BAQUIANA – Año XVIII / Nº 105 – 106 / Enero – Junio 2018 (Teatro)

LAS ÚLTIMAS CRIADAS

(Versión libre sobre el texto original Las criadas de Jean Genet)

 

por

 

Erom Jimmy

 


 

Personajes:

Solange

(Una mujer delirante, obsesionada con la gloria y el poder)

Clara

(Su hermana, enloquecida y secuaz)

Mujer

(Mujer humilde en búsqueda de justicia)

 

Oscuro, sonido de tormenta. Llega poca luz y tras una ventana enorme una sombra de alguien que mira de espaldas al público, al poco entra otra sombra, se sienta en algún butacón que está en escena sin ser visto, al tiempo, se levanta y enciende alguna luz. La escena es un avejentado salón y una ventana muy grande en su centro, muebles roídos y gastados, algunos objetos inservibles, sucios.

 

SOLANGE: ¿Has visto la hora?

CLARA: Igual que siempre, la misma de ayer y será la misma mañana y así todos los días, como siempre.

SOLANGE: ¿Pero ya es la hora o no?

CLARA: No falta mucho… ¿Por qué no te sientas? Debes descansar.

SOLANGE: Tengo que mirar, me gusta, ya sabes… No puedo evitarlo, tantos años que ya me es imposible dejar de hacerlo… Cuando estoy lejos de la ventana, parece como si no estuviera en casa.

CLARA: Esa costumbre tuya de estar acechando… total, de una u otra manera, a nosotros vendrán. Nunca te ha gustado esperar.

SOLANGE: ¿Falta mucho? Ya no siento el paso del tiempo, parece que vivimos en un mismo momento que se repite eterno y así seguiremos, me da mucho placer esta condena, todos los días repetidos a la misma hora, un mismo final y siempre en fin los mismos rostros repetidos…

CLARA: ¿Quién será hoy?

SOLANGE: ¿Acaso importa? Siempre lo mismo, ya sabes. Alguien viene a pedir clemencia, preguntando quién puede ayudarle en su desgracia… Nosotras fingiremos ser meros y simples colaboradoras, sin poder para dar respuestas ni fuerza para brindar ayuda. Y al final…

CLARA: Si, ya sé, el mismo final repetido.

SOLANGE: Ya tiene que estar cerca, no soporto esto de no sentir el tiempo.

CLARA: Si el tiempo pasara, igual ya no estaríamos aquí, viviéramos en el pasado.

SOLANGE: No, ¡No! Pasado no. Siempre es y será lo mismo, porque aquí estoy, en la ventana, mirando todo hasta donde la vista me alcance, todo eso que veo, es mío, no hay nada que pueda ocultarse, si he de hacer para que la vida se detenga, haré todo entonces. Hasta lo imposible. Y será como siempre: Yo…

CLARA: Nosotros…

SOLANGE: ¡Yo! Mirando por la venta y cada día a la misma hora vendrá alguien pidiendo ayuda y aquí estaré, porque soy su única esperanza, soy su razón, tengo que estar siempre… tenemos que estar atentas, puede llegar en cualquier momento.

CLARA: Ya está todo listo, no desesperes… no falta mucho, lo presiento.

SOLANGE: No sé si darle el golpe según entre o dejarle un tiempo a que pase y se siente… para asegurarnos que no viene con alguien…

CLARA: Mejor que entre. Así volvería a tener esperanzas… no es bueno tanto sufrir.

SOLANGE: ¿Y dejarle escapar?

CLARA: ¡No estoy diciendo eso! Pero hay que aceptar las cosas…

SOLANGE: No puede haber nada más allá de donde mi vista alcanza. Si no consigo verlo, no hay nada, no existe.

CLARA: Bien sabes que sí, tras los muros, allí hay mucho más de lo que aquí tenemos…

SOLANGE: ¡No existe! No hay mundo si no éste que pueden ver mis ojos.

CLARA: El Horizonte hermana… existe.

SOLANGE: ¡No digas! No vuelvas a decir, jamás, esa palabra maldita.

CLARA: Ya sé que tienes prohibido a todos decirla, se bien que casi todos por temor callan y prefieren evitarla… pero vamos, soy tu hermana y esta también es mi casa.

SOLANGE: Horizonte… maldita palabra que odio tanto… todos los caminos aquí dentro empiezan y terminan en el mismo lugar… si embargo, el mar… tan grande, casi infinito… les invita a escapar y ahí otra vez el maldito horizonte, como una puerta, una salida.

CLARA: Ahí está… a mí me aterra, siempre el mismo mar, eterno hermana…

SOLANGE: Que no lo digas, he dicho. Por eso quiero estar en mi ventana, aquí es donde estoy mejor. Viendo por sus miradas… y si por descuido al mar miraran, ahí aparezco yo, como un muro…

CLARA: No lo podemos evitar, alguien deberá cansarse de tanto mirar al mismo sitio, alguna vez tendrán que levantar la cabeza.

SOLANGE: Por eso lo odio… porque yo quisiera ser horizonte, allí donde mires o vayas… estaré yo. Todo eso y cada cosa siempre yo.

CLARA: ¿Es que acaso no te aburres?

SOLANGE: ¿Qué hora será?

CLARA: Quizá hoy… nadie venga.

SOLANGE: ¿Nadie a pedir ayuda? Imposible.

CLARA: Podría ser…

SOLANGE: Si así fuera, saldría y secaría los mares y entonces ahorcaría lentamente al horizonte, vería su agonía, disfrutando con cada gota que desapareciese. Si ya no vienen a pedir clemencia, el único culpable será el mar, ese maldito mar.

CLARA: ¿Y si estamos solas? ¿Y si todos, de un golpe descubrieron el horizonte? Estaríamos muertas en vida hermana, encerradas en estas paredes llenas de silencio. Si acaso estamos solas… la ausencia sería definitivamente nuestra muerte.

SOLANGE: Nunca habrá muerte, siempre los mismos días, ¿te acuerdas? Las horas repetidas, no hay nada que escape, soy la única salida, y aquí sigo… mirando por la ventana.

CLARA: (Cada vez más convencida) ¿Y si de pronto, el tiempo cambiara? ¿Y si el mar inundara todo? El mar podría llegar hasta aquí…

SOLANGE: Estamos muy alto…

CLARA: Que importa, el mar es grande, tiene fuerza y lo sabes… se caerían las paredes… no habría forma de aguantar tu ventana.

SOLANGE: ¡Calla!

CLARA: Entonces, ya no importaría lo alto que estemos, todos los ahogados podrían llegar hasta aquí, sentarse en ese sillón donde tantos años te miraba, yo siempre detrás, a tu espalda, susurrando y quitando las manchas que dejabas… si viene el agua de golpe, podría limpiarlo todo… ya no habría más nuestro sucio cansancio de los mismos días y las horas huecas… el agua, hermana. El agua del mar se convertiría en ausencia y eso sería el fin… morir así mismo como han muerto tantos, que horror hermana, morir ahogadas por la ausencia.

SOLANGE: ¿Oíste eso?

CLARA: No. Si fuera alguien volvería a tocar, tienes que tranquilizarte.

SOLANGE: Muchos años llevo mirando por esta venta, ¿crees que no he pensado en lo peligroso de estar rodeadas por el mar? ¿Qué ha sido eso?

CLARA: Nada.

SOLANGE: No puede ser…

CLARA: Que no es nada te digo, no hay nadie aún.

SOLANGE: A veces pienso, igual que tú, de pronto quedarnos solas… Podría aplaudirme yo misma mientras doy un discurso. No tengo miedo a la soledad.

CLARA: Y otra vez tú, en todas partes…

SOLANGE: Entonces estas paredes, aún con tantas grietas, serían otra vez fuertes… y ahí seguiría la ventana, la misma a la que todos desde abajo miran…

CLARA: ¿No tienes miedo a morir?

SOLANGE: No, pero sí a que pase el tiempo.

CLARA: Siempre la misma hora, los mismos días. Un mismo final y siempre repetido.

                       Suena un reloj despertador.

SOLANGE: ¿Ya?

CLARA: Démonos prisa, puede llegar en cualquier momento. Ayúdame, (empieza a cambiarse de vestido) Espero podamos llegar hasta el final.

SOLANGE: Siempre ocurre lo mismo. Nada cambia y eso es lo que me da tranquilidad. En cambio tú parece como si fuera tu primera vez. No entiendo como todavía te emocionas. Tanta gente he visto morir que aunque quisiera esforzarme para sentir un ápice de cualquier sentimiento… solo consigo seguir vacía y nada más.

CLARA: Vigila la ventana.

SOLANGE: Tenemos que parecer humildes, lograr ese aspecto de simplicidad que solo hay en la pobreza, no pueden descubrirnos, cada día vendrá alguien para saber si aún vivimos. Y aquí hemos de estar enérgicas y siempre con la misma historia, no olvides detalles… si vienen buscando a los señores de la casa…

CLARA: No sabemos donde están…

SOLANGE: Pero…

CLARA: Le invitamos a pasar y mientras esperen…

SOLANGE: Hace calor esta noche, incluso de día ya estaba oscuro, tantas nubes y ni una gota de aire, tanto silencio…

CLARA: Si… Voy a buscar la soga. No es nada nuevo, pero siempre es efectivo. Vigila la ventana.

SOLANGE: Estoy cansada.

CLARA: ¡Vigila la ventana! Podría venir y sorprendernos. Y todavía tengo que terminar de vestirme, ¿Qué te pasa? No puedes parecerte a ti misma ahora, nos descubrirían, pon la cara de siempre… tienes que parecer una criada.

SOLANGE: De pronto, tengo resentimientos, he pensado en el mar… en eso de los ahogados, tanta gente muerta hermana…

CLARA: ¿Qué más nos da? Vivimos de su esperanza, estamos aquí porque ellos creen que somos su anhelo. Cierra los ojos y olvida.

SOLANGE: Cuando digo que pienso en el mar… es un decir, quisieras verme muerta también, lo sé… pero aunque desaparezca un día, seguiré en la ventana y tú seguirás a mis espaldas, siempre… Eternamente tras de mí.

CLARA: Comprendo que siempre serás tú. Y yo… detrás. Comprendo, no tienes que explicarte. No tienes que avasallarme.

SOLANGE: Más valdría que miraras si todo está en orden.

CLARA: Siempre recordándome que he de ser la segunda, eternamente. Incluso conmigo eres despiadada… entiendo que te odien, puedo llegar a entenderlo.

SOLANGE: ¿Te atreves a recriminarme algo acaso? No pases los límites que hagan que me olvide que eres mi hermana, gracias a mí… estamos en esta casa, gracias a mí, todo esto que ven mis ojos es nuestra casa, soy yo quien ha levantado primero los muros y luego yo también he borrado los caminos, no hay nada que no vea desde esta ventana y aquí estamos… así que no te atrevas a mirarme de esa forma, porque puedo olvidar quien eres y ya sabes que nada te gustará bajar las escaleras. A mí me debes todo y yo fui quien definió la palabra “Siempre” fui yo quien conjuró contra todos acusando a cada quien y creando la culpa y luego también yo fui su condena.

CLARA: Mejor vivamos como señoras. ¿Por qué tenemos esta simulación eterna de parecer criadas? Algo debemos cambiar… la gente comenta.

SOLANGE: ¿Qué quieres? ¿Mirar por la ventana?

CLARA: No, ¡nunca!

SOLANGE: ¡No mientas! ¿Cómo te atreves a engañarme? Te he visto. ¿Crees que aunque me paso horas de espalda, no puedo ver lo que haces? Siempre pensado en imitarme. Quieres mis vestidos. Por eso te envuelves en las cortinas, o en pedazos de encajes, pavoneándote delante de los espejos, acercándote aquí, queriendo salir al balcón, he visto incluso tus ojos imaginar al pueblo desfilando, he visto tu sonrisa saludando…

CLARA: ¡No sigas!

SOLANGE: Ni la noche más oscura se ocultaría de mi guardia, llevo años viéndolo todo y así será siempre.

CLARA: ¡No chilles! Puede venir cualquiera… mejor sigamos…

SOLANGE: ¡No me des órdenes!

CLARA: Calma, recuerda… piensa en toda esa gente que te adora.

SOLANGE: Por conveniencia ¿Crees acaso que no me doy cuenta? Nos quieren como objetos, nos miran como a las nubes negras, estamos lejos hermana, demasiado lejos…

CLARA: Si salieras al balcón, como en aquellos días… todos y tantos allá abajo y tú… saludando.

SOLANGE: Estoy tan vieja… ¿Y crees que me voy a resignar? No. Seguiré con este juego y mientras, estaré cada noche en la ventana… porque no quiero dormir, me aterra que me venza el sueño, de pie tienen que verme, aquí he de estar, por siempre… por eso tengo que escupir… Porque tengo pánico de ahogarme… ya hay demasiados ahogados… pero el miedo nunca es suficiente y tengo que seguir…

CLARA: ¿Seguir? Si no pudiste matarle…

SOLANGE: Salió de aquí casi muerto, no pudo llegar lejos, yo hice lo que acordamos.

CLARA: No lo niegues. Te vi.

SOLANGE: A veces cansa tanta muerte.

CLARA: Pues debiste hacerlo, ¡Sí! Como cada noche, en el mismo momento que siempre haces lo mismo repetido. A veces creo debes dejarme a mi esos ratos. Y es porque soy la que debe salvarles… no lo puedo resistir, les compadezco pero me asfixia el verles ahogarse en su insignificancia… prefiero verles de lejos, mirarles tras la ventana, me pongo a tus espaldas y miro… todos los seres me parecen iguales… pero cuando vienen a pedir ayuda, descubro su maldita individualidad, y eso me aterra. ¿Por qué me miras así? ¿Vas a denunciarme a la policía?

SOLANGE: No me gusta que mires por la ventana…

CLARA: Nada puedo hacer, no hay salida, solo tú y la ventana… Y cada momento igual que siempre, la misma hora de ayer y será la misma mañana y así como siempre.

SOLANGE: Esa gente humilde que viene implorando ayuda, respiran tan dulcemente que siempre tengo el deseo de estrangularlas. Pero a veces me duelen las manos, tanto apretar…

CLARA: No hay nada después de la muerte…

SOLANGE: Nosotras… pero he de decir que envidio el dolor de los miserables. Admiro la elegancia de su sufrimiento. El dolor los transforma en seres adorables…

CLARA: ¿Entonces ya sabes lo que tienes que hacer?

SOLANGE: Es verdad ese muchacho tenía algo en la mirada, esa esperanza, esa terrible ilusión que tienen los desesperados, me cogió las manos y me miró fijo pidiéndome ayuda, quería mirar por la ventana a ver si encontraba a su padre… pobre gente.

CLARA: Te hubieran descubierto… no entiendo cómo a veces sientes debilidad.

SOLANGE: Nadie podría saberlo…

CLARA: Si alguna vez alguien logra escapar de aquí con vida…Todos lo sabrían en el acto, no quiero pensarlo, todo el pueblo enardecido, gritando y queriendo subir por todos lados, esos miserables iguales que los ahogados de mis pesadillas, entrando por la puerta y hasta por las grietas… Toda esa gente… sería nuestro fin.

SOLANGE: Durante todo este tiempo, he conseguido estar detrás de cada puerta, mis ojos mirando por las cerraduras… lo sé todo, lo que piensan y lo que sueñan, por eso borré los caminos y cada vez son más altos mis muros…

CLARA: Igual, no confíes…

SOLANGE: Si, no puedo confiar, hay que cerrar bien las puertas mientras hablamos.

CLARA: ¡Ay, calla! Me ahogas… me siento como si me estuviera ahogando, hay que dejar que entre un poco el aire.

SOLANGE: (Inquieta) ¿Qué quieres hacer?

CLARA: Abrir…

SOLANGE: ¿Tú también? Todos en fin quieren escapar… y lo entiendo, te juro que lo entiendo. Yo también me ahogo, hace tiempo estoy mirando el mundo desde aquí… y eso me hace sentir sola. Pero aquí en lo alto no escucho los murmullos, no veo sus miradas, no siento su odio… La soledad es el precio de la gloria. Y eso me devuelve la paz. ¡Deja ya la ventana!

CLARA: ¿Y por dónde va entrar el aire? Te recuerdo que no hay otro lugar, todo lo tienes cerrado.

SOLANGE: ¡Vete a tus rincones como siempre! Y déjame en paz. Ya se me olvidan los años que llevamos aquí y siempre hemos estado cerradas. No vengas ahora a cambiar las cosas.

CLARA: Escondidas, huyendo dentro de estas cuatro paredes. Refugiándonos de una muerte repentina. Asiladas, cobijadas de cualquier posible atentado, todo lo que nos rodea puede matarnos… por eso ansío tanto bajar a la calle, caminar y estar entre la gente.

SOLANGE: Será mejor que olvides esos pensamientos.

CLARA: No sé cómo puedes vivir tan tranquila rodeada de tanta muerte y con tanta soledad.

SOLANGE: No estoy sola querida… ahí siempre estarás, como mi sombra, ahí estarás eternamente mientras yo miro por la ventana.

  Suena un teléfono.

CLARA: A la orden… es aquí pero no soy a quien busca, puedo dejar el recado… sabe que no puedo decirle mi nombre, si está llamando, tiene que conocer el funcionamiento. Diga lo que tiene que decir y el resto es trabajo mío… ¿Cuándo? Anoche… y entonces, ¿sigue libre? ¿Cómo es posible que no le vieran?

SOLANGE: ¿Qué pasa?

CLARA: (Cuelga el teléfono) Uno… ha escapado.

SOLANGE: Imposible, tengo ojos por todas partes y muros.

CLARA: Lo acaban de informar… fue anoche, hay grietas en los muros, no todo lo puedes controlar. En fin, uno ha escapado, se hizo a la mar.

SOLANGE: ¡Maldita sea! Tendré que hacer más altos los muros, poner alambradas…

CLARA: Ya es libre, lo refugia el mar… si llegara alguna parte…

SOLANGE: Ahora más que nunca aquí he de estar. No podemos permitir crean existe algo más allá. Hacen falta más muros hermana, no puedo permitir grietas, tengo que hacer para que sigan confiando y a todos lados que miren o vayan… solo vean mi imagen alta tras la ventana.

CLARA: El mar… siempre el maldito mar.

SOLANGE: Otro que escapa…

CLARA: ¿Entonces? Todo se perderá.

SOLANGE: Los demás podrían enterarse. Todos empezarían a buscar grietas en los muros, incluso… quizás empezar a hacerlas. ¿Te das cuenta de la gravedad de la situación?

CLARA: Hago lo que puedo. No tengo descanso, he perdido la cuenta de todas las cartas incriminatorias que falsifico para que tú luego tengas pruebas y todos acepten la condena.

SOLANGE: Bah, no tienes que recordármelo.

CLARA: Si se escapan, yo no tengo la culpa. Quizá tendríamos que incrementar las condenas, igual les hace falta más miedo. No puedes responsabilizarme a mí de tus errores… Es fácil lamentarse mientras seguimos con esta doble vida de parecer criadas.

SOLANGE: ¡Desgraciada! Parecer serviles y honradas es lo que nos ha mantenido con vida todos estos años, acaso crees que si supieran, se mantendrían tan conformes, si acaso esos infelices imaginaran quienes somos, se lanzarían contra todo y ahora, estuviéramos bajo todas las rocas de esos muros. La bondad es el mejor tirano. Siendo nobles tendremos amor a cambio, nadie se atreverá a levantar su mano porque somos la imagen del amor. Pero tendremos que estar alertas… aún así escapan y creo que cada vez más conspiran.

CLARA: Todo se echará a perder por tu culpa.

SOLANGE: ¿Y qué querías que hiciera?

CLARA: ¡Matar! Hacer lo que siempre hacemos.

SOLANGE: Aún puedo encontrar la fuerza necesaria.

CLARA: Estás muy vieja…

SOLANGE: Tenía los ojos cansados, no pude ver su garganta.

CLARA: Yo puedo conseguirlo, he vivido suficiente tiempo tras tu espalda para aprender, incluso… mejorar lo que haces. Soy capaz de todo y lo sabes.

SOLANGE: Si hermana, no olvides. Sé muy bien que eres una arpía.

CLARA: Sé lo que digo y estoy preparada… porque estoy harta. Harta de ser la siguiente, nunca la primera. Como si fuera la funda de un paraguas. ¡Harta! De aparentar ser una monja siniestra. Sin dios y sin familia…

SOLANGE: ¿Has visto la hora?

CLARA: Nunca te ha gustado esperar…

SOLANGE: ¿Pero ya es la hora o no?

CLARA: No falta mucho…

SOLANGE: Bueno, solo queda esperar que entre por la puerta.

CLARA: Entonces, cuando entre, hacemos lo de siempre, y le dejamos hablar… Tú déjame el final… Esta vez me toca a mí.

SOLANGE: Todos los días repetidos a la misma hora, un mismo final…

CLARA: ¿Quién será hoy?

SOLANGE: Yo también estoy que no puedo más. ¿Crees acaso que me gusta arruinar mis manos para parecer una criada? Pues tampoco soporto estas medias negras. Ni la forma de mi pelo. Lo peor es nuestro parecido. Odio tener que verme igual a ti.

CLARA: Si no quieres ser esto, sólo te queda ser igual a ellos y la verdad, no lo creo.

SOLANGE: Quisiera ayudarte. Me gustaría consolarte. Pero sabes que lo haría de mala gana. Porque sé que te doy asco. Te repugno. Y lo sé porque tú también me das asco. Me revuelve tu olor rancio de sombra. Te veo envejecer y me imagino a mi misma en ese estado deplorable. Por eso al verte, sólo tengo náuseas. Quererse en la esclavitud no es quererse.

CLARA: Te equivocas ¡Es quererse demasiado! Pero sí, confieso estar también harta de los cristales de tu ventana, son como espejos. Pero no devuelven los reflejos… esos espejos más bien roban la luz y cada vez hay más noche en todas partes, te has adueñado de tanto que pronto estaremos viviendo ciegos dentro de esta eterna noche que tú pretendes parezca feliz.

SOLANGE: Tranquila hermana, cuando eso ocurra, cuando sea al fin esto un país de ciegos, tan sólo tú serás tuerta. A pesar de todo no me olvido que estás aquí. Todos los demás allá abajo… no importan.

CLARA: Entonces no podemos dejar que sigan escapando, aprovechemos esto. ¿Dónde y cuándo encontraremos mejor pretexto? Esta noche, alguna mujer vendrá pidiendo ayuda para encontrar a su querido que se hizo a la mar. Nosotros le mostraremos nuestras lágrimas, luego reiremos entre lágrimas y falsos densos suspiros. Seré lo que no supiste ser.

SOLANGE: ¡No me provoques!

CLARA: Ya has estado suficiente tiempo en la ventana. ¡Ahora mando yo!

SOLANGE: Pobre hermana mía, tanto tiempo y al fin enloqueció.

CLARA: No necesito de tu ayuda. Te he visto todos estos años… Puedo estar al frente de la ventana cuando se me antoje. Esos no se darán cuenta, ya están tan acostumbrados, que siguen y van a todas partes con la cabeza siempre mirando abajo. Estamos muy alto hermana, es verdad. No verán el cambio.

SOLANGE: No sabrías qué hacer. ¿Crees que vigilar es fácil? Siempre hay alguien dispuesto a escaparse.

CLARA: (Según habla va entrando en un eufórico delirio) Estaba pensando, podríamos encerrarlos a todos. Diríamos la excusa de la invasión del mar y no tendríamos más opción que protegerlos, pues no queremos más ahogados. Entonces a tus muros yo pondría techos… no solo el mar, también el cielo podría ser nuestro enemigo. Cuando todos estén encerrados, no haría falta vigilar por tu ventana… si todos fueran condenados, no tendríamos que ser más criadas.

SOLANGE: El que te escuche pensará que has perdido la razón…

CLARA: ¿Y quién me sacará el ojo? Serás tú. Si, lo sé. Nadie más tendría el valor de acercárseme. Será terrible al principio… pero todo es igual, lo mismo una y otra vez. Y seré tuerta… pero en un país de ciegos, sigue siendo un privilegio. Yo sé que algo me estimas hermana y se nota por al menos, dejarme un ojo ¿Me dejarás un rato tu ventana? Aún con un solo ojo puedo ser útil…

SOLANGE: (Muy despacio) No hables, déjame que yo lo haga todo. Duerme… estaré contigo.

CLARA: (Empieza cierto delirio) El mar puede venir en cualquier momento… ese sería el fin…

SOLANGE: Estás enloqueciendo hermana…

CLARA: Todos los ahogados podrían llegar hasta aquí, sentarse en ese sillón donde tantos años, te miraba, yo siempre detrás, a tu espalda, susurrando y quitando las manchas que dejabas… si viene el agua de golpe, podría limpiarlo todo… ya no habría más nuestro viejo polvo, nuestro sucio cansancio de los mismos días y las horas huecas… el agua, hermana. El agua del mar se convertiría en ausencia y eso sería el fin… morir así mismo como han muerto tantos, que horror hermana, morir ahogadas por la ausencia.

SOLANGE: Estamos muy alto, el mar nunca llegaría hasta nosotras.

CLARA: Podrías llegar a sacarme un ojo, pero no permitirías ni por casualidad que ocupe tu lugar… eres terrible hermana.

SOLANGE: He nacido para esto, yo contra el tiempo. Yo tras la ventana… es lo único que sé hacer hermana, vigilar.

CLARA: ¿Nunca has pensado que podría matarte?

SOLANGE: Claro que sí y tengo la forma de evitarlo si llegara a suceder.

CLARA: Eres despreciable.

SOLANGE: También lo sé. Mi principio y mi fin es velar que todo pase según lo que he previsto, no puedo permitir que algo suceda sin mi consentimiento. Aún así tenemos la amenaza imperecedera del mar… Que feliz fuera ver todo plano, una basta tierra sin agua… entonces podría poner muros en cualquier parte, estos infelices no se quejarían, pues tendrían más espacio… No sabes lo terrible que es vigilar siempre los mismos rincones.

CLARA: ¿Y si el mar se secara? ¿Los ahogados podrían caminar? Llegarían hasta aquí entonces…

SOLANGE: Ya no me acuerdo hermana, de nosotras… nos hemos quedado solas, de tanto mirar sin cansancio, se me borran los rostros. Es cierto… No hay espejo que refleje nada de lo que somos… Es terrible, ni siquiera el tiempo pasa. Hasta el tiempo nos teme.

CLARA: No, ¡no! No podemos tener ni un ápice de debilidad y menos ahora. Debemos hacerlo de otro modo. Aunque no lo creas, los tiempos cambian.

SOLANGE: ¿Cómo entonces?

CLARA: Hipotensión arterial y shock, seguidamente a la vasodilatación y a la disminución de la función miocárdica. Desprendimientos de la piel. Cefaleas y convulsiones, poli neuropatía, degeneración motora, afectación multisistémica y… la muerte.

SOLANGE: (Conforme) Y sin huellas…

CLARA: A partir de ahora, no tendría que borrar tus manchas, todo estaría limpio.

SOLANGE: Es perfecto… hacer que el rastro de la sangre sea invisible…

CLARA: Atrás quedaron esos días de de ejecuciones, ahora toca sonreír.

SOLANGE: ¡Sí! la bondad es el mejor tirano.

                       Tocan a la puerta.

CLARA: Es ella. Ella que viene… otra pidiendo clemencia. ¿Estás segura de no flaquear?

SOLANGE: Adiós a las ejecuciones… ¿Cuánto hay que echar?

CLARA: ¿Te atreverás?

SOLANGE: Desprendimientos de la piel. Cefaleas y convulsiones, poli neuropatía, degeneración motora, afectación multisistémica y… la muerte. Esa parte me fascina, afectación multisistémica… ¿dos, tres cucharadas?

CLARA: No mucho más de una. Menos no bastaría. Más le haría vomitar.

SOLANGE: Prepara una tila bien concentrada, siempre se ofrece en estos casos. (Ríe)

CLARA: Si. Buena idea hermana. (Se va)

SOLANGE: (Advirtiendo) Muy azucarada. (Se ríe)

                         Entra la Mujer acompañada de Clara.

MUJER: Perdonen que haya venido hasta aquí, pero estoy desesperada. Necesito ayuda. Tengo… me gustaría hablar con los responsables…

CLARA: En realidad, nosotros tampoco le vemos, son gente muy ocupada, usted sabe, siempre haciendo cosas importantes.

MUJER: Me imagino, pero ¿Quién puede ayudarme entonces?

CLARA: Nosotros te escucharemos y haremos lo posible para que tus demandas sean escuchadas, debes entender que los responsables no descansan intentando ayudar, pero son muchos, demasiados asuntos que tienen que atender… nosotras sólo somos personal de trámite… simples criadas.

MUJER: Yo espero entonces, en algún momento tendrán que salir, ¿no? Están allí, ¿detrás de esa puerta? ¿Puedo tocar? Tengo que intentarlo, igual me reciben. Durante todo este tiempo Solange ha estado de espaldas mirando por la ventana y Clara distante de ambas, de forma que puede estar a la espalda de la Mujer y poder mirar a Solange y a la vez estudiar los gestos y palabras de la mujer.

CLARA: Ya le dijimos que son gente ocupada. No se atreva a tocar esa puerta.

MUJER: Discúlpeme, es que estoy desesperada…

CLARA: ¿Y qué le pasa?

MUJER: Mi hermano… hace dos días, quiero decir, salió de casa y no ha vuelto. Hemos buscado y preguntado. Nada. Como si se lo hubiera tragado la tierra.

CLARA: O el mar…

MUJER: No, eso nunca. Mi hermano y yo somos de buena familia, gente que nunca nos hemos metido en problemas. Mi hermano nunca se hubiera acercado siquiera al muro. Eso no puede ser lo que pasó. He venido hasta aquí… porque es el único lugar alto con ventanas y a lo mejor yo… si ustedes me dejarían pedir permiso para asomarme a la ventana. Yo necesito encontrar a mi hermano…

SOLANGE: ¿Mirar por la ventana?

MUJER: Si… ya sé que es difícil…

CLARA: Imposible.

MUJER: Pero yo al menos tengo que intentarlo, mi padre también desapareció un día, solo éramos tres. Ahora desaparece él. No puedo describir en que se ha convertido mi madre. No cierra los ojos mirando a ninguna parte, nosotros no tenemos ventana, ella… se queda fija mirando la puerta, esperando horas y horas a que vuelva. No duerme y apenas puede comer. Llevo días buscando… por todos lados. No sé dónde pudieron haber ido… nosotros, ¿sabe una cosa? Nosotros usamos los mismos zapatos. El siempre agarra el derecho y yo me pongo el otro. Cuando salimos juntos, nos agarramos bien fuerte y podemos caminar sin problemas. Siempre reíamos. Es un buen muchacho, mi hermano es un buen muchacho. Aunque hace días le cambió el rostro. Dejó de reír de repente. Prefería andar descalzo. Y… tenía esa mirada a ninguna parte que ahora tiene mi madre. Dejó de hablar hace como tres días… y no puedo más… mire, estos son nuestros zapatos, ahora los tengo puestos, y me siento extraña, no quiero estar así, me gusta tener un pie desnudo… porque es la certeza de no andar sola. Tiene que haberle pasado algo malo, yo se lo pido, déjeme ver por la ventana…

CLARA: Podemos preguntar por ti, pero no sé qué puedan decirnos…

MUJER: Gracias, usted parece buena persona. Yo necesito me ayude… tengo que encontrar a mi hermano.

CLARA: Para eso estamos, nosotras no sabemos hacer otra cosa que ayudar. Mejor te sientas, debes esperar…

MUJER: Hace días también vengo soñando cosas horribles… mucha gente encerrada, en una celda bajo el agua… siempre me despierto a media noche y ahí está mi madre, despierta y vigilando la puerta.

SOLANGE: Despierta y vigilando…

MUJER: ¿Ha dicho algo?

CLARA: ¿También sueñas con ahogados?

MUJER: Sí, la verdad es que sí y da miedo… parece real, tanta gente sumergida, gritando, esos gritos mudos, gritos bajo el agua ¿usted sabe lo que le digo?

CLARA: Qué cosa terrible, los ahogados gritando…

SOLANGE: Así que quieres mirar por la ventana…

MUJER: Si, y le daría mi vida…

SOLANGE: ¿Su vida a cambio de mirar una sola vez por la ventana?

MUJER: Si fuera necesario… quiero hacer algo para que mi madre vuelva de esa agonía, sigue en mi casa sentada, sin moverse… la veo pero en realidad yo sé que no está en su cuerpo. Ella está más desesperada que yo buscando por todas partes…

SOLANGE: Pero nadie puede mirar por la ventana.

CLARA: Podríamos hacer una excepción…

SOLANGE: Bien sabes que no.

MUJER: ¿Y si estuviera en la cárcel?

CLARA: ¿Y no era un buen muchacho?

SOLANGE: No hay de qué preocuparse, las cárceles no son como en los viejos tiempos.

MUJER: Ya sé que dicen que las cosas han cambiado… pero no puedo olvidar esos sueños de los ahogados, me imagino las peores torturas. Las cárceles están llenas de criminales y mi hermano es bueno y tendrá que estar con ellos. Me muero de vergüenza si mi hermano es un condenado. Estoy destrozada, desesperada…

SOLANGE: Habla mucho usted de la muerte…

CLARA: No se preocupe, aquí estamos para ayudarle.

SOLANGE: ¡Clara…! Deja de molestar, es de mal gusto tocar a los extraños.

MUJER: ¿Qué hora es? ¿No tienen un reloj cerca? He perdido la noción del tiempo, mi madre está sola. ¿No sienten frío? Debo ser yo que estoy nerviosa. Venía subiendo la escalera y tuve la sensación de ir bajando… qué cosas me pasan, ¿no sé si me entienden? Por eso tengo que encontrar a mi hermano. No dejo de soñar con pasillos, hombres de mármol, cabezas de cera… y siempre esos ahogados.

SOLANGE: Pero no hay que preocuparse por los muertos, esos ya lo están. Y nada puede hacerse. ¿Tiene sed?

CLARA: ¿Y cree que su hermano es inocente?

MUJER: ¡Lo es! ¡Claro que lo es! Pero inocente o culpable no lo abandonaré. Voy a seguir buscándolo hasta el fin…

CLARA: ¿Y si estuviera en el mar?

MUJER: Al mar iría a buscarle. ¿No dirían nada, verdad? Ustedes quieren ayudarme.

CLARA: Puedes confiar en nosotras…

MUJER: No me acostumbro a llevar dos zapatos. Así es como me di cuenta del amor que tengo por mi familia. Si fuera culpable, yo me haría su cómplice. Le acompañaría hasta más allá del horizonte…

SOLANGE: ¿Tan lejos…?

MUJER: ¿No haría usted lo mismo por su hermana?

    Silencio.

MUJER: ¿Qué habría podido hacer mi hermano para convertirse en culpable? Ahora pienso… ¿Qué le produjo ese silencio repentino? ¿Qué le pasaba por la mente para borrar su sonrisa? ¿A dónde fue? ¿Qué fuerza mayor lo arrancó de su casa y lo hizo dejar a su familia? Gracias por estar aquí conmigo, en estos días sin mi hermano, me he sentido tan sola…

   Silencio.

MUJER: Si fuera culpable, yo llevaría su cruz. Le seguiría de cárcel en cárcel hasta más allá de los muros.

CLARA: No se lo permitirían.

MUJER: Yo infringiría las órdenes. Y sería capaz de todas las audacias y haría todas las astucias con tal de salvarle.

SOLANGE: Incluso perder la vida.

CLARA: Muy valiente.

MUJER: No me conoce aún. Mi familia me hace fuerte, estoy dispuesta a luchar porque es justo. Y tengo que averiguar cómo saben los apoderados de todo cuanto ocurre, quiero saber quienes son los delatores.

CLARA: ¿Qué sabes tú de delatores?

MUJER: Todos allá abajo lo hablan, ¿no lo sabían? Hace tiempo aparecen cartas con acusaciones; dicen que falsas, provocando los arrestos.

SOLANGE: Convendría que esta chica descansara. ¿Desea un té?

MUJER: No estoy cansada. ¿Y esos cuando salen? Podría levantarme de aquí y tumbar la puerta.

CLARA: Podría tener irreversibles problemas.

MUJER: Parece como si llevara aquí toda la vida… que calor, ¿no se pueden abrir las ventanas?

SOLANGE: Definitivamente, debemos darte una tila.

MUJER: Ahora no quiero. Quiero estar despierta, por si esos salen, quiero ver sus caras. ¿Y si no hubiera nadie?

CLARA: ¿Qué dices?

MUJER: Me dijeron que nunca les ven… entonces, ¿Quién asegura que sigan vivos?

SOLANGE: Nadie, la verdad, hace mucho, no les hemos visto.

MUJER: Que locura, una ciudad entera viviendo atemorizada creyendo existen personas que quizá ya están muertas. Tememos a unos lobos que nunca aparecen.

SOLANGE: Yo no andaría tan confiada por los bosques… todo puede pasar. Oiga, su tila va a enfriarse.

CLARA: No había visto, esa flor… en su pelo.

MUJER: ¿Le gusta? Tómela. Lo hago por costumbre, a mi hermano le encantaba, siempre se quedaba oliendo mi cabeza cuando me abrazaba.

CLARA: Es tan bonita…

SOLANGE: ¿No das las gracias?

MUJER: No hace falta.

CLARA: Gracias.

SOLANGE: Tendré que calentar yo misma la tila… tibia es mejor…

MUJER: ¿Quién pudo haber mandado esas cartas? Desde luego, ustedes no tienen ni idea, parecen buenas personas… todas las respuestas están detrás de la puerta… y nosotras aquí, calladas, como si fuéramos sirvientas, esperando órdenes que nunca llegan. Pero yo sé como puedo aclarar ese misterio, tenemos que ver la letra, esas cosas se analizan. Y así sabremos quién ha podido maquinar tal conspiración.

CLARA: ¿Y cómo te llamas?

MUJER: Hace mucho perdimos los nombres… ¿no lo sabían?

SOLANGE: Llevamos tanto tiempo aquí arriba…

MUJER: Ya no hay nombres, ni firmas… somos gentes iguales, vivimos felices porque los muros nos cuidan, podemos ir a cualquier sitio porque ningún camino lleva a ninguna parte, parece como si diéramos vueltas en el mismo lugar… no hacen falta nombres, no puede haber diferencia… eso nos dijeron y lo hemos aceptado… luego algunos desaparecen pero pronto son olvidados. Estoy tratando de recordar mi nombre… cuando era niña, mi madre me lo decía en secreto… nos escondemos tanto por todo que acabamos olvidando… Olvidamos tanto, tanto hasta convertirnos en nada.

SOLANGE: Entiendo. Hay días en que uno olvida. ¿Por qué se fue de su casa? Es muy joven para andar sola, es un peligro tener el mar tan cerca.

MUJER: Quería dormir para no pensar. Pero eran más fuertes las ganas de encontrar a mi hermano que el sueño. Luego supe que al irme, de alguna forma me llevaría todo conmigo, arrastraría cada cosa. Alejarse es una forma de esperar. Una espera larga y terrible. Quise saber. Ahora ya no puedo retroceder.

CLARA: Es mejor no saber. La vida no será igual que antes.

SOLANGE: Todo pasará.

CLARA: Y un mundo de fetos nuevos vendrá a ocupar el vacío dejado por los muertos.

MUJER: Me tengo que ir…

SOLANGE: ¿De dónde vienes?

MUJER: De escapar. Correr a toda prisa, ir más rápido que mis pensamientos. Casi sin respirar, corría, corría sin poder hacerlo. Fue entonces cuando vi que las calles no llevan a ningún sitio, que las calles no saben nuestros nombres, no nos esperan, no les importan que vayamos o regresemos. Me quité los zapatos para no oír el ruido cansado de mis sueños rotos.

CLARA: No te entiendo.

MUJER: Me fui de casa porque estoy buscando a mi hermano. Era casi una niña cuando cerré la puerta. Cuando di los primeros pasos me convertí en una mujer que no tiene nombre. Antes de echarme a correr, caminaba buscando y pensaba: “El mundo es grande” tiene que haber un lugar. Pero si el mundo fuera esa casa de la cual salí siendo casi una niña, ese mundo estaba en guerra. Entonces había que esconderse y sobrevivir. Un día, poco antes de ese día que salí por la puerta. Me despertaron el ruido de botas por las calles, gritos. Había gente afuera gritando. Tiraban todo tipo de cosas a mi puerta. Los vecinos enmudecieron. Nadie podía hacer nada. Esos gritaban porque mi padre había desaparecido en el mar. Si el mundo es una casa. Algunas personas somos para ellos techos, paredes, puertas donde gritar y tirar todo tipo de cosas… entraron como perros buscando su presa. Y yo quise esconderme. Pero no hay rincón en el mundo lo suficientemente lejos para esconderse de la desgracia. Supe que me encontrarían, era solo cuestión de tiempo. Mi madre no estaba porque llevaba días como yo ahora… buscando a mi hermano. Ella buscando a mi padre. Les sentía revolver todo como buscando algo para satisfacer su venganza. Sudaba como en verano aunque había mucho frío. Me tiritaban los dientes. Pensé que ese ruido les ayudaría a encontrarme. No tenía fuerzas para arrancármelos, así que me mordí una mano tan fuerte… que no tenía voz para gritar de dolor. Rompieron aquel espejo que usaba mi padre, nunca tuvimos fotos. Así que algunas veces nos quedábamos un rato estáticos, mirándonos en el espejo, como una familia… y lo rompieron. El único espejo que tenía para ver mis recuerdos. Amanecía cuando al fin me encontraron. Cerré los ojos para no verles… lo peor de todo fue que no había agua para lavarme. Si el mundo es una casa. Esta casa estaba en guerra.

SOLANGE: ¿Quieres un caramelo? No dejes de comer dulces. Y no hagas caso. Al final a todos se nos caen los dientes.

CLARA: Mira…

MUJER: ¿Qué?

SOLANGE: ¿Es… un…?

MUJER: ¿Dónde?

SOLANGE: Allí. ¿No ves?

CLARA: Es… un niño ahogado que trajo el mar. Está reventado. Está muerto, es un niño muerto.

MUJER: No veo nada. ¿Un niño dice? ¿Ahogado?

CLARA: Igual, yo me acuerdo de tu hermano.

MUJER: ¿De veras? ¿Dónde le vio?

SOLANGE: No hemos visto a nadie…

MUJER: Estoy desesperada. Cualquier rastro por pequeño que sea, para mí, es importante. Entonces diga, ¿ha visto a mi hermano? ¡Míreme! Y diga si ha visto a mi hermano.

CLARA: Solange…

SOLANGE: Nadie… ya lo has dicho, no hay diferencia. Si hubiera visto a alguien, ¿cómo puedo saber si es tu hermano si todos vistos desde aquí son iguales?

CLARA: ¡Solange!

SOLANGE: ¡A nadie he visto!

                          La Mujer en un rapto desesperado va corriendo hacia la puerta y la abre.

                          Retrocede espantada y derrumbada.

MUJER: No hay nadie…

SOLANGE: ¿Cómo pudiste…?

CLARA: No debiste…

SOLANGE: Todo por tu culpa.

CLARA: ¿Cómo podía saber que…?

MUJER: No hay nadie. Nunca hubo nadie…

SOLANGE: No sabíamos…

MUJER: ¿Ah no?

CLARA: Llevamos tiempo aquí, no se nos permite abrir la puerta, somos criadas, nada más.

SOLANGE: Y tuviste la insolencia de…

MUJER: Hemos estado solos todos estos años, con miedo, creyendo en falsos ídolos, hemos creído que alguien nos cuidaba… y estábamos solos.

CLARA: ¿Y si estamos solas? ¿Y si todos, de un golpe descubrieran el horizonte? Estaríamos muertas en vida hermana, encerradas en estas paredes llenas de silencio. Si acaso estamos solas… la ausencia sería definitivamente nuestra muerte.

MUJER: El horizonte…

SOLANGE: ¡Clara! Basta de delirios…

MUJER: Y ustedes… llevan aquí todo este tiempo ¿Y nunca se han preguntado, dónde están esos?

CLARA: ¿Quiénes?

MUJER: De los que nunca se habla. A los que hay que saludar sin mirarles, a esos que nos mandan, esos que están ahí sin ser vistos… hablo de ellos, de los que prohíben y disponen. Los que intrigan y sentencian, esos… los innombrables.

CLARA: ¿Y si de pronto, el tiempo cambiara? ¿Y si el mar inundara todo? El mar podría llegar hasta aquí…

SOLANGE: Nunca habrá muerte, siempre los mismos días, ¿te acuerdas? Las horas repetidas, no hay nada que escape, soy la escalera, y aquí sigo… mirando por la ventana.

MUJER: La ventana, eso es… ¡Quítese de la ventana!

SOLANGE: Muchos años llevo mirando por ésta ventana, ¿crees que no he pensado en lo peligroso de estar rodeadas por el mar? Pero si todos escaparan y el mar estaría a punto de entrar… entonces…

MUJER: Que se aparte le digo…

CLARA: ¡Ay, calla! Me asfixias… me siento como si me estuviera ahogando, hay que dejar que entre un poco el aire.

SOLANGE: (Inquieta) ¿Qué quieres hacer?

CLARA: Abrir…

SOLANGE: ¿Tú también? Todos en fin quieren escapar… y lo entiendo, te juro que lo entiendo. Yo también me ahogo, hace tiempo estoy mirando el mundo desde aquí… y eso me hace sentir sola. Pero aquí en lo alto no escucho los murmullos, no veo sus miradas, no siento su odio… entonces la soledad es el precio de la gloria. Y eso me devuelve la paz. ¡Apártate de la ventana!

CLARA: ¿Y por dónde va entrar el aire? Te recuerdo que no hay otro lugar, todo lo tienes cerrado.

SOLANGE: ¡Vete a tus rincones como siempre! Y déjame en paz. Ya se me olvidan los años que llevamos aquí y siempre hemos estado cerradas.

MUJER: Ya entiendo… ustedes, siempre han sido ustedes.

CLARA: Deberías tomar esta tila…

  La Mujer saliendo lentamente mientras habla.

MUJER: Todo este tiempo… engañados y encerrados por ustedes. Hemos confiado todo este tiempo, hemos creído estar protegidos… y nada. Siempre han sido ustedes las culpables de las desgracias y hemos sido nosotros quienes hemos pagado por sus errores y sus caprichos… pero hoy se termina. Aunque puedan matarme ahora mismo, sepan que hoy se termina. He llegado aquí buscando a mi hermano y a mí me buscarán también y así unos a otros y siempre la sangre les llevará a esta ventana. El eco de los gritos les guiará hasta aquí. Toda la sangre les señalará como culpables, no importa que hayan borrado las huellas, la sangre es la misma aunque oculten los fusiles y ahora sonrían. Hoy se acaba aunque me desaparezcan como a todos los ahogados y culpen al mar…

    Termina por salir.

CLARA: Entonces, ya no importaría la escalera, todos los ahogados podrían llegar hasta aquí, sentarse en ese sillón donde tantos años, te miraba, yo siempre detrás, a tu espalda, susurrando y quitando las manchas que dejabas… si viene el agua de golpe, podría limpiarlo todo… ya no habría más nuestro viejo polvo, nuestro sucio cansancio de los mismos días y las horas huecas… el agua, hermana. El agua del mar se convertiría en ausencia y eso sería el fin… morir así mismo como han muerto tantos, que horror hermana, morir ahogadas por la ausencia.

SOLANGE: ¡Y no ha bebido! Claro. Era de esperar. Tus ideas nuevas, siempre te dije, nada de progreso. Las cosas que siempre han funcionado así han de estar.

CLARA: Me hubiera gustado verte en mi caso.

SOLANGE: No te justifiques…

CLARA: Era su hermano Solange, me conmovió…Pero si, ha escapado.

SOLANGE: Imposible, tengo ojos por todas partes y muros.

CLARA: Hay grietas en los muros, no todo lo puedes controlar. En fin, esa también ahora estará buscando el mar.

SOLANGE: ¡Maldita sea! Tendré que hacer más altos los muros, ponerle alambradas…

CLARA: Ya es libre, la refugia el mar… ojalá no llegue a ninguna parte.

SOLANGE: Ahora más que nunca aquí he de estar. No podemos permitir crean que existe algo más allá. Hacen falta más muros hermana, no puedo permitir grietas, tengo que hacer para que sigan confiando y a todos lados que miren o vayan… solo vean mi imagen alta tras la ventana.

CLARA: El mar… siempre el maldito mar.

SOLANGE: Otro que escapa…

CLARA: ¿Entonces? Todo se perderá.

SOLANGE: Los demás podrían enterarse. Todos empezarían a buscar grietas en los muros, incluso… quizás empezar a hacerlas. ¿Te das cuenta de la gravedad de la situación?

CLARA: Hago lo que puedo. No tengo descanso, he perdido la cuenta de todas las cartas incriminatorias que falsifico para que tú luego tengas pruebas y todos acepten la condena.

SOLANGE: Todo por tu culpa.

CLARA: Igual les hace falta más miedo. No pueden encontrar salida…

SOLANGE: Es tu culpa ¡Siempre lo mismo!

CLARA: No me hagas responsable.

SOLANGE: ¿Y qué querías que hiciera?

CLARA: ¡Matarla! Cuando se estaba marchando.

SOLANGE: Aún puedo encontrar la fuerza necesaria.

CLARA: Estás muy vieja…

SOLANGE: Tenía los ojos cansados, no pude ver su garganta. Igual no evadas tu culpa. ¿Cómo pudiste dejar que huyera? No podía salir con vida de aquí, llevamos años haciéndolo, ¿Cómo pudiste dejar que se fuera? Ahora todos sabrán, ahora todos podrán saltar los muros, ya no tendrán miedo, no creerán en la culpa. Lo comprenderán todo, estamos perdidas.

CLARA: Yo hice lo que acordamos. No quiso beberla, ¿tendré yo la culpa?

SOLANGE: ¡Si! Es que sí la tienes.

CLARA: Dejemos pensar en lo que pasó y miremos que nos puede pasar…

SOLANGE: Obré para que todo saliera bien y ya ves que tus ideas nos han llevado a la ruina. No hay más remedio que huir. Recojamos nuestras cosas. Larguémonos antes que llegue toda esa gente a vengar a sus muertos.

CLARA: Estamos malditas.

SOLANGE: Deja ya de pensar estupideces… los muertos nada hacen. La sangre derramada es lo mismo que agua cuando cae al suelo y luego seca, polvo es…

CLARA: (Cada vez más convencida) ¿Y si el mar inundara todo? Podría llegar hasta aquí…

SOLANGE: Hay que huir, de prisa… si, eso es. Huyamos Clara, por mar, nadie nos buscaría en un barco, debemos salir y pronto. Hagamos lo mismo, busquemos algún lado roto del muro y por ahí escapemos al mar…

CLARA: ¿A dónde? ¿Marcharnos a dónde? ¿Con quien viviríamos? No tengo fuerzas ni para llevar una maleta. El remordimiento pesa y las culpas más aún.

SOLANGE: Vamos a cualquier sitio, el mar nos llevará a alguna parte.

CLARA: ¡No! El mar no, ahí están los ahogados. Nos reconocerían al instante…

SOLANGE: ¡Clara…!

CLARA: No callaré, llevo años callando, siempre a tu espalda. Basta, ¡No quiero más! Al mar no voy. Ahí están ellos, tranquilos, esperando este día. Esperan que pasemos sobre sus restos, se levantarán hermana. Lo harán todos a la vez. Sus restos, sus trozos de huesos podridos. Su carne putrefacta, aparecerá su sangre hedionda flotando encima de las aguas, ahí estarán esperando a que lleguemos. El horizonte… entonces el horizonte vendrá sobre nosotros como un patíbulo líquido que se afianza sobre nuestros cuellos. Te lo dije, sabes bien que llevo años diciéndote que este día iba a llegar…

SOLANGE: Vuelve en ti ¡Clara!

CLARA: Es demasiado tarde…

SOLANGE: No si salimos ahora, de una vez.

CLARA: Déjame descansar…

SOLANGE: Volverán, hoy o mañana, pero van a venir. Se habrán enterado de dónde procedían las cartas. Se habrán enterado de todo. De todo y vendrán como lobos hambrientos. Toda esa gente que apenas veía ahora las tendré tan cerca, sus miradas, sus gritos, a mí también me asfixian y no los ahogados, me asfixian los vivos. Esos que siempre tuve bajo mis botas, verlos ahora en mi presencia, significaría que ya no hay distancia entre ellos y yo. Que lleguen hasta aquí es como derribar esta casa y llevarnos a ras de la calle, van a venir y tengo que pensar en algo… yo tengo que seguir en mi ventana, nada ni nadie puede impedir que mire un día y otro por esta ventana… voy a seguir mirando todo hasta donde alcance mi vista, porque más allá… no existe nada.

CLARA: Estoy tan cansada.

SOLANGE: ¡Hagamos algo te digo!

CLARA: Demasiado cansada…

SOLANGE: Al final siempre estuve sola. Pero aquí he de estar. Haz tú lo que quieras. Ya me imagino esa gentuza… lamentándose, jurando venganza, gritando rotos por la decepción… ellos siempre tan débilmente inocentes. Las criadas son culpables porque ellos son inocentes. Pero somos culpables por su simplicidad, porque siempre es más cómodo ser la victima, es mejor estar sometidos… es fácil poner el cuello en la guillotina. Lo difícil siempre ha sido levantar el hacha… si yo me hubiera encargado de su ejecución, juro que hubiera llegado hasta el final.

CLARA: Pero Solange.

SOLANGE: Yo le hubiera abierto las mandíbulas para obligarle a tragársela. La hubiera visto morir mientras mis manos firmes le seguían agarrando las mandíbulas.

CLARA: (Según habla va entrando en un eufórico delirio) Estaba pensando, podríamos encerrarlos a todos. Con la excusa de la invasión del mar, no tendríamos más opción que protegerlos, pues no queremos más ahogados. Entonces a tus muros yo pondría techos… no solo el mar, también el cielo podría ser nuestro enemigo. Cuando todos estén encerrados, no haría falta vigilar por tu ventana… si todos fueran condenados, no tendríamos que ser más criadas… Toma un poco de Tila.

SOLANGE: ¿Qué has dicho?

CLARA: Alguien tiene que morir.

SOLANGE: ¡Soy tu hermana!

CLARA: Eso haré. Tú tienes que beber… esos vendrán y tú ya estarás muerta. Diré que esa señora fue la culpable. Yo seguiré junto a la ventana…

SOLANGE: ¿Me estás condenando a muerte?

CLARA: Es perfecto… ¿Cómo no se me ocurrió antes? Cuando entre la manada, yo estaré aquí y tú por cualquier lugar… tirada, ya estarás muerta. Tengo palabras suficientes para convencerles de su culpa aunque no existiera tal… y nada podrán decir… Verán tu cuerpo frío, tu ausencia de vida regada por el suelo, yo prometo estar tan afectada… que nadie dudará de mi inocencia. Y entonces vengaré tu muerte hermana… esta vez caerán muchos… luego otra vez la culpa y el miedo. Y al fin todo en su sitio… igual que siempre. Yo odiando eternamente al mar.

SOLANGE: No voy a morir.

CLARA: Voy a calentarla un poco…

SOLANGE: ¡Asesina!

CLARA: Si. ¿Y qué?

SOLANGE: No tienes remordimientos ¿no sientes nada?

CLARA: Todo esto es por tu culpa.

SOLANGE: No puedo creer que quieras ejecutarme.

CLARA: Lo harás tú. Es un acto simple por tu patria.

SOLANGE: No tengo palabras…

CLARA: Mejor, es la hora querida. Bebe.

SOLANGE: ¿No hay otra solución?

CLARA: Las circunstancias son difíciles, tenemos que dar una respuesta contundente. Nadie cuestionará mi dolor ante tu cadáver. Con tu muerte todo se arreglará, todo será como siempre debió de haber sido.

SOLANGE: Tengo miedo…

CLARA: (Muy despacio) No hables, déjame que yo lo haga todo. Duerme… estaré contigo.

SOLANGE: ¿Y mi cuerpo? No dejes que lo tiren al mar… el horizonte, no lo permitas…

CLARA: Descansa, descansa hermanita mía.

SOLANGE: ¿Te atreverás?

CLARA: Desprendimientos de la piel. Cefaleas y convulsiones, poli neuropatía, degeneración motora, afectación multisistémica y… la muerte. Esa parte me fascina, afectación multisistémica… ¿dos, tres cucharadas?

SOLANGE: No mucho más de una. Menos no bastaría. Más me haría vomitar.

CLARA: Prepararé una tila bien concentrada, siempre se ofrece en estos casos (ríe).

SOLANGE: Si. Buena idea hermana. (Ríe derrumbada)

CLARA: (Advirtiendo) Muy azucarada (se ríe).

                          Una breve pausa.

                          Solange bebe la taza de Tila.

SOLANGE: Eres despreciable.

CLARA: También lo sé… Aún así tenemos la amenaza imperecedera del mar. Por eso he de estar firme. Somos o yo o él… he de estar aquí, de pie… he de estar vigilante hasta el día en que no quede nada de ese repugnante horizonte… que feliz fuera si pudiera ver todo plano, una basta tierra sin agua… entonces podría poner muros en cualquier parte, estos infelices no se quejarían, pues tendrían más espacio… No sabes lo terrible que es vigilar siempre los mismos rincones.

SOLANGE: ¿Y si el mar se secara? ¿Los ahogados podrían caminar? Llegarían hasta aquí entonces…

CLARA: Ya no me acuerdo hermana, de nosotras… nos hemos quedado solas, de tanto mirar sin cansancio, se me borran los rostros. Soy una imagen de mis actos, no tengo piel sino consecuencias, tengo impregnado un envoltorio de largas consecuencias que se anquilosan como escamas y me cubren como un insecto en una tela de araña a punto de morir… Es cierto… no hay espejo que refleje nada de lo que somos… es terrible, ni siquiera el tiempo pasa. Hasta el tiempo nos teme… ¿Hermana? Nunca habrá muerte, siempre los mismos días, ¿te acuerdas? Las horas repetidas, no hay nada que escape, soy la escalera, y aquí sigo… mirando por la ventana. ¿Solange, me oyes? De pronto, tengo resentimientos, he pensado en el mar… en eso de los ahogados, tanta gente muerta hermana… Cuando digo que pienso en el mar… es un decir, quisieras verme muerta también, lo sé… pero aún desaparezca un día, seguiré en la ventana y tú seguirás a mis espaldas, siempre… eternamente tras de mí. Siempre con esa manía de estar callada, ¡Solange! ¿Y crees que me voy a resignar? No. Seguiré con este juego y mientras, cada noche en la ventana… porque no quiero dormir, me aterra que me venza el sueño, de pie tienen que verme, aquí he de estar, por siempre… por eso tengo que escupir sobre alguien, porque tengo pánico de ahogarme. No hay nada después de la muerte… ¿Me oyes Solange? Nada hermana mía, nada.

   Va hacia la ventana, mira a lo lejos.

                          Se escucha la lluvia y tormenta.

                          Cae la luz.

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EROM JIMMY

Nació en La Habana, Cuba (1975). Actor, director e investigador teatral. En sus inicios profesionales se vinculó con Teatro Mío y la directora, Miriam Lezcano. Colaboró con Teatro Caribeño y Eugenio Hernández Espinosa. Integró el Taller de Investigación Actoral con Vicente Revuelta en Teatro Estudio y estrenó como actor Falsa Alarma, dirigida por Celia Rosa Hernández en la Casona de Teatro Estudio. Participó en el coloquio “Teatro e Investigación” realizado en Casa de las Américas en 1997. Premio Elsinor de Dirección otorgado por la Facultad de Artes Escénicas del ISA en el año 1999. Se vincula al Taller de Investigación Actoral del Teatro Buendía y Flora Lauten, trabajando luego como Asistente de Dirección. En el año 2001 se trasladó a España, donde participó como oyente en la Sesión del ISTA por el Odin Teatro en Sevilla (2004). Concluyó sus estudios teatrales en la ciudad de Granada, en el CEEA, con la especialidad de Dirección Escénica en el 2005 y funda Teatro por las Nubes, participando en festivales internacionales en Portugal, Holanda y Dinamarca. Participó en el Taller de Teatro Antropológico “Danish Institute for Study Abroad” en Copenhagen (2006). Es miembro del Circuito Permanente de Artes Escénicas de la Provincia de Granada en España. Desde el año 2014 reside en el sur de la Florida, donde fundó la compañía Miami Factory Theater. Ha dirigido desde entonces: Versiones de La Fierecilla Domada, El hombre que se convirtió en Perro, Carne (co-escrita con Maikel Chávez) y Las Últimas Criadas.

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