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ANAMARÍA MAYOL
Nació en La Pampa, Argentina (1958). Poeta, narradora y profesora de Historia y Geografía. Ha publicado numerosos trabajos de investigación socio-económica, relacionados con su actividad docente. Reside en San martín de los Andes, Patagonia Argentina, desde hace 18 años. Ha participado en más de 40 antologías en Argentina, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, México, Nicaragua, Puerto Rico, Perú y Uruguay. Tiene siete libros publicados: Riconto (Fondo Editorial Pampeano, 2000); Ventanas Rotas (Linaje Editora, México, 2004); Poemas Pájaros (Ediciones El Mono Armado, Argentina, 2006); Posiblemente somos memorias en la piel (Casa de las Artes, Ecuador, 2007); De mares y de sombras (Ediciones El Mono Armado, Argentina, 2007); Informe sobre sombras y otoños (Gráfica color, Perú, 2007); Por eso las estrellas (Ediciones Puentepalo / Ediciones El Mono Armando, España-Argentina, 2007). Sus poemas y cuentos breves han sido incluidos en suplementos culturales, diarios locales, revistas universitarias, y ha sido editada en numerosas revistas culturales y páginas de Internet. Su obra ha sido traducida parcialmente al inglés, catalán, italiano, portugués, árabe y sueco. Ha recibido premios, menciones, y/o distinciones en concursos nacionales e internacionales de poesía y cuentos, participando en encuentros internacionales de escritores, dentro y fuera de su país.
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MUJERES
Miro la sombra en la pared del cuarto
es la sombra de una mujer
su contorno al desnudo no tiene edad
ni nombre que la nombre.
En medio del silencio
la imagino
y es en la soledad
mucho más que la indiscreta sombra
de una mujer desdibujada
en la pared del cuarto
es la sombra también
de las otras mujeres que me abarcan
rebasan
guardianas de la noche
la sombra repetida
en la pared del cuarto
de una mujer al desnudo
erguida sobre el presente
inclinada sobre las palabras
hurgando la memoria
descifrando signos
y escribiendo.
NOSOTRAS
Fuimos olvidando los nombres del miedo
rebelándonos
a tanta mansedumbre
predestinadas a levantar el vuelo
hallar la salida del laberinto.
Transpuesto el umbral
que atraviesa el exilio
soltamos palabras
gastadas de nombrar inútilmente
desatamos los atávicos nudos
y en rebelión la piel nos dio el deseo
necesitábamos eliminar la marcha
alzar los rostros
pronunciarnos libres
vivir como llegamos
al desnudo.
BÚSQUEDAS
Busco una medida
una palabra justa
para nombrar tanta muerte
tanto llanto atroz
un ser que me explique
tanta desolación
tanta incerteza y miedo
se haga inmortal en la palabra
en la sangre
me ayude a vencer el desencanto
creer nuevamente
en la humanidad.
SI LLOVIERA
Si lloviera
si hoy lloviera
esta ciudad agobiada por el viento
llena de polvo
sombras
ávida bebería cada gota
hasta quedar exhausta.
La tarde convocaría perfumes
recuerdos
espías y testigos
se haría visible el fantasma que te invoca
entre los pliegues de esta falsa tregua
en esta casa deshabitada de ausencias
poblada de pasiones.
Si lloviera
ay si lloviera.
EN EL FINAL
Habrá que preguntarse qué es lo que fuimos
al final del camino
bucear el fondo de uno mismo
vaciarse de imágenes
sondear la esencia
el por qué
el cuándo
para rumbear despacio hacia la muerte
mirarla a los ojos
como quien ha vencido en la batalla
y decidir por fin
cuándo será el desnudo de nuestra piel
sobre ella.
Habrá que clausurar
viejas heridas
recuperar del naufragio
palabras ahogadas de silencios
descifrar los enigmas
hallar el signo
la clave para abrir las puertas
que clausuramos después
de la última tristeza
mojarnos de lluvias.
Habrá acaso
que abrazar al mar que nos habita
beber el último trago de viento
soltar el aire en un único latido
para rumbear despacio hacia la muerte
morder su boca
eternizar el acto de dejar
sobre su playa todo
y así desnudos clandestinos
abandonar la sombra en la intemperie
llevarnos solo el nombre
que nos nombra.
BIOGRAFÍA
Hubo un antes incierto
una historia de ceguera
negando imágenes
un último jardín colgado en la montaña
pálido desteñido por el invierno
una bandurria eternizada en imagen
mirando el horizonte
desorentada
parada en frágil equilibrio
sobre los cables de la calle.
Hubo inviernos de escarcha
partiendo en pedazos mi helado rostro
y un corazón latiendo
disociado
como la imagen de un calidoscopio
hubo tanto para dejar en el camino
tanta tiniebla grito
tanto dolor sellado por el tiempo
que ahora vuelvo
desde los otros rostros que me miran
desde mi biografía de silencios
a mis lugares comunes y perpetuos
vuelvo
para nacerme en versos.