BAQUIANA – Año XVII / Nº 99 – 100 / Julio – Diciembre 2016 (Poesía IV)

FOTO SECCIÓN POETICA

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EMILY R. FRANKENBERG

Nació en Princeton, New Jersey, EE.UU. (1981). Poeta y profesora bilingüe. Es licenciada en Filología Inglesa e Hispánica por la Universidad de Delaware (2004) y escribe poesía en ambos idiomas. Cursaba estudios de postgrado en Literatura Comparada en la Universidad de Carolina del Norte (Chapel Hill) en 2006, cuando recibió una beca para impartir inglés durante un curso académico en la Universidad de Sevilla. Reside desde esa fecha en España, donde actualmente trabaja como profesora en The Center for Cross-Cultural Study y participa con regularidad en el Ateneo de Sevilla. Su poesía en español ha aparecido en La bolsa de pipas, Alhoja-Revista Cultural (España), y en una antología de la Editorial Zenú (Colombia) en cuyo concurso de poesía fue elegida finalista.  Sus poemas en inglés han sido publicados en las revistas norteamericanas Typehouse Literary Magazine, Apeiron Review, y Strong Verse.

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BÁJAME ESE PÁJARO DEL CIELO

 

“Bájame ese pájaro del cielo,”

me pide el gato en su ventana,

y aun sabiendo que no podré,

le digo “¿Cuál?”

 

y en maullidos más complejos,

me matiza el mensaje:

“Aquella paloma quería decir,

que vuela alto pero incauta;

 

ni se te ocurra confundirte

de alturas ni de pájaro;

no quiero el manso periquito

ni el gorrión que picotea en la plaza,

 

sino la paloma inaccesible

con algo de cielo en sus alas

y algún regusto de lo divino

que sabré catar en sus entrañas.”

 

Al pasársele el capricho

le doy su comida de una lata,

aún pendiente como él, y sin cerrarle la cortina,

por si nos llega algún milagro a la ventana.

 

 

LA VISTA AÉREA

 

Admiraría el hilo lustroso—

cual cinta o guirnalda navideña

moviéndose lenta y serpentina-

si no amase un destello en su cola,

 

pero avanzas no sé a qué alturas

de la anatomía del reptil

de la larga fila de vehículos

que veo pasar desde el avión.

 

Te imagino en el corazón

o tal vez brillando en la clara piel

que se muda al doblar alguna curva.

 

Qué triste amar una luz perdida

en las trasformaciones de la ruta,

qué triste ser la otra luz que se aleja.

 

 

EL MUNDO DEJA DE SORPRENDER

 

El mundo deja de sorprender

y los años de eternizarse,

y tan de vuelta de todo me veo

que me quedaría en la estación,

 

si no fuese por el torbellino

llevando las hojas sin parar

 

y ese perro que les ladra

creyendo imbuirles de su ladrido,

 

también el niño llevando a la madre

involuntaria al mismo sitio,

 

sus ojos clavados en el momento

y en las hojas movedizas,

 

esos mismos ojos que eternizan

la triste cola del supermercado.

 

 

LOS EXCEDENTES DE LA PRIMAVERA

 

Los excedentes de la primavera

van cada uno a algún lugar:

las crías mandadas río abajo

o sacrificadas en la perrera,

 

las flores abiertas en el suelo

que sangran debajo de nuestro paso,

el amor prendido  en pleno marzo

que muere al inicio del estío.

 

Qué dura empresa la primavera,

su pasto alimentado de cadáveres

y su aire perfumado de la muerte.

 

No hagamos nosotros tal maldad:

dame todo lo tuyo excedente

y lo guardo para otra temporada.

 

 

SOBRE PALABRAS SE ERIGE EL DÍA

 

Sobre palabras se erige el día:

palabras medidas y adecuadas

que de tal manera se entrelazan

que entre ellas no se nota el vacío.

 

También aporto mi sólido verbo

a la estructura que se levanta

y aunque sea a regañadientes

participo en la hipocresía

 

y pronuncio palabras sin sentirlas

en algún mediodía soleado

si el mundo en su urgencia me las pide,

 

y por la noche no valen palabras

por lo que siento callada contigo

tumbados y entregados a la nada.

 

 

QUÉ BIEN DIBUJADO ESTÁS

 

Qué bien dibujado estás en el éter

de la madrugada que te sustancia,

qué bien suena tu voz, que deseaba

y que suplicaba al largo silencio,

 

qué bien dibujado estás entre gente

qué tranquilidad le aportas al caos,

qué bien suena tu voz entre las calles

a las que también se la he pedido,

 

qué bien resuena también tu silencio

qué alma la sombra que hay a tu paso

temblando momentánea en el vacío,

 

qué felicidad el reencontrarte

y, sintiendo tu cuerpo junto al mío,

agradecerle a la nada el regalo.