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LEO CASTILLO
Nació en Barranquilla, Colombia (1961). Poeta, narrador y ensayista. Es colaborador de El Magazín El Espectador. Ha publicado nueve libros en los géneros: Cuento, Novela y Poesía. En fecha reciente fue parte de un documental informando el catálogo audiovisual de la UNESCO, habiendo participado en festivales internacionales de cine (Barichara, Bogotá, Caracas, Lima, La Paz…) Éste mismo ha obtenido el Chip dorado del Salón Internacional del Autor Audiovisual y el premio de Cine a la Calle.
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OLOR DE PERRO
Ingresar en el olor a perro
respirar hasta absorberlo completo
es preciso entrar en el sentido, el mensaje, la semiótica del sudor del perro
catar las mezclas, las variantes, proporciones
de que el olor del sudor del perro admite una hermenéutica
hay que penetrar hondo en este olor de perro
llegar a merecer una ráfaga del olor de los orines de perro
y, con apenas un poco de suerte
el olor a mierda de perro se nos entrega sin reticencia alguna:
entonces escuchamos la estridente sílaba que grita el olor a perro
y en seguida se escucha el curso de su lágrima fácil bajar
su grito subir
a través de la garganta de la ciudad
se sabe bien luego encajar su golpe, su silbato enloquecido:
hay que saber mucho, se nos exige saber demasiado de buenas maneras
para merecer vivir este olor
a que se nos acostumbra desde que despertamos
hasta que nos toca la hora de dormirnos
afinar el olfato sutil dentro mismo de su fetidez
que nos permita saber a qué huele
y decir
aquí
ahora
eso que no sabe de él ni siquiera oler el mismo perro.
CACHARRERÍA
El corazón de este hombre es un chéchere averido que alguien ha desechado en su puerta
para ser reciclado junto a otras sobras, puesto entre trastos ya sin uso de los buhoneros
como una baratija sin utilidad ostensible
alguien lo toca, manosea un poco no sin algo de curiosidad
y lo deja caer maquinalmente, para de nuevo ser confundido con otros cachivaches
cuyo funcionamiento en verdad deja mucho que desear
la otra tarde una mujer solitaria, abandonada
se detuvo ante la cacharrería, acercó los labios rotos de sus amores
y dijo dos o tres lugares comunes, de esos que desgastaron el viejo trasto
un qué especial eres, dos te quiero y un voluntarioso no te olvidaré
el cachivache cambió de semblante, redimido de su destino confuso
llevado a latir avivado por nuevo combustible fósil inyectado en su destartalado mecanismo
latió un par de veces, acaso tres, las mismas en que se le dijo lo que oyó
las dos o tres cosas que en seguida gastadas
acabaron de dejar definitivamente fuera de funcionamiento este objeto sin objeto ya.
DE LOS ESTIMULANTES
El sabor, aroma
el cromatismo de la sal, del aire y de los árboles
están condicionados por ese que te suministra la droga
la misma droga que un día
abunda en éter, bicarbonato de sodio, en anfetaminas
la droga no es la que compras
es la que te es suministrada
sus adulteraciones
de modo que no sabes lo que la droga canta en tu metabolismo
de modo que bebes, comes, oliscas, te drogas y cantas
esas tonalidades de la sal, sabor de aire
dictados de lo que poco sabes
de modo que es una lotería lo que viene cada vez
a decirnos en tu verso.
Lo que tu alma come
lo que bebes
lo que escuchas.
GATO NEGRO DE LA SOLEDAD
Hay un gato negro de la noche detrás tuyo echado a tu espalda adonde te callas, adonde te cantas, adonde te estás. Hay un gato negro que no va tras los ratones de la Despensa. Un gato negro que brinca desde el infierno y se aferra con sus garras a escarbar en tu pecho, a excavarte el corazón en busca de casa en que echarse a ronronear. ¿No lo escuchaste acaso desde siempre, siguiendo tus pasos?¿No has sufrido su certera zarpa que gotea la sangre de tu ser? Sí. Hay un gato emboscado en tu noche que huye… y él con ella huye al alba, cuando el sol de la esperanza sonríe mendaz en el oriente de tu desasosiego. No hay noche sin gato para cada uno de tus días.
AYLAN KURDI
Aylan Kurdi ha venido sobre las olas a descansar en paz en la playa. La sal del mar en suaves ondas besa su cuerpo dulce. Ahora tiene alas y sobrevuela en la conciencia de los hombres, en el alma asfixiada del mundo. No hay en el universo nada que encierre tanta vida como tu muerte, Aylan Kurdi, boca abajo contra la tierra, la tierra bajo tu peso tremendo, el mar arrastrándose manso para lamerte los cabellos húmedos. Cuánta lágrima corre por las mejillas de hombres y mujeres buscando besarte en la frente que deslíe la ola. Querido Aylan deportado por la guerra sin juguetes, sepultado en la tierra sorda de la ceguera del poder, de los adultos sin ojos. Tanto amor por recibir en una vida, lo tributa la insensata muerte. ¿Qué haremos sin ti, ahora? Te hemos tomado en brazos, fruto del mar podrido y te traemos para conservarte limpio y en pureza incorruptible en nuestra memoria, para que abones el Globo de nadie de nuestro corazón desolado. Florece, Aylan Kurdi, con cada latido que queda acá sin ti.
TRAYECTORIAS
A su paso el agujero de la bala en el aire
con un poco más de suerte
con un poco más de tino
un poco más de instinto rápida
la perforación del aire alcanza piel
el efímero, estrecho túnel del aire toca músculo
el agujero abierto en el aire alcanza entraña
seso
corazón
el agujero se detiene acezante
satisfecho con la vida brusca
la vida de repente
la vida ya rota
una vida irremendable:
ha tenido éxito el sicario y parte veloz
el corazón jubiloso del sicario aplaude dentro del pecho
el agujero de la bala en el aire está cerrado
el destino de la víctima está sellado
este poema ya no tiene adónde ir.