BAQUIANA – Año XIII / Nº 75 – 76 / Enero – Abril 2012 (Poesía VI)

FOTO SECCIÓN POETICA

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JOSÉ TRIANA

Nació en Camagüey, Cuba (1931). Dramaturgo y poeta. Uno de los autores fundamentales de la literatura cubana de la segunda mitad del siglo XX. Tras el triunfo de la revolución de 1959, participó en el I Congreso Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (La Habana, 1961) y se desempeñó como asesor literario del Consejo Nacional de Cultural, de la Editorial Nacional de Cuba y del Instituto Cubano del Libro. En 1965 obtuvo el Premio Casa de las Américas de teatro por su pieza “La noche de los asesinos”. Su obra ha aparecido en las más importantes revistas cubanas e internacionales y ha sido traducida a numerosos idiomas. Vive exiliado en París. Su obra poética ha sido publicada en dos volúmes, bajo el título Poesía completa – Antología personal, por la Editorial Aduana Vieja en Valencia, España (2011).

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ESTA MATERIA

 

Esta materia ardiente que me nace,

alada incertidumbre y muy variable

capítulo de mis contradicciones,

esta materia ardiente, esta materia.

 

Esta materia ardiente que me vive,

vaga ternura que de lejos traza,

dócil dolor que apenas se adivina,

si soy o si no soy desasosiego.

 

Esta materia ardiente que comparto,

enigma que se sabe o no se sabe,

o fuente como fruto sepultado,

 

inevitablemente me regala

inevitablemente el detestado

mendrugo del infierno de mí mismo.

 

 

CUANDO CRUCE

 

Cuando cruce la puerta tan temida

ya no seré quien soy sino el que fui.

Otra piel, otra voz, otro linaje

intransigente, púdico y callado.

 

En éxtasis seré una equis fortuita,

evocando los ojos del azogue,

desvirtuando la vana pesadilla

de unos goznes expuestos al vacío.

 

Probablemente avive ese distante

color de fantasma en el desierto,

esa corriente propia de las horas,

 

ese dichoso trance desvivido,

ese turbio deseo, esa manera,

esa gana de ser aunque haya muerto.

 

 

SOY UNA SOMBRA

 

Soy una sombra insomne de querencia

que se rumia a sí misma en el olvido,

un gusto de rescoldo o una estridencia

golpeando la raíz de lo vivido.

 

Eco de eco que anota lo omitido

y lo omitido acuna su existencia,

un no ser que es un río de dolencia

o un alegre fantoche preterido.

 

En eso que se vive y evapora

se acentúa increíble intransigencia

el oficio de ser desconocido:

 

un orgullo voraz, una demencia,

un estar y no estar siempre a deshora

que oportuno le ofrece su sentido.

 

 

TESTAMENTO DE SATURNO

 

Me sostiene el orgullo y la insistencia

de buscarle un sentido a lo que soy,

y entre tintas, infolios y mutismo

me anonada la casa de penumbras,

 

y una gran humareda circunscribo

en torno a los cristales maltratados:

casi un estorbo, miedo, álgido miedo,

desfiguro mi cuerpo o lo disgrego.

 

Me sostiene el orgullo y la insistencia

de esta rabia curiosa que me anubla.

Los días me sonríen dando tumbos.

 

Humildemente ultrajo a mi fantasma,

y en andas voy, y en andas la demencia,

el horror de servir a lo invisible.

 

 

NARCISO

 

Sólo mirar su rostro me condena

a rápidas cascadas de esplendores,

mas su cuerpo es un hálito de arena

que apacible me muestra sus rigores.

 

Imperioso su rostro me enajena

como el ojo inefable de las flores,

mas su cuerpo es un hálito de arena

que apacible me muestra sus rigores.

 

Si resta o si se pierde a su manera

-ejemplariza el aire de la tarde

y es la zarza que arde y que no arde-,

 

yo sin prisas me fundo a la madera

torneada de este rostro clandestino

que asume entre mis aguas su destino.

 

 

NOCHE GLORIOSA

 

Noche gloriosa el cuerpo se define,

ni alas ni susurros ni pisadas

abruman la azulosa claridad

del estuario que se alarga infinito.

 

Sobre la duna ardiente y el silencio

pelotas divertidas, leves cantos.

Un niño enamorado recompone

a cada instante el arco cuando pasa

 

y la flecha de bronce. Giran, caen

bellos labios pautados las estrellas,

armoniosas fulguran conquistando.

 

Brisas muy tenues alteran su rumbo,

y es el deseo un animal sagrado

en la noche gloriosa, cuerpo único.