BAQUIANA – Año XIX / Nº 105 – 106 / Enero – Junio 2018 (Poesía III)

FOTO SECCIÓN POETICA

________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

ÁNGEL ANTONIO MORENO

Nació en Cárdenas, Matanzas, Cuba (1947). Poeta, narrador, editor, pintor y periodista. Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Sus textos han sido publicados en diversos medios en Cuba, México, Venezuela y Estados Unidos. En colaboración con Alfredo Zaldívar y Rolando Estevez publicó Ismaelillo, poesías de José Martí (Matanzas: Ediciones Vigía, 1972) y con Magaret Randall publicó Sueños y realidades del guajiricantor (México: Editorial Siglo XXI, 1989). Ha publicado los libros de poesía: Reconociendo el gesto y la costumbre (Cuba: Ediciones Matanzas); En vísperas de Otoño (Cuba: Ediciones Matanzas); La Bruja (Cuba: Ediciones Vigía); Agua de paso (California: Ediciones Palo Monte. Stage of the Art); y Una mujer me espera en la ventana (California: Ediciones Palo Monte. Stage of the Art), entre otros. Ha sido incluido en varias antologías: Verso a Verso. Boletín Hispanoamericano de Poesía; Poetas de Matanzas, Cuba; La otra cama, la del sueño (Antología de cuentos cubanos); y La ciudad de la unidad posible —en español e inglés— (Miami: Editorial Ultramar). Ha realizado exposiciones de sus obras pictóricas en Alemania, Chile, Cuba, España y Estados Unidos (Los Ángeles, Miami). En la actualidad reside en los Estados Unidos.

________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

EN LOS BOLSILLOS DE SUS TRAJES GRISES

 

Y se dejan llevar como las sombras

atadas con hilillos milimétricos.

Y la tertulia prosigue en el salón

en donde los poetas se disputan

un sonetillo anónimo. Y se hieren

con filosas metáforas que esconden

en los bolsillos de sus trajes grises.

Después queda el silencio que enrarece

la atmósfera proscripta en la ventana

por los endecasílabos marchando

como una escuadra militar

vencida.

 

 

LOS OJOS QUE NOS MIRAN NO NOS VEN

 

Los ojos que nos miran desde adentro

de una galaxia torpe y recostada

a la espalda del tiempo no han podido

husmear en lo profundo de la incógnita.

Los ojos que nos miran se bifurcan

y quedan bizcos para siempre porque

los libretos no incluyen

espejuelos.

 

 

LA MUECA QUE SE ESCAPA DE ESE ROSTRO

 

La mueca que se escapa de ese rostro

asomado al espacio introspectivo

del sueño en su ficción y hasta después

que llegase la noche con su arritmia

particular. La mueca espantapájaros

desentendida de un cuadro de Chagall

colgado en la pared. Y la premura

pisándole los pies a una mujer

que flota en el absurdo. Mueca triste

y loca y maniatada entre lechuzas

muriéndose de infartos

a buen precio.

 

 

PUEDE QUE LA IMPACIENCIA SE APRESURE

 

Todo amor pasa a olvido bajo el puente

que oculta los encuentros clandestinos

de una ciudad con ganas de volar.

Desentenderse de los mansos ríos

desembocando en la bahía mística

adherida a las noches reeditables

en ilusiones cinematográficas.

Puede que la impaciencia se apresure

en calendarios de ciencia ficción

y las citas deambulen y se pierdan

por callejones con los adoquines

casi cristalizados

por la lluvia.

 

 

BEBIENDO TÉ CON FLORES DE AGUA MANSA

 

Bebiendo té con flores de agua mansa

frente a un espejo triste y renegando

espacios y premuras. Lloran nubes

con lágrimas filosas que germinan

semillas en los sueños. Pero insiste

la chica del sombrero que ahora posa

para una foto

tri-di-men-sio-nal.

 

 

UNA NOCHE TAN LARGA COMO EL VIENTO

 

Lavar las manos y esconder la cara

para no ver a quien no quieras ver.

Retroceder los pasos enfilándote

hacia otra luz que nunca más te asombre.

Caminar sin tropiezos y auscultando

la brisa en el balcón de los recuerdos

que intactos permanezcan. No me olvides

es el mensaje único posible

que hay en mi celular. Y sé que vuelas

abrazada al insomnio que dejamos

atrás con esa lluvia germinando

una noche tan larga

como el viento.