INVOCACIÓN DE CONFINES. INVOCAREA LIMITEI, DE GUSTAVO GAC-ARTIGAS
por
Víctor Fuentes
Ya en el título de la obra, en publicación bilingüe y con la editorial extendida entre Estados Unidos, Chile y Argentina, se manifiesta el carácter inter y multicultural de la polifacética obra de Gustavo Gac-Artigas; poemario en su versión original en español y traducida al rumano, idioma de una gran tradición literaria, por Carmen Bulzan, compuesto de una selección de 139 poemas, que abarcan desde 1988 al momento presente, con el autor en el umbral de sus 80 años. Se abre con una sucinta página de “Pórtico del autor” sobre la “vividura” de sus “caminos circulares”, como se titula uno de los poemas. Nacido en Santiago, pero criado en Temuco, Chile (1944), vive y escribe en Estados Unidos desde 1992; con su carga personal y literaria del éxodo, Gustavo Gac-Artigas ha devenido una de las voces literarias más salientes y originales de lo que ya podemos considerar, aunque no obtenga toda la atención que merece, un creciente boom en el siglo XXI de la literatura escrita en español en los Estados Unidos.
Literato, en el pleno sentido de la palabra, Gustavo Gac-Artigas cultiva la literatura, en consonancia con la definición que nos diera Martínez Bonati, “la de un modo de ponerse el hombre ( y la mujer, habría que añadir), mediante lo imaginario, frente a posibilidades radicales de su ser” (un ser, volcado en el ser del tú y el nosotros, en su caso), cultivando los tres géneros literarios que —siguiendo con la cita de Bonatti— son los de conocer: “lo pasado por el relato (épica), actuar en medio de los hombres —y de las mujeres— (drama), y sentirse a sí mismo ser, intuirse como interioridad (lírica)”.[1] Además, Gac-Artigas, cultiva la novela, el ensayo y el periodismo. Y, entrando ya en el tema que nos ocupa, en su poesía aletean los otros dos géneros la épica y el teatro, al que tanto se dedicó en Chile y luego en París, y, antes, por toda América Latina, fundiendo teatro y poesía en su, tan único y colectivo, “Correo de la Poesía”.
Buceando en el hondón del ser, y en lo vivido por el hombre, el poeta nos ofrece su rico, plural y universal mundo poético, tan especializado en la palabra, con casi ausencia de procedimientos poéticos. Sí hay uno, que usa con abundante predominio, la anáfora reiterando la intensa expresividad y el dinamismo de tantos de los poemas. El título del poemario, Invocación de confines se desdobla en los dos primeros poemas: “Confines”, con el sentido de cruces de fronteras (uno de los grandes temas de nuestro tiempo), y el de llegar al último confín, el de la vejez y la muerte, a la cual el poeta ve llegar, pero junto a quienes ama, y por eso no la teme, como tampoco a la vejez, en la cual se adentra renovándose, y en la estela de esa riquísima poesía de la vejez que se ha dado en lengua española en la poesía de la segunda mitad del siglo XX y desde los comienzos del XXI[2], la cual viene a engrosar Gustavo Gac-Artigas con su último poemario, tan a tono con aquello que expresara el Borges poeta, en su “Elogio de la sombra”: “La vejez (tal es el nombre que los otros le dan) / puede ser el tiempo de nuestra dicha, / El animal ha muerto o casi ha muerto. / Quedan el hombre y el alma!”, y la palabra, habría que añadir, a la que Gustavo Gac-Artigas hace tema de su poesía. En “invocación”, llama al hombre, al otro, a quien se vincula, como creador, y al que pide que “ancle su alma vagabunda / en la palabra ultrajada”, y le abra las puertas “para que se pierda en tu universo / y mi sueño sobreviva en el tuyo”. Y dicho lo anterior, pasamos, a la reseña-artículo, centrada en un recorrido por el poemario “invocando” aspectos del poemario que le relacionan con la obra de 4 otros-a grandes poetas del siglo XX, y uno del fin del XIX en español, cuyos nombres se irán dando al tratar de ello:
I. José Martí, el primero, quien, en este país, escribiera una de las más originales obras escritas en español de fines del siglo XIX y principios del XX, dando un gran impulso a la literatura del idioma escrita y vivida en los Estados Unidos, y quien fuera, en un plano mundial, una de las primeras figuras, y muy avant la lettre, del poscolonialismo, el cual asimismo abraza Gustavo Gac-Artigas, como se manifiesta en dos de los primeros poemas; en el primero de forma indirecta y en el segundo en una intertextualidad explicita..
En el tercer poema, “libertad”, sentida pero tan ultrajada, en los dos últimos versos de la tirada final, la cual se extiende sobre en dónde, cuándo y cómo esta muere, leemos: “o cuando encalla en la isla de bedloe/ frente a manhattan”. Se pasa por alto que tal isla es donde se instalara la estatua de la libertad, dando, en su día, la bienvenida a los inmigrantes, y con tal nombre desde el siglo XVII, el cual se cambió en 1956, en plena guerra fría, como baza triunfal, y con la firma del presidente Eisenhower, a llamarse, como en la actualidad, la “Isla de la Libertad”; nombre que el poeta omite, dejando el original de la época del colonialismo, y para que –suponemos– no encalle, y con su propio nombre, a la personificada libertad; “la libertad / amiga del poeta”, como leemos, en líneas anteriores del poema.
El segundo poema, el 16 de la serie, “la bestia”, es un homenaje a Martí, con la intertextualidad explícita de una frase suya, escrita ya en suelo cubano y luchando por la independencia cubana, en carta a su querido amigo Manuel Mercado, expresando el temor de que el colonialismo norteamericano fuera a anexionar al amado país y a otras naciones latinoamericanas. Carta incompleta, firmada el 18 de mayo de 1895, ¡un día antes de cayera muerto en un combate besando su tierra cubana! y en la que escribiera la frase tan citada, “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas y mi onda es la de David”, onda que recoge Gustavo Gac-Artigas para lanzarla contra la “bestia”, con palabras iniciales en que tanto resuenan las de José Martí: “vivo en el corazón del monstruo/ desde mi ventana lo veo extender sus tentáculos/ para dominar al mundo”. Aunque quizás, se podría sugerir, que el poeta visionario, esté mirando y expresando, más que un retórico alegato contra el tan demodé imperialismo norteamericano, el regreso del monstruo guerrero, tan hiperbólico, con las nuevas tecnologías de la guerra, que tanto gravita, ahora, sobre el mundo, con la globalización en vías de descuartizamiento, y a quien podemos ver, como en el poema, “lo veo vestido de guerrero/ siento el olor de las carnes quemadas/ por el fuego que emana de su boca/ y que sin aviso cae del cielo”, con tal fuego, y efectos, cayendo desde los cielos de Ucrania y de Gaza. Aunque el poeta que nunca abandona la esperanza, y desde su ventana, abierta, también ve ¿en Manhattan?:
… en sus calles veo caminar el futuro
nacer una nueva lengua
una nueva historia
una nueva raza
aquella que cortará la cabeza de la bestia[3].
En tal nueva raza, apuntando al mestizaje, vuelve a sonar el eco de la carta de Martí, donde se ensalzaba a “la masa inteligente creadora de blancos y negros”.
II. Versos del tan celebrado poema del gran Antonio Machado, el XXIX, de “Proverbios y cantares”, con su comienzo, “caminante no hay camino/ se hace camino al andar”, que tanto se plasman en la propia vida de Gustavo Gac-Artigas, laten en tantos de sus poemas, “salí a caminar por las ciudades”, “me detuve un segundo en mi camino”, “caminé entre estatuas”, “caminos circulares”, y en su condición de “nómada”, a quien dedica un poema, síntesis de lo que él mismo encarna y en consonancia con lo que Jean- Marie Gustave le Clézio, Premio Nobel de Literatura 2008, expresara: “Ser de aquí y de allá, pertenecer a varias historias”. También otro de los versos del mismo poema machadiano resuena a lo largo de su poemario, el de: “…y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar”, y con el rechazo, en la poesía de Gustavo Gac-Artigas, de no quedar vueltos al recuerdo, y el valorar, para liberar la mente, el olvido, tan expresado en versos como aparece ya en el título de sus versos “desde mi nacimiento comencé a olvidar” o tiradas como: “olvidé quien soy en mis múltiples caminos/ algunos fueron circulares/ algunos fueron laberintos/ otros se detenían en las nubes”
Pero la relación con Antonio Machado va mucho más allá, la encontramos en la poética, con el uso del lenguaje del habla corriente, de “la palabra de la tribu”, como la llamara Machado, frente a los artificios y el preciosismo del modernismo, y con tanta riqueza de siglos encima; una riqueza. la cual, en poesía, con esa misma habla llana y muy desprovista de tropos y procedimientos poéticos como en el caso de Gustavo Gac-Artigas. Ya muy alejado del “Que púberes canéforas/ te ofrenden el acanto”, del “Responso a Verlaine” del tan admirado Rubén Darío en su clase de Retórica y Poética”, el Juan de Mairena machadiano, le pide a su alumno, el señor Pérez, que escriba en la pizarra, “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”, y una vez hecho esto, le insta que lo ponga en lenguaje poético. Y el alumno, tras meditar, escribe: “Lo que pasa en la calle”, y Mairena responde “No está mal”, y en ese lenguaje de lo que pasa y se habla en la calle, estriba, tanto, la poesía de Gustavo Gac-Artigas. Y frente a una poesía ensimismada en la propia voz del sujeto, Machado, en los años 20 y principios de los 30, anunciara una “poesía del mañana”, de la otredad, basada en la objetividad y en la fraternidad, la que tanto recoge, casi un siglo después, Gustavo Gac-Artigas, con su poesía tan abocada a la fraternidad, en donde lo individual se funde con el “tú” del otro-a, y lo colectivo. Como ejemplo de ello, en el presente poemario el “yo” aparece, tan solo, en un par de ocasiones, pero siendo superado en la otredad, mientras que el “tú” lo hace en varias, y con el “te” superando al “me”, y junto al “nos”.
III. Se da asimismo en Invocación de confines un par de poemas de poesía épica, la de relatar el pasado, contar historias, relacionados con otro poemario suyo de los confines de su amada tierra y patria nativa, el querido Chile, su hombre de américa/ man of the americas, (2022), que junto a deseos /longins/ j’aimerias tant (2020), forman una trilogía de culminación poética (nótese el carácter bilingüe y trilingüe de ella). Ya hombre de américa se ha relacionado con el “Canto general”, de Pablo Neruda, con quien también encontramos afinidades poéticas, pero, más que con él, las afinidades son con Gabriela Mistral y su Poema de Chile, que dejó desatado al morir, monumental poema, y escrito en sus últimos años y mucho de él viviendo en Nueva Jersey; con su gran canto a la original población nativa araucana, con la india, el indio, siendo la raíz de la identidad criolla chilena. Grandioso poemario a la América mestiza, el de Gabriela Mistral, quien en ocasiones dijera “Yo soy india” y en otras se declara “indo-mestiza”. Como filial de y homenaje a tal poemario, podemos considerar al hombre de américa, y los poemas sobre él en Invocación de confines: “caminos circulares” y “hombre de américa”; el canto de Gustavo Gag-Artigas al mestizaje americano, con la base, en el Chile nativo del indio araucano. En el primero de los dos poemas, se expresa la nostalgia del poeta en ese deambular circular en que quedaba atrás su tierra, pero siempre: “…en busca de mi historia/ yo /hombre de américa” ( el yo fundido al plural hombre de américa) Y en el siguiente poema, la voz del hombre americano es la del indio araucano quien, en el poema, canta/cuenta su historia, y su fusión con el mestizaje: “en el mestizaje aprendí a crecer/ a reencontrarme / a revivir/ a rebelarme”, gran homenaje, este poema al poemario de Gabriela Mistral.
Volviendo a ella, poco antes de morir, escribiendo, desde Nueva Jersey, a Alfonso Reyes, le decía:
Ahora, escribiendo estrofas de mi Recado de Chile (así titulaba
en un principio a su Poema de chile) huelo en el aíre frío,
atrapo sobre el fresar de la nieve, un aroma que llega roto por
los pinares y en él reconozco, pobre de mi, las manzanillas que
mi madre ataba para sus infusiones…
De nuevo, salta otra afinidad con Gabriela Mistral, en el poemario de Gustavo Gac-Artigas, y escribiendo desde Nueva Jersey, como ella lo hacía, en el poema “olores” (ese tercer sentido que tanto aparece en el poemario), llevándole, igualmente, al querido país en la distancia con su nostalgia albergada en el olor: “mi país huele/ huele a ramita de perejil recién cortada… huele a hojita de menta triturada con amor/ entre las yemas de los dedos… “(como las manzanillas en las manos de la madre de Mistral). Y en él y en su poesía, siempre muy vivo, como en la grandiosa Gabriela Mistral su tan querido natal Valle del Elqui, el Temuco de la infancia, el cual revive en dos poemas del poemario: “metamorfosis” y “nostalgia”.
IV. Encontramos asimismo en Invocación de confines un homenaje y una afinidad con César Vallejo, quizá la más profunda entre los casos ya referidos, por cuanto, como en el gran poeta peruano, el sentimiento actual más hondo que parece prevalecer en el corazón de Gustavo Gac-Artigas, saltando a tantos de sus poemas, es el de la solidaridad y el ensalzamiento de “los de abajo” (llevados por Azuela a la novela ) y “los olvidados” (al cine, por Buñuel); lo cual se daba mucho en Poemas humanos de César Vallejo, en años en que se había hablado y escrito de la deshumanización del arte, del arte como juego y de la poesía pura. Indo-criollo, César Vallejo, al igual que Gabriela Mistral, y el hombre de américa, de Gac-Artigas, se sentía arraigado en la raíz indígena. Se da el homenaje explícito al gran poeta peruano en el título de un poema en Invocación de confines. “hay golpes en la vida”, retomando el comienzo de la primera impactante estrofa de “Los heraldos negros”: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé/ golpes como del odio de Dios como si antes ellos, la reseca de todo lo sufrido/ se empozara en el alma… Yo no sé”; expresión, la del “Yo no sé”, tan del alma indígena.
Golpes que resuenan en Invocación de confines no en el poema de tal título, alusivos irónicamente a los del amor, sino a lo largo del poemario, golpes, tan sufridos, como en Poemas humanos, por los de abajo y los olvidados, y como se siguen dando y sufriendo a lo largo del planeta en nuestro mundo, ¿inmundo?, actual. “Y, desgraciadamente, el dolor crece en el mundo a cada rato”, leíamos en los “Nueve monstruos” de Poemas humanos y se vuelve a sentir en “Parado sobre una piedra”, “Los desgraciados” “La rueda del hambriento” … Y en el poemario Invocación se repiten parecidos casos, tal como en lo que se alude a los que viven con la libertad robada por quienes se creen dueños de ellos-as, o en la voz del “inmigrante” que exclama: “como desearía ser invisible/ para esconderme de aquellos que niegan mi derecho a existir…”, y los “vagabundos”: con “la piel rugosa por el sudor/ el corazón curtido por los golpes/el alma destilando odio, el alma destilado amor”. Y con el AMOR, unido a la libertad tan expresiva que se extiende por todo el poemario concluimos con una coletilla sintiendo dejar fuera de estas páginas, tantos más de los poemas que no hemos tratado.
***
En Invocación de confines, y como superador antídoto del odio que se vive por doquier, hay ecos de afinidades con la poesía de amor de Pablo Neruda y de Gabriela Mistral, más, de nuevo, de la segunda que, del primero, por el rol principal que se da a la mujer. Son múltiples los poemas de amor en el poemario, otro antídoto contra lo que se va perdiendo al entrar en la vejez. Cito dos de los que cierran el poemario, por lo que muestran la valoración de la mujer en su poesía, y de ese tan anhelado, y difícil, logro de unidad de la pareja. Contrario al grandioso poema del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, en el canto material, aunque también espiritual, amoroso de Gustavo Gac-Artigas, es el amado quien busca a la amada. En el primero, se palpa el revelador papel de la amada sobre el amado, quien dice: “…me enseñaste/ que para existir el amor exige/ renunciar a ti mismo/ para construir un nuevo yo”. De nuevo el yo único superado en la dualidad y en el “testimonio de amor”, el cual cierra-abre el poemario con una especie de juego alegre, burlón, de la unión amorosa, expresado en una secuencia de anáforas, con el “te protegí” “me protegiste”, desde los primeros versos para acabar en los versos finales: “me erigí en muro protector a tu alrededor/ erigí un muro protector a mi alrededor/ para protegerme de ti”.
[1] Luis Martínez Bonati, La estructura de la obra literaria. Barcelona: Seix Barral, 1972.
[2] Quien esto escribe tiene completada una Antología de la poesía de la vejez en lengua española (de Juan Ramón Jiménez a Ida Vitale) ¡La, ahora, ya centenaria, gran poeta, Ida Vitale!; antología que duerme en el limbo, pues nadie se compromete a pedir los muchos permisos, que quizá no se lograrían…,
[3] Tengamos presente que en lo de “cortar la cabeza a la bestia”, se está hablando en la imaginación y metafóricamente.
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VÍCTOR FUENTES
Nació en Madrid, España. Es profesor emérito de la Universidad de California en Santa Bárbara, donde fue catedrático de literatura española (siglos XIX y XX) entre 1965 y 2003. Como prolífico investigador, ensayista y escritor ha publicado más de 300 artículos en revistas especializadas y en prensa, y más de 26 libros, entre los que destacan los siguientes trabajos premiados: Ensayo sobre España, aparta de mí este cáliz, de César Vallejo. Premio Camp de L´Arpa, selección de diciembre 1976; El cántico material y espiritual de César Vallejo. Libro Finalista en el Concurso de Ámbito Literario, Barcelona, 1980; Buñuel, cine y literatura. Premio de Ensayo, “Letras de Oro”, Miami, 1989; César Chávez y la Unión: una historia victoriosa de los de abajo. International Latino Book Award 2017 en la categoría “Theme “Awards” como “Best Union Theme Book”; Antonio Machado en el siglo XXI: nueva trilla de su poesía, pensamiento y persona. International Latino Book Award 2019, categoría “Best Latino Focus Non-Fiction Book-In Spanish”. Honorable Mention; Galdós, cien años después y el presente. Latino Book Award 2020, categoría “Best Latino Book Focus Non-Fiction Book in Spanish”, Honorable Mention. Es miembro numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y correspondiente de la Real Academia Española.
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