BAQUIANA – Año XIX / Nº 107 – 108 / Julio – Diciembre 2018 (Poesía I)

FOTO SECCIÓN POETICA

________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

ÁLVARO ALFONSO ACEVEDO MERLANO

Nació en Santa Marta, Colombia (1984). Es poeta, narrador, ensayista, etnógrafo y antropólogo, egresado de la Universidad del Magdalena y profesor a tiempo completo de la Universidad de la Costa (CUC). Es Magíster en educación de la Pontificia Universidad Javeriana y Magíster en comunicación y desarrollo de la Universidad Cecilio Acosta. Actualmente es el líder del grupo de investigación Community de la Universidad de la Costa; miembro del grupo de investigación sobre oralidad, narrativa audiovisual y cultura popular en el Caribe Colombiano – ORALOTECA y miembro asociado del Grupo de investigaciones sobre Antropología de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad del Magdalena (ACTUM). Pertenece a la red mundial de escritores en español (REMES) y de la Red Iberoamericana de investigadores en ANIME y MANGA. En su trayectoria como investigador ha participado en diversos proyectos de investigación social y ha publicado múltiples artículos. Su poesía y narrativa, así como varios textos literarios, aparecen en libros de escritura creativa, así como en diversas plataformas digitales y revistas especializadas como Con voz Propia, Realidades y Ficciones, Revista Extrañas Noches (Argentina);  Crítica, Resonancias (Chile); La Ola Caribe (Colombia); Ariadna, Athenea Digital, Palabras Diversas (España); y Destiempos (México), entre otras.

________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

¿TÚ, ÉL O ELLA?

 

Esa idea,

ese difícil ser él.

Una sonrisa compasiva.

Muy cierto,

le ha sido difícil.

 

Así fue,

endurecido y agotado,

sin lágrimas por convicción.

 

Por mucho tiempo

un corazón haciéndose el tonto,

latiendo sin comprender

el porqué de las causas perdidas.

¿Inmolarse o no?

 

Desea huir,

enterrar todo

bajo las arenas del tiempo.

Sus promesas rotas

no se resignarán al olvido,

le cobrarán cada suspiro

de su vil realidad.

 

Humilde aceptó

el retorno a su espíritu.

Absurdas abstracciones,

necesarias para tragar

el néctar de la vida.

 

Ausencia divina,

sosegando la totalidad

de un deseo congelado

por el miedo.

 

No más afecciones

ni latidos temerosos

por encuentros lascivos,

vacíos de sentimientos.

Ridícula quimera compartida.

 

Hoy luego de tantos insomnios

sabe que tiene parte de la culpa

¿Quién le exoneró de todo?

 

Continuará esa locura

de escaleras al cielo

y canciones a la tierra

mientras se resigna

a la omisión perpetua.

 

El asco al sinsentido de la realidad

trivializó el salir a enfrentarla,

mientras sobrevivió

a ese pedacito de mundo

que le obligaron comprender.

 

La culpa susurra a su oído

que debe suplicar perdón

pero el perdón es poco

¿Qué será entonces lo que debe más allá del perdón?

¿Qué existe más allá del perdón?

Le preguntó con sollozos:

¿Qué hay más allá del perdón mujer de los paisajes?

Dilo ¿Qué?

 

Su silencio fue la evidencia

de que lo único que hay más allá

es el mutismo del remordimiento.

 

Bienaventurados quienes suplican

por la indulgencia de su dios,

y malditos los resignados

sobre las consecuencias

de sus actos.

 

Clamará por soledad

en el laberinto que debe resolver,

como la deuda que tiene que pagar.

 

Debía estar lejos

respetando lo pactado

en esa especie de armisticio,

pero regresó un martes 13

de ese mismo año bisiesto.

 

Esa noche la luna llena

arrullando al conejo

narró historias

sobre apuestas perdidas,

sobre pecados cometidos,

sobre el incierto futuro.

Siempre sus recuerdos fueron

obras caprichosas y deliberadas.

Gratitud por la amnesia

devoradora del pasado,

de la memoria

de un victimario.

 

Sólo queda

hacer por hacer,

hacer por no morir,

hacer por creer

que hay una razón,

un motivo,

una finalidad.

 

Más allá de las edificaciones absurdas

que la constante desidia

le otorga al ser

no existe sino desdén

pues las palabras ahora sirven solamente

para justificar errores

jamás reconocidos hasta hoy.

 

Al final

se desvaneció el propósito,

que le otorgaba sentido

a los sentimientos

que nunca supo cómo descifrar.

 

Ni siquiera supo en verdad

hasta dónde quería llegar.

Nunca recordó la génesis

de su desdicha.

 

Su vía crucis

no durará mucho,

siempre halla la manera

de ponerle fin

a sus tormentos.

 

Al terminar los sollozos

supo que nunca quiso fingir

una supuesta estabilidad

una supuesta satisfacción

una supuesta cordura

o un supuesto amor.

 

Lo único que ha deseado

es permanecer por siempre

en sus más íntimos recuerdos.

 

Quiere estar en el cofre

donde guarda celosamente

sus sueños

sus memorias

sus silencios

sus secretos

y sus verdades.

 

 

POEMAS HACIA EL RENCOR (IV – VIII)

 

IV

Sobre ti

que estás ahí

y miras con recelo

líneas divergentes,

piensas que solo es

tu verdad.

 

V

El sufrimiento

de muchos,

realidad concreta,

no ficciones simuladas

de narraciones exóticas.

Maldita guerra

que debe terminar.

 

VI

Estrategias demagógicas,

manipulaciones amenazantes

disfrazadas

de supuestas convicciones altruistas.

No son más que

pantomimas.

 

VII

¿Posturas inexistentes?

Dinámicas impositivas,

destructivas.

Fueron ínfulas

creadas por la exacerbación

de ansias,

de hambre,

de necesidad.

Por ¿Obtener? ¿Mantener?

El poder.

 

VIII

Un eterno inacabar,

cuando la serpiente

coma su cola,

devorará su ser.

Y lloverán peces,

y sangrarán flores.

Cuando al final

broten las semillas

del odio.