BAQUIANA – Año XXII / Nº 117 – 118 / Enero – Junio 2021 (Reseña III)

RELATOS DE UNA ISLA PERDIDA, DE TERESA BEVIN: IDENTIDAD EN LA MEMORIA

 

 por

 

Teresa Dovalpage

 


RELATOS DE UNA ISLA PERDIDA 252 X 400

Ediciones Baquiana

Colección Senderos de la Narrativa
Miami, Florida. EE.UU.
ISBN: 978-1936647-41
141 páginas
(2019)

La publicación de Relatos de una isla perdida (Ediciones Baquiana, 2019) en la colección Senderos de la narrativa marca un hito en la obra de su autora, la escritora, consejera y educadora bilingüe Teresa Bevin pues se trata de su primera obra totalmente en español. Anteriormente había publicado las novelas Havana Split (Arte Público Press, 1998, reeditada en 2017) y Papaya Suite (La gota de agua, 2011), la colección de cuentos Dreams and Other Ailments/ Sueños y otros achaques (Gival Press, 2001) y el libro infantil bilingüe Tina Springs into Summer/ Tina se lanza al verano (Gival Press, 2005). 9781936647-41

     Relatos de una isla perdida ofrece una visión panorámica de la historia de Cuba durante más de un siglo. Esta visión contribuye a preservar, en forma de cuentos y entrecuentos (citas o escenas muy cortas que preceden a los relatos) la identidad nacional, por más que esta se transforme o parezca dispersarse en las historias finales que narran el exilio de los protagonistas.

     Los relatos aparecen en orden cronológico, comenzando por 1885, cuando se desarrolla la acción de “Dos domingos en el recuerdo” que trata el tema del empoderamiento femenino—aunque la acción transcurre en una época en que esta palabra ni siquiera existía. Es además un cuento con ribetes policíacos donde se presenta a un personaje, Doña Remedios, que aparecerá en otras historias y entrecuentos como una especie de hilo conductor.

     Los relatos siguientes ocurren, aunque no siempre se mencionan fechas, en la primera mitad del siglo XX. “Con el favor de Eleguá”, “El pollo intruso”, “El charlatán” y “Tinta” contienen elementos de las religiones afrocubanas. Como menciona Idelmar González Tamayo en “Las religiones afrocubanas, parte indisoluble de la identidad cubana”:

Las religiones afrocubanas forman parte indisoluble de la identidad del pueblo cubano —siendo de las más practicadas en la Isla actualmente— quedándose no solo en el plano espiritual, sino que trascienden en el mundo material por las relaciones establecidas entre los practicantes, instituciones y la sociedad en general (texto en línea).

     La presencia en la vida diaria del cubano de estas creencias se aprecia desde los inicios del período republicano. La autora describe cómo los ritos practicados primero por los antiguos esclavos (y, más tarde, por los sirvientes de las casas ricas) llegan a ejercer una influencia considerable en la esfera de quienes detentan el poder.

     En una entrevista realizada bajo los auspicios del Centro Cultural Español de Miami, el 9 de diciembre de 2020, Bevin menciona que algunas de las historias con este tema, como “Tinta” se basaron en sus propios recuerdos de infancia cuando escuchaba desde su casa la música de las celebraciones afrocubanas en su natal Camagüey.

     La realidad aparece de manera aún más vívida en “Ras de mar”, relato basado en un huracán que asoló Nuevitas en 1932 dejando a su paso daños considerables y pérdidas humanas. La historia está contada desde el punto de vista de Altagracia, una anciana que vive en una casa de madera construida por su difunto esposo, casa que, contrariamente a las predicciones, resiste los embates del mar con mayor fortaleza que edificaciones más modernas:

Altagracia comprobó que, a pesar de haber estado sumergida, su casa estaba en bastante buen estado. El techo estaba en su sitio y los postes aparentaban la misma solidez de siempre (63).

     Y esto conduce al tema de las casas. Hay una que aparece desde la primera historia y que sirve de escenario a otras más, hasta llegar a la última, “El campamento.” Se trata de una finca a la que llega Doña Remedios, la protagonista de “Dos domingos en el recuerdo,” después de la muerte de su esposo y que se describe como un escenario bucólico, donde crecen algarrobos y árboles frutales y en la cual la naturaleza actúa como bálsamo para las heridas emocionales de la protagonista.

     Continuando con el análisis de los relatos en el orden en que aparecen, “Encuentro y encontronazo” es el siguiente y la trama ocurre en algún momento durante el gobierno de Batista. El tema es una historia de amor entre dos hombres y una crítica al rechazo de la homosexualidad.

     “El fin de la nostalgia” tiene lugar en Miami a principios del siglo XXI. La trama, plena de flashbacks y con múltiples escenas de humor negro, gira en torno a la vida de Rogelio Garrido, un patriarca cubano de unos ochenta años que agoniza en el momento de comenzar la acción. Sobresale el tema de la desconexión entre abuelos (cubanos, emigrados, que hablan español) y sus nietos, nacidos en Estados Unidos, que Garrido califica de “hermosos, consentidos, indolentes, e ignorantes” (115) y con los que apenas logra comunicarse.

     Este cuento en particular, por su tema de choque intergeneracional, es un ejemplo de la pertenencia de su autora a la tradición de literatura cubano americana. Como plantea Yolanda Martínez en su artículo “Cuban American literature”:

Cuban-American literature describes the problems that affect the Cuban-American community in its entirety; nevertheless, it is the individual experiences of immigrants and their children and the different levels of assimilation within the United States that shape the diversity of Cuban-American literature. The memories of a past life (whether their own or that of their relatives) on the island and the defining of the self on the mainland vary depending on generation, class, race, gender, and education. These similarities and differences shape the identities of Cuban Americans, build bridges among Cuban communities in the United States, and propel a literature that continues to establish itself as a significant contribution to American ethnic literature and the U.S. canon (artículo en línea).

     Para estos personajes jóvenes no puede haber una identificación con su pasado (genético) cubano, pues su casi absoluto nivel de asimilación a la cultura estadounidense, en la que han nacido y se han criado, se lo impide. Para Garrido, por su parte, el nivel de asimilación a su nuevo país es escaso. En sus momentos finales, él vuelve “a casa”, a la isla perdida donde lo esperan sus antepasados.

     El tema del regreso a casa tiene una connotación especial en el cuento que cierra la colección, “El campamento”. La protagonista es una adolescente llamada Victoria que va a pasar la escuela al campo (estancia de cuarenta y cinco días en sembrados de café o tabaco que los estudiantes cubanos debían completar durante sus estudios de secundaria y preuniversitario) en la finca de ganado lechero que había sido de su abuelo. La finca había sido expropiada durante el proceso de nacionalizaciones que ocurrió en los años 60. Pronto se pone en claro que se trata de la misma finca a la que regresa Remedios, la protagonista del primer relato, pero ahora se describe así:

No había ganado por ninguna parte. Pero había

surcos, tractores, y obviamente estaban preparando varias

hectáreas para el cultivo de algo. Muchos de los árboles

habían sido cortados. ¿Por qué los habrán cortado? Todos

daban magníficas frutas (131).

     La historia termina con la salida de Victoria y sus padres al extranjero, cerrando el círculo de pérdidas, que se refiere tanto a la pérdida psicológica y emocional ligada a la identidad nacional (la isla perdida) como la más tangible de un bien material (la finca). Es en este cuento, quizá más que en los anteriores, donde se enfatiza el sentimiento de desposesión que sacude, de una manera u otra, a todos los personajes.

     En resumen, Relatos de una isla perdida tiene la especial cualidad de recoger, incidentes, olores, sabores y experiencias de una isla “perdida” en el sentido de que ya no existe, al menos de la manera en que la experimentan los protagonistas. Pero guardada, para siempre, en estas crónicas que tienen tanto valor literario como histórico.

Obras citadas

Bevin, Teresa. Relatos de una isla perdida. Miami: Ediciones Baquiana, 2019.

González Tamayo, Idelmar. Las religiones afrocubanas parte indisoluble de la identidad cubana. Revista Caribeña de Ciencias Sociales. Artículo en línea en: www.eumed.net/rev/caribe/2018/05/religiones-afrocubanas.html

Martínez, Yolanda P. Cuban American Literature. Encyclopedia of Hispanic American Literature, Second Edition, Facts on File, 2013. Bloom’s Literature: online.infobase.com/Auth/Index?aid=100516&itemid=WE54&articleId=3442

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TERESA DOVALPAGE

Nació en La Habana, Cuba (1966). Es novelista, dramaturga y profesora. Reside en los Estados Unidos desde 1996, fecha en que salió de su país. Es graduada con una licenciatura de la Universidad de La Habana y obtuvo su doctorado en Literatura Latinoamericana por New Mexico State University en Albuquerque. Fue profesora de New Mexico State University (UNM) en Taos, Nuevo México, hasta 2018 y en la actualidad se desempeña como profesora de Español e Inglés como segunda lengua (ESL) en New Mexico Junior College en Hobbs, Nuevo México. Ha publicado nueve novelas y tres colecciones de cuentos hasta la fecha. Ha escrito varias obras teatrales, tales como: La hija de la Llorona (2006) y Hasta que el mortgage nos separe (2009), ambas estrenadas en el Aguijón Theater de Chicago. NBC News seleccionó su novela Queen of Bones (Soho Crime, 2019) como uno de los diez mejores libros latinos del 2019. De la misma serie son Death Comes in through the Kitchen (Soho Crime, 2018) y Death of a Telenovela Star (Soho Crime, 2020). Otras novelas que ha publicado son: Muerte de un murciano en La Habana (Anagrama, 2006, finalista del Premio Herralde), El difunto Fidel (Renacimiento, 2011, premio Rincón de la Victoria en España), La Regenta en La Habana (Grupo Edebé, 2012), Orfeo en el Caribe (Atmósfera Literaria, España, 2013) y El retorno de la expatriada (Egales, 2014).

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