________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
EUGENIA MUÑOZ MOLANO
Nació en Palmira, Colombia (1949). Es poeta, narradora, crítica literaria y profesora de español en Virginia Commonwealth University en Richmond, Virginia. Ha publicado los libros de poesía: Voces y Razones (Editorial Pijao), Ser de mujer (Ediciones Torremozas), La vida en Poemas (CD – Nomega Estudios) y Vida ensombrecida (Editorial Betania). Sus poemas aparecen en revistas literarias y antologías en Argentina, España, Estados Unidos, México y Perú, tales como: Amarga hiel (Editorial Centro de Estudios Poéticos en Madrid), The Luminiscent (Watermark Press en Maryland) y Argentina en Versos y en Prosa (Editorial Raíz Alternativa en Argentina), entre otras. La editorial Pearson de los EE.UU. publicó su libro de enseñanza: Lectura de textos. Interpretación y análisis. Narrativa, poesía, drama y ensayo. Sus publicaciones sobre crítica literaria comprenden un libro titulado Novelización y parodia en cuatro autores colombianos y numerosos artículos críticos publicados tanto nacional como internacionalmente. Actualmente es la Coordinadora del Programa de Español en su universidad y Directora del Programa para extranjeros en Cuernavaca, México.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
GOLPES PARA OLVIDAR
Al maestro Vallejo
Vivimos queriendo
olvidar esos golpes
que pocas o muchas veces
otros hermanos de condición
humana nos dan.
Esos golpes
que siempre llegan
sin avisar antes,
in-sospechadamente,
sin que podamos esquivarlos,
ni mucho menos impedirlos.
Unas veces esos golpes
mimetizados con las sombras
nos infringen a espaldas
sus escalofriantes estocadas.
Otras veces esos golpes
como rocas irrumpen
de frente al rostro
sin tregua ni compasión.
Esos golpes rojos,
negros, violáceos y azules
al piso nos lanzan
como cosas de barro,
dejándonos astillados
e irreparables.
Esos golpes profundos
Que penetran hasta el alma,
Ahí en el piso nos dejan
-quién sabe por cuánto tiempo-
tumbados, de dolor sonámbulos,
tartamudeando:
¿Por qué? ¡Hermano!
PERDONEN USTEDES
Perdonen ustedes pero hoy
no tengo palabras suaves.
Hoy no tengo sonrisas de dulzura
ni entusiasmos claros.
Hoy me duele mi vida.
Mi vida hecha para amar,
esperar y dar.
Hoy sangro por una nueva herida a mi vida.
Hoy sangran mis viejas heridas también.
Me arden hoy juntos
todos los perdones de mi olvido
de tantos malos tratos.
Hoy quiero decir a gritos,
sollozos y piedras
que no es justo,
que no es justo,
que no es justo el desconcierto,
ni la frustración,
ni la amarga espera sin fin.
Hoy no acepto, no entiendo
ni mucho menos comprendo ¿por qué?
¿Por qué el juego burlón
a mis búsquedas titánicas?
¿Por qué tan implacable golpea
la irónica hiel
sobre la siempre-dulce
intención mía?
¿Por qué el Constante Silencio
asfixiando mis más legítimas súplicas?
Hoy, juntas todas esas heridas
Me anonadan en sus honduras.
Y no sé a ¡Quién suplicar,
de quién esperar,
ni a quién dar!
¡Perdonen Ustedes hoy!
SUEÑOS
Padre, aquí estoy de vuelta.
Vengo de mi tiempo a buscar
los recuerdos de antaño
junto a ti:
¡Te veo tan grande, tan fuerte e invencible
con tu mirada airosa!
¡Me siento tan frágil y tan pequeñita
bajo tu sombra!
Veo como me empino
para abrazarme a tus rodillas,
acurrucarme en tus brazos,
y oír la canción de tu corazón
al arrullo de mi sueño infantil.
Quédate ahora así como estás
con esa sonrisa tan dulce…
Déjame sentir la blancura de tus cabellos
entre mis dedos.
Toma mi tibia mano
entre las tuyas apacible…
y oye el rumor de la oración
con que mi corazón
arrulla el sueño eterno que ya duermes.
LA ETERNIDAD DEL SILENCIO
Tú ahora estás allá
en el tiempo eterno
sin el pasado de los recuerdos
ni el futuro de los anhelos.
Sin los recuerdos de lo que ya
nunca más será ni volverá.
Sin los anhelos de lo que ya
Nunca más podrá llegar a ser.
Mientras acá nosotros, los tuyos
estamos en el tiempo de la eternidad
del silencio de ti, para siempre.
NO ESTAR MÁS
Que su ser no está más aquí lo sé.
que la verdad es esa y sólo ésa
también lo sé.
Pero lo que no sé
es cómo convencer a mi ser
para que no lo reviva
en cada palabra suya que repito,
en cada gesto suyo que duplico.
¡Cómo no verla en cada cosa suya,
en cada rincón de su hogar!
¡Cómo no caminar con ella
al recorrer nuestros caminos
de tantas salidas y llegadas!
¡Cómo no exhalar suspiros de tristeza
al recordar que no está más,
sabiendo que así tuvo que ser,
pero preguntando
¿por qué ella tuvo que dejar de ser?
LOS GRITOS DEL SILENCIO
No. ¡Que no me grite
este silencio suyo!
Ni tampoco su silla vacía,
ni su cuarto desierto.
No. Que no me grite,
que no me grite
su ausencia nombrándome
mi soledad, mi llanto, mi dolor.
No. Que no me griten
mis labios mudos
sin llamar su nombre,
sin poder decir:
“Que te vaya bien”
Ni preguntar después:
¿Cómo te fue?
No. Que no me griten
mis manos huérfanas
del alimento que ya
no preparo ni
sirvo a la mesa.
No. Que no me griten más
mis manos inertes
sin tener a quien
bendecir cada día.
No. Que mis ojos
no me griten
mirando el reloj que marca
la hora de la salida,
la hora de la llegada
de todos los días
-de antes-
No. Que no me grite más
este pesado silencio
de su pregunta
de todos los días
de mis regresos a casa:
“¿Qué me trajo mamá?”