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ARIEL ABOAL
Nació en La Habana, Cuba (1970). Poeta y narrador. Ha publicado tres poemarios: Tristeza y amor (2008), En los rieles de tu ombligo (2013) y De amores y andares (2015). Recibió una Mención de Honor en el Primer Certamen de Poesía “Florida Tierra de Poetas” en el 2012 y el Premio de “Poeta favorito” en “La Noche de la Poesía Erótica” en los años 2012, 2013, 2014 y 2015. Sirvió como jurado del mismo evento en 2015 y 2016. Su obra ha sido incluida en varias antologías poéticas nacionales e internacionales, así como de cuentos cortos. El condado de Miami Dade le hizo entrega de un certificado de participación, por su aporte a la cultura de la ciudad, durante el Encuentro Literario Internacional “Luz del Corazón” IV, V y VII en los años 2012, 2014 y 2016 respectivamente. En noviembre del 2013 recibió una mención en el concurso de poesía “Hoy mi Habana viste lo mejor” y en 2017 fue ganador de un premio especial en el concurso de poesía “Arte con palabras” en Miami, Florida, ciudad donde reside en la actualidad.
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LA ÚLTIMA CENA
Hoy es mi última cena
Padre, líbrame de tentación
Y déjame hacer tu voluntad
Aunque no sea la mía.
Entra en mi corazón
Antes que se convierta
En el Judas de su beso
Y me rinda ante su imperio.
Perdona mis pecados,
No porque me arrepienta,
Sino para volverlos a cometer
Bajo eso que tú llamas
Libre albedrío.
Nada de discípulos
Solos tú y yo
Para hacer lo contrario
De aquello que me digas.
Me aburre el pan y el vino,
Y como es mi última cena
Prefiero la carne.
Me voy,
Es la hora de la entrega
Por favor, recoge tú la mesa.
LA SANTA SEMANA
Un septenario anarquista
Borra al sexo del menú,
Y mi carne que eres tú
También fuera de la lista.
No niego que Dios exista
Tampoco te me aplebeyes,
Pasó el tiempo de los reyes
Jesús, perdón, soy honesto,
Pero este año bisiesto
Soy yo el que pone las leyes.
Ella es mi Eucaristía
Su cuerpo mi hostia divina,
Y hace vino, me adoctrina
Santísima Ave María.
Su boca es mi sacristía
La gloria convierto en hito,
De aleluya doy un grito
Seré apostata y ateo,
Lo cierto es, cuando la veo
Como tú, yo resucito.
OTRA TARDE
Llama y dile que te quedas
Llueve y el frío no abriga,
Fue petición de una amiga
No es porque irte no puedas.
Es que mi antojo depredas
En cada gesto que haces,
Y esta noche los disfraces
De buena amante o esposa,
Harán de mis versos prosa
Por toda vez que me abraces.
Mañana cuando amanezca
De esta breve madrugada,
Tal vez otra cabalgada
Tu despertar aborrezca.
Puede, por qué no, que te ofrezca
Con urgencia un hasta luego,
El pirómano es al fuego
Como el sexo es al placer,
Y para no querer ver
No hace falta ser un ciego.
Otra tarde cuando vuelvas
Santo amén de los diluvios,
Rogaré por los efluvios
En los labios de tus selvas.
Y tu olor a madreselvas
Razón para desearte,
Eres la obra de arte
Yo un hombre de las cavernas,
Que fiel muere entre tus piernas
Porque otro no sabe amarte.
PREGUNTAS
Pregunto por qué si ya te fuiste
Todavía siento que estuvieras,
Otra a mi llegó cuando te fueras
A ocupar el puesto que tuviste.
Pregunto por qué yo sigo triste
Si ella sonríe desde un te quiero,
Y al decirme voy a ti te espero
Aunque de otra boca sople el viento,
Es que no respiro sin tu aliento
Y al darme vida es por ti que muero.
Pregunto por qué cuando me mira
En sus pupilas están tus ojos,
La cama a merced de sus antojos
Y tu piel por la otra piel transpira.
Me pregunto por qué ella me inspira
Esta poesía que a ti dedico,
Desde mi trono a tus pies abdico
A ser mendigo con todo orgullo,
Porque extraño tanto un beso tuyo
Que a todo amor, por tu amor claudico.
SONETO VIII
Quiero que sepa de una vez señora,
De ocasiones que he llorado en su nombre,
Y no por eso he de ser menos hombre
Si es por amor que mi pecho deplora.
Así de esa forma mi alma atesora
Y a usted señora de a poco le asombre,
Saber que “tú” más allá de un pronombre,
Finge no ver o tan solo me ignora.
Por eso señora olvide la excusa,
Si acaso ve que la herida no sana
Y a cicatrizarla su mano rehúsa.
Por Dios despierte señora Santana,
Dejadme romper su falda y su blusa,
Dejadme comer también su manzana.
SONETO XXVI
La odiaba tanto que llegué a amarla
Amarla sin pregunta ni por qué
Porque llegué a tal punto a desearla
Desearla a tal punto que se fue.
Fue así con amor que supe matarla
Matarla sin prisa bien que lo sé
Se que va a ser imposible borrarla
Borrarla a tiempo donde la encontré.
Encontré de forma vil con mi diestra
Diestra que se adjudicó la venganza
Venganza en la eternidad que derrumba.
Derrumba sobre esta noche siniestra
Siniestra porque la muerte es la danza
Danza pueril que profana en su tumba.