BAQUIANA – Año XVI / Nº 91 – 92 / Septiembre – Diciembre 2014 (Cuento III)

SAMUELA

por

Deborah K. Symons 

 


     Me llamo Samuela. Sí, ya sé, vaya nombre. Es que mi padre, un poco machista el pobre, y quería un hijo, y como salí yo, pues ahí me quedó el nombre, pero con “a”. Por lo menos, aquí en los Estados Unidos me llaman Sam, porque se piensan que me llamo Samantha.

 

     Llegué aquí hace unos años de un pueblo en México llamado Juchitán, cerca de la frontera con Guatemala. En Juchitán, aunque “famoso” por ser una sociedad matriarcal por nuestro origen zapoteca, como explican los libros de texto, no se crean todo lo que lean, porque hay todavía muchos hombres muy machistas, y no es oro todo lo que reluce. Mi padre, uno de ellos.

 

     Así que, un día, harta de oír a mi madre y a mi padre discutir, apliqué para la cosa esa de la lotería del Greencard y por una de esas bendiciones de Dios, pues me tocó. Bueno, bendición… no sé, supongo.

 

     En este país, lo que hago es limpiar y limpiar, y cuidar a niños americanos que están siempre solos. Vivo en una casa con una familia de cuatro, los padres y dos hijos, y la casa es tan enorme, que en mi país, podrían vivir tres familias sólo en el salón de la tele. Pero a los americanos les gusta su espacio. Sus casas, sus coches, todo, son muy muy grandes. He llegado a la conclusión de  que, debe ser porque así se hablan menos.

 

     La casa donde vivimos es tan grande que cuando llegan del trabajo y de la escuela, cada uno se mete en su cuarto a hacer algo, y no se hablan mucho. Por la mañana, los dos, tanto el papá como la mamá, salen a trabajar antes de que salga el sol para tomar el tren de las 6:04 de la mañana que los lleva a Nueva York, y ahí se quedan todo el día.

 

     Son bien raros estos americanos… pero, por lo menos, estoy sola casi todo el día y nadie me molesta. Hablo con los dos perros labradores que están siempre conmigo y son bien simpáticos. Creo que ahora, hasta ya me entienden en español, ya que les hablo más yo a los perros, que su familia.

 

     Lo más gracioso es que uno de los perros también se llama Sam. Yo lo llamo Sammy, así no me vuelvo loca pensando que estoy hablando con perros todo el día, y que además se llaman como yo. Los nenes, al llegar de la escuela ni los ven, es como si los perros fueran un mueble decorativo más de la casa. Además estos niñitos, tienen tantas cosas que hacer y sitios a dónde ir, que no están nunca quietos. Suerte que aprendí a manejar y me saqué la licencia rápido, porque por las tardes soy como taxista: un día a jugar al béisbol, otro día tienen un playdate, otro día música, no sé de dónde sacan tanta energía.

 

     Pero bueno, ¿y qué les voy a contar…? Así es la vida aquí, en lo que ellos llaman: commuter towns.

 

     En algunas partes del mundo hay sitios donde la gente no come, ni tiene casa… Aquí mis perritos comen mejor que algunos humanos. Hay lugares en mi país en que una casa tiene cien pies cuadrados y vive una familia entera, y yo ahora vivo en una casa rodeada de seis hectáreas de césped y árboles, en la que no se pasea nadie…

 

     Pero bueno, así es la vida, y este mundo en el que vivimos: mal repartido y lleno de sin sentidos. Yo, lo único que pienso cuando me voy a la cama con Sammy tranquilamente estirado a mis pies, es que aquí, no escucho los gritos de nadie. Y que cuando me muera, quiero reencarnar como perro de un suburbio rico de Nueva York, y tener una niñera como yo.

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DEBORAH K. SYMONS

Nació en Barcelona, España. Escritora, traductora, editora, guionista y profesora. Tiene una Maestría en Interpretación y Lingüística, con especialización en Traducción en el Área de Comunicaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona (1987). También ha estudiado Escritura Creativa en Beverly Hills, Los Ángeles, y en Manhattanville College en Nueva York. En la actualidad es parte del programa de PhD en Literatura Hispana y Lenguas de la Universidad Stony Brook en Nueva York. Ha sido traductora de documentales para la televisión y de guiones de cine, así como profesora de idiomas a nivel universitario. Ha sido profesora adjunta y visitante de español, así como de su literatura, historia y cultura, en varias universidades en Connecticut y Nueva York desde 2003, entre las que se encuentran: Norwalk Community College, Fairfield University, Sacred Heart University, Housatonic Community College, Charter Oak College, SUNY Purchase, Iona and Manhattanville College. Ha publicado la novela Stutz (I-universe, 2000) y tiene otras cuatro inéditas. Fue la traductora del libro Almost Japanese (Casi japonés), publicado por la Editorial Juventud. También ha publicado libros infantiles. Sus cuentos y relatos han aparecido en revistas prestigiosas, tales como Ventana Abierta de la Universidad de California en Santa Barbara. Reside en los Estados Unidos desde 1994.

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