BAQUIANA – Año XXVI / Nº 133 – 134 / Enero – Junio 2025 (Poesía III)

FOTO SECCIÓN POETICA

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ENRIQUE GÁMEZ CLEMENTE 

Nació en Granada (Andalucía) España (1998). Poeta y novelista. Ha publicado cuatro libros de poesía: Rompecabezas de una mente rota (Ediciones Carena, 2021), En el patíbulo (Editorial Poesía eres tú, 2022), Bailando con la muerte (Editorial Poesía eres tú, 2022) y Pregúntale a la noche (Ediciones Carena, 2022). Su novela El estudiante está en vías de publicación. Actualmente reside en Jódar y está cursando el grado de Derecho en la Universidad de Jaén. Sus poemas aparecen en diversas páginas poéticas en la Red y revistas literarias como Nagari Magazine (Estados Unidos).

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POR SI NO LO SABÍAS

Es una forma de supervivencia.

Evita en la mayoría de casos

que te tires por un acantilado
o mates a alguien a sangre fría
en un momento crítico.

Evita que violes a tu vecina
o cuelgues al perro que no deja de ladrar.

Generalmente te mantiene en la posición
que el mundo
espera de nosotros.

Si trabajas es por eso.
Si estudias es por eso.
Si rezas es por eso.

Creamos familias,
lazos con otros seres.

Festejamos y brindamos.

Las drogas y píldoras existen por eso.
Los mentirosos existen por eso.
Los psicólogos y psiquiatras existen por eso.
Los payasos existen por eso.
El amor existe por eso.

Si nadie te ha rajado el cuello aún

dale gracias

al miedo

mientras exista.

 

PESADILLAS

Todavía
A día de hoy
sigo teniendo aquellas pesadillas.

Me encuentro en los pasillos
de la universidad,
en el campus del infierno
y ella asiste a clases de Derecho.
Mi hermana también va.

Y estoy ahí
en esas aulas
con profesores fracasados,
personas atestadas de odios y frustraciones,
repletos de prejuicios y subjetividad…

Y alzan el libro
y dicen
“¡Esto! ¡Esto es la clave para el examen!

Y las ovejas apuntan el nombre del
dichoso libro para adquirirlo
y tienen esa falsa seguridad.

Ya entenderán que les han mentido…

Suena el timbre
Y se mueven
de aquí para allá
sin saber a dónde ir
cuando salen de la trampa de metal.

Y el tiempo corre como un galgo
tras una liebre
y se pierde,
y no vuelve.

Y veo como pasan los años…
Años tirados, apelmazados, podridos,
esquizofrénicos, kamikazes,
mohosos…

hasta que me despierto
sudando

y salgo al balcón

fumo

escribo

y me relajo

me conecto con mi esencia

y os dejo este regalo.

Aunque para mí
sea otra cosa
muy diferente.

 

EL BOTÓN

Hay palomas en el ártico, en Vorkutá,
en la ciudad
más triste del mundo.

En Albania hay una estatua y una calle
en honor a George Bush.

En Madagascar no hay leones ni jirafas.

En China no puedes buscar en Google.

En la España urbana no quedan españoles
aunque tenemos el único desierto
de Europa.

Si viajas a Estados Unidos
seguramente el gran sueño
sea mantener la salud.

Si vas a Corea, intentas que no sea el norte.
Si vas a Sudán, da igual que sea el sur.

En África siguen creyendo en las empresas extranjeras.

Desde Moscú se vendió Alaska por tres duros.

En Irlanda hay más ganado que personas.
Y no es el único.

En Mongolia no hay densidad de población
pero si hay mongoles
por todo el mundo.

Queramos o no, Arabia Saudita es
el resultado final
del ser humano.

Una vez me dijo una brasileña
que en Sao Paulo
lo que abunda
son japoneses.

Y que en Japón puedes comer helado de anguila.

Y leí que el ejército australiano perdió
contra los emús.

Por cierto si te gusta la Coca Cola
no vayas a Cuba.

Yo soy de cerveza pero es por si acaso…

Si te gustan los diamantes
te recomiendo Neptuno o Urano.

Si vuelas hacia Kansas, intenta llevar puesta
una camiseta de rayas.
No podrán lanzarte cuchillos.

Si vuelas hacia Londres
no mueras en el palacio de Westminster,
está prohibido.

Hazlo fuera.

Por cierto

el mar muerto es un lago cada vez
más salado.

La puerta al infierno
está en Turkmenistán.

La puerta al cielo
todavía no la hemos encontrado.

Hay más guerras que insectos,
aunque cada insecto es una guerra.
Hay más enfermedades que libros,
aunque hay libros que enferman.

En los diccionarios
de Somalia, Myanmar, el Congo…
no existe la palabra
paz.

Si quieres defender los derechos de la mujer
empieza por Afganistán.

Si quieres defender los derechos del hombre
empieza por ti mismo.

No estoy en contra de la humanidad
sino de este absurdo largometraje.

Del caos global.

Quizás

lo mejor

es que presionen el botón

y den por concluida

la película.

 

EL VIAJE

Tenías novio y te daba igual.
Y a mí también.

Solíamos vernos de noche, cuando el mundo dormía.

Y hablamos, hablábamos muchísimo.

Cómo nos sentíamos.
Cómo todo era una gran jaula.

A veces nos besábamos o llorábamos o ambas.

Pero sobre todo hablábamos.

La escuchaba, me escuchaba.

De alguna forma era el único momento
donde éramos sinceros.

Donde podíamos serlo.

Aparte de un papel…

Era raro.

Siempre lo dijimos.

Yo también tuve parejas.

Y nunca sentimos que fueran cuernos
o algo por el estilo.

No.

Y ahora te has casado.

Y eso parece que está bien. Muy bien.

Ya no hablamos.

Y me da por pensar que,
bueno,
antes o después,

eso

sucedería.

Como al resto o la mayoría.

Yo siempre fui un nómada.

Mi alma siempre quiere largarse
en busca de aquello
que nunca encuentra.

Sin embargo mientras estoy fuera,
Me siento en conexión
conmigo.

Alemania, Noruega, Eslovenia, Croacia…
Da igual donde sea.

El espíritu respira tranquilo,
coge un cigarrillo,
mira la corriente del río.
Se escuchan sonidos de pajarillos.

Presencio colores más reales, más nítidos,
el aire es más limpio, más puro,
la comida coge el gusto,
la música siempre latente,
las mujeres comienzan a atraerme…

y estuve en Francia
trabajando

y creo que volveré

aprenderé francés

y me mudaré durante unos años.

Me ofrecieron trabajo. Caí de pie.

Y cuando descubra aquello

y la comida empiece a saber a cartón,
la música ya no suene,
el aire esté cargado
y las mujeres se vuelvan invisibles

cogeré mi mochila vacía

y me iré a otro lugar

donde pueda disfrutar de
un gustoso plato,
de alguna sinfonía escondida,
y de una buena compañía.

Y paseando en las faldas del Danubio,
del Misisipi o del Rin,

me acordaré de ti

en una tarde de otoño
mientras las hojas caen
y el viento cubre el cielo con un manto oscuro

mientras los árboles sirven de refugio

y sentiré nostalgia.

La nostalgia angustiada del poeta.

De un corazón que al nacer
ardió con una cerilla.

De Cenizas.

Y me pediré una cerveza en el primer bar
que vea

y escucharé a alguien hablar alemán
o inglés
o quien sabe
qué idioma

y saldré a la puerta

encenderé un pitillo

con las manos ya curtidas
y envejecidas

y me secaré una lágrima,

sólo una

en honor
a lo que quise
en algún momento del trayecto

y entraré de nuevo al bar

y pagaré

y el alma me guiará

hacia el próximo punto del globo.

Y pensaré en ti
y en todas aquellas,

en los amigos,
en la familia,

en los enemigos
y en todos los profesores

y joder,

yo pude escapar de la jaula.

 

MUJER

¿Sabes? No compartes nada con la belleza
pero aun así
hay algo en ti
que llama la atención.
Eres feo pero sin llegar a serlo.
No sé si me explico…

Gracias, dije.

Y la verdad es que no eres muy alto,
no llegas al 1,80 ni con plataformas…
Y te faltan kilos, pareces chupado.
Encima tienes ese color en la piel
de sepia del mediterráneo.

Gracias

Y todo lo que has escrito
está bien
pero te faltan
tablas en el ruedo.
Yo podría patearte el culo
si quisiera.
Necesitas ser letal,
los golpes no sirven.
Inocula veneno.

Gracias, volví a decir.

No eres tan inteligente como te crees.
Has leído muchos libros, SÍ,
encontraste a los mejores
y de qué te sirvieron.
HAHAHA.
¡Tienes que vivir y seguir muriendo!
Eres un fracasado
porque nunca tuviste
otra opción.
Tu destino es este.
Mediocridad al igual que el resto de los mortales.

Me encendí un Winston.

Además
pregunté por ti en Jaén.
Me dijeron que te pasabas los días
de universidad
tirado en el césped
roncando
mientras las hormigas
te entraban
por debajo de los
pantalones.
Siempre llevabas contigo
al viejo ese
que no sabía escribir
y gritabas
“¡He encontrado a Dios!”

La gente se apartaba de ti
pensando que estabas zumbado

y eso te hacia gracia.

Sí… Bueno…
Lo cierto es que estoy orgulloso.

Hubo 3 segundos de completa calma.

Uno
Dos
Tres

para después estampar
su vaso contra el suelo.

Un instante milagrosamente
anaranjado, refrescante y nuevo.

Se acercó hasta mí,
me agarró con fuerza,
sus labios abrazaron a los míos

esa calidez…

y se largó.

“Te llamaré”
escuché
precediendo al cerrar
de la puerta.

Espléndido.

Magnífico.

Extraordinario.

La primera vez
que conocía
a una
MUJER.

 

UN AMIGO

Coincidí por primera vez
con Antonio Molero
en primero
de bachiller.

Nunca antes habíamos hablado.

Era un tipo reservado.
Ensimismado.
Introvertido

Me gustaba.

Siempre habían llamado mi atención
las raras avis,
los muñecos defectuosos,
las taras repletas de taras…

Yo era un zumbado
así que no podía esperar
algo diferente
en mis relaciones personales.

Me acuerdo que los primeros días de
aquel septiembre
tuve pequeñas tomas
de contacto.

No hablaba ni queriendo el jodido Antonio.
Sólo te observaba con esas gafas cuadradas.
Clavaba su mirada en ti.
Su pelo engominado.
Su boca adornada con brackets.

Parecía un psicópata.

Así que me hice colega suyo.

Hablábamos de fútbol y baloncesto,
y de lo poco de política que entendíamos
por aquel entonces,
y de las mallas nuevas que habían salido
para las muchachas…
aquellas mallas casi aterciopeladas
que se mimetizaban
con las piernas jóvenes y femeninas.

Absortos en las clases
excepto cuando alguna
muchachita
era requerida por el profesorado
para salir a la pizarra.

Expertos de modelaje
y pasarela.

La pubertad
y las malditas hormonas
provocaban que dos chavales
fueran más imbéciles
de lo que realmente eran.

Pero fueron buenos tiempos.

Hicimos una amistad.

Se consumía el calendario
de ambos.

Y alquilábamos los findes de semana la pista de tenis.
Le tocábamos duro.
Fuimos progresando en algo de la vida.

Y las ocasiones en que
la persona encargada,
Sábados y Domingos
de la pista,
se ausentaba por viaje o
culaquier motivo para no trabajar,

Antonio y yo
trepábamos la verja
qué cubría la pista
y nos poníamos a pelotear.

Y después de jugar,
nos saltábamos la valla contigua
en las épocas de verano,
y nos pegábamos
un chapuzón
en la piscina municipal.

Pero un día
el encargado
no nos alquiló la pista por ausencia,
o eso nos dijo
“Estaré todo el sábado liado, no puedo hoy”

pero realmente no se encontraba de viaje
ni estaba tan ocupado

porque lo vimos aparecer
a la media hora
derrapando en las inmediaciones
cómo alguien colocado y fuera de sí,
y al bajarse del coche
empezó a gritarnos y maldecirnos
qué saliésemos inmediatamente fuera de allí
mientras su cara se transformaba
a rábano.
Nunca creímos en Dios
pero sabíamos de lo que era capaz
el ser humano.

Aquella tarde nos tuvimos que ir
y dar por concluida
nuestra rivalidad tenística.

El caso es que fueron buenos tiempos.
Joder que si fueron buenos tiempos.
Los mejores.

Al acabar la parte física
nos íbamos a un parque en la entrada de Bedmar
y comprábamos cerveza
mientras veíamos el atardecer.

Especulábamos con el futuro.
Con las posibles catástrofes.
Con los posibles problemas de la bola mundial.

Nos apasionaba hablar sobre la posibilidad de vida extraterrestre
y llegamos a la conclusión
que por probabilidad
tenían que existir…
Ya ves…
¡Existíamos nosotros!
¿Por qué no ellos?

Y quedábamos
Y quedábamos.

Me invitaba a su casa
y éramos tan viciosos al Fifa
que la play solía emitir
una especie de humareda grisácea
a la cual
nunca le dimos importancia
porque la clave
era no perder.

No perder en todo
como todos
constantemente.

Luego llegó la época universitaria.

Nos íbamos al salón de juegos
Jokerbet
(después de habernos perfumado
de valde
en el Corte Inglés)
y entrábamos con la ropa sucia
pero desprendiendo una fragancia
de verdaderos caballeros
con dos euros
en el bolsillo sin agujeros,
el DNI en la carcasa del móvil
y esa cara de analfabetos.

Y nos dejaban entrar.

Veíamos gratis todos tipos de deportes;

Galgos. Caballos.
Fútbol. NBA.
Fórmula 1.
Tenis.

Incluso lo que no eran deportes;
máquinas, ruleta, ludopatía…

Antonio se quedaba callado viendo aquellas pantallas,
analizando…
No queríamos desprendernos de nuestro dinero.
Nadie de los presentes
querían
pero era inevitable.

No habíamos triunfado en el colegio
y en la universidad no esperábamos milagros.
La gente más envejecida también sabía.
Personas destrozadas que buscaban
salvar lo poco que les quedaba…
Escapar de “Corea del Norte”
y de la esclavitud
del pobre…

Éramos idiotas eruditos.

Y yo me dedicaba a tantear a la gente
encargada del local.

Generalmente eran mujeres.

Llamaban más la atención.
Llamaban a más público.

Eso no quiere decir que no hubiera hombres
pero ya sabéis…

El caso es que las persuadía con
alguna invención y mentira,
me acercaba a ellas y
les decía algo así como
“No lo sabéis preciosas Giocondas
pero estáis ante el único poeta de España…
y de Italia, también”
y de tanto cascar
y desperdiciar el tiempo de aquellas damas
terminaban dándonos quintos de cerveza
gratis.

A veces nos tiraban besos.
Y algunos de los allí presentes
caían en los nervios
y tartamudeaban.

Eso sí, siempre estaban los botellines calientes.
Te dejaban la boca cual desierto de Atacama
y digamos
que no ayudaban a pronunciar debidamente.
Aunque nunca nos quejamos de eso.
Era la menor de las preocupaciones.

Fueron muchas tardes y noches
invertidas en tal sitio.

Visualizando la apuesta de 20 céntimos
perfecta
cercana al millón
que nos llevase a la jubilación.

Ninguno de los que conocí
por aquel lar
la consiguió.

Y dicen que lo último que se pierde
es la esperanza
y creo
que es de las pocas cosas
donde la humanidad
lleva razón.
Te arruinas antes de perderla.

Pero nosotros no podíamos caer en banca rota.
¡Ya lo estábamos!

Maldita sea.
Nos divertimos en aquel lugar.

Conocimos buenas mujeres y buenos hombres.
Buenos trabajadores.
Nunca te expulsaban por no tener dinero,
tan solo si alterabas o enturbiabas
la atmósfera del salón.

Eran de los pocos sitios
donde se impartía una justicia
real.

Los juzgados, las comisarías,
el campus las Lagunillas
eran sitios de estafadores.

Y nosotros que veníamos de pueblo
sabíamos sacarle rendimiento
a un par de monedas
en la gran urbe.

Siempre salíamos medio borrachos
o borrachos.

La cerveza si no está helada
pega por 3
pero
“a burro regalado
no se le mira el diente”
nos dijeron.

E hicimos caso.

Fueron buenos tiempos.
Joder. Así fue.

Luego llegaron las novias
a nuestras vidas.

Todo desapareció.

Él se fue a un pueblo de Valencia
al terminar la carrera
y encontró trabajo
y amor.

Y no volvió.

Y yo estoy en Jódar
en una terraza
escribiendo esto

después de cientos de fracasos,
después de decenas de pasiones,
después de parejas carcinógenas y calcinadas

buscando y persiguiendo
un sueño
que a nadie importa

y
espero
que al menos
uno de los dos
gane
por una vez
a partir de ahora.