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ÁLVARO ALFONSO ACEVEDO MERLANO
Nació en Santa Marta, Colombia (1984). Es poeta, narrador, ensayista, etnógrafo y antropólogo, egresado de la Universidad del Magdalena y profesor a tiempo completo de la Universidad de la Costa (CUC). Es Magíster en educación de la Pontificia Universidad Javeriana y Magíster en comunicación y desarrollo de la Universidad Cecilio Acosta. Actualmente es el líder del grupo de investigación Community de la Universidad de la Costa; miembro del grupo de investigación sobre oralidad, narrativa audiovisual y cultura popular en el Caribe Colombiano – ORALOTECA y miembro asociado del Grupo de investigaciones sobre Antropología de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad del Magdalena (ACTUM). Pertenece a la red mundial de escritores en español (REMES) y de la Red Iberoamericana de investigadores en ANIME y MANGA. En su trayectoria como investigador ha participado en diversos proyectos de investigación social y ha publicado múltiples artículos. Su poesía y narrativa, así como varios textos literarios, aparecen en libros de escritura creativa, así como en diversas plataformas digitales y revistas especializadas como Con voz Propia, Realidades y Ficciones, Revista Extrañas Noches (Argentina); Crítica, Resonancias (Chile); La Ola Caribe (Colombia); Ariadna, Athenea Digital, Palabras Diversas (España); y Destiempos (México), entre otras.
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¿TÚ, ÉL O ELLA?
Esa idea,
ese difícil ser él.
Una sonrisa compasiva.
Muy cierto,
le ha sido difícil.
Así fue,
endurecido y agotado,
sin lágrimas por convicción.
Por mucho tiempo
un corazón haciéndose el tonto,
latiendo sin comprender
el porqué de las causas perdidas.
¿Inmolarse o no?
Desea huir,
enterrar todo
bajo las arenas del tiempo.
Sus promesas rotas
no se resignarán al olvido,
le cobrarán cada suspiro
de su vil realidad.
Humilde aceptó
el retorno a su espíritu.
Absurdas abstracciones,
necesarias para tragar
el néctar de la vida.
Ausencia divina,
sosegando la totalidad
de un deseo congelado
por el miedo.
No más afecciones
ni latidos temerosos
por encuentros lascivos,
vacíos de sentimientos.
Ridícula quimera compartida.
Hoy luego de tantos insomnios
sabe que tiene parte de la culpa
¿Quién le exoneró de todo?
Continuará esa locura
de escaleras al cielo
y canciones a la tierra
mientras se resigna
a la omisión perpetua.
El asco al sinsentido de la realidad
trivializó el salir a enfrentarla,
mientras sobrevivió
a ese pedacito de mundo
que le obligaron comprender.
La culpa susurra a su oído
que debe suplicar perdón
pero el perdón es poco
¿Qué será entonces lo que debe más allá del perdón?
¿Qué existe más allá del perdón?
Le preguntó con sollozos:
¿Qué hay más allá del perdón mujer de los paisajes?
Dilo ¿Qué?
Su silencio fue la evidencia
de que lo único que hay más allá
es el mutismo del remordimiento.
Bienaventurados quienes suplican
por la indulgencia de su dios,
y malditos los resignados
sobre las consecuencias
de sus actos.
Clamará por soledad
en el laberinto que debe resolver,
como la deuda que tiene que pagar.
Debía estar lejos
respetando lo pactado
en esa especie de armisticio,
pero regresó un martes 13
de ese mismo año bisiesto.
Esa noche la luna llena
arrullando al conejo
narró historias
sobre apuestas perdidas,
sobre pecados cometidos,
sobre el incierto futuro.
Siempre sus recuerdos fueron
obras caprichosas y deliberadas.
Gratitud por la amnesia
devoradora del pasado,
de la memoria
de un victimario.
Sólo queda
hacer por hacer,
hacer por no morir,
hacer por creer
que hay una razón,
un motivo,
una finalidad.
Más allá de las edificaciones absurdas
que la constante desidia
le otorga al ser
no existe sino desdén
pues las palabras ahora sirven solamente
para justificar errores
jamás reconocidos hasta hoy.
Al final
se desvaneció el propósito,
que le otorgaba sentido
a los sentimientos
que nunca supo cómo descifrar.
Ni siquiera supo en verdad
hasta dónde quería llegar.
Nunca recordó la génesis
de su desdicha.
Su vía crucis
no durará mucho,
siempre halla la manera
de ponerle fin
a sus tormentos.
Al terminar los sollozos
supo que nunca quiso fingir
una supuesta estabilidad
una supuesta satisfacción
una supuesta cordura
o un supuesto amor.
Lo único que ha deseado
es permanecer por siempre
en sus más íntimos recuerdos.
Quiere estar en el cofre
donde guarda celosamente
sus sueños
sus memorias
sus silencios
sus secretos
y sus verdades.
POEMAS HACIA EL RENCOR (IV – VIII)
IV
Sobre ti
que estás ahí
y miras con recelo
líneas divergentes,
piensas que solo es
tu verdad.
V
El sufrimiento
de muchos,
realidad concreta,
no ficciones simuladas
de narraciones exóticas.
Maldita guerra
que debe terminar.
VI
Estrategias demagógicas,
manipulaciones amenazantes
disfrazadas
de supuestas convicciones altruistas.
No son más que
pantomimas.
VII
¿Posturas inexistentes?
Dinámicas impositivas,
destructivas.
Fueron ínfulas
creadas por la exacerbación
de ansias,
de hambre,
de necesidad.
Por ¿Obtener? ¿Mantener?
El poder.
VIII
Un eterno inacabar,
cuando la serpiente
coma su cola,
devorará su ser.
Y lloverán peces,
y sangrarán flores.
Cuando al final
broten las semillas
del odio.