TEATRO VII, DE GUILLERMO ARANGO
por
Humberto López Cruz
El teatro, como expresión y género literario, ha venido fascinando a la humanidad desde tiempos antiguos. Las representaciones escénicas han despertado un sinfín de inquietudes en los espectadores, encontrando todo tipo de reacciones en el vasto abanico que ofrecen, como alfa y omega, las emociones humanas; las máscaras griegas son un buen ejemplo del sentir ciudadano. Sin embargo, tras este despliegue de expresionismo individual se irgue la figura de los autores; sin estas aportaciones, el disfrute del género resultaría imposible. Es por ello que adecuaría pausar y destacar una de las últimas entregas del dramaturgo cubano, Guillermo Arango, para consolidar un acercamiento textual a esta nueva publicación.
Arango, como saben los lectores que siguen de cerca lo que ocurre en las tablas, no es nuevo en este campo. De hecho, el libro que ocupa esta recensión lleva el título de Teatro VII y el subtítulo es Un día de reyes. Esos juegos del amor. Una corona de flores, para así diferenciar el texto de previas ediciones. Antes de conversar sobre el contenido de este nuevo volumen se impone subrayar que Ediciones Baquiana, sello con el cual aparece el tomo referido, es también responsable por los seis ejemplares precedentes; cabe señalar que no hay repeticiones en estos siete volúmenes y que los lectores cuentan con una acertada variedad de tramas, en las cuales encontrarán características discursivas que identifican la pluma del dramaturgo. No es el propósito de este ensayo narrar los respectivos argumentos de las tres piezas teatrales que componen este séptimo volumen, pero sí resaltar su valor estético.
Antes de presentar las obras en cuestión, es necesario dirigir a los lectores interesados a la contraportada de Teatro VII para comprobar las ediciones remarcadas, así como otras publicaciones de Arango. La importancia estriba en poder conocer al autor, no tan solamente por sus entregas, sino por su trayectoria laboral. Los diversos reconocimientos de la crítica, como se puede ver, garantizan que los lectores no se sentirán defraudados tras estas lecturas. En este punto sería apropiado visitar las tres obras que integran el tomo.
Partamos de la base que son tres comedias; el humor es una característica recurrente. No obstante, hay enseñanza en la postura social que Arango insufla a sus personajes. Los lectores/espectadores podrían seguir de cerca los parlamentos de Claudio y Paula en “Un día de reyes” y “Esos juegos del amor”, respectivamente, para así comulgar con las ideas conclusivas de ambos personajes. No es un requisito estar de acuerdo con lo que promulgan estos individuos, pero sí tomar en consideración sus aportaciones y llegar, no hay mejor modo, a las intenciones textuales de Arango. En las dos comedias, a pesar del dinamismo de los diálogos, es imprescindible llevar a cabo una reflexión sobre el tema expuesto y, a su vez, sopesar las salidas que ofrece el dramaturgo.
“Una corona de flores”, objeto con el que literalmente termina la obra, presenta un drama humano que puede reproducirse en cualquier época y lugar; en otras palabras, no está circunscrito a un reducto determinado. El personaje femenino de Rosaura, semblanza remota a la legendaria Nora, de Henrik Ibsen, es investida con la fortaleza y determinación necesarias para romper los patrones que podrían esperarse de ella; su voz descuella en el diálogo final acentuando la intensidad de la escena. Pese a los momentos en que predomina el humor, la seriedad del drama triunfa en un libreto que, aunque cuenta con menos personajes que las otras dos obras incluidas en Teatro VII, entrega la energía requerida para afianzarse, con la elocuencia de sus parlamentos, en una representación que merece ser vista.
Las tres obras poseen el denominador común de estar ambientadas en espacios de Cuba; puede hasta decirse que se observan rasgos costumbristas que apuntan a la pluma de Arango. Como escritor cubano, está familiarizado con los diversos aspectos de la idiosincrasia cubana. Independientemente a esto, cualquier lector, o espectador, comprenderá la esencia de los dramas sin importar su lugar de origen. Estos lectores, o espectadores, que encuentren atractiva esta publicación deberán acercarse, si no lo han hecho ya, a los seis tomos precedentes. Es una forma de llegar a conocer al dramaturgo y, al mismo tiempo, su obra; para ellos será una provechosa experiencia de la cual, al igual que resultará con Teatro VII, no saldrán decepcionados.
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HUMBERTO LÓPEZ CRUZ
Nació en La Habana, Cuba (1959). Poeta, ensayista, investigador literario y profesor en la Universidad de la Florida Central / University of Central Florida (UCF) en Orlando, donde imparte cursos sobre literatura, cultura y civilización latinoamericanas, crítica literaria y gramática. Sus campos de investigación incluyen las literaturas del Caribe hispano, Centroamérica y las letras hispanas en EEUU. En 2015 recibió el más alto reconocimiento otorgado por la UCF a sus profesores cuando fue nombrado “2015 UCF Pegasus Professor”. Ha publicados libros y capítulos de libros sobre aspectos de los temas en que se fundamentan sus investigaciones. Entre sus últimas publicaciones destacan ediciones compiladas sobre Dulce María Loynaz, Virgilio Piñera, Gastón Baquero, Guillermo Cabrera Infante y Rosa María Britton; además, ha publicado libros sobre autores de las letras panameñas. A su vez, es miembro del consejo editorial de varias revistas y organizaciones culturales, y lector anónimo de múltiples revistas y editoriales. Ha publicado artículos en diversas revistas nacionales e internacionales sobre aspectos de la literatura del Caribe, Centroamérica y la producida por hispanos en los Estados Unidos. Ha publicado tres poemarios en España: Escorzo de un instante (Madrid: Betania, 2001), Festinación (Valencia: Aduana Vieja, 2012) y Rocallas del andén (Valencia: Aduana Vieja, 2019). En la actualidad es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).
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