BAQUIANA – Año XXVI / Nº 133 – 134 / Enero – Junio 2025 (Cuento I)

EL SUEÑO

 

por

 

Guillermo Arango

 


     Una noche, después de una reunión familiar en donde tal vez había bebido más de lo acostumbrado, aquel joven soñó que alguien en su parentela, irremisiblemente, tendría que morir. Era la ley o lo indicado por el destino, o por algo difícil de precisar en aquel sueño. No obstante, no tuvo miedo ya que su familia era muy numerosa y él, siendo joven y sin ninguna preocupación, parecía el menos indicado para tal suerte. Tenía la impresión de que sería uno de los últimos en ser llamado en aquella lotería onírica.

     Fue en un soplo que la conjetura se convirtió en miedo, éste se transformó en pánico y su resuelto veneno empezó a correr por sus venas cuando, sorpresivamente, la familia lo comenzó a observar con sobresalto y de concierto decidió que él era el escogido, el que debía rendir su vida. Fue un latigazo irrefrenable, el vello se le erizó y sintió de pronto como el corazón aceleraba sus latidos. Su rostro estaba atenazado en una máscara de terror y sus manos temblaban. Tenía la garganta seca y en el estómago los nervios se removían. Se sintió humillado, aplastado por la incomprensible jerarquía de una familia que al parecer lo despreciaba. Aterrado en su propio sueño, se vio corriendo rápidamente a campo abierto, descalzo, sin un lugar donde esconderse, aunque tenía la sensación de que, en cualquier momento, las piernas no le responderían. Era una huida disparatada, sin rumbo fijo, con aquella tribu alucinada de familiares persiguiéndolo, provocadores: una multitud de seres que aullaban, enloquecidos por la ansiedad de atraparlo. Llevaban palos, cuchillos, machetes y hasta recipientes de gasolina con la que iban a rociarlo y luego incendiarlo como si fuera un muñeco de estopa. El hermano mayor fue el que finalmente dio con él. Estaba dispuesto a salvar el terror, defendiéndose a patadas, con las uñas, con los dientes, con lo que fuera necesario.  Y mientras lo tenía asido contra la hierba, enardecida la mirada y una sonrisa lobuna, toda la familia, con el rostro oscurecido por una emoción diabólica, llegó dando voces y riendo, brincando en derredor, como si estuvieran participando en una danza ancestral, mientras comenzaban a rociarlo con bencina. En aquel instante se sintió irremisiblemente perdido, y fue tan grande, tan profunda la pesadumbre que se apoderó de él, que rompió a gritar con todas sus ansias, con todo el poder sobrenatural como para estremecer la conciencia de los hombres.

     Fue entonces que al primer indicio de la llama despertó en un sobresalto. Un sudor frío le recorría el cuerpo y un dolor agudo le subió desde el pecho hasta el cerebro. No había duda, estaba despierto, aunque permanecía bajo el influjo de aquella pesadilla, incapaz de reaccionar. Respiró profundamente con los ojos cerrados, sintiendo cómo su corazón recuperaba un pulso normal. Se dio cuenta de que la cabeza le comenzaba a doler mientras un suspiro de alivio salió de sus labios. Pero ese suspiro alentador quedó flotando, impávido, en el aire.

     Al día siguiente comenzó a mirar detenidamente a todos aquellos a su alrededor. Inspeccionaba tímidamente sus miradas, sus quehaceres: no parecían personas que lo quisieran matar. Eran individuos que lo trataban con afecto y no había muestras de displicencia. Ni siquiera tenían la apariencia de los familiares que lo habían perseguido en el sueño. Apartó de su mente el alucinante desfile y no intentó aclarar el fondo diabólico de aquel inquietante espectáculo. “Había sido tan sólo eso, un sueño, una pesadilla”, se dijo, y esa idea lo tranquilizó relativamente. No obstante, una especie de agotamiento interior produjo en su raciocinio un temor silencioso, como si guardara la huella maligna de un reptil. Aquella experiencia lo hizo sentirse angustiado, lleno de recelo, y lo obligó a acomodarse a un nuevo ritmo de vida. Desde entonces comenzó a mirar a su familia en entre cejo; fue más retraído que de costumbre; se escabullía de prisa, sin hacer un gesto ni pronunciar una palabra, y no le pidió favores ni consejos a ninguno de ellos. Dormía con los puños apretados, sin querer soñar con nadie. Trató de confundirse con los objetos, hacerse olvidar sin necesitar nada. Tampoco volvió a tomar parte en reuniones familiares. Así de sólida llegaría ser, día a día, la certeza de que no se encontraría a tono consigo mismo y con sus deseos en aquella familia, y cuando cumplió la mayoría de edad, sin decir nada, se largó de la casa sin dar explicaciones.

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GUILLERMO ARANGO

Nació en Cienfuegos, Cuba (1939). Es poeta, narrador, ensayista y dramaturgo. Cursó estudios de Arte, Filosofía y Letras en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva (Cuba) y de Creación Literaria en la Universidad de Loyola (Chicago). Por muchos años se dedicó a la enseñanza universitaria. Ha ejercido por igual la crítica cinematográfica. Ha publicado siete libros de poesía, siendo el más reciente Ceremonias de amor y olvido (Linden Lane Press, 2013). Ha publicado tres libros de relatos bajo el sello de Ediciones Universal: Gatuperio (2011); El año de la pera tradiciones, relatos y memorias de Cienfuegos (2012); y El ala oscura del recuerdo (2013). Ha publicado un libro de ensayos literarios Visiones y Revisiones (2020) y siete libros de obras teatrales bajo el sello de Ediciones Baquiana: TeatroTodos los caminos, Nube de verano, La mejor solución (2016); Teatro IILos viejos días perdidos, Entre dos, Encuentro, Ensayo de un crimen (2017); Teatro III Retablillo del amor rey: Un testigo veraz y La petición de Rosina, Una proposición decente, Las dos muertes de Gumersindo el indiano, Romance de fantoches (2017); Teatro IV ─  Mañana el paraíso, Noche de ronda, La corbata roja, El uno para el otro, Mi hermana Vilma, Dos trenzas de oro, El plato del día, Espejismo, Coto de caza, Los pescadores (2018); Teatro VAdagio, Un lugar para vivir, La ruta de las mariposas, El parque de las palomas, El viento que pasa (2019); Teatro VI ─ Hoy es siempre todavía, La recepción, La familia de Adán, Propiedad en venta, A la luz de un relámpago; y Teatro VII ─ Un día de reyes, Esos juegos del amor, Una corona de flores  (tres comedias en tres actos). Ha sido becado en tres ocasiones por la National Endowment for the Humanities. Ha sido ganador de premios en las categorías de poesía y narrativa. En el 2008, su pieza dramática Todos los caminos, fue galardonada con el Premio Internacional de Teatro “Alberto Gutiérrez de la Solana”, auspiciado por el Círculo de Cultura Panamericano en Nueva Jersey. Ha publicado y presentado trabajos de investigación literaria en revistas y congresos nacionales e internacionales. Es miembro de diversas organizaciones literarias y profesionales. En octubre de 2016 le fue concedido el Premio Ohio Latino Award por su excelencia literaria. Reside desde hace varias décadas en el estado de Ohio, EE.UU.

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