BAQUIANA – Año XIX / Nº 107 – 108 / Julio – Diciembre 2018 (Entrevista)

ENTREVISTA CON LA PERIODISTA CUBANOAMERICANA OLGA CONNOR

(UNA VIDA DEDICADA A LA LITERATURA Y LAS ARTES) 

 

por

Maricel Mayor Marsán

 

Olga Connor en el CCE Miami - 275 X 400

 


Olga Connor nació en La Habana, Cuba, de padres gallegos. Es periodista independiente y columnista de las páginas literarias del diario de Miami El Nuevo Herald desde el año 1987, donde fue directora de las secciones culturales y de entretenimiento por varios años, participando regularmente en Galería y Viernes. También ha sido directora de Buena Vida, del conglomerado de Vanidades, y de Aboard in-flight Magazine. Ha escrito para diversas revistas internacionales como: Activa, Buena Vida, Cosmopolitan, Cristina, Geomundo, Pointe, Selecta y Vanidades.

Es graduada de la Universidad de Pensilvania, Filadelfia, con un doctorado en Lenguas Romances. Escribió su tesis de grado sobre “La evolución de las teorías estéticas de Octavio Paz”, actualmente disponible a través del portal digital educativo: Digilec en Academia. Fue profesora de literatura por más de 20 años en las siguientes universidades: Swarthmore College, Dickinson College, la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Miami y la Universidad Internacional de la Florida.

Ha publicado los libros: Palabras de mujer / Parables of Women (Madrid: Ediciones Betania, 2006), libro bilingüe de viñetas y narraciones breves surgido de las experiencias del movimiento feminista que surgió en los años 70 y que ha continuado manifestándose hasta el día de hoy de diversas maneras, y El arte de la entrevista 1987 – 2017 (Miami: Alexandria Library, 2017), libro que compila muchas de sus entrevistas realizadas durante esos treinta años a escritores, artistas y personajes del mundo intelectual o político a nivel internacional como el poeta ruso Eugenio Evtushenko, el presidente Bill Clinton, la periodista Ellen Goodman, los cineastas John Huston, Enrique Pineda Barnet y Andy García, los músicos Aurelio de la Vega, Emilio Estefan y René Touzet, los escritores Marcos Aguinis, Dan Brown y Gustavo Pérez Firmat, las escritoras Cristina García, Almudena Grandes y Zoé Valdés, los dramaturgos Julio Matas, Matías Montes Huidobro y José Triana, el autor de Yo soy Betty la Fea, Fernando Gaitán, la autora de El clon, Gloria Pérez, y la viuda de Jorge Luis Borges, María Kodama, entre muchas otras. Ha participado con artículos, capítulos, ensayos o entrevistas en las publicaciones colectivas: Enciclopedia del español en los Estados Unidos (Madrid: Alfaguara, 2008), Español o Espanglish ¿Cuál es el futuro de nuestra lengua en los Estados Unidos? (Miami: Ediciones Baquiana, 2008), Doce años sin Paz Reflexiones en Miami en torno a la obra de Octavio Paz (Miami: Ediciones Baquiana, 2010) y Cubans: An Epic Journey The struggle of exiles for truth and freedom (Miami / St. Louis: FACE / Reedy Press, 2012).

Como conferencista ha participado en múltiples congresos y ha sido invitada a instituciones y universidades de renombre fuera y dentro de los Estados Unidos. También ha sido entrevistada en muchos medios radiales y televisivos.

Ha recibido diversos premios y reconocimientos de Asociaciones Hispanas por su contribución y liderazgo en la prensa de Miami, en especial por Viernes, una sección del Miami Herald que fue considerada durante su administración como la mejor sección dedicada al entretenimiento y las artes, así como por sus columnas y reportajes a lo largo de su carrera profesional como periodista. Recibió el “Beacon Council Honor on Heroism Award” por sus reportajes desde Cuba acerca de la visita de Juan Pablo II a la isla. En fechas recientes, le fue otorgado el Premio “Lydia Cabrera” por su contribución a la cultura en Miami en 2014 y el Premio “Herencia Cultural Cubana” en 2015.


“Esta mañana he terminado de leer el libro “Palabras de mujer” de Olga Connor, autora cubana nacida en una isla que yo no conocí… No hay una vida más lejana a la mía que la de esta autora, parecería que siendo cubanas, coexistimos en planos diferentes… ¿Qué nos une entonces? Leyendo su excelente volumen de cuentos descubro un ‘promenade’ por mundos que yo misma he deseado explorar. Asomarme a su lenguaje sin una Cuba secreta que se instale en el ruido percutivo del albur, pero con una alocución muy arraigada en esa isla originaria, límpida y femenina en la que me descubro y reflejo porque de alguna manera me nombra.”

Wendy Guerra
Escritora cubana
Blog HabánameEl Mundo

Madrid,  España.
(2 de junio de 2015)

 

“El Premio Lydia Cabrera, que otorga la organización sin fines de lucro ArtesMiami, presidida por la publicista y filántropa Aida Levitán, entregará este viernes 18 el importante reconocimiento a la periodista y escritora Olga Connor, quien desde las páginas de El Nuevo Herald recoge y mantiene viva la contribución de los hispanos a la riqueza cultural del sur de la Florida.”

Luis de la Paz
Escritor y periodista cubano
Sección de Artes y Letras – El Nuevo Herald
Miami, Florida, EE.UU.
(16 de julio de 2014)

 


Olga Connor es un personaje familiar de la vida cultural de Miami. Más allá de su perfil como profesora universitaria, escritora, conferencista y gran conocedora de la literatura universal, lo que más me acerca a ella todos los días es su faceta como periodista, donde ha desarrollado por más de tres décadas su papel de cronista indiscutible del quehacer literario y artístico de la ciudad, a través de sus columnas en el diario El Nuevo Herald. Pese a que nos conocemos desde hace varios años y hemos participado en varios proyectos en común, hoy conversamos en particular sobre su vida y obra.

 

MMM ¿Qué recuerdos tienes del ambiente cultural en Cuba antes de marcharte del país de manera definitiva? ¿Te interesaba la escritura por aquella época?

 

OC Escribía desde antes de los siete años, pequeñas obras de teatro para representar detrás de una cortina en mi casa, con mis amiguitos, los hijos de los vecinos, en 17 y Baños en el Vedado, un barrio de La Habana. Al lado quedaba el Cine Gris, de lo que queda un esperpento de edificio ahora, pero fue mi “Cinema Paradiso”. Yo imitaba en las obritas escenas de las películas. A los 13 años, la doctora Mercedes Pereira, profesora del Instituto de la Víbora adonde yo asistía, y que luego fue de la Universidad de La Habana, me indicó enfrente de toda la clase que debiera ser escritora, por el trabajo que le entregué y que me pidió que lo leyera públicamente. Eso me convirtió en la crítica de todos los compañeros, que me traían sus poemas y cuentos.

    Recuerdo que escribí un ensayo de 100 páginas sobre Rubén Darío y el modernismo para un concurso. Y, por supuesto, que había seguido incorporando el drama y los poemas a mis primeros esfuerzos literarios, basándome en lecturas de  novelas y clásicos, desde Mujercitas, de Louise May Alcott, hasta La Celestina, de Fernando de Rojas. Además, me interesaba la música clásica y me hice miembro de la Coral del Instituto, que nos daba entradas gratis para ir los domingos a escuchar y ver en el Auditorium del Vedado a la Filarmónica de La Habana, con gente tan maravillosa como Arthur Rubinstein o Igor Stravinsky, a quien incluso conocí y con quien estreché las manos. Eso a los 14 años. Luego participé en el grupo del teatro que dirigía Mercedes González, y allí conocí a Enrique Pineda Barnet, que como se sabe es el gran cineasta cubano que dirigió la premiadísima película La bella del Alhambra, y en aquel entonces me enamoré locamente de él.

     En su homenaje le acabo de presentar en la Feria del Libro de Miami, en 2017, El juicio de la quimbumbia, obra premiada en 1964, pero nunca publicada, que también presentamos en La Habana, con introducción de Norge Espinosa.

     Uno de mis compañeros predilectos en aquella época, era Jorgito Camacho, el pintor surrealista, que entonces era más bien de estilo naive. Él  ilustró un proyecto que yo dirigía sobre la isla de Cuba, para el profesor Gerardo A. Canet, autor del Atlas de Cuba.  Yo tenía 15 años. Entre los profesores de ese Instituto se encontraban Leví Marrero, Medardo Vitier, Rosaura García Tudurí, Fernando Portuondo del Prado y Humberto Piñera, presidente de la Sociedad Cubana de Filosofía. En esa Sociedad  se destacaban también Mercedes García Tudurí y la malagueña María Zambrano, el compositor y musicólogo Aurelio de la Vega y profesores invitados como el argentino Risieri Frondizi. Pedro Vicente Aja, que había sido mi maestro, era el Secretario de la Institución; y allí, al encontrarnos de nuevo, nos hicimos novios y nos casamos. Muchos de nosotros, los más jóvenes, como las poetisas Mirta Ibarra y Ana María Acosta, que dirigía la página poética de la revista Romances, Gustavo Tamés y el propio Pineda Barnet nos unimos a su Instituto Filosófico.  Y todos nosotros formamos también nuestro propio Liceo de la Juventud que se reunía en la Loma del Chaple, en la Víbora. Durante los años de la década del 50 florecieron varias instituciones. Entre ellas las del teatro universitario y varias salitas dramáticas, y también el Ballet de  Alicia Alonso, al que yo hubiera querido pertenecer. El cine cubano no avanzaba, pero yo asistí a clases con Valdés Rodríguez en los Cursos de Verano que daban en la Universidad de La Habana. También, en uno de esos programas fui alumna de Fernando Ortiz, el primer afrocubanista.

     En 1953, muchos se asociaron al Congreso por la Libertad de la Cultura, como Jorge Mañach y José Manuel Cortina, Anita Arroyo y Rosario Rexach, y el secretario al principio, que fue Mario Llerena. En estas dos organizaciones, la Sociedad de Filosofía y el Congreso por la Libertad de la Cultura, colaboré en mi vida adolescente, como voluntaria, ayudando de modo anónimo al que fue secretario de ambas, mi esposo Pedro Vicente Aja en las ediciones de la Revista de Filosofía. También en los artículos que más tarde se coordinaron en Puerto Rico para  un Addendum de Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, “Cuba 1961”, editado en París. Ese fue el primer esfuerzo de estudios de cubanología en el exilio.

 

MMM Tengo entendido que viviste en Puerto Rico por una larga temporada después de tu salida de Cuba,  ¿qué tal fue esa experiencia?

 

OC Yo adoro Puerto Rico, sufro por él y me miro en él, como en un espejo, por lo mucho que ha sufrido sobre todo recientemente. Allí me entrené como maestra, estudié en su Universidad de Río Piedras, perdí a mi primer esposo Pedro Vicente Aja, que había sido mi profesor en La Habana, quedando viuda de muy jovencita, con mi hijita Mónica, pero con muchos amigos y amigas, aunque sin mis padres ni tíos. Me encontré en otras aulas, las de Robinson School, en Santurce, Puerto Rico, con el que sería mi segundo esposo, David R. Connor, padre de mi hijo David, quien nos adoptó en cariño y protección a mi hija Mónica y a mí, que estábamos desoladas, por el exilio, la orfandad y la viudez.

     En la Universidad, tuve mucho trato con el Rector Jaime Benítez, fui amadrinada por la famosa Himilce Estévez, que escribió el libro de los cubanos en Puerto Rico, nos dio ayuda a nosotros y a todos los cubanos doña Manuela Gallardo, tomé clases con don Federico de Onís, sobre el Quijote nada menos, libro que él había editado. Allí se estableció de nuevo, y por un tiempo,  la asociación del Congreso por la Libertad de la Cultura con un grupo de intelectuales cubanos, de los que tengo fotos, y con los que colaboré de manera anónima.

 

MMM ¿Cómo fue tu proceso de asimilación y desarrollo profesional dentro de la sociedad norteamericana? Y, en especial, ¿cómo lograste la transición de una vida en español a una vida en inglés, más allá de las motivaciones extra literarias?

 

OC Cuando les comuniqué por teléfono a mis padres gallegos, Francisco Fernández Dorado y Pilar Villares González, que estaban en La Habana, para informarles que pensaba casarme de nuevo, y que quería que me dijeran de qué nacionalidad pensaban que sería el elegido, mi padre respondió sin vacilar: “norteamericano”. ¿Cómo lo sabías?, le pregunté. “Porque admiras la vida norteamericana, porque te encanta el inglés y porque trabajas en una escuela americana”, me respondió.

     Ya desde los 15 años interpretaba en los congresos que se celebraban en La Habana, de manera informal para algunos congresistas de habla inglesa. Lo estudié desde niña en los colegios, y lo practicaba con mi madrina y tía, Josefa Villares, que había ido a aprenderlo en Ashville, North Carolina. Luego me interesé en continuar mis estudios de Filosofía y Letras en el Departamento de Lenguas Romances de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, de donde procedía mi esposo por 20 años, David R. Connor, y padre de mi hijo David F. Connor, que me ha dado un nieto hermoso e inteligente, Evan Joseph.  De Mónica tengo dos nietos, Richard Korn y Laura Reitsma. Todos viven lejos de aquí, pero nos vemos a menudo.

     Mi vida en las universidades ha sido muy extensa e intensa. Fui profesora en la Universidad de Pensilvania, de Filadelfia, muchos años, en Swarthmore College, y en Dickinson College, ambos en Pensilvania. Luego en la Universidad de Miami. Fui Chairwoman de poesía en la NEMLA (North East Modern Languages Association) y liasion con el Army War College para Dickinson en Carlisle, Pensilvania. Allí, organicé un coloquio latinoamericano y fui directora de la Casa Hispánica. Asistí a numerosos congresos donde presenté ponencias académicas, y me doctoré en 1980 con una tesis sobre el poeta y ensayista mexicano Octavio Paz.

 

Olga Connor y Siudy Garrido - 300 X 400

Con Siudy Garrido (Siudy) la famosa bailaora, coreógrafa y directora artística de baile flamenco de origen venezolano.

 

MMM ¿Por qué decidiste dejar el mundo académico y dedicarte al periodismo en los años ochenta?

 

OC Primeramente, era una propuesta temporal, ya que por razones personales había decidido mudarme a Miami; y aunque aspiré a una plaza en la Universidad Internacional de la Florida y el jefe del Departamento de Literatura Hispánica en aquel momento –de los años 78 al 81 en que yo aspiraba–, Reinaldo Sánchez, me había propuesto para llenar una plaza, no fui escogida.

     Eso me lanzó a buscar un trabajo anunciado en el periódico. Era el de redactora para la revista Vanidades. Mirta Blanco, su directora, me dio una oportunidad. Y nada menos que me envió, a una reunión de Columbia Pictures en Nueva York, a entrevistar a John Huston, para que demostrara mi capacidad como redactora para esa revista, que en aquel momento tenía cinco millones de lectores en todas las Américas, lo que les había garantizado un puesto de invitada entre 12 publicaciones internacionales de parecida magnitud, desde Nueva Dehli y Sudáfrica a Buenos Aires. No solo demostré que podía hacerlo, sino que fue un anzuelo magistral para convertirme en periodista, porque lo que siempre he hecho en todas mis clases y en las conferencias es preguntar muchas cosas a veces difíciles de responder.

     Mi curiosidad es infinita, como lo es  mi deseo de retar al entrevistado para descubrir lo más interesante de la persona.

     Y al haber sido siempre cinéfila,  me permitió el placer de editar al famoso crítico de cine René Jordán en el Nuevo Herald. Y también edité, por cierto, a Guillermo Cabrera Infante, el deleitoso CAIN de las revistas de Cuba, y lo entrevisté, pero antes de ser periodista. Nunca he dejado de impartir conocimientos. Ni de escoger a personas por sus talentos, que es la verdadera misión del pedagogo. Di clases después en la Universidad de Miami y en FIU, y seguí dando conferencias internacionalmente, como la de la Cumbre de la Telenovela, donde documenté por qué Jane Austen y sus novelas son la base ideal de la novela rosa y por ende de la telenovela latinoamericana.

 

Olga Connor con Gonzalo Rojas 2017 650 X 465

Con el poeta y Premio Nóbel chileno Gonzalo Rojas en su casa de Coral Gables.

 

MMM El año pasado publicaste un libro de entrevistas, donde seleccionaste una serie de intelectuales y figuras importantes del mundo de las letras que habías entrevistado a lo largo de tu carrera en el Nuevo Herald. ¿Me podrías comentar un poco al respecto?

 

OC Lo mejor es que te cite el comienzo de mi Introducción al libro, para que se vea mi filosofía al respecto.

     “Encontrarse con un ser extraño que no quiere contarle a uno su verdadera vida es el primer escollo para el periodista. La entrevista es ese género híbrido que refleja el atrevimiento del chismoso impenitente del entregado en cuerpo y alma a este oficio de entrometidos.

     La publicidad que busca la mayoría de los que se dedican a la vida del arte, los negocios, los medios, o la sociedad elegante, hace que se creen máscaras para hacerle frente a la curiosidad popular, y es difícil a veces para el periodista ver la realidad. Porque lo que le dice el entrevistado es un cuento de sí mismo.

     Entrevistar no tiene apenas reglas. Como en la guerra y el amor todo es permitido. Y no es un caso de preguntar por preguntar, es un asunto de saber cuál es el retrato verdadero de la persona que tiene uno ante sí. En el caso de los narradores y poetas, el pensar y el crear es el vivir, y muchas veces estas entrevistas se tornan en una biografía de esos procesos.

     Por el contrario, lo que le interesa al público, lo que al menos me interesa a mí,  es como interactúa esa vida mental con la emocional.  Porque la información que uno prepara no es sólo sobre ideas, también hay que tener un sentido de lo anecdótico, lo narrativo, lo novelesco en la vida de cada cual.

     Sin embargo, en algunos casos, las ideas son tan poderosas que se convierten en el foco de atención. Las ideas son tan poderosas como si fueran anécdotas. Esto fácilmente tuvo que ser así con un personaje como Jorge Luis Borges. Sus ficciones, sistemas de vida total, son más interesantes que la vida que vivió, la cual pudo haber vivido cualquiera en Buenos Aires, Suiza o Nueva York.

     Y aunque escribí antes que no hay reglas, yo sí sigo una regla fundamental, según el tiempo que tenga, y es comenzar hablando de lo menos controversial. Eso me lo enseñó una periodista maestra. No ataques con la pregunta fundamental: deja que fluya como al desgaire. Y de todos modos para eso está la computadora,  para poner al principio lo que se dijo al final y viceversa. Lo que sucede es que alguna gente es muy inteligente y se da cuenta de que esa es mi táctica”.

     Lo que sigue después en ese proemio es anécdotas de entrevistados como Octavio Paz, el poeta mexicano universal, que en su biblioteca de su piso en la Calle Reforma, ciudad de México, me llamó la atención porque un periódico no podría estar interesado en sus ideas estéticas, que fue lo primero que discutí con él, porque mi tesis es sobre él y ese tópico. “¿Cuándo va a llegar a la política?, nada de esta filosofía le van a publicar”, me dijo. Y yo le prometí que sí. Pero no al principio, claro, sino después de la política, al final.

 

 EL ARTE DE LA ENTREVISTA 450H X 275   Portada Palabras de mujer 450H X 275

 

MMM En un libro anterior, le dedicaste toda su extensión a la parábola. ¿Por qué decidiste manifestarte utilizando ese recurso narrativo?

 

OC Eso lo dije en “mi propia introducción”, en el libro Palabras de mujer/ Parables of Women (2006, Betania).  Me enamoré de la vida de Jesús al verlo como maestro, ya que era mi propia vocación, al leer un libro de John A. Mackay. Ahí descubrí que los Evangelios están repletos de un género de literatura muy imaginativo, verdaderamente metafórico, que con pocas palabras dice mucho. Estoy segura de que Jorge Luis Borges, de quien tengo escrito, pero no publicado, se aprovechó de las parábolas como ejemplo de sus inimitables historias. Y a la vez me sirvió para representar las protestas sobre la vida de la mujer en la época del feminismo.

 

 Olga Connor en Miami Book Fair

En la Feria Internacional del Libro de Miami (2006).

Olga Connor en Miami Book Fair I

Presentando su libro Palabras de mujer / Parables of Women.

 

MMM A la hora de escribir, aparte de los artículos, reportajes especiales o entrevistas que haces, ¿cuál es tu estilo de narrativa preferida, la testimonial o la ficcional?

 

OC Me parece que no todo lo ficcional es ficción, sino más bien imagen, metáfora de un testimonio. Y para ello véase Soldados de Salamina, de Javier Cercas Mena, y Corazón de piedra helado, de Almudena Grandes.  Ni lo testimonial está siempre contado de modo completo o real, porque interviene la sensación imaginativa,  y para ello véanse las memorias de dos escritores favoritos, Pablo Neruda, con Confieso que he vivido, y Gabriel García Márquez, con Vivir para contarla. Por cierto, me encanta el género biográfico y autobiográfico, y tengo una gran muestra en mi biblioteca de más de 10,000 libros de este tipo de narrativa.

 

MMM ¿Qué piensas de la novela actual con todos sus ingredientes de violencia, narcotráfico, guerrillas y paramilitares?

 

OC Creo, junto con Fernando Gaytán, autor colombiano de Yo soy Betty la fea, lo que me dijo en una entrevista publicada en mi libro El arte de la entrevista, que los latinoamericanos tenemos derecho a ofrecer nuestro punto de vista sobre un tema que ya trató extraordinariamente la novela y la película El padrino, acerca de las mafias estadounidenses, y que ya se ve con cintas como Enemigo Público, con James Cagney, en 1931. Además, ¿qué otra cosa son la épica griega, las novelas de caballerías, y las novelas decimononas, como Los miserables, de Víctor Hugo, con su descripción de la batalla de Waterloo, o La guerra y la paz, de León Tolstoi, y en el siglo XX, la obra de Erich María Remarque, con ¿Sin novedad en el frente?, y de Ernesto Hemingway, Adiós a las armas. Cada época tiene su propia narrativa de drama en las guerras, la paz y la justicia.

 

MMM ¿Cómo defines el impacto de la globalización en relación a la transnacionalización de las culturas? ¿Ha sido efectivo o no?

 

OC Creo firmemente en la globalización. Auguro que iremos hacia el espacio planetario y desde hace mucho tiempo lo estoy diciendo. Ahora mismo las noticias son de conquistar la luna para seguir a Marte. La globalización es un paso previo a la que podríamos llamar la “planetarización” y luego la “galaxización” por la conquista de la galaxia. No sé aún cómo, pero disfruto mucho la ciencia ficción, sobre todo la escrita y también escribo ciencia ficción que no he publicado. Entonces el planeta Tierra tiene que estar muy bien conectado para enfrentar ese reto.

 

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MMM ¿Cuál es tu opinión sobre las redes sociales y la difusión de la literatura a nivel digital? ¿Acaso estamos en la antesala de la desaparición de las publicaciones impresas?

 

OC Ramón Menéndez Pidal descubrió en España que había un “Estado Latente” (así se llama la teoría) de la trasmisión oral de la literatura, sobre todo, la leyenda poética, los romances, incluso los medievales. Samuel A. Armistead comprobó la teoría con su grabación de la emigración sefardí en el norte de África y otros países de la cuenca mediterránea. Del mismo modo, hay un estado latente aún de la trasmisión en papel, que no podemos obviar, a pesar de la difusión digital que es mucho más práctica, porque es prácticamente instantánea y no consume papel. Pero que puede adolecer de defectos en la rapidez con que ocurre, mayor que la de la televisión en muchos casos. La publicación impresa da un sentido de permanencia a las cosas, porque apela a los sentidos de la vista y el tacto, porque se puede guardar de modo intacto, porque da la sensación de descanso. Me he informado que los libros digitales no han seguido subiendo en ventas, y los impresos sí les están ganando en ese sentido.

 

MMM Entiendo que eres una gran defensora de los derechos de la mujer. ¿Qué piensas del Movimiento #YoTambién o #MeToo Movement? ¿Podrán las mujeres mantener los derechos adquiridos en las últimas décadas o estamos ante una etapa de involución histórica?

 

OC Sobre eso he escrito varias columnas para el Nuevo Herald. Ya era hora que se pusiera de manifiesto lo que todas las profesionales que compiten en el terreno que ha sido de los hombres, manejados y supervisados por los hombres, hemos tenido que sufrir “Y yo también”, puedo decir, lo he sufrido. Solo que no me he atrevido a manifestarlo, pero aplaudo a quienes lo han hecho para que se sepa y se evite en el futuro.

 

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Con el periodista Luis de la Paz y el director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, Dr. Odón Betanzos Palacios, durante el primer diálogo de la Serie “Español o Espanglish” en el Centro Cultural Español de Miami (2004).

Olga Connor con Maricel Mayor Marsán conferencia ICM-Octavio Paz 300 X 400

Participando en un coloquio acerca de Octavio Paz en el Instituto Cultural de México en Miami con los escritores Luis Alvarado, Joaquín Roy y Maricel Mayor Marsán (2009).

Olga Connor - Octavio Paz en FILM - 300 X 400

Con el grupo de panelistas que participaron en la presentación del libro Doce años sin paz en la Feria Internacional del Libro de Miami – FILM: el periodista Alexis Ortiz, el director del Instituto Cultural de México en Miami Arturo Morell, la directora del Consejo de Redacción de Baquiana Maricel Mayor Marsán y los profesores Joaquín Roy (Universidad de Miami) y Myra M. Medina (Miami Dade College) (2010). 

Olga Connor con Perez-Firmat en Victor Cafe 2017

Con dos de los entrevistados que aparecen en el libro El Arte de la Entrevista: el dramaturgo y profesor español Alfredo R. López Vázquez y el escritor y profesor cubanoamericano Gustavo Pérez Firmat en Victor’s Café en Manhattan, Nueva York (2017).

Olga Connor con Aurelio de la Fuente 300 X 400

Reunión en Los Ángeles, California, con el compositor y musicólogo cubano Aurelio de la Vega en su casa. Su esposa Anne Marie atrás, con tres destacados cubanos: el cineasta Carlos Barba Salva, el escritor y pintor Néstor Díaz de Villegas y el presentador de televisión Abel Álvarez (2018). 

 

MMM ¿Tienes algún proyecto pendiente o en desarrollo en estos momentos?

 

OC ¡Dios mío! Que me alcance la vida para todos mis proyectos. Seguir haciendo segundo y tercer volúmenes de El arte de la entrevista, porque ahí faltan entrevistas de personas tan notables como Renee Fleming, Jorge Edwards, Eglise Gutiérrez, Néstor Díaz de Villegas, Orlando González Esteva, Orlando Rodríguez Sardiñas (Rossardi), Ricardo Pau Llosa y Enrico Mario Santí. Y todos los bailarines como Edward Villella, Margot Fonteyn, Julio Bocca, Angel Corella, y artistas plásticos cubanos y sus representantes, y mis grandes amigos, Ramón Alejandro, Enrique Cubillas, y Humberto Castro, entre otros. También tengo tres novelas empezadas, una sobre la dicotomía cubana, vista entre dos mujeres, una de ciencia ficción en otro planeta y una sobre la época del teatro barroco en España, tan abandonada por los propios españoles, que tiene mucho que competir con la isabelina inglesa. En esta me he estado documentando últimamente, y fue además la base de mis estudios en la Universidad de Pensilvania, a fines de los 60 y principios de los 70. Por otra parte, me han pedido los editores que escriba sobre la Sociedad Cubana de Filosofía en los 50, de la que tengo muchas fotos y documentos.  Tengo que trabajar muy rápidamente para cumplir con todo o al menos parte de ese programa. Y, como sabes, sigo escribiendo para el Nuevo Herald, que aparece aún impreso y también digitalmente.  Es una vida con pasado, presente y futuro, y con mucho por hacer.

 

 

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