MARÍA SANZ O LA POESÍA SONORA Y SENSORIAL
por
Ángela Reyes
Premio Rafael Morales 2014
Colección Melibea
Ayuntamiento de Talavera de la Reina
2015
ISBN: 978-8496827301
pp. 72
María Sanz o el balcón de su poesía adonde a él se asoma para contemplar el mundo y luego versificarlo; María Sanz o el lenguaje poético exacto, delicado, con espacio para que se acomoden el ’yo’ y el ‘tú’, el ‘nosotros’ e incluso hasta Dios. María Sanz, nacida en Sevilla en 1956, es hoy día una de las escritoras más reconocidas del panorama poético andaluz. Publicó su primer libro de poesía en 1981: “Tierra difícil”. Hasta la fecha, cuenta con una treintena de libros publicados que le han valido más de una docena de premios tan importantes como el Ricardo Molina, Manuel Alcántara, Tiflos, Leonor, Cáceres, José de Espronceda, Ateneo Jovellanos, Ciudad de Badajoz, Miguel Labordeta, Ciudad de Torrevieja, Valencia-Alfons el Magnanim, Blas de Otero, Hermanos Machado, Vicente Núñez, Rafael Morales, Tardor y Ciudad de Pamplona.
La temática de esta escritora andaluza es muy variada y, por lo tanto, rica en matices, en sentimientos, en formas de acercarse a la naturaleza o de enfocar la soledad del ser humano o de resaltar el amor y la amistad. Leer a María Sanz es sentir el paso de la Vida a lo largo de sus versos. Por ellos discurre este personaje, uno de los preferidos de su poesía. Con la Vida y sus misterios, con todo cuanto nos quita y nos regala, María crea mundos en donde no hay lugar para la acritud ni tampoco para la censura, pero sí hay un espacio acotado desde donde ella reflexiona, unas veces; fabula, otras sobre cuanto le rodea, tal vez por el gusto de verse reconocida en una de las muchas caras con que este personaje tenaz y duro, la Vida, nos acompaña en nuestro caminar. Y así, ella lo reafirma cuando nos dice:
Mis ojos no conocen otros rayos / que los del sol, ni más delicadeza / que ésta de ver a solas tanta vida / derramada a lo largo de los sueños. (de Contemplaciones)
Pero sus poemarios, que como dije anteriormente son de varias cuerdas, también nos hablan del Amor, preferentemente sobre el amor soñado o el amor perdido o el amor que no pudo ser, añadiendo a sus versos una elegante y melancólica añoranza. En estos versos amorosos que hurgan en sus más íntimos sentimientos, surgen las luminosas primaveras propias del amor, como también los diferentes caminos atravesados por sombras invernales que traen consigo el desamor. Mundo sutil el de María Sanz, inspirador y sereno, construido sobre una clásica arquitectura poética, con poemas preferentemente breves, a base de heptasílabos y endecasílabos, donde la musicalidad de la palabra la delatan como una maestra del poema. Estructura clásica, sí, pero no exenta de imágenes que realzan la sensualidad masculina y que junto con la noche y la luna serán los tres elementos que ella utilice para hablarnos de la fugacidad del amor y de la amistad; dos nobles sentimientos que con tanta facilidad se agostan. En uno de sus poemas de su libro Oboe D’Amore con el que obtuvo el premio Rafael Morales en 2014, nos dice:
Solo quisiste amarle como se ama la aurora, / con la tibia firmeza de sus hilos dorados, / como se aman los árboles al final del otoño / o los ríos que nunca llegarán hasta el mar. / Pero ya te advirtieron: no era así, no era así.
Y no podía faltar en su poesía el personaje del Tiempo. ¿Qué poeta puede ignorar al culpable de que un día seamos la figura perdida en los espejos? (De Oboe D’Amore). El tiempo y su huida llevándose consigo cuanto encuentra a su paso para dejarnos cada vez más desnudos, más huérfanos de todo. Y porque Todo en la vida es vuelo, todo pasa / en un abrir de ojos, son en estos poemas donde María Sanz se vuelve más reflexiva y escribe con las imágenes más tristes como si temiera, no solo a la huella que el tiempo deja sobre nosotros, también a ese canon llamado soledad que todos hemos de pagar por el mero hecho de vivir.
En cuanto a la Naturaleza, otra apoyatura en su poesía, María no nos la describe: la supone, la percibe, la siente, porque es una naturaleza que vuela, que roza, que vibra, que está de paso y, por lo tanto, no tiene raíces. Este mundo vegetal que ella observa obtiene en su poesía categoría humana y así en sus versos hay lluvias que gimen, hay otoños que esperan junto a la lumbre, hay pequeños soles que tienen memoria y recuerdan.
Y acabo con una percepción muy particular. Creo que en muchas de las ocasiones en que esta escritora sevillana escribe utilizando los pronombres ‘tú’, ‘ti’, ‘ella’, resulta que se trata del ‘yo’ velado, el ‘yo’ oculto. Es la manera elegida por María para hablarnos de sus sentimientos con más libertad. Nada como ponerse frente a un espejo para conversar con la persona que allí dentro se alojada y decirle cuatro verdades a ese ‘tú’ que mira, escucha y calla.
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ÁNGELA REYES
Nació en Jimena de la Frontera, Cádiz, España (1948). Poeta y narradora. Ha publicado los libros de poesía: Amaranta, La muerte olvidada, Lázaro dudaba,Cartas a Ulises de una mujer que vive sola, La niña azul, Breviario para un recuerdo, Carméndula, No llores, Poseidón, Fantasmas de mi infancia.Calendario helénico, Viaje a la mañana, Sonetos para la vida y Labio de hormiga; los cuatro últimos en colaboración con Juan Ruiz de Torres y Alfredo Villaverde. Ha publicado cuatro novelas: Morir en Troya, Adiós a las amazonas, Los trenes de marzo (11-M) y Benedicamus Domino. Y ha publicado tres colecciones de cuentos: Crónica de un lirista naufragado, Cuentos en la Arganzuela y Cofre de misericordias (en colaboración con otros autores). Entre sus premios de poesía, se encuentran: “Vicente Gaos”, “San Lesmes Abad”, “Leonor”, “Villa de la Roda” y “Blas de Otero”; de prosa: “Juan Pablo Forner”, “Calicanto” y “Ciudad de Majadahonda”. Codirige desde su fundación la Asociación Prometeo de Poesía y la Casa del Tiempo.
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