literatura sigue siendo un terreno dominado y controlado por los hombres y, de la misma manera, muchos de los referentes canónicos siguen siendo obras  escritas por hombres. Y aunque históricamente la mujer siempre ha encontrado la forma de agrietar esta hegemonía a través de múltiples estrategias, bien disfrazada de hombre, bien desde la celda de un convento o desde la reclusión doméstica, las escritoras, sea cualquiera los temas o asuntos que traten en sus textos, necesitan más visibilidad y la oportunidad de entrar al diálogo literario desde posiciones iguales y no en un plano minoritario o de subalternas. Como lo expone Victoria Ocampo en “La mujer y su expresión”,  uno de sus lúcidos ensayos escrito en 1935, es necesario empezar por crear una tradición literaria de obras escritas por mujeres que sirva de marco de referencia para las propias escritoras. Y aunque desde entonces se han hecho avances, queda mucho por hacer, especialmente si pensamos que todavía existen espacios en los que la mujer se encuentra luchando por quitarse la mordaza impuesta por siglos de silenciamiento y por dejar sentir su voz, lugares en los que incluso tiene que arriesgar su vida por el derecho inalienable de adquirir instrucción.

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Con el gestor cultural Darío Henao y el escritor Fernando Cruz Kronfly en la XVIII Feria del Libro del Pacífico – Cali, Colombia (2012)

 

MMM Dicen algunos críticos literarios que han reseñado tu obra de ficción que el terror es uno de los temas centrales en la mayoría de tus relatos. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación?

NC En general, el terror se manifiesta de diversas maneras y muchas de éstas no se perciben a simple vista.  El terror que nace de una dictadura, por ejemplo, tiene tentáculos que se extienden a los más diversos ámbitos, desde los centros de tortura, hasta el terror disfrazado de prácticas y costumbres en apariencia inofensivas y que permea espacios como la casa, la escuela, los lugares públicos controlados por el “orden” oficial y por supuesto, el lenguaje.  Muchas de mis historias se refieren a las manifestaciones de esas otras formas de terror, más sutiles en apariencia, pero igualmente devastadoras.

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MMM ¿Qué te motivó a escribir historias relacionadas a la realidad dominicana en tiempos del dictador Trujillo en tu libro A puerta cerrada?

NC Los diez años que viví en la isla.  Fueron años cruciales de formación y aunque el dictador había sido asesinado y yo era entonces una niña, era evidente que su presencia se sentía viva entre la gente de muchas maneras, en su forma de actuar, de pensar y de ver el mundo. Treinta años de totalitarismo, de dictadura férrea centrada en la omnipresencia de un tirano que se autoproclamó “Padre de la Patria Nueva” y que dio comienzo a una nueva “era” en la historia dominicana, no desaparecen con la eliminación  física del dictador.  Pienso que aun hoy, más de cinco décadas después de la muerte del tirano, el pueblo dominicano no ha terminado de liberarse por completo del estigma del trujillato y continúa indagando en este trágico capítulo de su historia y en sus profundas implicaciones a largo plazo.  Para mí, el tema se convirtió en una especie de obsesión temprana que fui madurando poco a poco hasta que desembocó en los cuentos de A puerta cerrada, donde la  presencia del dictador y los efectos de la dictadura, afectan adversamente y de manera directa o indirecta la vida de los personajes y sus decisiones.

 

MMM Aunque naciste en Colombia, procedes de una familia de origen libanés. ¿Me gustaría saber si durante la etapa del crecimiento o con posterioridad te has cuestionado algún conflicto de identidad en cuanto al idioma y la religión a seguir?

NC En cuanto a la religión, nunca hubo conflicto. Provengo de una familia cristiana ortodoxa, pero en general bastante secular.  Mi madre nació en Colombia, de padres libaneses, también cristianos ortodoxos y fue educada dentro de la tradición católica, que ofrecía el equivalente más cercano en Occidente.  Asistió a un colegio de monjas y lo mismo yo.  Mi padre nació en el Líbano y no fue practicante.  Sólo asistía a la iglesia en ocasiones especiales y participaba únicamente de los rituales más importantes como bautizos, matrimonios, primeras comuniones, etc. Hasta cierto punto, la religión en nuestra familia, ha sido más que todo un elemento de pertenencia cultural, aunque claro, siendo educada por monjas, no fui ajena al sentimiento de culpa ni a muchos de los otros  prejuicios que provienen de la educación católica y que, afortunadamente, con el tiempo aprendí a mirar críticamente.  En cuanto al idioma, mi padre hablaba el español con un acento fuerte y aunque mi madre hablaba un árabe básico, su primera lengua era el español.  En mi caso, mi lengua materna es el español.  Quizás si hubiera tenido la oportunidad de recibir instrucción bilingüe, en español y en árabe, habría sido diferente, pero no existía esa opción entonces y creo que hoy tampoco.  El idioma de la mesa, cuando mi padre estaba presente, casi siempre era el árabe y aunque lo entendía bastante, jamás llegué a hablarlo. Eso sí lo he sentido, pero no como elemento de conflicto, sino como otra más de mis pérdidas.  Oír la lengua árabe hoy, aunque la entienda mucho menos que antes, me produce una emoción visceral que me conecta directamente con mis ancestros y que me trae ecos vívidos de mi pasado.

 

MMM Tus historias sobre los árabes que inmigraron a Colombia a principios del siglo XX están salpicadas con los ingredientes del abandono, la pérdida y el desarraigo sistemático. ¿Cómo lograste plasmar esa realidad?

NC Por la vivencia de mis propios desarraigos y desplazamientos y por el sentido de pérdida, heredado indirectamente de la experiencia de mi padre, que hasta su muerte, vivió asediado por una nostalgia viva de todo lo que dejó atrás cuando se marchó de su tierra para radicarse en Colombia y que, sin darse cuenta, me transmitió de una manera palpable y por supuesto dolorosa, que aún cargo conmigo.

 

MMM Tengo entendido que viviste varios años en Puerto Rico y la República Dominicana y, finalmente, te estableciste en los Estados Unidos de manera definitiva. ¿Consideras toda esa experiencia como un factor añadido a la larga lista de desplazamientos y ausencias o no?

NC Mi vida como la de muchos otros, ha estado marcada por desplazamientos, desprendimientos y ausencias de lugares, de personas y de ámbitos culturales que definitivamente me han marcado como ser humano y han determinado mi búsqueda constante del sentido de pertenencia, a partir de mis múltiples vertientes culturales.

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Revistas: ESTUDIOS COLOMBIANOS y GRANTA

 

MMM ¿Te consideras una escritora hispanounidense o una escritora colombiana que vive en los Estados Unidos?

NC Una escritora colombiana con fuertes raíces caribeñas y un ancestro libanés que pesan mucho, y que por causas puramente circunstanciales ha terminado viviendo en los Estados Unidos. En este exilio, me afinco cada vez más en la patria de mi lengua, el español.

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  Nayla Chehade como parte de un panel de escritores invitados a la XXV Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia (2012)

 

MMM ¿Cómo puedes combinar tus actividades académicas con la labor de escritora?

NC Ha sido un verdadero reto y una lucha permanente tratar de conjugar la vida académica y docente y sus múltiples y constantes demandas con mi trabajo como escritora.  Creo que esto solo puede ser posible cuando se parte de una vocación genuina, a toda prueba, cimentada en la convicción, en la paciencia y en la perseverancia.

 

MMM ¿Qué significa para ti el haber ganado en España el Premio Ana María Matute de Narrativa de Mujeres en el 2013?

NC Es un gran honor, por supuesto. Se trata de un premio de sólida reputación en el mundo literario, por el que compiten siempre un gran número de talentosas escritoras de diversas nacionalidades.  Este premio tiene más de veinticinco años de establecido y honra el quehacer literario de una de las voces narrativas más logradas del mundo hispano.